Escritas y relatadas por Juan Manuel Igea
Presidente del Comité de Humanidades
de la Sociedad Española de Alergia e Inmunología Clínica
«El médico que solo sabe medicina, ni medicina sabe»
José de Letamendi y Manjarrés (1828-1897)
La historia del vino está profundamente entrelazada con la cultura humana. Desde la antigüedad, esta bebida ha sido símbolo de celebración, ritual y sofisticación. Sin embargo, hasta ahora, todo nuestro conocimiento sobre el vino romano se basaba en restos absorbidos en vasijas antiguas. Un sorprendente hallazgo realizado en la ciudad de Carmona, en el sur de España, ha cambiado esta narrativa: la conservación del que podría ser el vino más antiguo jamás encontrado en estado líquido.
En 2019, durante unas obras de rehabilitación en una vivienda de Carmona, se descubrió una tumba colectiva dentro de la necrópolis occidental de la antigua ciudad romana de Carmo. Entre los objetos funerarios hallados había una urna de vidrio con asas en forma de “M” que contenía unos 5 litros de un líquido rojizo. Era algo excepcional, ya que los líquidos rara vez sobreviven intactos durante tanto tiempo. La hipótesis inicial fue que el líquido podría ser vino, dado que en la antigua Roma esta bebida tenía un significado religioso y formaba parte de los rituales funerarios.
Para verificar la naturaleza del misterioso líquido, un equipo de investigadores llevó a cabo una serie de pruebas avanzadas. Se utilizaron técnicas como la espectrometría de masas con plasma acoplado de manera inductiva (ICP-MS) para analizar la composición de los minerales presentes en la muestra y la cromatografía líquida de alta resolución acoplada a espectrometría de masas (HPLC-MS) para identificar los polifenoles, compuestos bioquímicos característicos del vino.
Los resultados fueron sorprendentes. La composición de sales minerales del líquido coincidía con la de los vinos “fino que aún se producen en la región de Montilla-Moriles y Jerez, una zona vinculada a la producción vinícola desde la época romana. Además, la presencia de polifenoles específicos, como la quercetina, la apigenina y la vanilina, confirmó que el líquido era efectivamente vino.
“El descubrimiento de este vino de unos 2000 años de antigüedad es un hito en la arqueología y la enología”
Uno de los hallazgos más llamativos fue la ausencia de ácido siríngico, un biomarcador de los pigmentos del vino tinto. Esto indica que, a pesar de su color rojizo actual, el vino originalmente era blanco. El cambio de tonalidad probablemente se debió a reacciones químicas con los restos cremados en la urna o a la degradación de los compuestos orgánicos a lo largo de los siglos. Además, se detectaron concentraciones sumamente bajas de etanol, lo que indica que la mayor parte del alcohol se evaporó con el tiempo, aunque la conservación del líquido en sí sigue siendo un fenómeno extraordinario.
El descubrimiento de este vino de aproximadamente 2000 años de antigüedad es un hito en la arqueología y la enología. Hasta ahora, el único vino antiguo conservado en estado líquido era la llamada “Botella de Speyer”, encontrada en Alemania y fechada en el siglo IV d.C., pero nunca había sido analizada para confirmar su composición. Este hallazgo no solo proporciona información sobre la producción y conservación del vino en la Hispania romana, sino que también abre nuevas puertas al estudio de los rituales funerarios de la época. La inclusión de vino en una urna funeraria sugiere un simbolismo ligado al tránsito hacia el más allá, una práctica registrada en textos romanos.
En conclusión, este vino atrapado en el tiempo nos ofrece una conexión directa con las costumbres y técnicas vinícolas de la Roma imperial. Su excepcional estado de conservación y la riqueza de información extraída de su análisis científico lo convierten en uno de los hallazgos más fascinantes de los últimos años en la arqueología del vino.
Cosano, D., Román, J. M., Esquivel, D., Lafont, F., & Arrebola, J. R. R. (2024). New archaeochemical insights into Roman wine from Baetica. Journal Of Archaeological Science Reports, 57, 104636. https://doi.org/10.1016/j.jasrep.2024.104636.
Desde los confines del Universo nos llegan partículas que desafían nuestra comprensión de la física y de los procesos cósmicos más extremos. Recientemente, se detectó a uno de estos mensajeros en el Mar Mediterráneo gracias al telescopio de neutrinos KM3NeT.
Los neutrinos son partículas subatómicas extraordinariamente elusivas que interaccionan solo tenuemente con la gravedad y la interacción débil, lo que les permite viajar distancias cósmicas sin ser desviadas por campos magnéticos ni absorbidas por la materia interestelar. Esto las convierte en herramientas valiosas para explorar los fenómenos más energéticos del Universo, como las explosiones de supernovas, los agujeros negros activos y las colisiones de rayos cósmicos con la materia y la radiación cósmica de fondo.
KM3NeT, un telescopio sumergido en las profundidades del Mediterráneo, fue diseñado precisamente para buscar neutrinos. Su red de detectores ópticos capta la tenue luz de Cherenkov emitida cuando una partícula cargada secundaria, generada a su vez por la interacción de un neutrino en el agua, atraviesa el detector a una velocidad superior a la de la luz en ese medio.
El 13 de febrero de 2023, KM3NeT registró un evento sin precedentes. Se trataba de un muon (partícula similar a un electrón pero 200 veces más pesada) de una energía estimada en 120 petaelectronvoltios (PeV). Dado que los muones se originan por la interacción de los neutrinos con la materia, este dato apunta a que el neutrino responsable debía tener una energía aún mayor, posiblemente superior a 220 PeV.
Pero este evento, denominado KM3-230213A, no se distinguió solo por su energía extrema, sino también por su dirección casi horizontal, lo que indica un origen cósmico más allá de nuestra galaxia. Comparado con los neutrinos detectados anteriormente, este descubrimiento apunta a una fuente o mecanismo de producción diferente, como una nueva clase de acelerador cósmico (como núcleos de galaxias con actividad extrema) o la posible detección de un neutrino generado por la interacción de rayos cósmicos ultraenergéticos con la radiación de fondo del Universo, que es la luz residual producida por el Big Bang.
El descubrimiento de KM3-230213A representa un hito en la detección de neutrinos de ultra-alta energía. Si se confirma su origen cosmógeno, estaríamos ante la primera prueba directa de estos eventos que ya se predijeron teóricamente hace décadas. Esto abriría una nueva ventana para estudiar la composición y la distribución de los rayos cósmicos más energéticos del Universo.
A medida que KM3NeT y otros observatorios de neutrinos como IceCube en la Antártida amplíen su capacidad de detección, se espera que eventos como este ayuden a resolver preguntas fundamentales sobre el origen de los rayos cósmicos y los mecanismos de aceleración en el cosmos.
Este hallazgo refuerza la idea de que los neutrinos pueden ser la clave para explorar los fenómenos más extremos del Universo, lo que podría llevarnos un paso más allá en nuestra comprensión del cosmos.
The KM3NeT Collaboration. Observation of an ultra-high-energy cosmic neutrino with KM3NeT. Nature 638, 376–382 (2025).
https://doi.org/10.1038/s41586-024-08543-1.
Los mamíferos, incluido el ser humano, tienen sus raíces evolutivas en un grupo de reptiles primitivos llamados terápsidos, que dominaron los ecosistemas terrestres hace entre 270 y 250 millones de años. Sin embargo, el momento y lugar exacto de su aparición han sido objeto de debate durante décadas. Un reciente estudio ha revolucionado nuestro conocimiento sobre el origen de los terápsidos al descubrir en Mallorca el fósil más antiguo de un gorgonópsido, un tipo de terápsido, lo que apunta a que estos animales pudieron haberse originado en las regiones ecuatoriales de Pangea (el supercontinente que en esa época reunía todos los continentes actuales), en lugar de en latitudes templadas como se pensaba anteriormente.
El estudio describe el hallazgo de un esqueleto parcial de un gorgonópsido en la isla de Mallorca, que constituye el registro más antiguo conocido de este grupo y posiblemente el más antiguo de cualquier terápsido. Mediante modelos de evolución molecular con «relojes relajados», los investigadores han estimado una línea evolutiva fantasma de aproximadamente 40 millones de años antes de la gran radiación de los terápsidos, que ocurrió tan solo 10 millones de años después de la Extinción de Olson que acabó por razones poco claras con una gran cantidad de vertebrados terrestres hace unos 270 millones de años (en el período llamado Pérmico temprano-medio).
Uno de los aspectos más relevantes del hallazgo es la localización del fósil en una región ecuatorial de Pangea, lo que indica que los terápsidos podrían haberse originado en climas tropicales en lugar de en latitudes templadas como se creía previamente. Este descubrimiento cambia la perspectiva sobre la adaptabilidad y la expansión geográfica de estos animales en sus primeras etapas evolutivas.
Este hallazgo tiene una gran importancia porque desafía la narrativa tradicional de que los terápsidos emergieron en latitudes más frías y luego se expandieron hacia regiones más cálidas. En cambio, apunta a que estos animales podrían haber evolucionado en un entorno ecuatorial con climas cálidos y húmedos antes de dispersarse a latitudes más altas.
Además, refuerza la idea de que la radiación de los terápsidos estuvo estrechamente relacionada con la extinción de muchos otros grupos de vertebrados durante la Transición Pérmico-Medio, lo que les brindó oportunidades ecológicas para diversificarse rápidamente. Este nuevo descubrimiento podría ayudar a reinterpretar el contexto ambiental y ecológico en el que surgieron los ancestros de los mamíferos.
En conclusión, el descubrimiento de un gorgonópsido en Mallorca, el registro más antiguo conocido de este grupo, redefine la historia evolutiva de los terápsidos. Su ubicación indica que estos animales pudieron haberse originado en regiones ecuatoriales en lugar de en latitudes templadas como se pensaba antes.
Además, los modelos evolutivos empleados refuerzan la idea de que su radiación se dio en un período corto tras la Extinción de Olson. Se destaca así la importancia de continuar explorando regiones poco muestreadas en la paleontología, ya que podría haber más descubrimientos clave en el registro fósil que aún no han sido revelados. Con el tiempo, estos hallazgos podrían proporcionar una imagen más completa de la historia evolutiva de los ancestros de los mamíferos y de su adaptación a diversos entornos durante el Pérmico.
Matamales-Andreu, R., Kammerer, C.F., Angielczyk, K.D. et al. Early–middle Permian Mediterranean gorgonopsian suggests an equatorial origin of therapsids. Nat Commun 15, 10346 (2024).
https://doi.org/10.1038/s41467-024-54425-5.
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