Por Saturnino GARCÍA LORENZO
Doctor en Medicina
Queda fuera de toda duda la necesidad innata del ser humano, desde que éste existe, de recurrir a aquello que pueda remediar sus dolencias cuando su salud se resquebraja. Y si la sociedad necesita y exige grandes profesionales médicos, el Estado tiene la obligación de hacer todo lo posible para ofrecérselos, aun a sabiendas de que tiene otras muchas obligaciones sociales permanentemente reivindicadas —seguridad ciudadana, educación, protección familiar, etc.— y de urgente solución. Pero no creo que sea discutible en un orden de prioridades el derecho a la salud.
Respecto a la salud, ofrecer a la sociedad un buen médico resulta trascendental, aun reconociendo el importante papel que desempeña el resto de componentes del equipo sanitario.
Los estudios de Medicina constituyen, probablemente, la carrera universitaria más extensa y más costosa para la Administración, pues junto al conocimiento teórico es imprescindible adquirir una amplia experiencia práctica, lo cual sólo puede lograrse permaneciendo largo tiempo a la cabecera del enfermo, viviendo la enfermedad de los pacientes. Sin embargo, la situación actual es muy diferente a lo anteriormente expuesto.
El futuro médico se encuentra hoy en día carente de ilusión, de incentivos profesionales, de reconocimiento social. Está injustamente remunerado de acuerdo a su alta cualificación y gran responsabilidad asumida. Sus ilusiones han sido sustituidas por una ola de frustraciones, decepciones, desmoralización y amargura. Todo ello, por la falta de consideración, apoyo social y reconocimiento por parte de la Administración de la entrega desinteresada que la mayoría ha realizado, contemplando con tristeza como actualmente se desprecia lo que un día fue valorado.
Así, de esta forma, difícilmente recibirá la sociedad el médico deseado y mal hará si, divulgando a través de los medios de comunicación social los errores médicos, derivados muchas veces de una errónea planificación y gestión sanitaria al margen de la actuación profesional, logra crear en la sociedad desconfianza ante el médico.
Es lamentable que por un error se ataque violentamente al médico y hasta se le agreda. Me temo mucho que, en ausencia de esta confianza, no deben olvidar que algún día serán ellos mismos enfermos
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