Como debilidades, destacaría:
En cuanto a las fortalezas, para mí las principales son:
Menos palabras, menos propósitos, menos planes y más hechos. Es necesario abrir ya el nuevo hospital y dotarlo de los recursos precisos, teniendo en cuenta y escuchando a los diferentes profesionales que trabajarán en él. Además, es preciso tener en cuenta al paciente frágil, crónico y anciano, mayoritario en nuestra provincia, que se encuentra con una atención inadecuada en numerosas residencias o domicilios. Y no solo ahora, en el estado de pandemia por la COVID, periodo que tan solo ha puesto de manifiesto este problema ya crónico. Es necesario encontrar un sistema adecuado, y no llenar un hospital para agudos de pacientes crónicos (hospitalización a domicilio, residencias medicalizadas…), y también menos reproches y más esfuerzos. Se debe hacer un trabajo serio y eficaz, por el bien común del sistema, entre la Administración, Atención Primaria y Atención Especializada.
No es fácil, pero, probablemente, por su cercanía y comunicación con Madrid, así como por la numerosa población universitaria, juvenil y su gran movilidad.
No sé si alguien tiene la respuesta a ello, pero probablemente nunca vuelva a ser igual. Y además, nunca debería ser igual. Los centros sanitarios deben ser centros para la salud, controlados, ordenados, y no abiertos al público en general, como centros comerciales. Es importante educar y educarnos: esto es de todos y para todos, y muy caro, cada vez más caro. Es fundamental concienciarse de que el mayor responsable de mi salud soy yo, no un sistema que cuida de mí, cuando yo no me he cuidado o lo he hecho mal. Una fecha para retomar cierta ‘normalidad’ podría ser el próximo verano… según se comporte la pandemia y la población este otoño-invierno. Dependerá mucho de nosotros y de guardar las normas.
Sí, ajustar las listas de espera a las necesidades reales. Solicitar y hacer lo que realmente hay que solicitar y hacer. Para ello, consenso, diálogo, participación y acuerdo.
Ni lo estábamos ni lo estaremos. Ha sido una medicina de guerra que se ha hecho con el mayor esfuerzo e interés por parte de todos. Pero aun agotados… se volvería hacer.
Sí, sentimos miedo en un comienzo. Creo que todos. Pensábamos que íbamos a enfermar la mayoría, incluso poner en riesgo nuestras vidas. Pero pasados los primeros días, creo que esto lo olvidamos y nos lanzamos al incendio. El agradecimiento de los pacientes y sus caras de miedo y dolor nos hicieron olvidar problemas. En cuanto a la población, creo que hoy no debe tener miedo. Tenemos que vivir, pero con RESPONSABILIDAD. Esto no es una enfermedad de ancianos, como se dice, es de todos. También los jóvenes enferman, y muchos graves.
Es absolutamente necesario el uso de mascarilla y una distancia adecuada. En todo momento. Si la retiro para comer con mis amigos y familiares, me la vuelvo a poner para la tertulia. Preocúpate de los demás y estarás preocupándote de ti.
Sin duda. Ya lo comenté antes. Muchas residencias son un lugar de sufrimiento donde solo se espera la muerte. Desde hace años miramos para otro lado. Es preciso encontrar un sistema adecuado, y no llenar los hospitales de pacientes agudos con enfermos crónicos y frágiles.
Comenté al comienzo de la crisis que si con esta pandemia no aprendíamos a ser mejor sociedad, la COVID, además de hacernos perder la salud, nos haría perder la oportunidad de ser mejores. Creo que la hemos desaprovechado. Sé que es ridículo, en alguna ocasión me he preguntado: “Si la COVID pudiera hablar, ¿qué pensaría de nosotros?”. Sinceramente, creo que le daríamos pena. He aprendido que, en el momento más duro, el ser humano es capaz de dar el todo por todos, pero enseguida olvidamos.
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