La COVID-19 deja un enorme vacío en Salamanca, paliado en parte por la entrega de nuestros médicos

Los profesionales en primera línea han luchado sin descanso contra una pandemia que ha dejado al menos 745 víctimas mortales y casi 4.500 contagios diagnosticados en una provincia especialmente castigada por el virus, con una seroprevalencia que se sitúa por encima de la media nacional (8%)

Sin equipos de protección, sin pruebas de diagnóstico sufi￾cientes y con un profundo desconocimiento inicial del virus, los profesionales sanitarios de Salamanca tuvieron que enfrentarse al SARS-CoV-2 casi a pecho descubierto, intentando frenar el impacto de una pandemia que no tenía precedentes en la historia reciente y para la que el sistema sanitario no estaba suficientemente preparado.

Aquelllos primeros envites de la enfermedad –el día 31 de enero se declaró en La Gomera el primer caso– no tardaron en llegar a Salamanca, donde pronto se detectó una de las primeras infecciones de Castilla y León en una estudiante de la Facultad de Educación que había viajado a Italia y donde –muy pronto también– se produjo la trágica noticia del fallecimiento de una médica, una de las primeras en España en dejarse la vida en el ejercicio de una profesión especialmente azotada por la agresividad del nuevo virus. La Dra. Isabel Esther Muñoz Martín, médica de Familia en La Fuente de San Esteban, fallecía el 24 de marzo, y tan solo dos semanas después la provincia despedía al Dr. Luis Fernando Mateos Arroyo, también especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y coordinador del centro de salud de la localidad de Linares de Riofrío.

“Desde el primer momento, el Colegio vivió la pandemia con una enorme preocupación, y enseguida nos dirigimos a las autoridades sanitarias para solicitar el material de protección necesario. Cuando falleció nuestra compañera, fue un mazazo para todos. No sabíamos de la letalidad del virus en personas tan jóvenes. Nos habían dicho que afectaba más a la población mayor, y no conocíamos el riesgo que existe, como ya se ha demostrado, en gente joven y sana. En algunos casos se produce una ‘cascada de citoquinas’ que crea una reacción inflamatoria brutal que lleva a la muerte, y es lo que le ocurrió a esta compañera. Vivimos momentos muy, muy duros”. Con estas palabras, el presidente del Colegio de Médicos, el Dr. Santiago Santa Cruz, recuerda el inicio de esta lucha sin descanso contra la COVID-19, una enfermedad que, a falta de un análisis exhaustivo en cuanto a los datos de mortalidad, secuelas y próximos envites, ya ha dejado a Salamanca como una de las provincias más afectadas de España.

En concreto, según los datos del estudio epidemiológico ENE-Covid, la seroprevalencia del virus entre la población salmantina se sitúa tres puntos por encima de la media nacional, con el 7,9% y el 8,2% de los ciudadanos infectados, como muestran las dos oleadas de esta investigación liderada por el Instituto de Salud Carlos III, aunque los casos confirmados con prueba diagnóstica solo hayan sido en torno a 4.500 (4.454 el viernes, 24 de julio), debido, en parte, a la escasez de test y PCR que sufrió esta provincia en las primeras semanas de la crisis.

Primera en mortalidad

Salamanca es también la primera provincia de Castilla y León en cifras de mortalidad, con 745 fallecidos por COVID-19 diagnosticada hasta el 24 de julio, según la estadística oficial ofrecida por la Junta de Castilla y León en su Portal de Transparencia, donde pueden consultarse todos los datos por provincias, hospitales y centros de salud. Números que esconden una dura travesía con momentos de especial complicación entre la última semana de marzo y la primera de abril, justo cuando la Comunidad decidió declarar luto oficial con banderas a media asta en todos los edificios públicos. Ese día, 2 de abril, de los 508 casos declarados en Castilla y León, 97 eran de Salamanca, muy por encima de Valladolid (79) o de León (59), pero también en los positivos acumulados hasta esa fecha destacaba de forma clara, con 1.413, seguida de Valladolid (1.188) y León 1.066, como ocurría también con las 155 muertes asociadas a la pandemia que ya había registrado el hospital hasta entonces.

En ese momento, en el complejo asistencial salmantino se habían habilitado 93 plazas de UCI, tras triplicarse las 28 habituales, y estaban ocupadas 65 de ellas, 53 por enfermos COVID.

Este escenario puso en jaque al sistema sanitario y obligó a suspender prácticamente la actividad asistencial cotidiana para dirigir todos los esfuerzos a frenar el avance del coronavirus: centros de salud cerrados, hospital casi blindado frente a la pandemia, sin consultas y sin actividad quirúrgica, excepto las patologías urgentes…

Apoyo del Colegio

Un panorama por momentos desolador que el Colegio de Médicos miró siempre de frente, no sólo manteniendo un continuo carácter reivindicativo ante las autoridades sanitarias, sino también mediante una estrecha colaboración con las Gerencias de Atención Primaria y Especializada, sin olvidar los sucesivos comunicados dirigidos a la población para apelar a la responsabilidad y al cumplimiento de todas las recomendaciones sanitarias establecidas para controlar los contagios y paliar el impacto del virus.

Ahora, tras los peores meses de la pandemia, los profesionales médicos que la enfrentaron en primera línea, realizan en este monográfico un análisis más sosegado de cómo Salamanca ha vi￾vido la crisis, cuáles han sido las debilidades y fortalezas del sistema sanitario y cuáles son los retos que deben afrontarse a corto, medio y largo plazo. Todos coinciden en que ahora estamos más preparados, pero quizá no lo suficiente para asumir una segunda oleada alimentada por una escasa sensibilización de los ciudadanos. Por eso piden prudencia y responsabilidad, porque el virus sigue entre nosotros. “El colectivo médico está muy agotado, sobre todo el personal que ha estado trabajando en jornadas muy intensas, soportando la incomodidad permanente de los EPI, con un enorme desgaste emocional, tras ver cómo morían pacientes de todo tipo en soledad. Ver cómo una persona entra en el hospital relativamente bien y a las pocas horas o al día siguiente ha fallecido es realmente muy duro”, asegura el doctor Santiago Santa Cruz, y por eso pide a la población que se conciencie y que no olvide las medidas de prevención fundamentales, como es el uso de las mascarillas y la distancia social.


√ INICIATIVAS DEL COLEGIO DE MÉDICOS

Voluntariado ejemplar con las residencias

Tareas de desinfección realizadas durante la pandemia en los alrededores de una residencia de Ciudad Rodrigo / FOTO: Diputación Provincial

El grupo de voluntarios del Colegio de Médicos para apoyo a los centros de mayores, que fue el germen de los equipos COVID-residencias de Sacyl, ha contribuido con 2.517 informes asistenciales de más de 120 centros

Cerca de 40 profesionales voluntarios del Colegio de Médicos han prestado su apoyo a las residencias de mayores durante los peores meses de la pandemia, hasta el 8 de junio, con una contribución sin precedentes en el resto del país: un total de 2.517 informes asistenciales de más de 120 centros.

“Ha sido la mayor colaboración en este ámbito de toda España, como se ha puesto de manifiesto en la propia Organización Médica Colegial. Hemos llegado a todas las residencias de la capital y la provincia, hemos visto sus grandes deficiencias y hemos aportado todo lo que podíamos desde nuestro ámbito. En algunos casos, hemos hecho llegar material de protección; en otros, hemos aportado médicos y enfermeras cuando no tenían y, sobre todo, hemos orientado en actuaciones sobre tratamiento y derivación al hospital. A pesar de todo, la realidad es que ha habido demasiados fallecidos; no hemos hecho todo lo que nos hubiera gustado, pero realmente quiero dar la enhorabuena a todos esos médicos voluntarios por su trabajo excepcional”.

Este reconocimiento por parte del presidente del Colegio de Médicos, el doctor Santiago Santa Cruz, que formó parte de este grupo, llegó también del Equipo de Coordinación Atención Especializada-Atención Primaria-Residencias: “No nos cansaremos de daros las gracias por vuestra inestimable labor, tan constante, tan cercana y, a la vez, tan profesional, que nos ha permitido, en la medida de nuestras posibilidades, dar respuesta a las necesidades de nuestros mayores más frágiles, los ancianos de residencias”. De hecho, esta iniciativa de la institución colegial, que fue comunicada desde el primer momento a la consejera de Sanidad, fue el origen de los equipos Covid-Residencias, puestos en marcha después por Sacyl, aunque “ninguna de las dos consejerías, ni la de Sanidad ni la de Familia, han reconocido el enorme trabajo que se ha hecho desde este grupo de voluntarios”.

En cualquier caso, lo más relevante ahora es garantizar que en estos centros se pueda responder a una crisis sanitarias como la vivida. “Las residencias son ámbitos sociales, no asistenciales, y la Consejería pretendió que los enfermos de COVID-19 se atendieran allí, pero la realidad es que no había medios, ni de protección, ni todos los fármacos necesarios, ni personal cualificado”, explica el Dr. Santa Cruz, que añade: “Ahora, si hay un rebrote, ya se ha establecido que todas las residencias tengan una reserva de material, pero lo deseable sería que hubiera recursos humanos disponibles, médicos y enfermeras, porque estos pacientes son igual que los demás”.

En las residencias y centros de personas con discapacidad de Salamanca han fallecido hasta la fecha (datos del viernes, 24 de julio) un total de 468 personas, de las que 261 murieron con la COVID-19 confirmada y el resto (207), con síntomas compatibles con la enfermedad, lo que supone cerca de la mitad de los 1.089 decesos registrados desde el 14 de marzo en estos recursos.


√ ACCIONES DEL COLEGIO DE MÉDICOS

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