La Hospedería de los Judíos

Texto: Jesús Málaga

Fotografías: Andrés Santiago Mariño

La presencia de los judíos en Salamanca destaca en las cátedras de Medicina y en la dirección de una alberguería con hospital

Los judíos salmantinos permanecieron en la ciudad, junto con los mozárabes, durante la ocupación sarracena de Salamanca. Una vez repoblada por don Raimundo de Borgoña y su mujer doña Urraca, la comunidad de los Hijos de David se agrupó junto al castillo, al abrigo y protección del alcaide de la fortaleza nueva, la que sustituyó al viejo castillo que se encontraba en la Puerta del Sol, en lo que hoy es iglesia de San Isidoro de Sevilla, conocida popularmente como iglesia de San Isidro.

La comunidad judía se extendía por la zona repoblada por los Serranos, por lo que hoy es la calle Vera Cruz, por el final de Libreros, la calle Tentenecio, en la de Gibraltar, en el Teso de la Peña Celestina y en la Vaguada de la Palma. Los Colegios Mayores de Cuenca y Oviedo, los conventos de San Cayetano y de San Agustín, el Colegio del Rey y el de Trilingüe, se entremezclaban con un centenar de casas, pajares, cuadras y callejuelas donde vivía la mayoría de la comunidad judía de Salamanca. Los contornos del barrio llagaban a la ermita de San Gregorio y a la Cuesta del Alcázar, lugar, este último, donde se encontraban las Tabernas del Vino Blanco y donde, en cuevas y chabolas, vivían prostitutas y familias marginales. En este paraje es donde Fernando de Rojas recrea la Celestina.

Dos puertas en la muralla limitaban el barrio judío, la puerta de los Milagros y la del Río. Algunas de sus estrechas calles llevaron el nombre de algún ilustre vecino. Este es el caso de la calle del judío Uguero, que con anterioridad se llamó del Aire1. Era una calle paralela a la calle de San Gregorio que desembocaba en la cuesta del Alcázar. También tuvo la suya Bellido Cohen, afamado platero del siglo XIII.

Pero el judío salmantino más ilustre fue, sin duda, Abraham Zacuth, al que la Universidad, en justicia, ha dedicado la biblioteca del Campus de Ciencias. Nació en Salamanca en 1452 y murió en Damasco en 1515. Astrólogo, astrónomo e historiador, profesor en Salamanca y en Zaragoza. Fue asesor del obispo de Salamanca y del Maestre de la Orden Militar de Alcántara. Expulsado por los Reyes Católicos por permanecer firme en la fe de sus mayores, pasó a Portugal con miles de sus compatriotas, donde fue favorecido por el rey Juan II por tratar sede un famoso astrólogo. Asesoró al soberano luso favorablemente para que Vasco de Gama realizara el viaje bordeando África. Antes de llegar a Damasco pasó por Túnez y Turquía. Sus obras más importantes fueron el Almanaque Perpetuo, utilizado por Colón y cuantos se atrevían a cruzar los mares, y el Tratado de las Influencias del Cielo. Fue uno de los que inspiraron a Fernando Gallego para pintar el Cielo de Salamanca. En su intervención en el campo de la historia destaca el Libro de los Linajes, obra clave para entender la historia hispanojudía.

Alejado de este lugar, en la Plaza de San Marcos, vivía otra pequeña comunidad de judíos que se sentía segura y protegida por el fuero especial de ese territorio-corralón que estaba sometido a la Clerecía de San Marcos. A esta antigua institución pertenecían todos los párrocos y clérigos que ejercían su magisterio en la capital y que tenían como iglesia el original templo redondo, limítrofe con la Puerta de Zamora y con el lienzo de muralla medieval. En esta iglesia románica, dedicada al Evangelista San Marcos, realizaba la clerecía sus reuniones hasta que se produjo la expulsión de los Jesuitas de su colegio de la Compañía. Fue entonces cuando el Rey otorgó a la Clerecía de San Marcos el colegio, la iglesia y la sacristía jesuítica, pasando a estas dependencias la sede de la Clerecía de San Marcos. Este es el origen de que popularmente se llame Clerecía al Colegio de los Jesuitas.

El Fuero de Salamanca habla de los judíos y reclamaba que para ellos que no haya otro señor que el Rey y el Consejo de Salamanca. Ambos poderes debían amparar en derecho a este colectivo marginado por los cristianos, pero la realidad es que no siempre fue así. Pagaban impuestos directamente al rey, sin pasar por intermediarios, al igual que lo hacían los nobles, los concejos y la iglesia, privilegio que les produjo más de un disgusto2.

En primer plano, la iglesia de San Millán y, tras ella, el edificio que se levanta en el lugar donde estuvo la Sinagoga Mayor.

Aunque los reyes otorgaban protección a los judíos, éstos tuvieron que soportar varias persecuciones y las murallas que a veces los protegían, otras servían de cárcel. En muchas de las persecuciones había solamente la insana pretensión de destruir la documentación de los préstamos concedidos por judíos a cristianos, única prueba para reclamar ante la justicia los pagos pendientes.

Los Trastámara fueron una dinastía antisemita. Enrique, asesino de Pedro I de Castilla -rey proclive a los hebreos- su hijo Juan I y su nieto Fernando I de Aragón destacaron por su enemistad manifiesta con los judíos. Los Trastámara apoyaron al predicador dominico, el controvertido Vicente Ferrer, que se dedicó a convertir judíos por toda España de forma expeditiva.

Los judíos llegaron en gran número a Salamanca después de la fundación de la Universidad, y en muchos casos ocuparon cátedras, destacando su presencia en los estudios de medicina. Las profesiones más frecuentes entre los hijos de Abraham eran las de prestamista, banquero, oficios artesanales, médico y no faltó el innoble e impopular oficio de recaudador de impuestos.

Dos sinagogas y un hospital

La judería salmantina llega a su esplendor en el siglo XV, poseyó la categoría de aljama, junta de judíos con sinagoga y con rabinato. El rabino era, y es, el maestro religioso judío intérprete de la Torá, bajo cuya tutela religiosa se establecía la comunidad.

Los judíos salmantinos debieron ser influyentes y numerosos, así lo demuestra que tuvieran en activo dos sinagogas3 y una alberguería con hospital para acoger a los enfermos de su raza que precisaran de atenciones sanitarias o atenciones especiales en los últimos años de vida.

Las dos sinagogas o templos judíos se edificaron una enfrente de la otra. La Mayor en las proximidades de la iglesia de San Millán y la Menor o nueva en loque hoy es Facultad de Matemáticas. En uno de los pasillos del centro de Exactas se cuelga un letrero que recuerda al lector que se encuentra en el lugar de oración para los judíos “Esta es la Puerta del Cielo, por ella entrarán los justos”. Esta sinagoga se hizo famosa porque en ella se produjo la conversión masiva de los hijos de Abraham después de la predicación de San Vicente Ferrer. En su interior se visionó el milagro de las cruces blancas. Aparecieron resplandecientes sobre las cabezas de los judíos que en sábado, la fiesta judía, se encontraban en oración. Según relatan las crónicas cristianas, los allí congregados, viendo el portento, pidieron en masa el bautismo.4

Junto a la Sinagoga Mayor, detrás de la iglesia de San Millán, se situaba la Alberguería de los Judíos, uno de los más antiguo de los hospitales salmantinos, que data de 1230 y que estuvo en pie durante 262 años, hasta que se produjo la expulsión de los hebreos por los Reyes Católicos en 1492. En esa fecha la Sinagoga Mayor fue derruida y cedida por los reyes al cabildo que en su solar construyó viviendas que se vendieron mal, malvendiéndose por cuatro mil maravedíes a Benito de Castro.

Cerca de la Sinagoga Mayor estaba también la carnicería judía. Abastecía de carne a la comunidad de judíos salmantinos con la carne de animales que habían sido sacrificados según la ley de Moisés. Con la salida de los judíos desaparecieron las dos sinagogas y se clausuró el fosario o cementerio de los judíos del que no tenemos ningún vestigio o rastro, aunque sabemos que se encontraba en el Arrabal del Puente.

La Sinagoga Menor fue donada al Cabildo Catedralicio que a su vez la cedió a los Mercedarios que, hasta entonces, vivían extramuros, en el Arrabal del Puente. El convento que erigieron los Mercedarios se puso bajo la advocación de la Vera Cruz, en recuerdo del milagro obrado por San Vicente Ferrer. La Guerra de la Independencia trajo la ruina al convento de Tirso de Molina5 que pasó, con el tiempo, a ser cuartel de Intendencia, colegio de enseñanza primaria y, por último, Facultad de Matemáticas. Sobre el solar de la Alberguería de los Judíos se levantó el Colegio Menor de San Millán.

La expulsión de los judíos tuvo prolegómenos en otras persecuciones anteriores. Las primeras en 1231 y en 1391 fueron seguidas por otras más sibilinas, como la que tuvo lugar con la predicación de san Vicente Ferrer en 1411 o con la incautación, decretada en 1415 por el Papa Benedicto XIII, de los libros escritos por y para los judíos.

En todos esos años se inventaron bulos interesados contra los judíos. En Salamanca, una de las patrañas se convirtió en milagro. Para seguir esta historia hay que visitar en la catedral nueva, en la capilla de la Virgen de la Verdad, una imagen que nos habla de lo allí ocurrido. Un cristiano es acusado por un judío de no abonar una deuda pendiente, el cristiano lo niega y pide someterse al tribunal divino. El jurado, integrado por cristianos viejos, se traslada ante una imagen de la Virgen venerada en la catedral y le preguntan si tiene o no razón el cristiano. Ante todos los presentes la imagen mueve la cabeza de arriba abajo en señal de afirmación. Este fue el signo para que la justicia real cayera sobre el judío usurero y salvara de pagar la deuda al cristiano tramposo. Esta farsa fue una de las muchas que recorrieron toda España. Se proclamaba por calles y plazas la existencia de judíos que profanaban Hostias Consagradas o que cometían asesinatos de niños, todo valía para desprestigiarlos y para cancelar, por la vía rápida, los préstamos pedidos y no pagados.

Lugar donde se encontraba la Hospedería y el Hospital de Judíos.

En enero de 1342, la Reina Margarita, señora de Salamanca y esposa del Rey Alfonso XI, prohíbe la usura, disponiendo que los judíos de Salamanca no presten a más de al tres por cuatro, según las leyes del cuaderno. También dispuso que los bienes de las mujeres casadas no fueran asignados a los de sus maridos cuando éstos deban pagar deudas a judíos, y lo que era aún peor, esta norma se establecía de manera especial en las deudas con los hebreos salmantinos. Se daba sistemáticamente un año de carencia a las deudas contraídas por los cristianos con los prestamistas judíos. Después de la predicación de San Vicente Ferrer en Salamanca, a los judíos se les ordenó ponerse tabardos con una señal bermeja y a los árabes, entonces moros, capuces verdes con una luna clara.6

Los Reyes Católicos expidieron una pragmática en Granada el 31 de marzo de 1492. En este documento, distribuido por cada uno de los rincones de sus reinos, hacían saber a todos sus súbditos que expulsaban a los judíos asentados en sus posesiones, dándoles seis meses para abandonar sus domicilios. Solamente dejaban libres del destierro a los judíos que optaran por la conversión. Las cifras de judíos que apostataron de su fe, convirtiéndose en marranos o nuevos cristianos, son muy variadas según los autores, pero la mayoría las acercan a los 300.000. A esta cifra hay que sumar otros tantos que no quisieron renegar de sus creencias y tuvieron que salir de España, siempre en un número no inferior a otros 300.000. Esto supone que los judíos españoles en tiempos de los Reyes Católicos superaban los 600.000.7

Antiguo convento de La Merced que con anterioridad fue Sinagoga Menor.

En la provincia de Salamanca la expulsión afectó fundamentalmente a las comunidades judías de Alba de Tormes, Béjar, La Orbada, Monleón, Tamames, Santiago de la Puebla, Cantalapiedra y Ciudad Rodrigo.8 Una gran mayoría de los judíos salmantinos marcharon a Portugal en los meses de mayo, junio, julio y parte de agosto. El rey portugués, don Juan, permitió el paso a su territorio durante seis meses a cambio de cobrar a cada judío un fuerte impuesto. Villar y Macías cuenta que por la frontera de Ciudad Rodrigo cruzaron al país vecino nada menos que 35.000 almas.

La humillación que sufrió el pueblo judío fue demoledora. No se les permitía llevar ningún tipo de joya, ni oro, plata, monedas ni otras muchas cosas de valor. Vendían la casa por un asno o por ropa para abrigarse. Malvendían sus posesiones. Algunos salmantinos desaprensivos aprovecharon la desesperación de muchas familias judías para enriquecerse.

Los que optaron por convertirse a la fe de Cristo fueron aquellos que estaban más separados de la práctica religiosa y los judíos más influyentes en la corte, los banqueros y destacadas figuras profesionales.

El barrio judío salmantino quedó despoblado y desolado. El que fuera lugar de bullicio y vitalidad quedó en silencio y respirando tristeza. Aquellos salmantinos adinerados que se habían aprovechado de los hebreos, comprando a precio de saldo sus pertenencias, tuvieron que abandonar la ciudad y trasladarse a sus posesiones en el campo, al desencadenarse una terrible plaga de peste que diezmó a la población.

Algunos autores hablan de la existencia de otro hospital judío, el de La Estrella, situado junto a la hospedería o Alberguería. Para corroborar esta afirmación se cita como médico de dicho centro sanitario al doctor Taumel, considerado como el primer profesor de Anatomía de la Universidad de Salamanca. Seguramente este hospital formó parte de la Alberguería, siendo uno de los espacios lugar de acogida y el otro el de tratamiento de los asilados enfermos.9


Notas:

  1. Esta calle no tiene nada que ver con la actual del mismo nombre que sale de la Plaza de la Constitución hasta la Plaza de Santa Eulalia. ↩︎
  2. Hijo, T. Leyendas, milagros y rumores extraordinarios de la ciudad de Salamanca. Amarú Ediciones. Salamanca . segunda edición 2007.79-86. ↩︎
  3. Algunos autores hablan de la existencia de tres sinagogas en Salamanca ↩︎
  4. Algunos autores hablan de que el día del milagro fue en domingo. ↩︎
  5. Las investigaciones de la profesora Berta Pallarés, recogidas del mercedario Luis Vázquez, pone en duda la permanencia de Tirso en Salamanca como hasta ahora se había sostenido. A pesar de que escribiera una obra sobre la Peña de Francia, no hay constancia de que fuera alumno de la universidad, que residiera en Salamanca ni de que fuera profesor de Estudio Salmantino. Eso no descarta que en alguna ocasión estuviera de paso en el convento salmantino. La docencia de Tirso se realizó siempre en los conventos de su orden, nunca en centros universitarios. ↩︎
  6. Villar y Macías, M. Historia de Salamanca. 1974 Libro V. Salamanca libroV: 32-38. ↩︎
  7. Netanyahu Benzion. Los Marranos Españoles según las fuentes hebreas de la época (siglos XIV-XYI). Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura. 2002 ↩︎
  8. Rodríguez herrero, J. J. Conoce Salamanca. Diccionario Enciclopédico de Salamanca y su provincia. La Gaceta Regional. Salamanca, volumen II, 2002:278 ↩︎
  9. Perona Larraz, J.L. y otros nueve autores. Historia Hospitalaria de la Vía de la Plata. Junta de Castilla y León, Junta de Extremadura, Caja Duero y Rotary Club. 2009: 173 ↩︎

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