Podría decirse que Ignacio Dávila le debe a Violante el despertar de su ‘Yo’ poeta. El influjo de la misma dama que, allá por el Siglo de Oro, puso en “tanto aprieto” al gran Lope de Vega al mandarle hacer un Soneto de repente, animó un día al jefe de Alergología del Hospital Universitario de Salamanca a aceptar el reto y hacer lo mismo. Fue hace 20 años, durante un largo y aburrido trayecto en tren, y aunque nunca hasta entonces había puesto en práctica su vena literaria, el gusanillo de la escritura acabó por bajarse con él de ese vagón, agazapado en su maleta de efectos personales.
El pasado 23 de noviembre, en el Palacio de Figueroa, el Dr. Dávila presentó su primer libro, Sonetos al clásico modo, que reúne 37 de las innumerables composiciones que ha ido hilvanando desde aquel viaje, y que constituyen todo un tributo a la “belleza” de esta estructura poética de 14 versos y rima consonante.
El libro pretende ser una reivindicación de los sonetos “en tiempos de verso libre”, y aunque reconoce que siente “mucho pudor” al hacer públicas las creaciones que hasta ahora guardaba en un cajón –porque la poesía supone, en cierto modo, “desnudar el alma”–, asegura que la presentación le dejó “un buen sabor de boca” y que la “retroalimentación” le está llenando de sensaciones positivas. No en vano, había salido previamente victorioso de la prueba del algodón realizada por sus hijas, a las que a menudo recita sus versos y en las que tiene dos entregadas admiradoras.
Los poemas incluidos en Sonetos al clásico modo se distribuyen en tres apartados en los que se van desgranando títulos que rinden homenaje a sus más admirados poetas clásicos –Góngora, Lope de Vega, Santa Teresa, Quevedo, Garcilaso de la Vega…–, ofrecen una mirada particular a los temas más variopintos –la relatividad, la batalla de Lepanto, su querida Salamanca, el ajedrez, el espejo…– o permiten al lector asomarse a emociones y pensamientos más personales o íntimos. Es el caso de La vela y el viento (que puede leerse en estas páginas), El rincón o To her, remembering Elvis, dedicado a su mujer.
Porque Ignacio Dávila, que acaba de tomar posesión como presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), puede encontrar la inspiración en los lugares más insospechados, y es capaz de ensimismarse cuando esta llega. “A veces, cuando estoy cansado de hacer otras cosas, escribo una línea y acabo enfrascado. Otras veces me sale una frase cuando voy caminando por la calle. Voy apuntando todo Elogio a la cadencia de los ‘Sonetos al clásico modo’ El Dr. Ignacio J. Dávila, jefe de Alergología del hospital, presenta su primer libro, que constituye un elegante tributo a la “belleza” de estas composiciones poéticas en notas y lo arreglo después”, cuenta el también catedrático de la Facultad de Medicina de Salamanca, quien incluso ha dedicado una serie de poemas a la Alergología, aunque la mayoría, por el momento, no ha visto la luz.
Quien lo animó a reunir algunos de sus sonetos en un libro fue la escritora y periodista Charo Ruano, que ejerció como madrina de la obra el día de su presentación en el Casino de Salamanca. Además, explica el profesor Dávila, ha tenido la fortuna de contar con las sugerencias del escritor Emilio Pascual, “un erudito del soneto en España”, a la hora de “revisar y pulir” sus versos. Y en su primer poemario, los agradecimientos también se descuelgan, cómo no, con la hermosa y elegante cadencia de un soneto.
El libro ‘Sonetos al clásico modo’ puede adquirirse en las librerías Víctor Jara y La Latina, en la página web de la editorial Círculo Rojo y en otras plataformas digitales.
Cuando piensa en la Salamanca de su niñez, el Dr. Jesús Málaga Guerrero recuerda que había “curas por todas partes”. Su presencia era tan corriente, que los críos “les pedíamos una estampita” por la calle “y jugábamos a hacer procesiones”. Él entonces no lo sabía, pero con el tiempo ha conocido quiénes fueron los tramoyistas que diseñaron aquel escenario de su infancia. Lo cuenta en el tercer tomo de una obra en la que rememora La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX, esta vez centrada en el periodo 1940-1975, el de la larga dictadura franquista. Una época de la historia de España en la que destaca el protagonismo de Salamanca, a pesar de ser “una ciudad tan pobre y marginada”, tradicionalmente “alejada de los lugares de poder”.
En 1936, Francisco Franco había establecido su residencia oficial y su Cuartel General en el Palacio Episcopal de Salamanca, cedido por el obispo Enrique Plá y Deniel, donde no solo se aseguraba un emplazamiento simbólico, sino también seguro, convencido de que el entorno monumental no iba a ser bombardeado por la aviación republicana. Iniciado el franquismo, las autoridades del régimen eligen la capital salmantina para llevar a cabo un plan: “construir sobre sus ruinas la Ciudad de Dios”, llevando a la práctica el modelo defendido por San Agustín en su obra homónima, en la que contraponía la ciudad sagrada y la ciudad pagana, la decencia y el pecado, el bien y el mal. Como explica Jesús Málaga, esta misión, comandada por el propio Plá y Deniel, se asentaba sobre la necesidad de edificar una urbe “que plasmara el nacionalcatolicismo y fusionara una forma política y religiosa autoritaria de concebir la vida”. En definitiva, añade el autor, “una ciudad entregada a lo religioso, hecha solo para el altar”.
Así, en La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX. 1940-1975, el Dr. Málaga cuenta que en estos años “se empezaron a construir conventos por todas partes” –más de 200 instituciones religiosas, 30 de ellas de grandes dimensiones– y que se obstaculizó el desarrollo de todo tipo de industria en la ciudad, incluso la opción de albergar la fábrica de coches Renault, que finalmente se instaló en Palencia. “Todo el dinero que en otras zonas se destinaba a impulsar el crecimiento económico, aquí se dedicó a lo religioso”, sostiene el autor del libro, editado por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes, y que incluye dibujos de Inés Málaga Ugidos y de Olga Málaga Ugidos, fotografías de Vicente Sierra Puparelli y Antonio Gil Sánchez e imágenes proporcionadas por la Filmoteca de Castilla y León.
La obra, presentada el 26 de septiembre en el Palacio de Figueroa, continúa el recorrido iniciado por el exalcalde de Salamanca en los dos tomos anteriores –correspondientes a los periodos 1898-1923 y 1924-1939–, y ahonda en curiosos e importantes episodios de la historia más reciente, como la fundación de la Universidad Pontificia de Salamanca como respuesta alternativa a la fuerte oposición que generó el empeño de reinstaurar en la USAL los estudios de Teología y Derecho Canónico, desaparecidos en el siglo XIX. O la supervivencia de Medicina y Ciencias como facultades libres gracias a la financiación del Ayuntamiento y la Diputación. O el nacimiento de la Real Academia de Medicina de Salamanca, “con el Dr. Luis Sánchez Granjel como gran promotor, junto a un grupo de profesores y catedráticos”.
A Jesús Málaga, médico foniatra y psicólogo, le resultó “a veces un poco extraño” hacer el relato de esta etapa histórica, “porque cuenta cosas que yo mismo he vivido”. Pero más cercano todavía le resultará el periodo con el que cerrará su serie, que culminará “con la entrada de España en la UE”.
Para ello, mantendrá la rutina que le convierte en un escritor prolífico: cada mañana, partiendo de la Universidad de Salamanca, recorre los diez archivos en los que documenta su obra. Muchos de ellos, ubicados en esas mismas calles que el obispo rociaba a menudo con agua bendita, durante esa cruzada religiosa que quedó frustrada con la llegada del papa Juan XXIII, la convocatoria del Concilio Vaticano II y el nombramiento de un obispo “más progresista”, Mauro Rubio Repullés.
El libro ‘La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX. 1898-1923’, del que se han editado 700 ejemplares, está publicado por Edifisa.
No hay cosa que más fascine al Dr. José María Manuel García-Osuna y Rodríguez que indagar por los vericuetos de los grandes personajes históricos, a quienes tiene la capacidad de presentar como los seres humanos que son –con sus virtudes y sus defectos–detrás de su faceta más conocida, esa por la que han pasado a la posteridad como reyes y reinas, como conquistadores o ilustres figuras. Con todos ellos llega a establecer una relación de cierta cercanía y afecto, como le sucede, por ejemplo, con Alfonso X el Sabio, al que dedicó el tercero de los seis libros de historia que ha cocinado hasta la fecha, y a los que pronto se sumará un séptimo: cerca de 400 páginas sobre la emblemática batalla de las Navas de Tolosa. “Siento honda ternura por la figura de Alfonso X el Sabio, un hombre melancólico, con frecuentes altibajos y que tenía unas relaciones desastrosas con gran parte de su familia. Su hijo Sancho IV llegaba a llamarle hereje, porque padecía una sinusitis crónica que hacía que, cuando sufría crisis purulentas, el ojo derecho casi se le saliera de la órbita, algo que su vástago consideraba demoniaco”, cuenta el colaborador de Salamanca Médica, médico de familia e historiador. El monarca, un hombre profundamente culto que estaba convencido del poder de la sabiduría para engrandecer su reino, ha pasado a la historia por su amplia producción literaria y sus vastos conocimientos sobre las más diversas materias, desde la ciencia y la historia hasta la astronomía, la música y las artes plásticas. Pero también libró batallas, incluso con el Vaticano, que le excomulgó por blasfemo después de escribir en una de sus obras que si él hubiera estado junto a Dios durante la creación, “le hubiera aconsejado bien y el mundo hubiera salido mejor”. Como señala el Dr. García-Osuna, Alfonso X tuvo un intenso y decisivo vínculo con la Universidad de Salamanca (USAL). A él se debe la consolidación definitiva del Estudio salmantino, al que en 1254 otorgó unos importantes estatutos de organización y dotación de rentas, la carta magna que determinó el gobierno de la USAL en sus dos primeros siglos de existencia. El pasado año, con motivo del octavo centenario del nacimiento del rey sabio, la Universidad promovió la exposición ‘Arquitecto de Historias. Alfonso X y el saber histórico de la Edad Media’. Pese a sus indudables contribuciones, el relato que ofrece José María Manuel García-Osuna le retrata como un hombre incomprendido y con ciertas sombras. “Debía de ser muy caprichoso y tener grandes ataques de ira y violencia por los dolores de cabeza que sufría”, apunta el historiador. Lo cierto es que el monarca “estaba hecho polvo” y padecía numerosas enfermedades que finalmente “pudieron con él”: alteraciones hepáticas y renales, edemas en las piernas, un cáncer epidermoide en el rostro derivado de la coz de un caballo, tumor “que le comía la cara”, y una característica “melancolía”, un síndrome ansioso-depresivo “que se agravaba por las rebeliones constantes de su familia, sobre todo de su hijo Sancho IV”, que le dedicaba hirientes insultos, llamándole “leproso”. “Alfonso X el Sabio de León y de Castilla fue un hombre sin suerte en la vida”, concluye García-Osuna, quien considera que el monarca hubiera corrido mayor fortuna “con otra familia”.
El libro ‘Alfonso X el Sabio de León y de Castilla. Su vida y su época’ puede adquirirse en la editorial El Lobo Sapiens / El Forastero, en otras plataformas digitales y a través del propio autor
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