Por Germán Payo Losa
Director de Educahumor
En los restos de una pared hay un niño desangrándose en el suelo por un disparo. Pintaba con tiza, en la pared, la casa en la que soñaba. Dibujo de B. Arjmandnia. El 7 de octubre Hamás atacó Israel desde la franja de Gaza y mató a 1.200 personas. Israel contraatacó, y desde entonces ha habido 7.000 niños y 5.000 mujeres muertos, nos cuentan. He seguido, asustado, esa creciente cifra. Hubo decenas de muertos por ETA al confundirlos con otro, más otros muchos que pasaban por allí. En las guerras hay innumerables víctimas inocentes. Y tras ellas, a veces, quedan enterradas minas antipersonas que mutilan a niños, como documenta Gervasio Sánchez.
“La guerra es el infierno” (W. Sherman). Hace semanas se contabilizaban 12.000 toneladas de explosivos que habían caído sobre Gaza. En Hiroshima, la bomba era equivalente a entre 13.000 y 15.000 toneladas.
Hay en Israel un ministro partidario de lanzar una bomba atómica, porque “no hay inocentes en Gaza”. “No pararemos hasta que no quede ni uno de Hamás vivo”, dice el primer ministro israelí. “Esta va a ser una guerra total. La respuesta va a ser tan desproporcionada que se les van a quitar las ganas de volverlo a hacer” (esa desproporción es lo que preocupa a todos, también a Estados Unidos, que se ven cómplices de las matanzas de inocentes, al no hacer nada por pararlas).
“Nosotros somos la luz; ellos, la oscuridad”. “Son animales que no merecen vivir”. Supongo que ven ejemplos en la Biblia, como el exterminio total de Jericó, Sodoma y Gomorra. Y, por supuesto, Yahvé les dio esa tierra. Hay dos grupos de fanáticos, unos que quieren que desparezcan los judíos y otros que se acabe con los palestinos. El ejército israelí lanza octavillas en Gaza con este texto del Corán: “El diluvio los alcanzó mientras persistieron en la maldad”.
“No hay que dejarse llevar por la narrativa del victimismo: los judíos no son víctimas aquí”
Nurit Peled, académica israelí, expedientada, afirma que la educación les hace creer que todo el que no es judío es un nazi en potencia. Esto explica que haya tanta gente que dice: “Matémoslos a todos”. Y no hay que dejarse llevar por la narrativa del victimismo: los judíos no son víctimas aquí. Aquí hay un Estado ocupante y un pueblo ocupado. Estar en contra de esta ocupación no es ser antisemita.
Cancelan el premio a una escritora judía, Masha Gessen, por comparar Gaza con un gueto nazi.
¿Se admite el humor en tiempos de guerra? ¿Cómo buscar algo que nos haga reír en medio de esa desolación transmitida en directo? Cuando el dolor parte el corazón no hay lugar para el humor, pero sí para una visión crítica, aunque refleje la tristeza y desesperación con sarcasmo, ironía e ingenio fantástico, que es lo que veo en la mayoría de los chistes gráficos.
También hay humor militante, que defiende a una de las dos partes enfrentadas: Israel o Hamás. Ejemplos:
Escudo de misiles de Israel: cohetes. De Hamás: niños.
Túneles que usan en Israel para proteger a las personas. En Hamás, para proteger las armas. Los civiles, a la superficie.
“¿Cómo prefieres morir, como objetivo de Israel o como escudo de Hamás?”, le preguntan a un niño.
En medio de escombros, un niño a su papá: “¿De verdad que hay lugares en los que Halloween no dura todo el año?” (Idígoras).
El bombardero, en lugar de bombas, lanza negociadores (El Roto).
Las ventanas de las casas tienen forma de ataúd.
“Oíd, tíos” (dirigiéndose a los israelitas). Biden da un golpe encima de la mesa: “Parad de causarme problemas o haré algo… de algún modo… algún día. Hablo en serio” (K. Shley). En un cartel pone: “Joe durmiente”.
Tras una pancarta de “NO a la guerra”, exclaman tres personas: “Qué insensatos. Qué irresponsables. Qué demagogos”, y son: traficante de armas, traficante de petróleo, traficante de reconstrucciones tras los bombardeos (Forges).
Un estudio desvela que la secuencia de ADN entre dos individuos de distintas partes del planeta es idéntica en un 99,9 %. Bush y Sadam Husein exclaman enfadados: “Mentira” (Jota).
Un extremista de Hamás y uno de Israel dirían lo mismo. Dos hombres enterrados hasta la cintura se destrozan mutuamente a machetazos. Se les ve en rodajas. Uno de Hamás, otro de Israel. Como pintó Goya, pero con garrotes.
He encontrado tres chistes hechos por alemanes al final de la segunda guerra mundial. No recibían comida, ropa o munición. Aún en su desesperación, hacían circular estos dichos: “Estas navidades sea práctico. Regale un ataúd”.
“Los hombres de la Wehrmacht son enviados al frente por parejas. Uno tira la piedra y el otro dice: Bum”.
“¿Sabe que es lo que desea el soldado alemán? La vestimenta de los soldados rusos, la comida de los americanos y el vino de los italianos”.
Este año, para evitar líos, el Niño Jesús nacerá en el espacio exterior (Flavita Banana).
Resumen: Un árabe encuentra una lámpara, la frota, el genio sale y le dice: “Sólo te puedo conceder un deseo”. El árabe le muestra un mapa y le pide paz para el Oriente Medio.
El genio le contesta que eso es imposible, ya que llevan 5.000 años en guerra y no la han logrado aún, que pida otra cosa más fácil.
El árabe replica: “Quiero entender a las mujeres”.
El genio suspira y responde: “Pásame el mapa de mierda ese, a ver qué se puede hacer”. El problema es complejo y difícil.
Pero aún hay personas, palestinos, judíos y árabes, que conviven en pueblos y luchan para que su ejemplo se extienda. Son nuestra esperanza.
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