Probablemente hayamos tenido debilidades, no sólo a nivel provincial, en la situación de baja alerta previa y el desabastecimiento de material del que partimos al inicio de la pandemia. Entre las fortalezas, sin ninguna duda, la implicación y el buen trabajo de todos los profesionales de Atención Primaria, desde el primer momento y durante toda la pandemia, pese a las circunstancias tan duras vividas. Muestra de ello ha sido el fallecimiento de dos compañeros nuestros en el ejercicio de su profesión. Un sentido recuerdo para ellos desde estas líneas. También se ha puesto de manifiesto la buena relación existente entre todos los ámbitos sanitarios: Gerencia de Salud de Área, Atención Especializada y Atención Primaria. Esto ha permitido que el abordaje de la situación global haya sido más fácil y rápido.
A corto plazo, debemos ser capaces de hacer un correcto seguimiento de los nuevos casos y de sus contactos. En el momento actual, los datos de incidencia en Salamanca son muy buenos, pero no debemos bajar la guardia. A medio plazo, tenemos que avalar que, en caso de sufrir un nuevo rebrote, podemos garantizar las medidas de protección de los profesionales, tener suficientes test y ser capaces de realizar un correcto control, seguimiento y tratamiento de la población, desde nuestro ámbito sanitario, primer escalón de la Sanidad. A largo plazo, lo más importante es aprender de lo ocurrido. Probablemente nuestras vidas no vuelvan a ser las mismas, al menos desde el punto de vista sanitario. Se ha puesto de manifiesto la importancia de la Salud Pública y la Educación Sanitaria.
Difícil saberlo. Es posible que el hecho de que Salamanca sea una ciudad universitaria, abierta al mundo, haya favorecido la diseminación del virus. Hay otros factores, como la final de la Copa de la Reina de baloncesto, celebrada al inicio de la pandemia, el importante número de turistas que nos visitan, etc. Es difícil cuantificar en qué medida influye cada uno de ellos.
Ojalá volvamos a recuperar cuanto antes una situación ‘libre’ de coronavirus. Los próximos otoño e invierno es posible que vivamos una reactivación del virus en nuestra provincia. Estamos preparados para ello. De cualquier manera, debemos aprovechar lo aprendido para mejorar la atención sanitaria que prestamos desde nuestros centros de salud, implementando algunos cambios.
Estamos recuperando la asistencia sanitaria, pero siempre con la garantía de medidas de protección, tanto de nuestros profesionales, como de los usuarios. Por ello, el acceso al sistema debe pasar antes por una valoración previa realizada por un profesional sanitario, quien determinará la necesidad o no de una consulta presencial. Asegurando la atención a demanda, también estamos trabajando en el control y seguimiento de los pacientes crónicos y pluripatológicos.
Sí, como ya he dicho, estamos preparados para un posible rebrote, incluso mejor preparados, tanto a nivel de material de protección, como de test y de protocolos e infraestructuras, para afrontar de nuevo una situación como la vivida.
No, miedo no. Sí hemos tenido sensación de cierta angustia ante el número de contagios tan elevado que hubo en ciertos momentos y de impotencia por la rápida evolución de la infección en los afectados. La población tampoco debe tener miedo, pero sí respeto, y aplicar las medidas necesarias para evitar los contagios.
“Hemos tenido que adaptarnos en cada momento a las circunstancias que iban dándose, con la redacción de nuevos protocolos, incluso varios en un mismo día. Se cambió el modelo de asistencia sanitaria, creando cinco líneas de trabajo en los centros de salud: Patología COVID-19, Patología No COVID-19, Trámites Administrativos, Residencias de Mayores y Urgencias.
Hemos tenido que proteger a los usuarios y protegernos los profesionales, incluso con obras de infraestructuras. También hemos contratado personal para la toma de muestras y la realización de los test, copiando el modelo coreano con la puesta en marcha del ‘COVID-Auto’, que tuvimos que ir cambiando de ubicación según iban modificándose las circunstancias. Desde Atención Primaria se han realizado más de 30.000 test, lo cual ha supuesto un enorme esfuerzo. Esta Gerencia también ha sido la responsable del estudio nacional de seroprevalencia en Salamanca, en sus tres fases”.
El mensaje más importante a trasladar a los ciudadanos es que el virus sigue entre nosotros, no ha desparecido. No hay que bajar la guardia. Debemos mantener medidas de protección, con el uso de mascarillas, higiene de manos y distanciamiento social. Evitar las reuniones numerosas, los viajes a zonas de riesgo, estar alerta y notificar cualquier síntoma compatible con la infección por COVID-19. La Sanidad empieza en uno mismo. Por muy buen sistema sanitario que tengamos, si todos no tomamos las medidas necesarias, no seremos capaces de controlar y superar esta situación.
En las residencias de mayores se dan varias circunstancias que favorecen los contagios y la gravedad de los afectados: personas institucionalizadas, actividades comunes en grupos numerosos, edad avanzada y alta prevalencia de patologías crónicas. Hemos trabajado, junto con Atención Especializada, en coordinación con la Gerencia de Servicios Sociales, lo que nos ha permitido llevar a cabo protocolos comunes para un mejor control en este ámbito sociosanitario. Por lo tanto, un nuevo modelo pasaría por una mayor comunicación y relación entre ambos aspectos, sociales y sanitarios.
“Lo que más valoro es la humanidad que hemos demostrado en nuestra profesión sanitaria, vocacional”
Hemos vivido momentos muy duros y difíciles. El fallecimiento de nuestros dos compañeros y también el de nuestros pacientes, con sensación de impotencia al ver que tanto esfuerzo no impedía la evolución de la enfermedad. En la vida profesional, ha supuesto un cambio en la velocidad de actuación. Por supuesto no ha habido horarios de trabajo ni de comidas, ni días (más bien diría ni minutos) de descanso. Hemos elaborado varios protocolos en un mismo día a un ritmo vertiginoso, adaptando a nuestro ámbito las directrices del Ministerio y de la propia Consejería de Sanidad. Hemos aprendido que todos somos vulnerables, independientemente de la edad, nivel sociocultural y económico. Que los recursos son limitados y debemos priorizar en nuestra labor diaria lo importante y esencial, frente a lo que no aporta tanto. Lo que más valoro de la experiencia es la humanidad que hemos demostrado en nuestra profesión sanitaria, vocacional, con un infinito sentido de servicio, incluso hasta llegar a anteponer la salud de los demás a la nuestra misma. Y no sólo a nivel sanitario, también todas las instituciones públicas y privadas se han volcado con nosotros ante cualquier petición de ayuda, lo que ha hecho que nos sintiéramos muy arropados y nos haya dado fuerzas para seguir adelante. Desde aquí mi agradecimiento para todos.
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