Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
Dámaso Sánchez de Vega nació en Salamanca el 21 de junio de 1919 en el seno de una familia muy humilde. Su padre, Dámaso Sánchez Herrero, era un capataz forestal, y se casó con Tomasa de Vega. El matrimonio, domiciliado en la calle de Abajo, número 7 de Salamanca, tuvo cinco hijos, y uno de ellos adquirió una enfermedad duradera. Así pues, con sólo los cortos ingresos del padre, no era posible dar carrera a los hijos, a no ser que contasen con alguna beca, subvención o internado gratuito.
Dámaso Sánchez de Vega tuvo que ser un chico inteligente y trabajador, que probablemente realizó los estudios de bachiller en algún colegio privado. Seguidamente, cursó Medicina en la Facultad de Salamanca. Los primeros datos oficiales los encontramos en su expediente profesional, que arranca el 7 de febrero de 1942. Por consiguiente, no le tocó ir a la guerra civil por muy poco, y parece ser que también se libró del llamamiento a filas a partir de 1940, pues, si así hubiera sido, no se explicaría bien que acabase la carrera hacia 1943 —cuando cursaba sexto de Medicina— o poco después.
Dámaso Sánchez contrajo matrimonio el 19 de septiembre del año 1945 con María Teresa García González, hija de Agustín y de Joaquina, que nació en Macotera (Salamanca) el 16 de abril de 1922. El matrimonio tuvo cinco hijos: María Teresa, María José, Dámaso, Rosa María y Agustín. Como se decía por entonces: “¡Ya se puede trabajar para sacarlos a todos adelante!”. Y, efectivamente, Dámaso Sánchez de Vega fue un gran trabajador.
En 1942, cuando estudiaba quinto de Medicina, en virtud de oposición, fue adscrito a la sección de Laboratorios, con una asignación económica de 1.000 pts. por el curso académico. Desde el 1 de octubre de 1945 hasta el 30 de marzo de 1960 fue ayudante de clases prácticas de Patología Quirúrgica.
Con fecha 30 de julio de 1948, en virtud de oposición y a propuesta del Decanato de la Facultad de Medicina de Salamanca, el Ministerio de Educación lo nombró médico de guardia del Hospital Clínico de Salamanca. Este título llevaba el sueldo de 3.000 pts. anuales. Al pasar los cursos, el sueldo aumentó a 6.000 pts. y luego a 7.200 pts.
Como el nombramiento de médico de guardia había sido por cuatro años, se le renovó el contrato con fecha 8 de septiembre de 1952 y, al cumplimiento de cada cuatrienio, se hizo lo mismo.
El título de doctor de Dámaso Sánchez de Vega tiene fecha de 18 de junio de 1954. De lo cual se deduce que, en ese curso (o quizás también en el anterior), realizó los estudios de doctorado en Madrid y presentó la tesis. Ese mismo año, él incluye en la prensa local anuncios para pasar consulta particular en su domicilio de la calle José Jáuregui, número 12, especificando “Doctor”, “Cirugía General” y “Aparato Digestivo”, lo que aclara que ha sido en estas ramas en las que se ha especializado.
La plaza de profesor adjunto de Patología General Quirúrgica en la Facultad de Salamanca la desempeñaba don Adolfo Núñez Puertas, pero, por su traslado, quedó libre con fecha 31 de marzo de 1960. Por lo mismo, y a propuesta del decano, se ordenó que se encargase de la referida plaza don Dámaso Sánchez de Vega con carácter provisional, como máximo tiempo, desde el 31 de marzo hasta el 30 de septiembre del aquel año, 1960.
Don Dámaso tomó posesión como profesor adjunto titular de Patología Quirúrgica con fecha 1 de abril de 1960. A este título credencial de su nombramiento de docente se le unió una diligencia que le consideró en posesión efectiva desde el 1 de enero de 1964, que fue la primera prórroga, y así se siguió haciendo en los años sucesivos de 1968 y 1972.
En julio de 1962, solicitó al Rectorado dejar la Facultad de Medicina durante un tiempo, por cuanto había sido pensionado por la Comisaría de Protección Escolar. Igualmente, tres años después pidió permiso para ir a París del 3 al 14 de noviembre de 1965, para investigar cuestiones de su trabajo, permiso que, lógicamente, le fue concedido. En ese curso, precisamente, presentó instancia para opositar a las plazas de su especialidad en la Facultad de Sevilla y en la de Zaragoza. Por razones no explícitas, fue excluido de la convocatoria, pero el Rectorado le comunicó que sus instancias y trabajos habían sido remitidos en abril de 1966. Queda sin desvelar si opositó o declinó presentarse a exámenes.
Cuando la Cátedra de la asignatura Patología Clínica y Quirúrgica quedó vacante, se convocó concurso restringido, al que Dámaso Sánchez se presentó y que ganó (O. M. del 1-II; BOE 24-III-1973), y nuestro biografiado tomó posesión del nuevo cargo de profesor adjunto el 31 del referido mes de marzo. El sueldo había subido muy considerablemente, alcanzando las 162.000 pts. anuales, más dos pagas extras.
En junio de 1969, entre los días 18 y 22, se celebró en la Facultad de Medicina de Salamanca un importantísimo congreso de cirugía del que fue presidente el catedrático de referida asignatura, don Fernando Cuadrado Cabezón (en las imágenes de esta página), que, a la vez, era presidente de la Asociación Nacional de Cirujanos (Vid. ‘Salamanca Médica’, número 37).
Fue secretario del Comité Organizador del congreso don Dámaso Sánchez de Vega. Asistieron 230 cirujanos de toda España. Se inauguró en el Paraninfo de la Universidad, donde los congresistas fueron recibidos por las autoridades y personalidades más representativas de Salamanca, el decano de la Facultad de Medicina, don Luis Zamorano Sanabra, el director general de Sanidad y el rector de la Universidad, quien presidió la solemne sesión. El primer discurso fue el de don Dámaso.
Tras un saludo a todos los congresistas, dijo: “Es un honor y una alegría para mí poder dirigir desde esta tribuna unas palabras de bienvenida y de gratitud a todos y, especialmente, a los presentes y a la Universidad de Salamanca”.
Dámaso Sánchez de Vega fue secretario del Comité Organizador del VIII Congreso de Cirugía
Seguidamente, especificó las cuestiones estudiar, relacionadas con distintos tipos de tumores, como los de mama y esófago. Son temas, dijo don Dámaso, referidos a una enfermedad fuerte que obliga a poner orden en el terreno de las experiencias. Sobre los actos y los resultados, “hemos de ser humildes, pues, sobre el cáncer, lo que hoy repetimos puede que mañana sea inexacto”.
Intercalando una glosa a las anteriores palabras, hay que decir que, evidentemente, tenía mucha razón. Baste añadir que, junto a las entrevistas realizadas a cirujanos renombrados que habían acudido al VIII Congreso de Cirugía, en las que se les preguntaba por posibles trasplantes, también aparece en La Gaceta Regional un titular en letras grandes que dice: “El tabaco no produce el cáncer”. Pues si quien lo afirmaba viviera en la actualidad, tendría que confesar todo lo contrario.
Volviendo a las palabras de don Dámaso, él señaló que en este congreso se había adoptado el procedimiento de simposio, que los cuatro temas a estudiar se discutirían en otras tantas mesas y que se habían recibido numerosas comunicaciones. También en su discurso, Dámaso Sánchez (en la imagen) citó una frase de un poema védico: “Aprender y estudiar son las permanentes exigencias de la vida y del progreso”. Este lema claramente lo hizo suyo.
Entre los doctores más señeros del congreso, cabe destacar a los catedráticos siguientes: Abilio García Barón (“patrón de Valdecilla”), con más de 40 años dedicado a la cirugía del aparato digestivo; Alfonso de la Fuente Chaos, de Madrid; Mariano Fernández Zumel, también de Madrid; Ricardo Lozano Blesa, de Zaragoza, y Jaime Pi y Figueras, de Barcelona. Y es de suponer que de Salamanca estaría don Miguel Moraza, que siempre estuvo interesado en los estudios del cáncer, para darle alguna solución (Vid. Revista ‘Salamanca Médica’, número 30 y número 31).
Creo preciso un segundo comentario respecto a don Dámaso Sánchez y a este congreso: esta ocasión de conocer a tantos profesionales, de discutir las exposiciones y de leer las comunicaciones tuvo que servirle de gran estímulo y, a la vez, para darle relieve entre tantos estudiosos y grandes de la ciencia y de la práctica quirúrgica. Es esta una deducción que no se ha visto escrita, pero que demuestra su trayectoria profesional.
Por los años setenta del siglo pasado, llegó a muchos trabajadores, especialmente a los docentes, el problema de pedir y conseguir compatibilidad plena o parcial para simultanear varios trabajos. Si la compatibilidad no se conseguía, había que optar por una sola dedicación en exclusiva. Don Dámaso Sánchez presentó solicitud para compaginar la docencia en la Facultad de Medicina con el ejercicio de médico de las casas de socorro y hospitales municipales.
La Escuela de ATS funcionaba de manera un tanto independiente de la Facultad de Medicina
El 29 de abril de 1974, Dámaso obtuvo la plaza de jefe del servicio de Cirugía General de la Residencia Virgen de la Vega de Salamanca. Pero como consecuencia de la dedicación que le exigía el anterior nombramiento, en diciembre de 1975 obtuvo la excedencia voluntaria como docente, que había solicitado unos días antes.
Sin embargo, dos años después, argumentando que la Residencia Virgen de la Vega había sido “afiliada a fines docentes” de la Facultad de Medicina, solicitó que se le reintegrase en servicio activo, pero su solicitud y la de otros tres médicos fue desestimada.
La Escuela de A. T. S. funcionaba de una manera un tanto independiente de la Facultad de Medicina. Los estudiantes matriculados en ella deseaban que se le diera a esta institución otra categoría. Para ello, se formó una comisión gestora, de la que se nombró secretario a don Dámaso Sánchez de Vega. Y se consiguió, en octubre de 1978, que efectivamente se convirtiera en Escuela Universitaria de Enfermería de la Residencia Virgen de la Vega.
La prensa salmantina recogió que algún personaje famoso había sido operado con resultado satisfactorio por don Dámaso, como igualmente lo decían otras muchas personas intervenidas por él y su equipo. Así pues, cuando su nombradía iba in crescendo, “la muerte vino a llamar a su puerta”, como dijo Jorque Manrique. Y las Parcas lo llevaron consigo el día 1 de agosto de 1981, siendo muy joven aún. Esta muerte significó una gran pérdida para la Universidad de Salamanca, para la Residencia Virgen de la Vega y para su familia
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