La principal debilidad ha sido, en mi opinión, que el sistema carecía de recursos y no se preparó adecuadamente ante lo que se avecinaba. Como vocal de Atención Especializada, me gustaría resaltar que la principal fortaleza ha sido, sin ninguna duda, el caudal humano, el compromiso, la dedicación y la entrega de los profesionales. Y la capacidad de organización, tanto en las plantas COVID como en las unidades de críticos, ante una situación gravísima que desbordaba todas las previsiones.
A corto plazo, es fundamental tener una reserva de equipos de protección individual (EPI) ante una posible nueva oleada. Esto, junto con una dotación adecuada de personal, permitiría que organizásemos un hospital con todas las garantías frente a la COVID, pero, a su vez, dispondríamos de recursos para utilizar otras instalaciones, como el futuro hospital para atender otras patologías graves, e incluso realizar cirugía oncológica a los pacientes que lo necesiten. Todo ello, sin menoscabo en la atención entre uno y otro tipo de pacientes.
No se tuvo en cuenta la gravedad de la pandemia hasta que nos vimos inmersos en ella. Se celebraron toda clase de eventos sociales y deportivos en nuestra ciudad hasta los últimos momentos, lo que nos pasó factura. También cabe destacar la cercanía de nuestra ciudad a Madrid, que ya estaba en una situación muy comprometida. Muchos salmantinos trabajan o estudian allí, y hay un gran caudal de turistas entre ambas ciudades.
Estoy convencida de que, con esfuerzo por parte de todos, recuperaremos la normalidad más pronto que tarde. La relación médico-paciente se considera patrimonio inmaterial de la humanidad, y debemos protegerla con todos los medios a nuestro alcance, es la base sobre la que se edifica la atención médica.
¿Es necesario un plan nuevo para paliar las listas de espera? Es fundamental optimizar las listas de espera y racionalizar el uso de los recursos del sistema nacional de salud. Solo así se podrán confrontar nuevas situaciones de crisis con éxito en un sistema sanitario en el que quepamos todos, con independencia de la enfermedad que padezcamos.
No, no estamos preparados para afrontar una pandemia de las dimensiones de la que acabamos de vivir. Pero, en caso de rebrote, creo que sí estamos más preparados para afrontarla rastreando los contactos y aplicando las medidas correspondientes para evitar la expansión del virus de forma descontrolada.
Sí, hemos sentido miedo por el hecho de desconocer el virus al que nos enfrentábamos. No sabíamos dónde se encontraban sus límites ni cómo paliarlo. Ahora mismo nos encontramos en una situación potencialmente grave, y es algo que la ciudadanía ha de tener en cuenta, pero esto no implica vivir con miedo, sino con prudencia y sujetos a las recomendaciones sanitarias.
El mensaje está claro: el virus aún sigue circulando. No hay que bajar la guardia. Usar la mascarilla en la medida en que sea compatible con las actividades que se realizan, cuidar la higiene, especialmente la limpieza de las manos, y guardar la distancia de seguridad, especialmente en entornos cerrados. Ese es el camino.
Creo que se necesita un sistema de coordinación con residencias llevado a cabo por médicos de Atención Primaria, internistas o geriatras. En época normal, porque una buena coordinación con personal de las residencias va a evitar consultas innecesarias y va a garantizar una gestión adecuada de recetas de inspección, sillas de ruedas… En época de pandemia, porque es fundamental una clasificación de las residencias, por ejemplo, para saber cuáles tienen personal sanitario las 24 horas para evitar colapsos. Además, las residencias deben tener acceso directo a test, es básico detectar a los pacientes positivos, porque sería recomendable, si fuera factible, trasladar a los positivos de todos los centros a una residencia medicalizada, la que tuviera más medios, y así evitar contagios masivos y reducir los índices de mortandad. Pero, en cualquier caso, de una u otra forma, sería importante el apoyo diario de médicos del hospital que puedan comprobar que los tratamientos aplicados son los más idóneos para los afectados. Como resumen, considero que habría que sectorizar los centros desde el minuto cero de la pandemia para separar a los ancianos según su perfil (positivos, sospechosos o negativos), y cerrarlos a visitas, además de que deben contar con la misma formación que reciba el personal sanitario del hospital y disponer de EPI, material fungible, oxígeno, etc. Todo ello, gestionado a través del hospital.10. Resuma en unas líneas cómo ha vivido esta crisis sanitaria en su ámbito, qué ha supuesto en su vida profesional, qué ha aprendido, qué valora más de la experiencia y qué pediría una vez superados los momentos más aciagos.
La hemos vivido con vehemencia, con mucha vehemencia. Nos hemos dejado el corazón por cada uno de nuestros pacientes. No solo por su salud física, sino por su consuelo. Muchos han tenido que enfrentarse a la muerte sin el abrazo, sin el beso, de quienes amaron en vida. Y nosotros empatizamos con ese dolor, aunque, al mismo tiempo, no podemos mirar atrás, porque sigue habiendo vidas en juego. Lo que más valoro es que nos hemos vuelto a acordar del prójimo; hemos recordado que necesitamos de él para vivir. Ha sido un antes y un después en mi vida, profesional y profesionalmente; ha supuesto una notable mejora en la eficacia y en la eficiencia de nuestros servicios. Prudencia y precaución es lo único que pido, para que no volvamos a pasar por lo mismo de nuevo. Si no vivimos comprometidos, puede que la situación se repita y que, en esta ocasión, sea aún peor.
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