Comienzo hoy un encintado de artículos dedicados a las fuentes salmantinas, las que se encuentran en funcionamiento y aquellas otras que desaparecieron en su día y han dejado su recuerdo en el inconsciente colectivo de los salmantinos y a las que nos referimos con frecuencia sin saber dónde estaban, el porqué de su nombre, las propiedades curativas, si las tenían, y las curiosidades e historias que las envolvían.
Las fuentes manantiales fueron utilizadas por nuestros antepasados para garantizarse agua de boca sin contaminar, a veces, con propiedades curativas. Las procedentes del río Tormes llegaron al centro de Salamanca para abastecerla del líquido elemento muy tarde, y mucho más en ser consumidas sin peligro.
En febrero y marzo de 2023, fui invitado a impartir unas clases en la Universidad de la Experiencia de la Pontificia de Salamanca sobre un tema apasionante, pero poco conocido por los que vivimos en esta bella ciudad, el Barrio Judío de la capital del Tormes. Para documentarme, consulté los trabajos sobre el tema del famoso catedrático de Hebreo y Arameo de las dos universidades salmantinas, la USAL y la UPSA, Carlos Carrete Parrondo, y los de su discípula, la profesora titular de ambas lenguas, María Fuencisla García Casar, con docencia en la Universidad de Salamanca.
Casi todas las referencias que encontré alusivas a lugares, edificios, hechos históricos, instituciones y un largo etcétera las pude ubicar con más o menos esfuerzos, y eso que el espacio, tal como fue, es hoy completamente inidentificable e irreconocible. Con calma, mucha paciencia y buscando en otras fuentes bibliográficas, pude asignar dos de las tres sinagogas, el Midrás, el fosario, las calles del barrio judío, el caserío, el desafiadero y el Postigo Ciego, entre otras estructuras urbanas más.
Entre los muchos elementos recogidos que recordaban la vida de los judíos salmantinos me topé con uno que no fui capaz de ubicar, la fuente de los Pastores. Confieso que no había oído hablar de ella. En estos casos, suelo recurrir a las personas que, a mi juicio, conocen mejor la Salamanca actual y del pasado. Entre ellos se encuentra el periodista Ignacio Francia, que ha ejercido su profesión en los dos periódicos centenarios salmantinos, El Adelanto y La Gaceta Regional; de su pluma han salido libros, artículos, prólogos y monografías referidas a asuntos salmantinos. Me dirigí a él, y cuál fue mi sorpresa cuando me dijo que no conocía tal fuente y, lo que era peor, que no había oído hablar nunca de ella.
Por aquellas fechas llegaron a mis manos dos libros de un mismo autor, Francisco Javier Barragués Tapia. El primero de ellos, publicado por la Diputación Provincial de Salamanca y referido a un pueblo industrial, Vistahermosa, nacido en el siglo XIX y del que yo había conocido a algunos de sus jóvenes moradores, compañeros y alumnos del Colegio Ateneo Salmantino, situado en la calle Sorias. El segundo libro, Dando tiempo al tiempo, es una brillante autobiografía que atrae como un imán desde la primera página. Cuando su autor se puso en contacto conmigo para que le presentara esta obra en la plaza Mayor, en la Feria Municipal del Libro de 2023, fue cuando descubrí la existencia de la fuente que buscaba.
Para preparar mi intervención, comencé a leer con mucha atención el texto, y hete aquí que saltó la sorpresa; de repente, Francisco Javier comienza a hablar de la fuente de los Pastores como un hermoso lugar donde solía pasear cuando se quedaba solo para deleitarse en el campo, en los alrededores de supueblo. Me faltó tiempo para ponerme en contacto con él para que me hablara del lugar donde estaba enclavada. Me contestó de inmediato; iba todas las mañanas a caminar y, en la temporada de moras, recogía este fruto silvestre en los abundantes zarzales que rodean el manantial. Su localización es sencilla, en la carretera de Matilla de los Caños del Río, en un camino que sale a la derecha, donde se encuentra una vaquería. Es una de las vías que lleva a Tejares desde Vistahermosa; a la izquierda está la fuente de los Pastores, conocida en los entornos por hacer el agua fresca, y es donde su abuela le decía que iban a lavar las mujeres del pueblo a principios del siglo XX.
La fuente de los Pastores debió ser utilizada por los ganaderos que transitaban por la calzada llamada de Los Alambres, que iba hasta Matilla de los Caños del Río en dirección a Ciudad Rodrigo, cuando con sus rebaños salían de la ciudad o, en sentido contrario, se acercaban a ella. Cerca, vadeando el arroyo del Zurguén, discurre otra calzada más importante, la llamada por los romanos Calzada de la Plata, que después de abandonar Aldeatejada se divide en dos ramales, uno que se dirige al sur por Morille y el otro, también hacia el sur, por San Pedro de RoRozados. La fuente de los Pastores se encuentra en unos terrenos elevados sobre el nivel del Tormes a su paso por Salamanca, a unos 900 metros sobre el nivel del mar.
Ya solo me quedaba confirmar los datos topográficos, y los encontré en la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca, en la hoja nº 478 del Mapa Topográfico Nacional escala 1:50.000, elaborado por el Instituto Geográfico Catastral de Estadística en 1934, mapa que los lectores pueden ver en estas páginas. Ampliando el objetivo, saltan a la vista otros datos seguramente desconocidos para los conocedores de la geografía de Salamanca y su alfoz: la existencia de dos fuentes más, la fuente del Prado, cerca de los Montalvos, y la fuente Seca; ambas vierten o vertían sus aguas, en tiempos de abundancia, en el regato de Peña Solana.
A partir de entonces, cuando enseño Salamanca y tengo que referirme a los judíos salmantinos, recuerdo la llamada fuente de la Inquisición o fuente del Cerezo, en la carretera de Ledesma a Golpejas, y la fuente de los Pastores, cerca del desaparecido pueblo industrial de Vistahermosa.
Pero para más seguridad, para retener el paraje entre nuestras experiencias placenteras, invito a los lectores de este artículo a visitarlo aprovechando las tardes soleadas de la primavera.
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