Por Ramón Martín Rodrigo
Licenciado en Geografía e Historia y en Historia del Arte
y doctor en Geografía e Historia
En el número 81 de Salamanca Médica, el anterior a este, recordé a los principales médicos de baños de los balnearios de la provincia de Salamanca en el siglo XIX. Ahora completo el tema con la reseña de varios doctores de la citada especialidad hasta la mitad de la centuria pasada.
Dos son los médicos de baños salmantinos que sobresalen en el siglo XX: don Hipólito Rodríguez Pinilla y don Luis Infante Ortiz. También lo fueron don Juan González Peláez, don Primo Garrido Sánchez, don Manuel Muñoz Orea y don Clodoaldo García Muñoz1. En mayo de 1904, aprobaron la oposición a médicos de baños en Salamanca Primo Garrido, Leopoldo Acosta, Juan González Peláez y Esteban Esparza Domínguez. Por otra parte, en junio de 1905, don Luis Infante obtuvo plaza en las oposiciones, celebradas en Madrid, para médicos directores de baños. En septiembre de 1913 se celebró en Madrid el IX Congreso de Hidrología, Climatología y Geología. Formaron parte de un comité por Salamanca Pinilla, Primo Garrido, Peláez y Luis Infante, plantel de muy digna representación, con la grata coincidencia de casi todos especialistas salmantinos. Sobre don Hipólito Rodríguez-Pinilla se han publicado sus biografías2 especialmente en Historia de la Sociedad Hidrológica, Siglo XIX. Balnea 2, capítulo IV, 2006, pp. 51-54; y también en Cien años de la cátedra de Hidrología Médica, por Juan Antonio Rodríguez Sánchez3, pp, 13-47. En ambos casos hay numerosísimas notas de pie de página.
Aquí, con unos objetivos mucho más modestos, atiendo a don Hipólito Rodríguez en lo que le incumbía con relación a los balnearios. Dejo aparte la descripción de los establecimientos de baños salmantinos4, y solo recojo alguna cosa de tres de ellos: Ledesma, Retortillo y Calzadilla del Campo. Añado el nombre de varios médicos directores de baños, que lo fueron por poco tiempo, de los balnearios de esta provincia, y salto todo lo relativo a la casuística de asuntos concretos5.
Se anunciaban sus aguas sulfurosas-sódicas y termales, indicadas para el reúma en todas sus formas, ciática, parálisis, histerismo catarro, bronquitis, piel… Eran el reclamo principal dos manantiales, uno de agua abundante a 52 grados, y otro menos copioso y más templado6. El establecimiento contaba, además, con estufa para baños de aire seco, hotel y un jardín en su entorno. Balneario de primer orden, no es extraño que por él pasaran los más prestigiosos directores de baños, como Antonio Novo Campelo, pero si alguien es representativo de este establecimiento por categoría profesional y tiempo en su dirección es, sin ninguna duda, el médico del que hablaré en el epígrafe tercero.
Son varias las semblanzas que se pueden abordar de este doctor7; a pesar de todo, es de la faceta de baños de la que he intentado hacer una aproximación breve y sencilla.
Hipólito Rodríguez nació en 1860 en Salamanca, fue hijo de don Tomás Rodríguez-Pinilla8. Don Hipólito Rodríguez estudio la carrera de Medicina en la Facultad Central de Madrid, en la que se doctoró en 1880. Seguidamente hizo el doctorado, y en 1887 aprobó las oposiciones a médicos de baños. Cuando el claustro de la Facultad Libre de Medicina formuló la propuesta para una cátedra vacante de Patología Médica, el médico don José González Castro (Crotontilo), criticando que no se nombrase para ella a don Hipólito, señaló los muchos méritos que tenía, que ya por entonces había explicado en la Facultad Central una cátedra de Hidrología Médica9 y había sido profesor numerario en la famosa Policlínica Cervera. Y como no podía ser de otro modo, en 1900 fue nombrado profesor interino de Patología Médica en Salamanca. En 1903, don Hipólito aprobó las oposiciones a catedrático de las Enfermedades de la Infancia, y así fue —como también don Arturo Núñez— uno de los catedráticos numerarios que en entraron en 1904 en la Universidad de Salamanca cuando pasaba a ser estatal.
En la revista semanal El Resumen, en 1911 se dice de él: “Médico notable, catedrático sapientísimo, publicista y literato, hombre de muchas ideas y de grandes iniciativas, laborioso, inquieto, prolífico”. Y luego señala que ha sido el creador de la Gota de Leche, institución muy benéfica10.
En 1905 aprobó oposiciones para inspector de Sanidad, que ejerció hasta 1912, aunque parece que a este cargo no le dio mucha importancia11.
Destacó en los primeros años del siglo XX en dicha especialidad con numerosos trabajos sobre Hidrología. Consiguió la Cátedra de Hidrología Médica de la Universidad Central de Madrid en 1913, y se convirtió entonces en el especialista en Hidrología con mayor repercusión en el país12.
Ya he mencionado que en 1913 asistió al X Congreso de Hidrología en Madrid. Y en 1924 volvió a asistir al llamado Segundo Congreso de Hidrología, siendo el vocal más destacado del mismo, bajo la presidencia del señor Gimeno13.
Ingresó en la Real Academia Nacional de Medicina el 20 de enero de 1924 con el discurso Analogías y diferencia entre hidroterapia simple y la termomineral.
En agosto de 1830 cumplió los 70 años, pero aún desempeñó el cargo de director de baños dos años más. Como se conocía bien que su ideología había sido siempre republicana, en noviembre 1931 fue nombrado consejero permanente de Estado. Fue en esa época cuando tomó parte importante en la supresión del Cuerpo de Médicos Directores de Baños, cuestión que desarrolla muy bien don Juan Antonio Rodríguez, quien también señala que le costó graves disgustos. En 1932, se le nombró presidente de la Casa Charra en Madrid, y, en 1834, esta entidad le hizo un extraordinario homenaje, en cuyo acto estuvieron presentes destacadas personalidades de Salamanca. De ese momento se pueden ver un dibujo y su foto en El Adelanto el 14 junio de 1934, que es la que se copia aquí. Murió el 29 de marzo de 1936.
A la hora de los concursos de traslados, se especificaba el puesto en el escalafón profesional del Cuerpo de Médicos de Baños, atendiendo a una rigurosa antigüedad y a posibles méritos. Naturalmente, los médicos que se jubilaban hacían adelantar el número, y también los que pedían excedencia. Don Hipólito fue ocupando los siguientes números en esa escala: en 1893 ocupaba el puesto 74, al año siguiente bajó al número 72, en 1895 ya tenía el número 67. En 1904, su número en el escalafón era el 47, y en 1907 se encontraba en el número 36. Si comparamos con otros médicos, vemos que, en 1925, Novo Campelo tenía el número 5, Clodoaldo García el 44, Primo Garrido el 52 y Luis Infante el 67. Por tanto, para los números más altos quedaban, por lo general, los establecimientos menos atractivos. En Historia de la Sociedad Hidrológica se dicen los establecimientos por los que fue pasando don Hipólito Rodríguez. También lo hace en Cien años de la Cátedra de Hidrología Juan Antonio Rodríguez. No hay plena coincidencia entre ambas publicaciones, pero se pueden contar unos 15 balnearios en más de cuarenta años de profesión. Por mi parte, consultando los resultados de los concurso de traslados, he visto que ocupó los siguientes: Calzadilla del Campo (Salamanca), 1891; Incio (Lugo), 1894; El Molar (Madrid), 1895; El Porvenir de Miranda (Burgos), 1900; Zaldívar (Vizcaya), 1904, y Baños de Ledesma reiteradas veces (1905, 1913, de 1914 a 1916).
Costumbres balnearias (Bosquejo de un estudio médico social), en La Regeneración Médica, abril de 1895; Manual de Hidrología Médica. Barcelona; Diccionario general hidrológico comprendiendo términos de fisico-química y geología, Madrid, 1916. Manual de Climatología general y española, Madrid, 1930. Prólogo y aditamento, juntamente con Antonio Piga, al libro Terapéutica Física. Traducción española de Pi y Suñer, Barcelona, 1928.
El origen familiar y su familia se advierte resumidamente en el siguiente esquema15:
Luis Infante Ortiz nació en Vich (Barcelona) en 1875. Su madre era de Toro, y su padre, natural de Logroño, fue militar, alcanzado el grado de coronel, profesión que le obligó a pasar varios años en distintas capitales de España. Como se ve en el esquema, quedó viudo en 1926. En 1931, su hijo Luis Infante Sánchez, que también era doctor en Medicina, se casó en Cáceres con Mercedes Sánchez.
El cambio de domicilio paterno del padre repercutió en su familia, de suerte que sus hijos tuvieron que andar de acá para allá. Los cambios de matrícula en la segunda enseñanza de Luis fueron frecuentes, teniendo incluso que examinarse por libre en alguna asignatura.
Luis Infante Ortiz comenzó los estudios de bachillerato en Valladolid en 1886, luego pasó por Logroño, por Pamplona, y finalmente llegó a Salamanca en el año académico 1891-1892, obteniendo el título correspondiente en 1892.
Don Luis Infante cursó la carrera de Medicina en Salamanca de 1882 a 1889, siendo sus notas considerablemente mejores que las de la enseñanza secundaria. El tribunal del grado de licenciado lo formaron Ricardo García, como presidente; Isidro Segovia, como vocal; y don Guillermo Hernández, como secretario. La foto presentada corresponde a la orla que se custodia en el Archivo Universitario de Salamanca con la signatura 19/2, cuya reproducción se me ha autorizado.
MÉDICO TITULAR DE TAMAMES
No queda muy claro si, una vez licenciado, realizó el doctorado o lo consiguió posteriormente. Por entonces, la prensa no lo cita como doctor. Una vez terminada la carrera, muy pronto fue médico titular de Tamames17, villa importante como partido médico. Durante su estancia en referida población, calle de la Botica, contrajo matrimonio con doña Ignacia Sánchez, natural de Terrones (San Pedro de Rozados). En Tamames nació su hijo Luis, en 1904, y allí don Luis continuó ejerciendo algunos años más, pues aún se cita como médico titular en 1906.
Está claro que don Luis Infante Ortiz, aun estando ejerciendo, siguió estudiando con afán. El Adelanto y El Castellano dan la siguiente noticia18 a inicios de junio de 1905: “En las oposiciones verificadas recientemente ha obtenido plaza de médico de baños nuestro buen amigo y distinguido médico de Tamames”. Parece que aprobaron esta oposición unos 37, según lo cuenta El Correo. En cambio, queda poco referida su entrada como médico de la beneficencia de Madrid, lo que nos hace pensar si fue de forma interina o por oposición. Quizás este destino no le debió de interesar mucho, porque el 7 de enero de 1906 fue separado de ese puesto (como otros varios médicos) por abandono del cargo19. Parece ser que su primer destino como médico director de baños fue el de Calzadilla del Campo, en 1907.
Iniciada la segunda década del siglo XX, su domicilio figura en Salamanca, y se anuncia como médico de garganta, nariz y oído. Como en su expediente académico no consta nada de su especialidad, es presumible que la haría en Madrid, luego que aprobó las oposiciones de directores de baños. Su anuncio se va reiterando en la prensa salmantina cuando aún no se hacía bajo el rótulo de Guía Médica, y luego como uno más de los incluidos en ella. Ciertamente, su consideración social debió ir en aumento en Salamanca, pues aparece como uno más de los consejeros de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, al lado de grandes figuras y potentados. Con todo, cuando llega la temporada oficial de baños, él anuncia su traslado de consulta, entre otros establecimientos, al de Retortillo.
Este manantial era conocido en tiempos de los romanos. Por lo que fuera, cuando se llega a 1905 comienza el interés por sacarle rendimiento. Se solicita su reconocimiento oficial, es reconocido como tal y desde 1905 tiene médico director. Se constituyó una sociedad por acciones —650 de 500 ptas. cada una—, y en sus anuncios se expone que sus aguas son sulfurosas-sódicas, sulfhídricas e hipertermales a 42,5 grados. Igualmente, se suelen exponer las cualidades y ventajas de este establecimiento, que no repito para ser más breve, sino que expongo el anuncio que lo dice, y que está incluido en El Adelanto el 25 de julio de 1926.
Este establecimiento se sitúa en el término municipal de Gejuelo del Barro, cerca de Ledesma. Comenzó a ser reconocido en 1870. En los años treinta del pasado siglo dejó de funcionar. Sus aguas era sulfurado sódicas bicarbonatadas. Había dos manantiales, el llamado Fuente del Estómago y el del establecimiento. Estaban indicadas las aguas de la Fuente del Estómago en las pirosis, acedias, catarros, úlceras de estómago, vómitos y estreñimiento. Las aguas del establecimiento, por su alta temperatura, estaban indicadas para el reumatismo agudo, crónico, fibroso y tuberculoso. El presente anuncio, con su quiosco, es del 10 de agosto de 1909. Esta imagen se repite muchos años.
He realizado una mención de una veintena de médicos. No queda espacio para más.
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