Por Jesús Málaga
En los últimos días de octubre de aquel año se conocieron las estadísticas oficiales sobre la epidemia. Solamente dos pueblos, de los 386 que tenía entonces la provincia, estuvieron libres de la enfermedad: La Atalaya y Valsalabroso
En septiembre de 1918 se declaró una epidemia de gripe en Salamanca con sintomatología digestiva. Desde instancias sanitarias se acordó vigilar a los portugueses en tránsito desde Francia a su país, al creerse que el foco procedía del país vecino. Debido a la epidemia, se habían contabilizado seis defunciones, una de ellas, una mujer acogida en el asilo de las Hermanitas de los Pobres. El 27 de septiembre ya eran cien los pueblos afectados de gripe y, según las autoridades sanitarias, la epidemia seguía extendiéndose por toda la provincia…
Según pasaban las horas, la gripe hacía estragos en los pueblos. En El Cubo de Don Sancho, de sus 250 vecinos, 200 estuvieron afectados y 30 de ellos murieron. El médico, enfermo también, no dejó de atender a sus pacientes. Eran tantas las defunciones que no doblaban las campanas para no alarmar a los vecinos. En Herguijuela de la Sierra, a finales de septiembre ya habían muerto 27 de sus habitantes. Se prohibió la comunicación entre pueblos para impedir la trasmisión, sin contar con que los trenes procedentes de Francia con destino a Portugal venían atestados de portugueses atacados de la enfermedad.
La gripe afectó de lleno a la capital, donde se presentaba con un cuadro de bronconeumonía. La Junta del Colegio de Médicos acordó recomendar a la población que se abstuviera de aplicar remedios caseros hasta consultar con su médico de cabecera, que los que tuvieran formas leves guardaran al menos cuatro días de cama y que se extremara la higiene y la limpieza de calles por parte del Ayuntamiento.
El Colegio de Médicos recomendó guardar al menos cuatro días de cama y extremar la higiene
El gobernador prohibió el traslado a otras localidades de cadáveres muertos como consecuencia de la gripe o por cualquier otra enfermedad epidémica. Al finalizar octubre, los atacados de gripe en la ciudad eran unos 600, la mayoría casos leves.
Seguían llegando malas noticias de los pueblos infectados.
En Salamanca capital, las defunciones triplicaban a los nacimientos. En la alquería El Tejadillo, propiedad de los marqueses de los Altares, de las once personas que en ella residían, nueve fallecieron a causa de la gripe. A partir de la segunda decena de octubre comenzaron a bajar los casos en la ciudad, aunque permanecían en los pueblos.
A estas desgracias se sumaron otras no menores para la población de cara al invierno cercano: se constataba la escasez de carbón, y quedó desierta la subasta para adjudicar las obras de desviación de las aguas de los regatos del Anís y de la Florida; ambos recogían aguas residuales y producían grandes problemas de higiene.
En octubre, en la calle de la Palma se diagnosticaron dos casos de viruela; para prevenir el contagio, los pacientes fueron aislados. La charca donde lavaban la ropa las familias del Alto del Rollo fue clausurada, y el Ayuntamiento obligó a los cafés, bares y tabernas a desinfectar diariamente sus establecimientos. El concejal Llópiz pidió que se prohibiera el uso de agua bendita en las iglesias por considerarla un foco de infección.
En los últimos días de octubre, se conocieron las estadísticas oficiales sobre la gripe. Solamente dos pueblos, de los 386 que tenía entonces la provincia, estuvieron libres de la enfermedad: La Atalaya y Valsalabroso.
El concejal Llópiz pidió que se prohibiera el uso de agua bendita por considerarla un foco de infección
En la capital, los días 19 y 20 de octubre murieron 10 personas, tres de ellas de gripe. En ‘El Adelanto’ del 26 de octubre se dio a conocer el número de casos en 280 pueblos que sumaban 270.391 habitantes. Los afectados por gripe llegaron a los 80.234, y las defunciones por esa causa, a 2.617. En este recuento no se encontraba la capital.
Los datos más avanzados, aportados el 6 de noviembre, recogieron los de los 360 pueblos afectados: 126.339 vecinos griposos y 3.377 defunciones. En la capital los infectados fueron 7.931, con 117 defunciones, 32 en septiembre y 85 en octubre.
El médico Íñigo Maldonado descubrió un bacilo desconocido en el análisis de los esputos de enfermos griposos de Béjar que producía una enfermedad exótica, mortífera. El bacilo tenía un gran parecido con el de Pfeiffer. El 4 de noviembre apareció en la prensa una carta abierta de Maldonado negando haber afirmado que el microbio aislado por él fuera el productor de la gripe. Las autoridades sanitarias dudaron desde el primer momento de este hallazgo, el descubrimiento fue puesto también en duda por Ramón y Cajal.
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