Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
“El profesor Anitua Solano es un científico importante, infatigable trabajador y erudito trascendente” (A. Pérez Casas)1
Cuando en el firmamento aparece una supernova grande, brillante, las gentes de la Tierra se llenan de alegría y admiración; los demás astros siguen su curso, mientras la bóveda celeste ha ganado mucho en contenido y en valor.
Así también la Universidad de Salamanca, fecunda en hombres ilustres, cuando llega a la Facultad de Medicina una figura de primera magnitud, se beneficia con la docencia que imparte a nuevas promociones de alumnos, la investigación que puede aportar y el impulso que va a dar a su disciplina2 (foto 1).
Cuando don Manuel Anitua llegó a esta ciudad, el alumnado que se matriculaba en Medicina iba en aumento constante. Por entonces estaba vigente el Plan de Estudios de 1969, pero en 1973 llegó uno nuevo. Como había alumnos de ambos planes, las muchas horas de clases dificultaban dedicarse cuanto era necesario a la investigación.
Se planteaba entonces el problema de la dedicación exclusiva, a la que se acogió don Manuel, sucediendo que era noviembre de 1971 y aún no le habían pagado el complemento por tal dedicación. Sus clases suponían 30 horas de trabajo a la semana. Él solicitó que le abonasen los atrasos, y el decano de Medicina, don Pedro Amat, tramitó la solicitud al rector de la Universidad.
Pero queda en Salamanca suficiente documentación, memorias universitarias3 y prensa local para hablar de este eminente catedrático, que ejerció en Salamanca siete cursos −de 1971 a 1977− y estuvo vinculado a la Universidad de Salamanca algunos años más. Don Manuel Anitua murió el 3 de febrero de este año 2024. Sirva, pues, este sencillo trabajo de agradecido recuerdo a su estancia en la Facultad de Medicina de Salamanca y que también sea como una especie de humilde necrológica.
Para escribir esto tomaré algunos datos de la prensa de Valladolid y de la de Salamanca, los menos posibles del Dr. Pérez Casas, que refirió su currículo profesional en la Contestación al discurso de ingreso de don Manuel Anitua en la Academia del País Vasco, en 1982, y otras informaciones del Archivo y Biblioteca Universitarios salmantinos. Con todo ello, aunque apretadamente por falta de espacio, refiero una parte de la vida docente de don Manuel Anitua en Salamanca.
Don Manuel Anitua Solano nació en Jaca (Huesca) el 3 de septiembre de 1932. Hijo de Ignacio, un militar vasco, oficial de artillería, destino en el que fue ascendiendo, y de Dolores, dama aragonesa. Vivió sus primeros cuatro años y ocho meses en Guernica (Vizcaya). Tras el brutal bombardeo de esta población, la madre de don Manuel, con sus hijos, se fue a San Juan de Luz (Francia), y luego se estableció en Vitoria, pues en esta ciudad residía la familia paterna. Su padre, como militar, tenía que acudir a destinos fuera de Vitoria, y por breve tiempo estuvo en Ciudad Rodrigo (Salamanca), lo que aporta un dato de vinculación con esta ciudad.
De los años de la juventud de Anitua tenemos escasos conocimientos. Los estudios de Bachiller los empezaría cerca de 1944 y los acabaría hacia 1950. Es de suponer que con muy buenas notas, porque él estaba muy animado a estudiar Medicina4. Para cursar esta licenciatura se matriculó en Valladolid, en cuya Facultad de Medicina había un plantel de profesores médicos de excepcional valía (por ejemplo, Díaz Caneja). De estos profesores don Manuel recibió una formación muy completa.
Al finalizar el segundo curso de la carrera, obtuvo el Premio del Instituto Antonio Sierra, concedido por votación de alumnos; se le entregó el 6/10/1953. En el siguiente curso consiguió, por oposición y con el número 1, ser “Alumno interno”. El examen final de licenciatura versó sobre Profilaxis vírica y fue en 1957. El Ayuntamiento de Valladolid le concedió el Premio Onésimo Redondo; se le entregó el 4/10/1957.
El expediente académico de don Manuel, según la prensa, hasta entonces era de 33 matrículas de honor, 1 sobresaliente y 1 apto. En su expediente oficial se añaden las calificaciones de asignaturas complementarias, que fueron: Sobresalientes, 1; Notables, 2; y Aprobados, 7. Aún se sumarían las notas de las cuatro asignaturas cursadas para el Grado de Doctor, en las que obtuvo un sobresaliente en cada una de ellas.
Como se esperaba, el resultado de su tesis doctoral fue un éxito con el que alcanzó un nuevo premio, que coronaba su carrera en su último grado. La prensa local de Valladolid comentó: “D. Manuel de Anitua Solano, profesor adjunto de Anatomía de nuestra Facultad de Medicina y teniente médico del Cuerpo de Sanidad Militar, ha obtenido el Premio Extraordinario correspondiente al curso académico 1960-61 por su tesis doctoral Morfología comparada de las musculaturas lingual, faríngea y velopalatina. Fue realizada bajo la dirección del catedrático de Anatomía, el profesor doctor don Antonio Pérez Casas. El tribunal estuvo presidido por el rector de la Universidad de Valladolid, doctor Durán Sacristán, e integrado por los catedráticos profesores Salazar García, Bráñez Opero, Beltrán de Heredia y Quiñones Caravía”5. En resumen, y para mayor claridad sobre su expediente, véase la siguiente tabla de datos:
Si dejamos las calificaciones y nos fijamos en la llamada “carrera literaria”, es decir, méritos de investigación y publicaciones, contando hasta 1970, él relaciona en su expediente 63 trabajos científicos, realizados por lo general en colaboración con otros profesores. Pero, atendiendo a los que se pueden considerar solamente suyos, pondré, como ejemplos, los del siguiente cuadro:
Cuando don Manuel llega a Salamanca, a sus 38 años de edad, ya es un profesor con bastantes años de experiencia. Ya ha sido fogueado y probado suficientemente. Naturalmente, empezó muy joven la docencia y la investigación. Entrevistado en 1957, le hicieron estas preguntas, y respondió lo que sigue:
—¿Cuáles son sus proyectos?
—Dedicarme a la Anatomía.
—¿Para presentarse a cátedras?
—Esas son mis aspiraciones.
—¿Qué se necesita para conseguirlo?
—Tener muy buenos maestros y estudiar muchísimo.
Pues bien, ambas cosas se advierten en su currículum profesional. Véase en el cuadro que sigue el tiempo de trabajo docente y los lugares en los que se desarrolló:
De manera que ganó cuatro oposiciones, y había conseguido ser profesor adjunto nada menos que de la Universidad Complutense. Por consiguiente, siempre estuvo al lado de grandes profesores y, además, no dejó ni un solo momento los estudios. Pero sus aspiraciones estaban en llegar a catedrático, y fue su primera cátedra la de la Universidad de Salamanca.
Don Manuel Anitua Solano fue nombrado catedrático de la Facultad de Medicina de Salamanca el 28 de diciembre de 1970, en virtud de oposición. Este nombramiento sufrió casi un curso de retraso, según él mismo explica, por una reclamación que otro opositor a cátedras presentó ante el tribunal. Como se sabe, los recursos administrativos tardan un tiempo en resolverse.
Pero la cuestión estaba muy clara, por cuanto don Manuel sacó el número 1 de su oposición y eligió la vacante de la Facultad de Medicina de Salamanca porque quiso. Dado que el nombramiento salió a finales de 1970, se comunicó al Rectorado de Salamanca y a él mismo en enero de 1971, y como para tomar posesión se concede un plazo, cuando tomó posesión de su cátedra fue el 1 de febrero (Foto 2). Se alojó durante dos meses en el Colegio Mayor Hispano Americano, y luego en el edificio llamado la Casa de los Médicos, en calle del Arco, nº 4, piso 4º B, donde pasaba consulta particular, según se ve en sucesivos anuncios en la Guía Médica, que incluían los periódicos de entonces.
En la Facultad de Medicina existían dos cátedras de Anatomía: la primera, a la que llegó Anitua, y la segunda, desempeñada por don Pedro Amat Muñoz, quien en ese curso académico pasó a ser el decano de Medicina. También había un profesorado de gran valía; entre otros, además del citado Amat, don Fermín Querol, don Fernando Cuadrado, don Luis Sánchez Granjel, don Santiago Tamames, don Ángel García Rodríguez, etc. En 1971 se constituyó la Real Academia de Medicina de Salamanca, e ingresaron en ella figuras muy destacadas.
El 25 de mayo de 1971 se le hizo una entrevista, publicada al día siguiente en El Adelanto, en la que se dejan ver algunas cualidades de don Manuel: su sencillez, humildad y cercanía a las personas. Preguntado su parecer sobre el nuevo plan de estudios, respondió que era pronto para hacer una valoración y que podía suceder que se diera una aglomeración de estudio memorístico, frente a la necesidad de prácticas. Existían dos problemas: falta de aulas y falta de cadáveres para practicar. Aquel mismo año se comenzó a construir un nuevo Hospital Clínico6, y luego también un edificio de aulas para ampliar las salas de clase.
Era una costumbre arraigada en la Universidad de Salamanca que cada catedrático que se incorporaba al claustro impartiera a lo largo del curso una lección magistral. Varios catedráticos llegados a Salamanca habían venido exponiendo sus respectivas lecciones a lo largo del curso.
Don Manuel Anitua expuso en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca su lección de incorporación al claustro el 25 de mayo de 1971. Eligió como tema El lugar del hombre en la Naturaleza. Puesto que el auditorio que escuchaba estas lecciones era muy heterogéneo, el tema tratado convenía que no fuera una cuestión exclusivamente médica e incomprensible para muchas personas (Foto 3).
Dan cuenta de las actividades del Departamento de Anatomía, cátedra por cátedra, cada curso, las memorias de la Universidad de Salamanca. La primera Cátedra no escribió la del curso 1970-1971, pero en la del siguiente curso se citan algunas cosas del precedente.
Le siguen las memorias de dos cursos más en las que se recogen las actividades específicas de esta cátedra; ya no se vuelven a reseñar en los cursos siguientes. En el curso 1972-73 se reseñan las clases de Anatomía Humana y las investigaciones anatómico-funcionales del sistema vascular, el desarrollo de embriones y, sobre todo, la investigación angiológica, y un curso de Auxología.
Se publicaron artículos (sobre el embolismo, fístula arteriovenosa, comunicaciones interventriculares, dinámica valvular, trasplante de riñón, etc.). Participó notoriamente en congresos, jornadas y reuniones, en seminarios y sesiones científicas, e impartió varias conferencias7. Como resumen, y como ejemplo de esas actividades, sin incluirlas todas, se expone el siguiente cuadro resumen de la proyección del doctor fuera del ámbito estrictamente universitario salmantino:
En su cátedra tuvo como compañeros a don Luis Santos Gutiérrez, como profesor adjunto integrado; a don Gabriel Bernal Valls y a don Hilario García Gómez y don Antonio Almeida Corrales, contratados. Y de la segunda cátedra, a don Pedro Amat Muñoz y don Antonio Álvarez Morujo, etc. Con todos ellos se llevó bien, y las publicaciones conjuntas demuestran la colaboración en pro del avance médico sanitario. La votación unánime de la Junta para encomendarle el cargo de director de la Escuela de Ayudantes Técnicos Sanitarios demuestra también la consideración de su valía y la estima en que le tenían. Pero también don Manuel tuvo amigos excelentes fuera de Salamanca, como don José María Beltrán de Heredia, que de Salamanca pasó a Valladolid y posteriormente fue decano de la Facultad de Medicina de Oviedo. Pero su verdadero amigo y, francamente, su mentor fue don Antonio Pérez Casas, catedrático de Anatomía en Valladolid, que fue su profesor durante la licenciatura de don Manuel, le dirigió la tesis doctoral y le contestó al Discurso de Ingreso en la Real Academia del País Vasco. Don Manuel y don Antonio publicaron conjuntamente trabajos y coincidieron en varios tribunales de tesis doctorales y de oposiciones.
Acabado el curso 1976-77, don Manuel Anitua pidió trasladarse a ejercer su cátedra en régimen de dedicación plena al Colegio Universitario de Vitoria, anejo de la Universidad de Valladolid, llevado por un Patronato.
Se le ofreció, además del sueldo, el pago de la Seguridad Social y la dirección de la Asesoría para Estudios de Medicina. Don Manuel aceptó, y firmó el convenio con la Diputación Foral de Álava8. La Facultad de Medicina de Salamanca informó favorablemente sobre su marcha a su nuevo destino. Él solicitó pasar a “supernumerario” por un año. Luego recapacitó y pidió continuar en esta categoría indefinidamente.
Hecha esta gestión por el Rectorado de la Universidad de Salamanca, el Ministerio de Educación y Ciencia lo declaró supernumerario con efectos del 1 de octubre de 1977. Pero en los años siguientes, la vinculación con Salamanca continuaba, y por eso, al ser nombrado presidente o vocal de diversos tribunales de oposiciones, esto se le comunicaba a la Universidad de Salamanca, entendiéndose que sería por mera condición reglamentaria.
Los restantes años de su vida docente y luego de su jubilación no entran en este estudio. Según don Antonio Pérez Casas, Salamanca le causó una grata impresión9. Y aquí don Manuel estuvo aceptablemente a gusto. Pero se fue al País Vasco, porque Vitoria era el lugar en que pasó una parte esencial de su vida siendo adolescente.
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