Un hospital convertido en convento

Texto: Jesús Málaga

Fotografías: Andrés Santiago Mariño

El autor repasa la historia del centro sanitario llamado de la Pasión y Santa Susana fundado por la parroquia de Santiago en 1340

El hospital al que nos referimos se llamó de la Pasión y Santa Susana. Fue fundado por los vecinos de la parroquia de Santiago, San Yago, iglesia románica del siglo XII que fue reinventada a mediados del siglo XX, en 1956, cuando intentaron restaurarla al ser declarada en ruina. Con la obra desapareció todo elemento original; el edificio resultante no se parece en nada al templo sustituido. Sugerimos a los lectores comparen la iglesia actual con la que aparece en las fotografías del templo románico antes de su restauración. Solamente el material utilizado, el ladrillo, semeja uno con el otro. En las hemerotecas y en la Filmoteca y Fototeca Regional de la Casa de las Viejas se conservan imágenes de la primitiva iglesia de Santiago, fotografías que han sido legadas a dicha institución cultural por profesionales y aficionados a la imagen.

La iglesia de Santiago fue hasta los años setenta del siglo pasado el centro de un barrio popular, de su mismo nombre, que estaba junto al puente romano. En sus calles jugué muchas veces, a sus fiestas acudí y en las aguas del Tormes, que llegaban hasta sólo unos metros de las casas, me bañé en los calurosos veranos salmantinos. En la Ribera de Pescadores vivían unos buenos amigos, Mario y Quique Vicente. Para mí, a pesar de haber desaparecido en su casi totalidad, este barrio sigue vivo en la memoria.

La piqueta acabó con el barrio de Santiago, desapareciendo un caserío que hoy, con criterios más estrictos de conservación, estaría protegido. La primera corporación democrática del Ayuntamiento de Salamanca, nacida de las elecciones de abril de 1979, llegó demasiado tarde para evitar la demolición. Con el derribo del barrio de Santiago perdimos también las antiguas tenerías que daban un aspecto característico al Paseo del Desengaño, a la Peña Celestina y, por supuesto, a la margen derecha del Tormes.

Cuando se construyó el hospital de la Pasión y Santa Susana los habitantes de aquel barrio eran, en su mayoría, mozárabes que habitaron los extramuros de la vieja Helmántica cuando estuvo sometida a los sarracenos. Este grupo reducido de salmantinos siguió viviendo en el mismo lugar una vez conquistada la ciudad por los cristianos, en los años en los que Salamanca se incorporó al reino de León. Se sabe que los mozárabes no fueron bien vistos por los conquistadores, a pesar de profesar la misma fe, y que estuvieron relegados por las distintas familias de cristianos viejos que acompañaron a Raimundo de Borgoña y Doña Urraca, los repobladores de la ciudad de Salamanca.

Conocemos la fecha de la fundación del hospital de La Pasión y Santa Susana, el año 1340, y el lugar que ocupaba. También sabemos que limitaba con la ermita de San Gregorio Hostiense, santo al que ya hemos dedicado algún capítulo en estas narraciones, cuya arcada se encuentra enfrente de la Facultad de Ciencias. El hospital acabó su actividad, después de más de 240 años de existencia, cuando en 1581 fueron agregadas sus rentas al Hospital General de la Santísima Trinidad. Con posterioridad a su desaparición, los Premostratenses ocuparon el edificio respetando, en gran parte, la edificación existente. Denominaron el convento con el segundo de los nombres del hospital, Santa Susana, haciendo desaparecer el sobrenombre de La Pasión. Antepusieron a la santa el patrocinio de San Norberto, su fundador.

El centro sanitario se puso bajo la advocación de Santa Susana, casta mujer cuya historia, narrada en la Biblia con detalle, debió impresionar mucho a los cristianos de aquellos años. La casta Susana fue salvada de la lapidación por Daniel, tras ser acusada por dos viejos libidinosos que la habían espiado desnuda y que se habían insinuado para abusar de ella. Susana rechazó la proposición deshonesta y comenzó a gritar, librándose así de los acosadores, descubiertos en sus vergonzosos propósitos, que prometieron vengarse.

Los ancianos lascivos denunciaron a Susana de haber fornicado con un joven debajo de un árbol. Daniel interrogó por separado a cada uno de los ancianos que entraron en contradicción al afirmar uno que el árbol en el que Susana había yacido con el joven era un lentisco, mientras el otro aseguraba que había sido una coscoja. La contradicción entre los acusadores libró a Susana de la muerte y llevó a los viejos a la lapidación, acusados por Daniel de falso testimonio. Este episodio ha sido recreado en la literatura, la pintura, la música y en otras muchas expresiones plásticas.

Muchos salmantinos y no pocos forasteros, de los miles que a diario visitan nuestra ciudad, se han preguntado, al pasear por la avenida de los Reyes de España, por la iglesia allí situada, con una extraña torre y dos bellos ángeles encaramados en lo alto de su fachada. Comparando este conjunto arquitectónico con el resto de la monumentalidad del cercano Barrio Viejo, parece desentonar. Sin embargo, este hermoso edificio y su iglesia tienen una historia detrás que muy pocos conocen y que está relacionada con nuestro pasado médico.

Fijándose bien, podemos diferenciar claramente dos partes en el edificio: un cuerpo de piedra hundido sobre la actual rasante de la calle y, por otra parte, la iglesia capilla que los Marqueses de Castellanos erigieron para panteón de su familia.

El viejo edificio se corresponde con el antiguo convento de Premostratenses, congregación masculina que se instaló en este lugar, como ya hemos dicho, bajo la advocación de su fundador San Norberto. El convento fue fundado en 1570, llegando con actividad hasta la Guerra de la Independencia, contienda que arruinó el edificio. Terminó su adscripción a los Mostenses con la desamortización de Mendizábal1. De aquellos años se conserva el claustro propiciado por Alonso de Rodríguez y que fue concluido por Juan Moreno, siendo este último el arquitecto que remodeló el convento en 1615. Finalizaron las obras tres años después, en febrero de 16182.

Inscripciones originales del antiguo Hospital de la Pasión

La orden recibía también el nombre de Canónigos Regulares de Prémontré al ser fundados por San Norberto en 1120 en un prado entre Reims y Laon, siguiendo la regla de San Agustín. Su hábito era blanco, por este motivo se les llamaba canónigos blancos. En la provincia de Salamanca los Premostratenses, popularmente llamados por la abreviatura de Mostenses, fundaron un monasterio dedicado a San Leonardo a las afueras de Alba de Tormes, muy tempranamente, en 1154. Pocos años después abrieron otro en Ciudad Rodrigo, extramuros, el convento de la Caridad, hoy de propiedad privada, aunque la iglesia es utilizada en algunas festividades y romerías populares como la romería que cada tres de febrero, festividad de San Blas, se celebra en la explanada de entrada al convento. La fundación de los Mostenses en la ciudad de Salamanca fue la más tardía, la tercera en la provincia, y la segunda en la diócesis.

El armonioso y desconocido claustro de los Mostenses de Salamanca constade pilastras toscanas en la parte baja, adornos cuadrangulares en la alta y con modillones estriados en la cornisa de origen herreriano. En la parte baja del claustro, en una de las dependencias, todavía se puede observar una inscripción referida al Hospital de la Pasión y Santa Susana. Este es el único vestigio que nos queda del centro sanitario, cercano, a sólo 50 metros, del gran hospital de Santa María la Blanca.

Altar mayor de la iglesia de las Jesuitinas, en la avenida de los Reyes de España

Los Marqueses de Castellanos, descendientes del linaje de los Maldonado, adquirieron las ruinas del convento de los Mostenses cuando la desamortización de los bienes eclesiásticos. La cercanía de su palacio de invierno, en la calle de San Pablo, hoy hotel, y, así mismo, relativamente cerca de su palacio de verano, en lo que hoy es Centro Superior de Educación Vial, en Tejares, les llevó a la compra. Sin embargo no llegaron a restaurarlo, de tal manera que cuando lo habitaron las Jesuitinas, congregación fundada por la madre Cándida, estaba en ruinas3.

En 1885 se declaró en Salamanca una epidemia de cólera. Los hospitales de la ciudad no daban abasto para albergar pacientes y el Padre Cámara, a la sazón obispo de Salamanca, cedió el viejo caserón de los Mostenses para que se instalara de nuevo un hospital para acoger enfermos de cólera. Es así como el edificio vuelve, por muy poco tiempo, un año, a sus orígenes como centro sanitario.

El convento, en estado de ruina, llegó hasta finales del siglo XIX. Es entonces cuando fue ocupado por la recientemente erigida orden de las Jesuitinas, una de las dos fundaciones, junto con las Siervas de San José, realizadas en Salamanca. Las monjas instalaron en él el noviciado y lograron desde el primer momento la protección de los marqueses de Castellanos.

La comunidad restauró el convento premostratense comunicándolo con una nueva iglesia capilla, erigida para albergar el enterramiento de los marqueses de Castellanos y sus descendientes. El proyecto del nuevo templo fue realizado por el prestigioso arquitecto madrileño Federico Arias Rey.

Sin Embargo, la prensa de aquellos años nos aporta una autoría distinta a la de Arias, afirma que el proyectista fue un arquitecto trasalpino llamado Enrique F. Daverio. La obra de este autor estaría más en consonancia con el edificio construido. A la opinión pública le resultaba más lógico que fuera un centroeuropeo el promotor, mucho más acorde con el estilo extranjerizante de la iglesia. La realidad fue que el arquitecto madrileño firmó el proyecto, pero, seguramente, fue Daverio el autor. En aquellos años, problemas burocráticos hicieron que muchas edificaciones en España fueran proyectadas por arquitectos de fuera de nuestras fronteras, y para evitar dificultades de gestión se firmaran por profesionales españoles. El rastreo de las edificaciones de finales de siglo en la capital de España confirma la asociación interesada de estos dos arquitectos.

La capilla está sustentada sobre un sótano, precedida de dos torres en su fachada. Incluye una tribuna sobre la entrada principal que estaba reservada para que los marqueses siguieran, sin ningún obstáculo, los oficios religiosos. Este espacio está iluminado por vidrieras. Al lado se encuentra el coro destinado a la comunidad de religiosas que se prolonga por uno de los costados4.

Vista de la torre de la iglesia desde el claustro

El panteón se proyectó adosado al presbiterio. En su parte inferior se construyó una gran cámara con nichos que todavía utilizan los descendientes de los marqueses para sus enterramientos. En la parte superior, de planta octogonal, se pueden ver hornacinas para algunas imágenes y, hasta hace poco, se exponían algunas reliquias falsas como una con los Clavos de Cristo.

En esta planta superior se encuentra la tumba de los marqueses de Castellanos, fundadores de la iglesia. En la cabecera del sepulcro un ángel de grandes dimensiones, ocupando la parte central de la estancia, esculpido en mármol por Arturo Luchetti, produce a cuantos hemos conocido la estancia un impacto estético a la vez que especial.

En la sala se encuentran dos tallas de autor desconocido, de buena factura. Son una Dolorosa y un Ecce Homo, imaginería muy acorde con el lugar, que incitan al visitante a reflexiones religiosas y piadosas sobre la muerte. El panteón superior recibe la luz desde una claraboya instalada en la parte central del techo que, según J.I.D.E, evidencia la voluntad simbólica de referencia a la divinidad. Completan la sala los escudos nobiliarios de los marqueses.


Notas:

  1. Alfonso Rodríguez G. de Ceballos escribió sobre la restauración de este monasterio por Juan Moreno en su obra “Estudios sobre Arquitectura y arte en Salamanca y su provincia”. EDIFSA. Edición de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura. En su página 112 nos describe el abandono sufrido tras la Guerra de la Independencia y la Desamortización de Mendizábal. Según este autor, llegó a ser cuartel y parada de sementales antes de que las Jesuitinas ocuparan sus dependencias. ↩︎
  2. Cabo Alonso, A. Ortega Carmona, A. Salamanca. Geografía. Historia. Arte. Cultura. Ayuntamiento de Salamanca. Servicio de Publicaciones. Salamanca 1986:379-380. ↩︎
  3. María del Carmen de Frías Tomero escribió en 1988 una biografía de la madre fundadora de la Congregación de las Hijas de Jesús. Jesuitinas La Madre Cándida María de Jesús. Se trata de un extenso volumen publicado en Roma por la Postulación de las Causas de Canonización. En este libro se encuentra un extenso relato de las condiciones del edificio del convento de los Mostenses cuando las Hijas de Jesús se fueron a vivir a él. ↩︎
  4. Díaz Elcuaz, J.I en. El Taller del Arquitecto. Dibujos e instrumentos. Salamanca 1871-1948. Colegio Oficial de Arquitectos de León. Delegación de Salamanca. Caja Duero:170. ↩︎

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