Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
En esta ocasión, en vez de traer a estudio un solo Maestro con Historia, traigo un grupo de ellos: ¡tres extraordinarios cirujanos que formaron parte de una familia numerosa! Sus miembros fueron muy significativos y relevantes, no sólo por su valía profesional, sino también por sus lazos de parentesco y amistad con otros doctores y farmacéuticos, así como por las relaciones sociales y por el desempeño de altos cargos en la ciudad de Salamanca. En la familia de este apellido compuesto, Ortiz de Urbina, hubo durante el siglo XX dos farmacéuticos y tres médicos.
Dos de los miembros familiares de esta referencia, José y Jerónimo, llegaron a ejercer el cargo de presidente de la Diputación Provincial, y uno, Juan, fue concejal y teniente de alcalde de esta ciudad. Conviene también recordar que las familias de don Francisco Díez y de don Juan Mirat, con quienes emparentaron los Ortiz de Urbina, eran ya prestigiosas por sí mismas. Por tanto, todo el entramado familiar, social y amistoso se fue fortificando cuando se fue casando cada uno de los seis hijos del progenitor, don Jerónimo, cuestión que sería grata de contar, pero que no es posible, porque ocuparía mucho espacio.
Los Ortiz de Urbina que voy a presentar son los doctores salmantinos don José, don Jesús y don Francisco José Ortiz de Urbina. Todo empezó allá por 1893, cuando, procedente de Valladolid, don Jerónimo Ortiz de Urbina Olasagasti, casado con Ana Mirat Domínguez, abrió una farmacia en Salamanca: Esta farmacia aún perdura y, además, es muy conocida, pues radica en la Plaza Mayor, siendo singular y valiosa artísticamente por su conformación y mobiliario. La descendencia del citado matrimonio fue así:
Nació en Salamanca en 1903. Obtuvo el grado de Bachiller en 1919 y, a partir del curso 1919-20, realizó la carrera de Medicina.
Con fecha 26 de abril de 1926, acude con el cirujano don Francisco Díez Rodríguez (don Paco Díez), juntamente con Pinto y Rincón, a auxiliar a los heridos en el descarrilamiento del tren que sucedió cerca de Hervás. Esto deja ver que don José ya tenía terminada la carrera y ya formaba parte del equipo del mencionado cirujano. En el verano de 1927, recorrió Lisboa, Sintra, Busaco y otras ciudades de Portugal, sin duda como premio a la terminación de sus estudios. En julio de 1928, se inauguró el sanatorio Villa Teresa, situado en la calle Álvaro Gil de Salamanca y construido a sus expensas por don Paco Díez, que le dio el nombre en honor de su hija primogénita.
El 15 de octubre de ese mismo año 1928 don José Ortiz de Urbina se casó con Teresa Díez Domínguez, hija de don Paco. La ceremonia religiosa tuvo lugar en la capilla del Asilo de la Vega. Este enlace matrimonial fue todo un acontecimiento en la ciudad. Entre los asistentes e invitados figuran, además, personajes ilustres, varios médicos: Filiberto Villalobos, Gonzalo Soler, Fernando R. Fornos, Huberto Sánchez, Íñigo Maldonado y Antonio Domínguez. Con ello, ya se va viendo la relación y amistad con la clase médica, que en buena medida se debería a la dispensada a don Paco Díez.
Antes de seguir adelante, conviene que veamos cómo era la relación de familia que se estableció con la rama de los Díez: Ricardo Díez, médico y del claustro de la Universidad, era el abuelo de su mujer; y don Francisco Díez Rodríguez era el padre. El matrimonio José Ortiz y María Teresa tuvo dos hijos: María de los Ángeles, primogénita, y Francisco. Éste nació el 25 de marzo de 1932, pero su madre murió unos días después (15 de abril), probablemente como consecuencia del parto, hecho luctuoso que, sin duda, dejaría marcada la vida del viudo, don José. Mas como la vida sigue, el 10 de julio de 1936 se casó una hermana de Teresa, María Domínguez, con José García Isidro, catedrático del Instituto de Badajoz (en la imagen inferior). Nuevamente acude a la boda una buena parte de la élite social salmantina.
El manto de la novia fue llevado por los niños María de los Ángeles, Francisco y María Felisa Gutiérrez de Ceballos; los dos más pequeños eran los hijos de don José. Firmaron como testigos don José Ortiz de Urbina, don Florindo Conde y don Gonzalo Soler.
La guerra civil española significó un grave problema para don José Ortiz, como para otros muchos médicos. Cabe deducir que sería militarizado, como lo fue don Paco (vid. Salamanca Médica Nº 16). Consecuentemente, con los heridos de guerra que llegaban a los hospitales de Salamanca aumentaba grandemente el trabajo, pero con ello también iba en aumento la práctica de la cirugía quirúrgica.
En 1939, don José Ortiz de Urbina entró a formar parte de la gestora de la Diputación Provincial, presidida por don Francisco García Risueño, siendo él el vicepresidente. Uno de los problemas de entonces era el de la Beneficencia, algo en lo que es de suponer que tendría bastante voz don José de Ortiz. Destituido el presidente, el señor Risueño, a fines de abril 1942, don José quedó provisionalmente al frente de la Diputación Provincial hasta el 6 de junio de ese año, cuando fue nombrado un nuevo presidente.
Durante este periodo, fue a Madrid una comisión de Salamanca constituida por el rector de la Universidad, el presidente de la Diputación, el jefe del distrito universitario del SEU y el secretario del Patronato Provincial, jefe de los Archivos Históricos y de la Delegación de Hacienda, para ofrecer al ministro de Educación Nacional un solar en la Gran Vía para la construcción del un nuevo Palacio Provincial de Archivo, Biblioteca y Museo; proyecto que no llegó a realizarse, pues, como es sabido, la economía de España en aquellos años pasaba por una fuerte crisis.
El 8 de diciembre de 1948 murió, tras una breve enfermedad, don Paco Díez. Esta segunda circunstancia también incidió enormemente en la vida profesional de don José Ortiz de Urbina, pues el sanatorio Villa Teresa quedaba descabezado, y aunque don José podía haber sido el continuador en la dirección del mismo, el sanatorio solamente se mantuvo unos años y terminó cerrándose.
Hasta aquí hemos visto mayoritariamente semblanzas de su vida familiar; vamos a resumir ahora algo de su vida profesional. Don José Ortiz de Urbina entró en la Facultad de Medicina como ayudante de clases prácticas en la auxiliaría de don Paco Díez, y al comenzar el curso 1935-36. En el curso 1941- 42, pasó a ser encargado de la citada auxiliaría, porque en esa fecha don Paco también desempeñaba la cátedra vacante de Patología Quirúrgica con haberes propios. Luego, curso tras cuso, se le fue prorrogando anualmente el nombramiento a don José.
Tras el fallecimiento de don Paco, en 1948, la plaza se transformó en adjuntía, y don José tomó posesión de este nuevo cargo el 24 de diciembre, y se le prorrogó para el siguiente curso de 1949-50.
En noviembre de 1946, don José es uno de los médicos de la Obra Sindical 18 de julio. A partir de los años cincuenta, anuncia su consulta particular en su domicilio, dejando entender que también continúa con su trabajo como cirujano en alguno de los hospitales. Atendiendo a su edad, le correspondería jubilarse en 1973, cuando cumplía los 70 años de edad y más de 45 de profesión. La muerte lo arrebató el día 2 de abril de 1973.
Según el acta de nacimiento, vino al mundo el 14 de mayo de 1913. Recibió el título de bachiller el 27 de septiembre de 1930. Seguidamente, comienza la carrera de Medicina. Sus notas, según un somero sondeo hecho en la prensa local, dejan ver a un joven muy estudioso: en 1934 obtuvo sobresaliente en Patología General; en 1936, sobresaliente en Quirúrgica; en Dermatología y Sifiliografía, matrícula de honor, y en Terapéutica Clínica, matrícula de honor.
Teóricamente, la licenciatura de Medicina, si todo fue bien, la acabaría en junio de 1936. Enfrentada España en la guerra civil, don Jesús, como quinto del reemplazo de 1934, necesariamente tuvo que ser movilizado. Destinado a Sanidad, encontramos su nombre en la División de Sanidad de Soria en 1937, siendo asimilado al cargo de alférez. Acabada la contienda, tendría la suerte de ser licenciado prontamente, cosa que no todos los movilizados consiguieron. En los primeros años de los cuarenta, está de médico interno en la Casa de la Salud de Valdecilla (Santander). Valdecilla era un prestigioso hospital en el que se entraba como residente, siendo pensionado por alguna Facultad de Medicina, o mediante oposición, lo que quiere decir que don Jesús tuvo que estudiar mucho y presentar un buen expediente para ser interno. Allí estuvo durante cuatro años ampliando estudios y formándose.
Durante algún tiempo, él hacía constar en los anuncios de su consulta puestos en la prensa local la mencionada característica de haberse formado en Valdecilla; luego pasó a decir solamente “Riñón y vías urinarias” (junio de 1969) y, finalmente, sólo se anunciaba como “urólogo”. En 1969 se realizó en Salamanca el VIII Congreso Nacional de Cirugía, que presidió don Fernando Cuadro. Pues bien, a ese congreso asistieron los tres cirujanos Ortiz de Urbina: don José, don Jesús y don Francisco. Esa conjunción familiar puede tomarse como el hecho más significativo y testimonial entre dos hermanos y el hijo de uno de ellos y, a su vez, sobrino del otro. Don Jesús cumplió la edad de jubilación en 1983. El Colegio Médico de Salamanca hizo un homenaje de despedida a los 13 médicos recientemente jubilados (23 de junio de 1984), que consistió en misa en San Marcos, imposición de condecoraciones y cena en el Regio.
Ya va expuesto que nació el 21 de 1932, hijo de don José Ortiz de Urbina y de Teresa Díez Domínguez, y también que a los pocos días de su nacimiento murió su madre.
El 3 de diciembre de 1958, en una entrevista que se le hace en La Gaceta Regional, cuenta una parte muy interesante de su formación académica y de su ampliación de estudios: en tercero de Medicina (1951-52), consiguió por oposición ser alumno interno en la Facultad de Salamanca, adscrito a la Cátedra de Pediatría durante el periodo 1952-1955. Terminó la licenciatura en Medicina en 1955, y en los siguientes años consiguió la especialidad de Cirugía Infantil.
En 1957, se fue a Alemania, al Maximilianeum de la Universidad de Munich. Durante aquel verano visitó otras ciudades y, en octubre, regresó a Munich. Allí permaneció hasta marzo de 1958, aprendiendo y trabajando en el Hospital de Niños de la ilustre Universidad alemana, bajo la dirección del don Antón Oberniedermayr y su colaborador, el doctor Singer. Don Francisco también añade en la entrevista varios datos familiares, como que él desciende de importantes médicos: “Mi abuelo era cirujano, mi padre es cirujano. Él ha sido mi maestro desde que comencé a estudiar la carrera y después. Yo estoy orgulloso de poder ser un colaborador suyo”. Como su padre, don Francisco ejercerá en el Hospital de la Santísima Trinidad, cuyo servicio de Cirugía Infantil se había creado recientemente.
Siguiendo con la entrevista, él va exponiendo quiénes fueron sus buenos y admirados mentores: “En la Cátedra de Pediatría, don Guillermo Arce y el profesor don Ernesto Sánchez Villares me iniciaron en estos conocimientos. Su magisterio iba a ser decisivo para mí”, cuenta. “De Guillermo Arce aprendí fundamentalmente la técnica exploratoria del niño. El doctor Sánchez Villares sigue enseñándome y dirigiéndome con un magisterio que es también cordial amistad y compañerismo”, añade.
La siguiente fase de su profesión queda reflejada en su expediente académico: realizó su tesis doctoral en 1965. Fue nombrado profesor ayudante de clases prácticas, adscrito a Patología y Clínica Quirúrgica, en octubre de 1968. Esta categoría se prorroga anualmente. En 1988, pasó a profesor asociado, que se adscribe al Departamento de Cirugía, habiendo sido seleccionado entre doce aspirantes que presentan los respectivos méritos. Este nuevo puesto también se prorroga año tras año.
Unos cursos después, D. Francisco consiguió la compatibilidad de actividades, porque, además de la docencia en Patología Clínica III, él seguía como médico en ejercicio y con consulta privada. Todo ello no impidió la respuesta a dos motivaciones poderosas: ampliar la especialización y profundizar en la formación: obtuvo el título de médico especialista en Cirugía General (Madrid, 18-11-1966) y el de médico especialista pediatra (Madrid, 7-6- 1978).
En el capítulo de perfeccionamiento, hay que señalar su asistencia congresos y jornadas y cursos específicos, lo que le proporciona un amplio currículo: Jornadas Regionales de Cirugía Pediátrica, Salamanca, 1995; Granada, 1996; La Paz de Madrid, 1997; Madrid, 1998; Santander, 2000; Salamanca, 2000; Sevilla, 2001, Cádiz, 2001.
Otro apartado lo ocupan las publicaciones, comunicaciones y proyectos de investigación. Pasan de los quince los trabajos reseñados, cuyos temas van desde patologías del estómago infantil a patologías de la piel y otros órganos (dermatitis, quistes, páncreas, deformaciones, enterocolitis…).
Así pues, la especialidad de cirujano infantil que operó a muchos niños fue una de sus facetas profesionales; la segunda semblanza fue la de ser profesor; la tercera vino determinada por su raigambre familiar; la cuarta fue su afición al fútbol, consiguiendo ser presidente de la Unión Deportiva Salamanca (de sus entrevistas y fotos cuando tenía tal cargo da fe El Adelanto, por ejemplo, en 1984).
Don Francisco se jubiló el 21 de marzo de 2002, al cumplir los 70 años. Luego, durante unos años, soportó resignadamente el avance de la enfermedad que le causó la muerte. Fue su quinta, última y meritoria etapa vital
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