Los estudiantes de medicina en los Colegios Mayores de Salamanca (y III)

Texto: Jesús Málaga

Fotografías: Andrés Santiago Mariño

El autor repasa la historia de estos centros y su importancia en los siglos XV y XVI

Colegio Mayor de San Bartolomé

El Colegio Mayor de San Bartolomé fue el más antiguo de los creados en España. Este fue uno de los motivos por lo que se le llamaba popularmente El Viejo. Su fábrica ocupó el solar de la iglesia románica de San Bartolomé, construida en el siglo XII. Se le denominaba también de Anaya, por ser su fundador el noble salmantino que llegó a ser obispo de Tuy, Orense, Salamanca y Cuenca. Ocupó la titularidad del arzobispado de Sevilla, aunque, posteriormente, perdió la mitra por motivos políticos, recuperando la sede poco antes de su muerte.

Don Diego de Anaya y Maldonado puso el colegio bajo la advocación de San Bartolomé. Fue fundado en 1401, pero su inauguración se realizó 16 años después, concretamente el 27 de diciembre de 1417. Comenzó su andadura con15 colegiales, estudiantes de teología y juristas, entre ellos dos hijos del arzobispo. Los becados tenían que ser personas de buena opinión, comprobada limpieza de sangre, que no fueran naturales de la ciudad de Salamanca ni de cinco leguas en contorno y, aunque parezca mentira, los estatutos de Anaya exigían que los colegiales careciesen de bienes con qué sustentarse. El Colegio Mayor por excelencia no admitió nunca estudiantes de Medicina.

Don Diego estudió en Bolonia, en el colegio español que había erigido en aquella ciudad el cardenal Albornoz, y de allí copió las constituciones del Colegio salmantino. Logró para San Bartolomé gracias y privilegios de los papas Benedicto XIII y Martino V. Entre los becados de este Colegio Mayor hay que citar, por méritos propios, el que fuera su rector, El Tostado y al pacificador de los Bandos salmantinos, el santo patrón de Salamanca, san Juan de Sahagún. El éxito conseguido por el arzobispo Anaya con su Colegio Mayor fue tal que el cardenal Cisneros para crear el de San Ildefonso en Alcalá y el cardenal Mendoza para hacerlo mismo con el de Santa Cruz de Valladolid, copiaron las constituciones del Colegio Mayor de San Bartolomé de Salamanca.

Fachada del Colegio de San Bartolomé

Para la asistencia religiosa el colegio contaba con dos capellanes. Anaya recogió, como ya hemos indicado, en los estatutos de su fundación los principios y el espíritu del Colegio Mayor de San Clemente de Bolonia, estatutos que estuvieron vigentes hasta las reformas emprendidas por Carlos III. Fueron sus colegiales los más poderosos de los Colegios Mayores españoles, hasta el punto que se llegó a acuñar el dicho de que todo el mundo estaba lleno de bartolomeos, bartolominos o bartolomicos.

Su hábito, obligatorio para todos los colegiales, era manto y beca de color tabaco. El orgullo de sus colegiales llegó a tal extremo que ninguno de ellos optaba a ejercer de párroco por considerar el citado puesto bajo para sus conocimientos y procedencia. Era tanto el poder que emanaba del Colegio de San Bartolomé que Francisco Ruíz de Vergara llegó a escribir, en 1661, dos volúmenes sobre las cargos y dignidades que llegaron a ocupar los alumnos del colegio. En el libro cita como colegiales bartolominos nada menos que 7 cardenales, 18 arzobispos y 70 obispos, todo ellos dentro de la jerarquía de la Iglesia Española, Americana y Europea, lista a la que hay que sumar cientos de otros altos cargos del Estado ostentados por los que un día recalaron como colegiales de San Bartolomé1.

El edificio antiguo del Colegio de Anaya desapareció y en su lugar se edificó una monumental construcción de estilo neoclásico en el siglo XVIII, en 1760.Unos años antes, a ambos lados del Colegio, se construyeron la hospedería y la iglesia de San Sebastián, hoy parroquia de la Catedral. Cada una de estas edificaciones debidas al trabajo de dos afamados arquitectos, iniciadores de un nuevo estilo arquitectónico que lleva su nombre, los hermanos Churriguera. La fachada este de la iglesia del colegio se adorna con adornos y esculturas churriguerescos dedicados al santo bartolomico, el agustino Juan de Sahagún.

El colegio actual fue debido a los diseños del ingeniero Hermosilla y a la dirección de otro arquitecto que dejó su impronta también en la Catedral nueva, Sagarvinaga. Bajo la batuta de ambos se levantó el edificio en tan sólo ocho años, con un coste de cerca de dos millones de reales.

La fachada está presidida por un escudo del arzobispo y en el interior del edificio se encuentra un gran patio de doble galería y en el zaguán cuatro lápidas romanas halladas al remover el solar. En la parte inferior se erigen dieciséis columnas dóricas, y en la parte superior otras tantas jónicas. Las escaleras de acceso a la parte superior se dividen en dos ramales después del primer tramo, descansillo donde se encuentra una magnífica escultura de Unamuno tallada por Victorio Macho.

Poco tiempo disfrutaron del nuevo edificio los escolares de San Bartolomé. Extinguidos los Colegios Mayores, pasó a ser sede de muchas instituciones salmantinas. Entre otras el palacio de Anaya fue ocupado por el Gobierno Civil, la Diputación Provincial, Correos y Telégrafos, Delegación de Hacienda y, en la actualidad, desde hace más de medio siglo, el Colegio ha vuelto a ser utilizado para dependencias universitarias. En mis años de estudiante la parte de abajo estaba ocupada por la Facultad de Ciencias y la de arriba se correspondía con la Facultad de Letras.

Desde el balcón del ahora Palacio de Anaya, sometida Salamanca por los franceses, el general Thiébault, gobernador militar de Salamanca, no contemplaba la Catedral en todo su esplendor, un pequeño conglomerado de casas, en su mayoría pertenecientes al Cabildo de la Catedral, se lo impedía. Puesto de acuerdo con el obispo jansenista Tavira, mandó tirar el caserío, naciendo así una de las plazas más hermosas de Salamanca, la Plaza de Anaya. Ya en el siglo XX, en plena Guerra Civil, el palacio pasó a manos de los responsables de propaganda del bando rebelde que montaron en el edificio una emisora que nació con el nombre de Radio Nacional de España, emisora pública del Estado que al finalizar la contienda se trasladó a Madrid.

Colegio Mayor de San Salvador de Oviedo

Fundado en 1517 por el obispo de Oviedo don Diego Míguez de Vendaña, más conocido como don Diego de Muros, por ser éste el lugar de su nacimiento. Don Diego fue famoso en su época porque se enfrentó a las tesis de Lutero y como padre de los pobres. El colegio de Oviedo fue fundado para 18 colegiales, teólogos y canonistas. No consta que admitiese alumnos de Medicina. Para la asistencia religiosa contaba en su nómina con dos capellanes. La bula de su fundación se debe al papa Adriano VI que expidió la misma en septiembre de1522. El fundador tardó todavía dos años en firmar las constituciones del Colegio. El uniforme colegial era manto pardo con beca azul.

Su edificio se encontraba en lo que hoy es el solar que ocupa el Palacio de Congresos y Exposiciones de Castilla y León. Fue destruido en la francesada junto con el Colegio de Cuenca y el impresionante convento de los Agustinos. Su fábrica respondía al estilo plateresco, al igual que el de Cuenca situado en sus cercanías. Solamente queda de él unos restos de su cimentación, a modo de cisterna rectangular, junto a la fachada norte del Palacio de Congresos. Sus ruinas fueron eliminadas en la década de los setenta, cuando se quiso construir un colegio menor en su solar. Dicho proyecto quedó inconcluso y su estructura de hormigón perduró durante muchos años hasta que fueron derribadas para ejecutar la obra más importante de la arquitectura salmantina del siglo XX, el Palacio de Congresos y Exposiciones de Castilla y León.

Restos del Convento de San Agustín en cuyas cercanías se encontraba el Colegio Mayor de Cuenca, con los Colegios modernos de San Bartolomé y Fray Luis al fondo.

Colegio Mayor de Santiago Zebedeo o de Cuenca

Fue fundado, como los dos anteriores, por otro Diego, el tercero, con apellidos nobles, Ramírez de Villaescusa, ilustre personaje que ocupó, sucesivamente, los obispados de Málaga y Cuenca. Como había otros dos colegios dedicados a Santiago, el del Rey y el del Arzobispo Fonseca, se le denominó siempre por el último de los obispados que ocupó su fundador, Colegio de Cuenca. Desde que don Diego, en 1510, comenzó a tratar con la Universidad la fundación del Colegio hasta que se plasmó en realidad pasaron 12 años. El Colegio Mayor de Cuenca tuvo que esperar hasta abril de 1523 para que el Papa Adriano VI le otorgara la bula fundacional. Sin embargo, hasta 1535 no estaba completamente terminado el proceso.

Fue creado para 22 colegiales, sobre todo para alumnos que escogían carreras eclesiásticas, teólogos y canonistas, aunque también acogía algún legista. Pero el dato más importante para la Historia de la Medicina Salmantina es que fue el primer colegio mayor de Salamanca que admitió alumnos de Medicina. El Colegio mantenía dos capellanes y cuatro familiares para la atención espiritual y doméstica de los colegiales. Sus asilados vestían uniforme con manto y beca morados, parecido a como visten los canónigos.

Al terminar la francesada, las ruinas del magnífico edificio del Colegio de Cuenca se encontraban junto a las del convento de San Agustín y en la superficie que hoy ocupa el nuevo colegio de San Bartolomé, cerca de las ruinas del colegio de la Magdalena, algunas de las cuales todavía se pueden observar en la calle Balmes, limitando con el parking del Botánico. Son vestigios de las edificaciones que cayeron en el fuego cruzado de la Guerra de la Independencia, contienda que tuvo especial virulencia en el cerro de San Vicente y en la zona oeste del Teso de las Catedrales.

Ponz2 describió el patio plateresco del Mayor de Cuenca. Le impresionaron las miles de figuras de angelitos, animalejos, follaje y los muchos caprichos que adornaban las columnas, al estilo de lo que hoy contemplamos en el claustro de las Dominicas. Se acumulaban en los capiteles, ménsulas, antepechos y cornisas de las galerías baja y alta del patio que tenía veinte arcos en la parte de abajo y otros tanto en la galería alta. Algunos autores como Ceán Bermúdez atribuyeron este claustro a Berruguete.

Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca

Fue el último de los Colegios Mayores salmantinos en entrar en funcionamiento y el único que no fue fundado por un Diego como los tres anteriores sino por uno de los famosos Fonseca, familia que tanto benefició a la ciudad de Salamanca, don Alonso de Fonseca Ulloa y Acevedo. Se construyó en 1519, pero hasta 1525 el Papa Clemente VII no autorizó la fundación. Más tarde llegó la real célula de creación que data de 1528.

Don Alonso pertenecía a una de las familias más influyentes de la España de los Reyes Católicos y de su nieto, el emperador Carlos I. Su tío fue arzobispo de Sevilla y su padre arzobispo de Santiago de Compostela. Don Alonso estudió en la Universidad de Salamanca y en 1507 su padre le dejó el arzobispado de Santiago con la aprobación del rey don Fernando. En 1524 escaló a la mayor de las dignidades eclesiásticas españolas, fue nombrado arzobispo de Toledo, Primado de España.

Claustro del Colegio del Arzobispo Fonseca. Abajo la escalera de acceso al clalustro alto del mismo.

Don Alonso era un hombre culto, amante de las letras y de la música. Amigo de Erasmo de Rótterdam, éste le dedicó algunas de sus obras. Fue un benefactor de las ciudades donde estuvo como estudiante y como obispo, Salamanca, Santiago de Compostela y Toledo.

En la ciudad del Tormes continuó el patronazgo de su padre sobre el convento de la Anunciación, vulgo Úrsulas, donde se encuentra su sepulcro. También fue mecenas de la iglesia de San Benito y del convento de San Francisco, a las que hay que añadir la obra que él mismo creó, el Colegio Mayor que lleva su nombre. Al morir dejó todos sus bienes, su biblioteca, muebles y alfombras al colegio salmantino.

Fue dotado de rentas por valor de 5.000 ducados para 24 becas, dos de ellas para capellanes, la mayoría, como siempre en estas fundaciones clericales, para teólogos y juristas, pero el arzobispo reservó dos plazas para médicos. Los alumnos eran preferentemente del Reino de Castilla y tres de ellos de las diócesis de Santiago y Toledo, mitras que había ocupado el fundador.

Las constituciones, basadas en el Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid, como lo fuera éste del de San Bartolomé de Salamanca, fueron presentadas en 1539 por los testamentarios del fundador. La reinterpretación de las mismas fue realizada mucho más tarde, en 1552.Su vestuario era muy llamativo, manto pardo oscuro, grana, con beca roja con rosca sobre el hombro izquierdo.

Este Colegio Mayor recibió también el nombre de Colegio de los Irlandeses por ser sacerdotes de esta nacionalidad los que usufructuaron el edificio habitándole desde 1827 a 1830 y de 1857, casi sin interrupción, hasta 1936. La prohibición y cierre de los seminarios en Irlanda, dejó sin la formación debida a los seminaristas y sacerdotes de la isla. Esta persecución religiosa en Irlanda hizo que la muy católica España acogiera a sus sacerdotes, siendo Salamanca la ciudad elegida para ubicar el Seminario de los Irlandeses. El Colegio Mayor fue fundado por Fonseca para albergar alumnos pobres y tuvo como objeto recoger en su capilla el sepulcro del arzobispo. Para edificar el Colegio Mayor los Franciscanos salmantinos donaron un terreno de su propiedad en el Campo de San Francisco, pero no fue suficiente y Fonseca añadió otra superficie limítrofe, resultante del derribo de unas casas compradas por el arzobispo, amén de la ermita de San Hilario que desapareció en aras de la construcción del Colegio Mayor. El solar ocupaba un gran espacio entre las puertas de San Bernardo y la puerta Falsa de la muralla medieval. Todavía se pueden observar restos de la cerca en el muro del Colegio que da hacia el paseo de San Vicente.

Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid

Fundado por don Pedro González de Mendoza, arzobispo de Toledo, en 1434.Admitía entre sus miembros 24 escolares y tres capellanes. La mayoría de las becas se adjudicaban a estudiantes de cánones y de teología, pero en este único Colegio Mayor erigido en Valladolid admitían algunos estudiantes de leyes y de medicina, siempre en número inferior a los alumnos de las facultades eclesiásticas.

En el año 1479, el Papa Sixto IV le concedió todos los privilegios del Colegio Mayor de San Bartolomé de Salamanca, pero hasta el curso 1484-85 no comenzó el colegio a ejercer sus funciones como tal y tuvieron que esperar hasta el 31 de enero de 1495 para que se promulgaran sus constituciones. El edificio plateresco isabelino que albergó el Colegio Mayor de la Santa Cruz se conserva en perfectas condiciones por la Universidad de Valladolid.

Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá

Fue el único colegio mayor del reino de España fundado por un cardenal, con enorme influencia eclesial y política, Cisneros. Su inauguración se remonta a 1508, aunque años antes, en 1499, el Papa Alejandro VI concedió a Cisneros la bula de fundación que le facultaba para poner en marcha lo que con el tiempo se convertiría en Universidad Complutense. El Papa le concede los privilegios del Colegio Mayor de San Bartolomé de Salamanca y los del Colegio Hispánico de Bolonia. Un año después, en 1500, Su Santidad dio un paso más a favor del Colegio de Alcalá, autorizó la creación de cátedras de Teología, Derecho Canónico y de otras materias, al igual que en Salamanca y Valladolid.

En 1512 la reina Juana otorgó a Alcalá paridad de franqueza con Salamanca y Valladolid y, por si fuera poco, ese mismo año, el Papa Julio II concedió a la fundación de Cisneros, que poco a poco se había transformado en Colegio Mayor Universidad, el fuero más amplio de la jurisdicción canónica, con los privilegios de las Universidades más antiguas del viejo continente, París y Salamanca.

Las constituciones de la Complutense se promulgaron en 1510, en 1513 se publicaron otras constituciones especiales y en el 17 se redactaron unas nuevas. En 1836 se trasladó la Universidad Complutense a Madrid, restaurándose la Universidad de Alcalá ya en el siglo XX. En esta ciudad madrileña se encuentra el edificio que albergó el antiguo Colegio de San Ildefonso, con una fachada plateresca de imponente factura.


Notas:

  1. Citado por José María Cuadrado en su libro Salamanca. España. Sus monumentos y artes. Su naturaleza e historia. Barcelona, 1884:152-156 ↩︎
  2. Citado por José María Cuadrado en la página 158. ↩︎

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.