Jesús Málaga reconoce que con su libro de memorias como alcalde de Salamanca se ha reconciliado con una época (la Transición), consigo mismo y con su familia, y piensa que se trata de un legado que dejará a sus cinco nietos.
No es el primer libro que este colegiado, colaborador de ‘Salamanca Médica’ desde el número 1, escribe desde su jubilación, sino el cuarto. Los anteriores también están relacionados con la historia de Salamanca. El primero fue una labor a dos manos, junto a su mujer, María José, sobre ‘Morille en el siglo XX’, al que siguieron ‘Relatos y Sucedidos para pasear Salamanca’ y ‘Recorrido comunero salmantino’. El último es el que acerca a la sociedad de Salamanca lo que vivió como alcalde durante sus tres mandatos (dos de ellos de forma consecutiva), en pleno inicio de la democracia, ya que tomó posesión un 19 de abril de 1979. Estas vivencias llevan por título: ‘Desde el balcón de la Plaza Mayor. Memorias de un alcalde’.
A lo largo de más de 600 páginas cuenta unas 200 anécdotas, y en el índice onomástico recoge 1.300 nombres. “Ha costado mucho”, admite, ya que, para su elaboración, que inició hace unos dos años, ha tenido que realizar más de 2.000 gestiones. “Era muy importante hacerlo, porque antes había una tradición en Salamanca de hacer una memoria; el primero que lo hizo fue Pablo Beltrán Heredia, que fue el último alcalde de la dictadura”, detalla Jesús Málaga. Fue el periodista Santiago Juanes quien le sugirió que escribiese sus memorias, “le tomé la palabra y empecé a hacerlas”.
Málaga fue el alcalde de la Transición, el primero de la democracia, y ha querido contar como fue la llegada de la misma “a una ciudad pequeña, universitaria”. Cuando llegó al Ayuntamiento, la ciudad estaba en una situación muy mala, “con el tema del agua, el asfalto, el Plan General de Ordenación Urbana, los monumentos o la Operación Piloto”. En Salamanca, cuando se estrenó como alcalde, estaban sin asfaltar 600 calles, “todos los barrios altos no tenían agua, como Pizarrales, San Bernardo y la margen izquierda; teníamos una escasez tremenda”. Y como también relata en su libro, en esa época de finales de los 70, la ciudad tenía un urbanismo depredador, “que se estaba ‘cargando’ el Barrio Antiguo, había que hacer un plan especial, general, y fue una lucha”. De la elaboración del libro, lo que más le ha costado ha sido verificar las fechas y las cifras que aporta, “aunque lo hago entretenido, con muchas anécdotas, algunas las tenía apuntadas, y otras las recuerdo”. Lo que Málaga quiere dejar claro es que son unas memorias políticas, no personales, aunque también cuenta experiencias vividas como médico, “como cuando fuimos a Las Hurdes un grupo de médicos para atender a pacientes allí, o todo lo que supuso la impronta en la Universidad Pontificia cuando llegué a ser catedrático de Psicopatología del Lenguaje”.
En el libro recuerda el gran cambio que se produjo en Salamanca y la recuperación de monumentos
El mayor disgusto que relata en su etapa como alcalde fue la oposición brutal que le hicieron en contra de la peatonalización de las calles. “Fue una campaña salvaje”, recuerda. En ese momento, Salamanca estaba dividida, pero Málaga recibió el apoyo de ambas universidades. “Me escribían cartas para decirme que aguantase”, cuenta. Y la idea era la de poder ir por una calle peatonal desde la Puerta de Zamora, la calle Toro y hasta el final del Puente Romano. Asimismo, recoge en el libro las tres o cuatro cosas que los historiadores consideran más importantes de aquella época: el Plan General de Ordenación Urbana, el Plan Especial, la Operación Piloto, con la que se recuperó el Casco Antiguo, etc. Al respecto, Málaga menciona una campaña que realizaron bajo el título ‘Salvar a un monumento cada año’, que desarrollaron con los propios recursos, y así salvaron una Casa de las Conchas medio en ruinas, la Casa Lis, la Cueva de Salamanca, la iglesia de San Blas, San Polo, La Purísima, la Clerecía o la torre de la Catedral.
En este libro también detalla la recuperación del barrio de Los Caídos (Chino), que estaba en el centro de la ciudad, “y logramos recuperarlo”. En esa época, por esa zona se construyó el Conservatorio de Música y el Palacio de Congresos, el primero de Castilla y León, “y ahora es una de las zonas más bellas de la ciudad”. Jesús Málaga cuenta desde su ‘balcón de la Plaza Mayor’ el mayor cambio que ha experimentado la ciudad, “en la década de los ochenta, donde vestimos a una ciudad desnuda, y ahora es una de las más bonitas de España”.
Por otra parte, en el libro habla de los títulos concedidos a Salamanca, “como la de Muy Culta, la de Patrimonio de la Humanidad, y uno del que estoy muy orgulloso, que nos lo dio el Consejo de Europa: Una Ciudad Para Vivir” De las anécdotas que cuenta, recuerda una del 23-F: “Mi mujer había salido de cuentas de mi cuarto hijo, y a las nueve de la noche me llamaron a la puerta de despacho; pensé que era por mi mujer, pero era el jefe de la Policía Local, vestido de gala, se puso firme y me saludó: “La Policía Local, con la Constitución española”. Recuerda que en ese momento se emocionó y le abrazo.
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