Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
He escrito en ‘Salamanca Médica’ un buen número de biografías de médicos eminentes y de otros no tanto, pero todos distinguidos en la sociedad de Salamanca por diversas causas. Sin embargo, hasta el presente no me detenido en ninguno de la especialidad de Oftalmología, pues aunque D. Julio Sánchez Salcedo fue un médico oculista, como se cambió a otras ramas de la Medicina, no quedó suficientemente precisa su dedicación a esta especialidad (‘Salamanca Médica’, Nº 39).
No pretendo hacer una historia de la Oftalmología en Salamanca. D. Luis Sánchez Granjel, tan trabajador e infatigable como erudito, dejó una ‘Historia de la Oftalmología en España’ (1964). Pero a mí me parece que la historia oftalmológica también puede realizarse descendiendo a capitales, e incluso a ámbitos más concretos, como los hospitales. En consecuencia, mi objetivo es aportar una serie de datos o, si se prefiere, una sencilla relación de médicos oftalmólogos de Salamanca de 1901 a 1975, por si alguien quiere meterse a desarrollar a fondo esta cuestión. Pido disculpas por cuantas omisiones cometa, desde luego involuntarias.
Los médicos oculistas que la prensa local y las ‘Memorias de la Universidad de Salamanca’ señalan reiteradamente son numerosos, pero no se habla de ninguna curación especial, ni de una figura tan excepcional que fuera guía y referencia de los restantes oftalmólogos de esta ciudad, como sucede en Barcelona con el Dr. Barraquer. El progreso habido desde comienzos del sigloXX a la presente centuria ha sido enorme, pero en la primera mitad del pasado siglo se nota muy poco el avance médico oftalmológico. La exposición de los médicos oculistas (como ellos se anunciaban) la presento por estadios cronológicos, más o menos por quincenas; sin embargo, esto no quiere decir que presentado un médico en una etapa no siga viendo en una o en varias de las siguientes o haya vivido y trabajado en otra anterior.
He visto destacados los siguientes: D. Cayo Alvarado Gómez, D. Alonso Nieto, D. Eusebio Camazón, D. Juan Manuel Martín Sánchez, D. Antonio Hernández Ballesteros y D. Ricardo Marín. Reseño muy brevemente algunos de estos:
Médico oculista honorario de los establecimientos municipales y provinciales. Casado con Amparo Camazón. Reputado especialista, popular, dicharachero, generoso y francote, dejó como recuerdo de sus empresas el Teatro Moderno y, puesto al frente del mismo, procuraba hacerle continuas mejoras, siendo conocido por “la Bombonera de Don Cayo”. Falleció repentinamente en Zamora, ciudad en la que también tenía abierta una clínica. Don Eusebio Camazón, su cuñado, fue su ayudante.
Nació en Salamanca en 1860. Acabó el bachiller en 1877, la licenciatura en 1882, ambos grados en Salamanca, y el doctorado en 1885, en Madrid. Por consiguiente, en alguna medida es médico del siglo XIX. No he visto que cursara ninguna especialidad. Aparece encargado como interino de la Cátedra de Oftalmología de la Universidad de Salamanca desde el curso 1904-1905 hasta el curso 1919-1920.
Tenemos de este señor una entrevista con su foto, y también una foto de su clínica (‘La Ciudad’). Pobre clínica en la que aún no hay agua corriente y todo se reduce a un armario, una vitrina, mesa y silla. Esto es una sala de curas en la que realiza su labor el propio doctor, sin enfermera ni ayudante.
La lista es larga, teniendo presente que siguen viviendo varios de la quincena precedente. Los más notorios son D. Luis Alonso Andrés, el Dr. Pérez Lucas, D. Rafael de Unamuno Lizárraga, D. Julio Sánchez Salcedo, D. Emilio Sánchez Salcedo y D. José Gómez Díez.
En abril de 1919, Luis Andrés escribió en ‘El Adelanto’ un artículo, ‘La Filosofía y las Clínicas de Oftalmología’, reclamando la urgencia de una clínica para su especialidad. Era entonces profesor auxiliar del citado D. José Manuel Martín Sánchez, a quien, al cesar o morir, D. Luis sustituyó haciéndose cargo, como interino, de la Cátedra de Oftalmología en el curso de 1920-1921, y en ella siguió hasta el curso de 1925-1926.
Terminó su licenciatura en 1918 con sobresaliente. El 18 de junio de 1918, ‘El Adelanto’ informa sobre su próxima boda, que será en la intimidad por el reciente luto de las dos familias. El 13 de junio de 1922 se escribe que “ha leído su tesis doctoral el joven y ya reputado” don Emilio. Trabajó en unión con su hermano Julio, anunciando ambos su clínica en Plaza de la Libertad, Nº 9. En 1925, se relaciona como profesor ayudante y como interino de 1926 a 1928. Fue médico de la Beneficencia Municipal, y también como su hermano, tras algún tiempo se pasó a ejercer la Medicina General. Formó parte de la Junta del Colegio Médico. Fue miembro del Centro de Estudios Salamantinos. Murió a los 52 años de edad. La noticia de su muerte la recoge ‘La Hoja del Lunes’. Fue muy conocida y elogiada la biografía que escribió de don Miguel de Unamuno.
Formaba parte de la clínica de Oftalmología en 1932 y 1933, juntamente con los dos Salcedo y Rafael de Unamuno. Anuncia su consulta en las décadas de los años veinte, treinta y cuarenta.3. Oculistas de 1931 a 1945 D. Eloy Daniel Bellido (diplomado por París), Alonso Hernández Muñoz, Pablo de Unamuno, D. Agustín Arias Camisón, D. Emilio Díaz Caneja, y D. Antonio García Miranda.
Natural de Linares de Riofrío, nació en 1897, acabó el bachillerato en 1916 y, seguidamente, cursó la carrera de Medicina. Anunciaba su consulta en Salamanca, primeramente en la calle del Dr. Riesco, 12-14, y después en Plaza del Mercado ,nº 7, bajando a San Julián.
Se anunciaba así: “Ex jefe del Servicio de Oftalmología del Sanatorio Madrazo, de Santander”. Pasaba consulta en la calle Quintana, nº 11, con entrada por la Isla de la Rúa. Había obtenido el título de licenciado en 1909 con calificación de sobresaliente. Desempeñó en algunas ocasiones el cargo de profesor auxiliar de Oftalmología en la Universidad de Salamanca. Murió a los 66 años, el 26-XII-1951 (‘Memoria de la USAL’, 1950-51).
Y por si había pocos especialistas en la ciudad, algunos otros se sumaban a la competencia:
Fue director de la Casa de la Salud de Valdecilla, en Santander, en 1930, tras la creación de la misma. Y en esta institución ostentó también el cargo de subdirector. Era uno de los catedráticos por oposición que allí había. En los años cuarenta vino a Salamanca, pero fue una pena su marcha, porque causó baja en esta Universidad en el curso de 1942-43 por excedencia voluntaria.
Igualmente a otras quincenas anteriores, también ahora la lista de oftalmólogos se agranda, porque siguen viviendo bastantes de los mencionados: D. Rafael de Unamuno Lizárraga. Y entre los nuevos se hallan D. José María Santanatalia, el Dr. Borrego Valle, D. Eloy B. Bellido y Dª Petra Román Arroyo.
Es llamativo que fuera prácticamente la única especialista en esta rama médica en aquellos años. Fue Premio Extraordinario en el curso 1938-1939. Y desde 1940 en adelante tiene abierta consulta en esta ciudad bastantes años. Su consulta se anunciaba en la calle del Dr. Piñuela.
En Salamanca estuvo poco tiempo como oculista, y por eso queda aquí con menor importancia. Herido en 1937 en la Guerra Civil, fue evacuado a Valencia, luego fue a Francia y después se estableció en Madrid. Murió el 7 de mayo de 1956.
Hay que destacar, sobre todo, la creación de la Escuela de Oftalmología (según la Ley de Especialidades Médicas de 1955), adscrita al Departamento de esta especialidad en la Facultad de Medicina de Salamanca, en la que se van a formar muchos especialistas que aquí voluntariamente omito. Muchos de ellos van a ejercer en ciudades distintas de Salamanca.
Entre otros, destacan D. Rafael Bertolozzi Sánchez, D. Emiliano Hernández Benito, D. Francisco Sánchez, D. Enrique Martín Pascual, D. Antonio Franco, y algunos que actualmente siguen presentes, como D. Ángel Hernández Gómez y D. Nikos Bountsolas (que me permito citar, porque yo mismo he acudido a sus consultas), así como otros más cuya mención se debe hacer cuando este tema se aborde haciendo el estudio desde 1975 en adelante.
Nació el 17 de febrero de 1905. En 1930 fue médico interno en la Casa de la Salud de Valdecilla (Santander) en la especialidad de Oftalmología y, por tanto, fue compañero de Díaz Caneja. En 1932 y 1933 ya forma parte del Departamento de Oftalmología del Hospital Provincial de Salamanca (aunque entonces se le llamaba Raimundo, pues su verdadero nombre era Raimundo Rafael). En 1936 que ya tenía nombradía, anunciaba su consulta en la calle de Zamora, nº 38. Era profesor de la Facultad de Medicina, encargado de la cátedra con mucha frecuencia. También fue oftalmólogo del Instituto Provincial de Sanidad de Salamanca. D. Rafael llegó a ser una personalidad señera en Oftalmología en las décadas de los 40 y 50 del siglo pasado.
Según la ‘Memoria de la USAL’ de 1964-1965, merece especial atención la iniciación de las Escuelas Profesionales de Pediatría y Puericultura y la de Oftalmología. Esta última imparte clases teóricas y practicas bajo la dirección del catedrático D. Rafael Bertolozzi Sánchez y varios ayudantes. Sin embargo, el Dr. Bertolozzi causó baja en la Universidad de Salamanca en el curso 1972-73, por concurso de traslado a Madrid. Quedó entonces ocupando su lugar el profesor D. Emiliano Hernández Benito, bajo cuya docencia se han formado varias promociones de estudiantes y especialistas en la mencionada Escuela.
En resumen, la ciudad de Salamanca ha tenido en los tres primeros cuartos del siglo XX suficientes médicos oculistas en relación con el número de sus habitantes. En cuanto a la docencia de la Oftalmología en la Universidad de Salamanca, pasó por algunos momentos en los que no tuvo la consideración necesaria, y en otras ocasiones, las memorias anuales de la aludida institución no dejan reflejadas las actividades realizadas por la cátedra correspondiente, y por ello se echa en falta actuación y su valía (aunque habría que ver las revistas ‘Anales de la Facultad de Medicina’ y ‘Acta Médica’ para tener más elementos de juicio). Parecería que en ciertas épocas esta rama era la pariente pobre al lado de departamentos de mayor relumbrón, a cuyo frente había personajes muy populares en la ciudad. Sin embargo, en esta especialidad ha habido figuras importantes, entre las cuales se destacan claramente Julio S. Salcedo, Díaz Caneja, Rafael de Unamuno y Bartolozzi.
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