La emoción de la Salamanca cotidiana

Con su séptimo libro, Jesús Málaga Guerrero inicia una trilogía que se asoma a la vida diaria de los salmantinos desde los inicios del siglo XX, cuando España perdió sus últimas colonias, hasta su llegada a la Alcaldía, casi recién estrenada la democracia

Dice el Dr. Jesús Málaga Guerrero que lo que siente hacia Salamanca es una especie de “atracción fatal” que hace que permanezca “atado constantemente” a una ciudad que considera mitad “novia”, mitad “madrastra”. De cuánto la quiere ha vuelto a obtener prueba a lo largo de los dos años que ha dedicado –a un ritmo de ocho horas diarias– a escribir su séptimo libro, ‘La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX (1898-1923)’, el primero de una trilogía “que removerá la emoción de los salmantinos”, porque en ella “salimos todos”: lo que somos a partir de lo que fueron nuestros más recientes antepasados.

El primer tomo de la obra, editada por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes, se presentó el 17 de diciembre en un acto en el que, además del autor, intervinieron el alcalde en funciones de Salamanca, Carlos García Carbayo; su antecesor hasta hace unos días, Alfonso Fernández Mañueco; el rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero; la presidenta del Centro de Estudios Salmantinos, María Jesús Mancho, y el catedrático de Historia Moderna de la USAL Luis Enrique Rodríguez San Pedro. A través de más de 800 páginas y un centenar de fotografías, Jesús Málaga cuenta cómo era la vida en la provincia durante los años que transcurrieron desde 1898, cuando España pierde sus tres últimas colonias, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera, en 1923.

Su resumen de la cotidianidad de la Salamanca de principios del siglo XX es rotundo: “Era horrible”, dice. Y para que no quepa duda, cita unas sobrecogedoras palabras con las que Filiberto Villalobos llegó a definir el día a día de las gentes de la época: “He visto vivir al salmantino como no pueden vivir ni los animales”.

“Según los datos oficiales, de una población de 24.000 personas, 17.000 eran pobres de pedir. Había una pequeña burguesía muy ligada al funcionariado de la Universidad, pero la población en general vivía en una situación lamentable; la mortalidad infantil era horrenda –en el hospicio ascendía a un 53% de los niños–, muchas veces asociada a enfermedades como el sarampión, la viruela o la rabia, y el analfabetismo absoluto, del 37%, aunque Filibeto Villalobos llega a aproximarlo al 70%”, explica el Dr. Málaga Guerrero, quien recuerda que esta realidad habla de la Salamanca ‘de antes de ayer’, la de “nuestros abuelos, no la del siglo XVI”.

“Ganas de salir del bache”

Sin poder eludir una “mirada de médico” que le ha hecho detenerse en detalles sanitarios –las primeras mesas de mármol para la disección de cadáveres, la primera Casa de Socorro, los problemas de saneamiento, la desinfección de los trenes que llegaban de Oporto para evitar la extensión de la epidemia de peste…–, ha buceado en periódicos, documentos, datos e historias, y ha logrado incluir en su libro varios índices de personas, instituciones y lugares que recuperan rincones “que ya no existen”.

Y pese al panorama dramático y lleno “de contrastes” que ha descubierto en su búsqueda, se queda con el mejor de los espíritus: “Lo que más me ha llamado la atención es comprobar, en una Salamanca llena de covachas y miseria, las ganas de la sociedad de salir del bache”, afirma Málaga Guerrero, quien confiesa que este trabajo le ha llegado “muy al alma”.

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