Como fortaleza, destacaría la capacidad de adaptación, de esfuerzo y entrega de las personas que trabajan para el sistema sanitario. Como principal debilidad, que fue común a todos, es que no se esperaba que la enfermedad tuviera la expresividad enorme que ha tenido y, por lo tanto, hubo improvisación al principio.
Los retos son mantener activos los circuitos asistenciales mientras haya la posibilidad de rebrote; a medio y largo plazo, tener estructuras que se adapten fácilmente a estos pacientes, porque, si no es ésta, habrá otras situaciones que van a requerir asistencia especial. Creo que el personal ahora sí está formado, por lo que el problema radica más en la ductilidad de la estructura física. Está claro que la Sanidad asistencial ha respondido bien en esta crisis; otra situación es la Salud Pública, que creo que tanto a nivel estatal como autonómico debe mejorar, tanto en la detección como en los protocolos de actuación, así como en el control.
Creo que la celebración de la Copa de Baloncesto Femenino y el cierre de las facultades y colegios de Madrid antes del estado de alarma hicieron que vinieran muchos estudiantes a sus domicilios. Además, los ‘Erasmus’ de Italia regresaron durante la pandemia de allí antes del cierre de las fronteras… Eso, y que en la detección de casos predominaran los datos epidemiológicos sobre los clínicos, lo que impedía hacer pruebas a determinados pacientes. Todo esto ocurrió al principio.
Veo difícil volver a la situación inicial, pues, como he dicho, la globalización hará que cada cierto tiempo haya situaciones como las actuales. Creo que debemos aprovechar lo sucedido para retirar de nuestra actividad aquellas situaciones que no aportan valor al paciente y potenciar las que realmente sí lo aportan. Además, es importante descentralizar la atención del paciente de los hospitales.
La pandemia ha hecho ver que las prioridades asistenciales son importantes, y el propio paciente es consciente de ello; al menos la mayoría. Ya sabemos que durante la crisis sanitaria ha habido gente con patología grave que se ha quedado en casa, pero la mayoría de las personas que acudían a Urgencias por patología leve dejaron de venir, de modo que la frecuentación en la época pico de la pandemia se redujo más de un 50%. Por ello, lo primero sería revisar la lista de espera de forma meticulosa para ver realmente las que son necesarias y, a partir de ahí, poner los medios necesarios para sacarla adelante. Sería necesario que el hospital funcionase igual de mañana que de tarde.
Desde el punto de vista asistencial, sí está preparada y si volviera responderíamos igual, pero emocionalmente sería muy duro… Aunque no habría más remedio que responder de forma adecuada.
La población debe tener mucho respeto a estas situaciones y no bajar la guardia, pues estamos viendo rebrotes por relajación de las medidas de seguridad. Siempre he pensado que superaríamos esta situación; el trabajo sería terrible si no creyeras que vas a vencer.
Dado que nuestra mayor debilidad era que teníamos el servicio de Urgencias repartido en tres ubicaciones diferentes, fue clave unificar la atención de los pacientes en el Hospital Clínico, dejando las Urgencias del Virgen Vega en manos de los especialistas de Traumatología, Neurología, Urología, Oftalmología, Neurocirugía y Nefrología. Las Urgencias del Virgen del Castañar de Béjar pasaron a Atención Primaria, excepto en las mañanas. La segunda decisión fue crear dos circuitos asistenciales en las Urgencias del Clínico: uno para los enfermos con sospecha de COVID-19 y otro general. La tercera fue pasar a turnos de mañana, tarde y noche, de lunes a domingo.
En cuarto lugar, se amplió el servicio del Clínico para que el circuito de los pacientes con sospecha de COVID-19 prestara asistencia a través del modelo de gestión de procesos avanzados, de modo que cada nivel de gravedad tenía su lugar específico de atención”.
Pues el mensaje que constantemente estamos emitiendo es no bajar la guardia, que las medidas más eficaces son la mascarilla, la distancia de seguridad y la higiene de manos, así como evitar aglomeraciones.
Creo que las residencias de ancianos no son hospitales, sino que acogen a personas con distinto grado de autonomía que precisan cuidados para mantener sus capacidades. Pero cuando enferman, su asistencia tiene que tener muy accesible. Desde Urgencias estamos acostumbrados a que estos enfermos sean enviados constantemente para valoraciones, pero deberían estar mejor atendidos por la Sanidad pública, y ello es competencia de la Atención Primaria, con la colaboración de la Atención Especializada. Los Equipos COVID de asistencia a las residencias han sido una experiencia muy positiva. Es decir, debemos mejorar en la asistencia social y sanitaria de las residencias sin aumentar mucho los costes, pues serían inasumibles.
Ha sido una experiencia única, y creo que ha sacado lo mejor de nosotros, tanto a nivel humano como profesional. Lo que pediría es que ese espíritu siguiera en nosotros en el trabajo diario.
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