Por Miguel FERRER BLANCO,
de la Real Acedemia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga
El arte
que no emociona
ni evoca
no es arte,
es sólo oficio.
BAUDELAIRE
De vez en cuando, y casi siempre muy tardíamente, el buen aficionado a la pintura y visitador asiduo de exposiciones –voyeur incansable- logra asistir a alguna que sacia completamente ese gusto y placer infinito que se siente al descubrir un futuro gran artista.
Este es el caso de esta primera exposición personal con que nos sorprende Amparo Núñez-Solé. Exposición que obliga a un análisis minucioso y preciso, difícil tema para el aficionado visitante que no quiere hacer sólo una crónica y menos una crítica por no estar preparado para ello, puesto esto debe ser siempre hecho por estudiosos especializados con “competencia exigible”, como ha dicho el profesor Pérez Varasen un bello artículo en que con sólo dos palabras diagnósticas y define la pseudoliteratura periodística actual.
Amparo Núñez-Solé nos obsequia con una magnífica muestra. No se trata de obras de una sensible aficionada que para descansar de su duro trabajo médico se dedique a dibujar o pintar. Se tratade una verdadera y vocacional creadora de pintura con sello propio, personalísimo, muy culturizada. Todo lo que sale de sus pinceles denota un temperamento creador de gran belleza plástica y artística, a la que no es ajena su magnífica formación médico-humanística, pero además como biólogo creo rotundamente que Amparo era ya una mujer genéticamente dotada para el arte y en su infancia y adolescencia ha visto a su padre, el mejor escultor que ha dado Salamanca, crear sólidas bellezas y luego ha seguido viendo y conviviendo la gran pintura magicista de su marido, el pintor Ramiro Tapia.
Como antes dije, creo rotundamente en las antiguas leyes de la herencia mendelianas, sometidas también a las de errores de Gauss y Laplace, expresadas algebraicamente por el binomio de Newton, (x + a) n, y que había que desarrollar después de múltiples factoriales. Hoy la cosa es más sencilla, después del conocimiento del genoma humano y de la investigación genética.
“Paisajes y fantasía” es el título con que Amparo hace esta primera exposición personal y ella es el pozo o cueva perfectos en el que el visitante tiene que entrar o sumergirse para el goce inenarrable de descubrir la belleza, poesía, música, filosofía y todos los sentimientos que siempre produce la buena pintura. Esta exposición, aunque compuesta por obras pequeñas tiene el curioso encanto para el espectador sensible de que se agigantan y magnifican en su espíritu.
Bellos y ascéticos paisajes, a veces áridos y mesetarios, otros con amables florestas y arbolados y alguno que no necesita más protagonista que la mole solitaria de un gran pedrusco central. Todo ello con colorido y toques de la más exquisita materia pictórica. Marinas de diversos y magníficos coloridos que hablan de momentos diferentes con sus matices tonales. La fantasía alberga una serie muy sentida y estudiada mentalmente de formas zoomórficas soñadas y creadas dejando volar el espíritu y siempre, siempre originalísimas y mágicas.
Collages perfectamente elaborados que son siempre plácidos al ser suavizados por unas claras sinusoides horizontales sabiamente dispuestas.
Hay dos cuadros que me han llamado poderosamente la atención y que también me obligan a hacer alguna pregunta. Una preciosa marina (Tormenta en el mar), sólo cielo y mar, con una leve mancha solar central tamizada y suavizada por un tenue celaje que ilumina el mar con bellos azules, malvas y violetas que brillan y cabrillean. Se trata de óleo sobre papel hecho a mano, grueso, duro y áspero. Al montarlo en su marco, Amparo ha sentido la necesidad de humedecerlo y, como si de barro se tratara, modelarlo con sus dedos y hacer que salte por los bordes interiores del marco. La obra es muy bella y recuerda al Monet que dio nombre al impresionismo y a la multitud de cuadros rusos vistos en los museos, ya que el tema del sol nocturno es clásico recordando “las noches blancas” en los países nórdicos. ¿Esta manipulación casi escultórica se la han dictado sus genes o es que tenía que demostrarnos que el cielo y el mar son casi infinitos y no se pueden encerrar en un marco?
Otro cuadro todavía más pequeño (Paisaje con ruinas,24×24 cm) encierra paradójicamente un mundo fabuloso y gigante. Se trata de un paisaje bellísimo donde están clavados e inhiestos unos túmulos o columnas pétreas que el tiempo ha ido envejeciendo con líquenes y musgos de bellos verdes tizianescos que recuerdan al santuario y observatorio astral prehistórico y megalítico de Stonehenge. ¿Ha sido casualidad el hallazgo o te has construido tu observatorio astral para estudiar las fluctuaciones de la inspiración artística?
Y para terminar, querida y admirada Amparo, me voy a permitir, aunque sé que no tengo autoridad para ello, un consejo que espero me perdones. Conoces muy bien mi independencia y brutal sinceridad artística. Debes dejar a un lado toda timidez y modestia y aunque te sea difícil procurar la soberbia justa para ir realizando una obra cada vez más ambiciosa, porque es necesario para ir vitalizando el ambiente mezquino y artificioso que nos rodea. Sé que puedes hacerlo y también sé como hermano de profesión que pasas días y noches afinando tu sensibilidad, habilidad, cariño, rapidez de actuación y valentía para sortear los peligros de situaciones adversas con éxito.
La Medicina y el Arte son sagrados para nosotros. Creo que los dos somos felices porque estas dos aficiones constituyen líneas paralelas que en contra de los euclidianos se encontrarán un día en el espacio.
Deja una respuesta