El renacer de un pianista

Fernando Viñals no sólo superó un grave accidente quele afectó a las manos, sino que transformó esta tragedia de la adolescencia en una existosa carrera como cirujano pediátrico sin abandonar ni un segundo la música para convertise en referente del jazz y tocar con los mejores

Cuando un músico de cuna y de vocación –“yo escuchaba la música clásica que ponía mi padre desde muy pequeño y ya sentía que ahí pasaba algo”–, con una formación ya definida –“a los 8 años estaba en el Conservatorio con García Bernalt haciendo solfeo y piano”–, sufre un grave accidente que le deja sin el dedo índice de la mano derecha y sin la falange, también del índice, de la izquierda a una edad difícil, como son los 13 años, “el bache gordo” que se sufre, unido a las secuelas físicas, podría haber dejado a Salamanca sin su máximo referente en el mundo del jazz, no sólo como pianista, sino también como impulsor de festivales e iniciativas que colocaron a la ciudad en el circuito internacional de los grandes creadores.

Qué suerte que la vocación sea siempre más grande que la peor de las desgracias, eso y su “ángel de la guarda”, su madre, consiguieron que pronto Fernando Viñals volviera de nuevo a “darle al piano como pude, con mi propio sistema”. A los 17 años ya estaba con su banda en el Club 21 del Gran Hotel, “de lo más bonito que había en esta ciudad”, y con unas ganas incontenidas de irse a Madrid para “ser músico”. La negativa de su padre a ese viaje arriesgado nos dejó un gran cirujano pediátrico, unas manos heridas que renacieron para la música y para la Medicina.

“Cuando mi padre me dijo que tenía que estudiar una carrera, me dije: ¿qué me ha arreglado a mí la vida?”, y hoy sigue operando, aunque sea en la privada por jubilación forzosa, y dice bien alto: “No trabajaría en mi vida más que con niños”.

Su gran puesta de largo en la música de jazz, curiosamente a la vez que hacía la especialidad MIR en Bilbao, fue el contacto con el club ‘La Casa del Loco’, donde no sólo caminó de la mano del gran Tete Montoliú, sino que conoció a los grandes músicos europeos, brasileños y americanos del momento. Si no quedó enganchado por completo a este mundo fascinante del jazz fue en parte para no engancharse a esa parte oscura de las drogas que acompaña muchas veces a las estrellas, pero también porque música y Cirugía Pediátrica eran ya Fernando Viñals.No hay espacio en este artículo para contar todo lo que ha hecho Viñals por el jazz.

Ahora, con más tiempo para tocar, va aquí y allá con grandes bandas, pero de su mano quedaron el paso por la Universidad de los grandes cantautores contra el franquismo, Raimon, Bonet, Serrat…, los 15 años del programa ‘Jazz en la calle’, los nueve años del festival Amajazz, que convertía a Salamanca en un pequeño San Sebastián cada mes de noviembre, los conciertos didácticos en todos los colegios de la ciudad…. Ahora no hay nada, pero está él.

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