Juan Luis Muñoz Bellido

Jefe del servicio de Microbiología del CAUSA

“En cuatro meses se han hecho 30.000 diagnósticos por PCR”

El Dr. Muñoz prefiere quedarse con los aprendizajes, pero lamenta que no se haya dado a los residentes la respuesta a su implicación “que hubiera sido de justicia”

1. Desde su experiencia, ¿qué debilidades y qué fortalezas ha sacado a la luz la pandemia en el sistema sanitario de Salamanca?

Una fortaleza en la que creo que estaremos todos de acuerdo es el grado de implicación y compromiso del personal sanitario. También el nivel de preparación del personal, así como su capa￾cidad de respuesta y adaptación a situaciones cambiantes. En el caso concreto de nuestro servicio, asistimos a un incremento exponencial de la demanda, tanto cuantitativo –en cuatro meses se han hecho en el hospital 30.000 diagnósticos moleculares (PCR) de coronavirus– como cualitativo (hemos llegado a tener en marcha, simultáneamente, diez tecnologías distintas para este diagnóstico, 15 si tenemos en cuenta también los estudios serológicos, lo que supone un extraordinario sobreesfuerzo para el personal técnico). Ello obligó a reforzar plantilla, modificar turnos y a una gran labor de gestión para conseguir lo que ha sido nuestro gran desafío en este periodo, ante la escasez de material diagnóstico a nivel mundial: no quedarnos parados por falta de suministros. Estas circunstancias hay que saber aprovecharlas también para detectar con humildad nuestras debilidades y afrontarlas. Estábamos trabajando con plantillas demasiado escuetas, era necesaria una inversión importante en tecnología y, al menos en nuestro caso, se ha demostrado que es imprescindible ir hacia un modelo de contratación que, al menos en algunos casos, permita a los servicios perfilar el tipo de profesional que necesita.

2. Con ese análisis previo respecto a las deficiencias encontradas, pero también poniendo en valor los puntos positivos, ¿qué retos deben asumirse a corto, medio y largo plazo?

Hemos demostrado que podemos actuar a todos los niveles (servicios asistenciales, gestión de suministros y compras, toma de decisiones, etc.) de forma mucho más ágil y expeditiva. Deberíamos intentar mantener ese impulso. Los servicios necesitan tener la posibilidad de perfilar el tipo de profesional que requieren en función de la actividad que vayan a desarrollar. Y necesitamos plantillas más holgadas, que nos permitan un mayor margen de adaptación a circunstancias de este tipo.

3. Con los datos y la evolución que se han observado en Salamanca, ¿se podría explicar por qué es una de las provincias más afectadas de España?

Está claro que ha habido varias circunstancias que han influido de forma decisiva: la proximidad con Madrid y el intenso intercambio comercial, administrativo, docente, etc. con la capital; el tratarse de una ciudad con una numerosa población flotante foránea, tanto por turismo como por estudios… Y no podemos olvidar que se trata de una provincia con una media de edad alta, por tanto, con un alto número de personas de edad avanzada, que es en las que más se han centrado los casos graves de COVID-19.

4. ¿Cuándo cree que seremos capaces de recuperar la normalidad asistencial? ¿O considera que la atención que se presta en los centros sanitarios ya nunca volverá a ser como antes?

Es muy difícil de prever. De momento, en el mejor de los casos, el SARS-CoV-2 va a ser un factor más a tener en cuenta ante muchos actos médicos (cirugías, estudios invasivos de todo tipo, trasplantes…), e inevitablemente va a añadir complejidad a todos los procedimientos que les rodean. Una situación similar a la anterior, probablemente, no la recuperemos del todo hasta que se disponga de una vacuna eficaz y universal.

5. ¿Qué medidas son más urgentes para dar respuesta a las necesidades asistenciales que han sido aparcadas por la COVID-19? ¿Es necesario un plan nuevo para paliar las listas de espera?

Obviamente, durante unos meses se han aparcado todas las actividades que eran aplazables, y ahora se va a requerir un esfuerzo importante para que los tiempos de espera se mantengan en unas cifras asumibles.

6. Desde su perspectiva y posición, ¿está Salamanca preparada ahora para afrontar una pandemia como la vivida estos meses? ¿Y para un rebrote de la COVID-19?

Desde luego, estamos mucho más preparados que antes. Quizá el mayor cambio es que ahora somos conscientes de que esto puede ocurrir. Hacía 100 años que no se daba una circunstancia como ésta, y yo creo que habíamos perdido esta perspectiva. Y esa lección la tenemos que aprender a todos los niveles: dimensionamiento de las plantillas, actualización tecnológica, preparación de los profesionales, potenciación de una industria de diagnóstico nacional potente…

7. ¿En algún momento han sentido miedo o la sensación de que la situación no podría ser controlada? ¿Debe la población tener miedo?

Seríamos unos inconscientes si en algún momento no hubiéramos tenido al menos un cierto recelo, no ya sólo por nosotros, sino por nuestras familias, nuestro entorno, etc. Pero desde luego se ha impuesto la profesionalidad y la preparación del personal. Como decía Nelson Mandela, “el valor no es la ausencia de miedo, sino el ser capaz de sobreponerte a él y cumplir con tu obligación”. La población no debe tener miedo, pero debe ser consciente de que el riesgo sigue estando ahí, y de que conductas imprudentes nos podrían devolver al mes de marzo.

“Quizá el mayor cambio es que ahora somos conscientes de que esto puede ocurrir”

8. ¿Qué mensaje hay que trasladar en estos momentos a los ciudadanos? ¿Qué consejos o recomendaciones?

Las recomendaciones deben ser escuetas y claras. Cuatro palabras: higiene, mascarilla y distancia social.

9. La pandemia ha puesto en evidencia graves deficiencias en las residencias de ancianos, ¿necesitamos un nuevo modelo de asistencia sociosanitaria? Si es así, ¿cómo debe ser?

Las residencias se vienen convirtiendo, ya desde hace algunos años, en un problema sanitario complejo por las circunstancias que se dan en los residentes: edad avanzada, pluripatología, ingresos frecuentes… Y no sólo en relación con potenciales brotes epidémicos, sino también en relación con otras circunstancias importantes, como es la resistencia a los antimicrobianos. Esta situación ha venido a corroborarlo. Se trata de estructuras cuyo ‘ecosistema’ se asemeja, en muchas ocasiones, más al medio hospitalario que al comunitario, y deben, por tanto, estar bien dotadas en cuanto a personal sanitario, personal asistencial suficiente y suficientemente preparado, medios, etc. Y tendremos que asumir que esto supone un coste que, por una cuestión básica de justicia social, hay que asumir de forma solidaria. Pero esto entra ya más en el ámbito político que en el sanitario…

10. Resuma en unas líneas cómo ha vivido esta crisis sanitaria en su ámbito, qué ha supuesto en su vida profesional, qué ha aprendido, qué valora más de la experiencia y qué pediría una vez superados los momentos más aciagos.

Quiero quedarme con lo positivo. La respuesta del personal sanitario, la extraordinaria implicación de los profesionales de mi servicio a todos los niveles, la capacidad de respuesta que hemos demostrado, la solidaridad de compañeros de otros servicios menos afectados directamente por la situación (Hematología, Bioquímica, Anatomía Patológica…). Me queda el resquemor de que, a mi juicio, no se ha dado por parte de Sacyl la respuesta que hubiera sido de justicia a la implicación de los residentes de último año, y no se ha sabido competir con otras comunidades en la demanda de especialistas.

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