El término ‘barroco’, como en su día el vocablo ‘gótico’, fue usado despectivamente para designar a un estilo artístico que se desviaba de la norma clásica. En España, este periodo artístico hace alusión al arte vinculado a la dinastía de los Austrias menores, desarrollado a lo largo del siglo XVII y durante la primera mitad del XVIII, caracterizado por la complejidad de las formas y por una intensa expresividad en todas sus manifestaciones. De hecho, “lo barroco” tiene un origen preciso, de naturaleza artesanal: en joyería se aplica a una piedra irregular o mal tallada. El epíteto barroco se utiliza como sinónimo de pésimo gusto: como lo anormal, lo exuberante, lo decadente; en contraposición a lo pulcro, lo armónico y lo clásico, y no es hasta comienzos del siglo XX cuando adquiere un juicio positivo.
Pienso que este título del autor de ‘Cuerpos y almas’, obra clásica del siglo XX, resulta válido para iniciar las reflexiones que a continuación se exponen
Para Germán Payo, “es poner tus ideas en un lugar donde otros las pueden ver, ofrecer tu punto de vista, probar tu capacidad de persuasión, ingenio, estilo y tu don de suscitar interés o polémica”