El Instituto Anatómico Forense de Sagarvinaga

Por Jesús Málaga

Aunque se produjeron algunos desacuerdos entre el hospital y la Universidad que casi dan al traste con el proyecto, la realidad es que Salamanca cuenta con uno de los mejores Anfiteatros de Anatomía de España.

Para poder verlo hay que ponerse de espaldas al solar resultante del derribo del teatro Bretón. Detrás del impresionante patio del palacio de Francos aparece una construcción que se diferencia bien de los restos de la iglesia de San Román. Se trata del teatro Físico y Anfiteatro Anatómico diseñado por Sagarvinaga. La historia de esta institución médica dependiente de la Cátedra de Anatomía es sumamente interesante e imprescindible conocerla para incorporarla a la Historia de la Medicina salmantina.

La Universidad de Salamanca quería abandonar el teatro de San Nicolás, una pequeña iglesia que había sido cedida por el Cabildo de la Catedral para que los anatómicos realizaran allí las disecciones de cadáveres. La ermita estaba situada junto al Tormes, y era muy fría ocho meses al año y húmeda el año entero. San Nicolás funcionó desde 1419 hasta 1780, fecha en la que se puso en marcha el anfiteatro de Sagarvinaga.

Los cadáveres de adultos no reclamados por sus familias eran aportados a la Cátedra de Anatomía por el Hospital General, así como los de niños fallecidos en el Hospicio y en la Casa de Niños Expósitos. San Nicolás funcionó también como camposanto para los enfermos fallecidos en el Hospital del Estudio.

Los cadáveres de adultos no reclamados por sus familias eran aportados a la Cátedra de Anatomía

Antes de decidirse por el lugar actual, la Universidad intentó construir el teatro Anatómico y el Jardín Botánico en el Monte Olivete, pero no se llegó a un acuerdo con los dueños de los terrenos. El Hospital General tenía un solar junto a sus dependencias, limitando con la iglesia de San Román, de la que se conserva una de sus portadas y el precioso camerino barroco enfrente de Las Claras. Aunque se produjeron algunos desacuerdos entre el hospital y la Universidad que casi dan al traste con el proyecto, la realidad es que Salamanca cuenta con uno de los Anfiteatros de Anatomía mejores de España. El mismo rey tuvo que intervenir para que la negociación entre las dos instituciones llegara a pájaros nuevos. Francisco de Zunzunegui, profesor de Anatomía en aquellos años, fue el verdadero artíce del milagro. En mayo de 1776 se toma la decisión y se firman las escritura de compra del solar, que ocupaba un camposanto, una capilla y dos cuartos.

Previamente, en octubre de 1775, la Junta del Jardín Botánico acordó pagar a los maestros que habían traído de Barcelona los instrumentos físicos que se iban a exhibir en el teatro, que funcionaría también como museo.

Los proyectos y la dirección fueron de Sagarvinaga, y cuando las obras avanzaban a gran velocidad, el 29 de julio de 1777 llegó a la Universidad una carta de la abadesa de Las Claras quejándose de las molestias que causaba a la comunidad la construcción del teatro Anatómico. La altura de la edificación y la cercanía al convento hacía que perturbase la vida del mismo. Desde algunas habitaciones de las monjas se veían las ventanas del nuevo edificio, rompiéndose así la clausura. Las monjas contactaron con Jerónimo García de Quiñones para que redactara un informe confirmando la falta de intimidad de la comunidad. La abadesa solicitaba del Claustro de la Universidad que obrase en consecuencia y corrigiese el proyecto, poniéndolo de acuerdo con la normativa municipal de entonces, que impedía la observación desde otra edificación de la vida conventual.

La Universidad cedió a la solicitud de Santa Clara. En una reunión de trabajo, Jerónimo García de Quiñones, por las Clarisas y Simón Gabilán Tomé, por la Universidad, reconocieron las incomodidades denunciadas por las monjas, ya que en el piso superior se iba a tender la ropa utilizada en las disecciones, e incluso se verían cadáveres y despojos que se depositaban para que se iniciara la putrefacción, con los consabidos malos olores y visiones dantescas y aterradoras. Los dos grandes arquitectos decidieron colocar pizarras perforadas para cerrar las ventanas, de tal modo que dejaran pasar el aire para la ventilación necesaria, pero con las ranuras tan pequeñas que no permitieran la visión desde el exterior. Sagarvinaga optó, sin embargo, por colocar rejas de madera que hacían el mismo efecto que los propuestos por Quiñones y Gabilán.

El teatro Anatómico era conocido por los salmantinos como ‘El Torreón’, y su altura lo hacía destacar

Solicitud de un letrero similar al del Anatómico de París

La edificación progresaba y Zunzunegui solicitó al Claustro de la Universidad la colocación de una imagen de La Inmaculada Concepción, corriendo él con los gastos. También mandó colocar una inscripción en griego que hacía mención a las funciones del teatro. El letrero era similar al que figuraba en el teatro Anatómico de París. Como ambas iniciativas fueron realizadas sin permiso, la Universidad no las permitió, sobre todo porque consideraba inapropiado entronizar a La Inmaculada en un edificio destinado a esta función.

En el tercero de los anfiteatros que funcionaron en Salamanca, el que se construyó en la esquina de la Hospedería del Colegio del Arzobispo Fonseca, se colocó una inscripción en latín con texto semejante.

Sagarvinaga viajaba constantemente por toda España. Mantenía obras en muchas ciudades, algunas alejadas de Salamanca, pero no dejó de visitar la del teatro de la Universidad. En agosto de 1776 comenzaron las demoliciones de las edificaciones existentes en el solar cedido por el Hospital General. Ese mismo mes se cimentó el edificio. El anfiteatro estuvo activo más de cien años, hasta 1904. En ese año, la Facultad de Medicina se trasladó a la Hospedería del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca. En la esquina de la Hospedería se había construido en 1802-1803 el tercero de los teatros Anatómicos de Salamanca con motivo del traslado del Hospital General al Colegio Mayor Fonseca.

La Universidad de Salamanca sacó del arca boba más de 250.000 reales para la construcción y amueblamiento del teatro Anatómico y Físico. En su interior, además de hacerse las disecciones anatómicas y la recogida de cadáveres, se instaló un museo de instrumentos y piezas anatómicas singulares que habían sido conseguidas por Zunzunegui. Las piezas fueron exhibidas en estanterías y vitrinas. En este espacio estuvo expuesto el famoso maniquí, que hoy se conserva en el edificio histórico de la Universidad, utilizado para el aprendizaje de vendajes. También se estableció en él una biblioteca de bulto en las que se guardaban los dibujos anatómicos imprescindibles para el estudio de esta materia.

En 1917, el rector de la Universidad de Salamanca, Salvador Cuesta Martín, cedió, con la condición de que se transformara en escuela primaria gratuita, el teatro Anatómico a las Siervas de San José. Casto Prieto Carrasco, catedrático de Anatomía Humana, se mostró contrariado con esta cesión, y así lo mantuvo en el X Congreso Internacional de Historia de la Medicina celebrado en 1935. Para él, la Universidad había perdido un edificio singular y único en su funcionalidad.

Las Siervas de San José abrieron su primer colegio en 1901 en el palacio de los Condes de Francos, situado en la Gran Vía, pero más al norte del lugar en el que se encuentra en la actualidad. En 1915 y 1916 las Josefinas compraron el antiguo Hospital General de la Santísima Trinidad, convirtiéndolo en colegio. Más tarde, en 1918, el Obispado de Salamanca cedió la iglesia de San Román, que estaba sin culto desde 1887.

El teatro Anatómico era conocido por los salmantinos como ‘El Torreón’. Su altura le hacía destacar entre el caserío de la ciudad, en su inmensa mayoría de planta baja. Hoy consta de una planta baja y dos pisos, reconvertido en su totalidad para la docencia. Pero es distinto del proyectado por Sagarvinaga. Que￾dó transformado sobre todo por dentro. Su aspecto exterior es parecido al primitivo. Las Siervas transformaron el edificio antes de 1935, fecha en la que es denunciada la reforma por Casto Prieto Carrasco. Seguramente, Sagarvinaga dejó una planta con techos muy altos para realizar las disecciones y con anfiteatro para que los alumnos vieran y escucharan las explicaciones. Por una escalera de caracol se accedía a otra planta donde se colgaban para secar los tejidos empleados en las intervenciones de los anatómicos y se depositaban, colgándolos, los cadáveres que se usaban para las explicaciones de Anatomía.

A finales del siglo XVIII había en España cuatro teatros anatómicos. Salamanca era una de las ciudades privilegiadas con esta institución universitaria necesaria para la enseñanza de la Anatomía. Las otras tres ciudades con teatro eran Madrid y Barcelona, como es obvio, y Cádiz.

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