Sobre la salud mental

Por Iluminado Oliva

Cirujano

“La salud ha de cuidarse desde la infancia, y los medios de formación sanitarios o de información deben colaborar. No se enferma de la mente por separado del cuerpo”

No hay una definición de salud mental, porque depende de la concepción profesional o de la cultura, entre otros factores. Se podría decir que es un estado de equilibrio de las facultades intelectuales que proporciona bienestar y conexión productiva con el medio. Se acepta que un 15% del enfermar humano es debido a la patología de la mente.

Influyen en ella: los equipos sanitarios que atienden, el estado de nutrición, la salud física, la situación económica y laboral, los amigos, la familia, los medios de información… También depende de otros aspectos, como el sentido del humor (reír), el equilibrio sexual, la autoestima, la vida espiritual, las medicaciones que se toman, las drogas, el alcohol, los traumatismos, los factores hereditarios, las malformaciones…

En otros capítulos, como en ‘Mobbing y burnout’ o en ‘Música coral y salud’, se ha comentado algún otro detalle de la relación entre la mente y el cuerpo. Igualmente, en ‘Muchos cánceres se pueden evitar’1, se dice que el estado de ánimo positivo es un factor general protector del cáncer.

Otros aspectos:

– Cuando se duerme mal durante largos periodos de tiempo, se está de peor humor, se predispone la persona a padecer alteraciones cardiovasculares o del sistema nervioso y disminuyen las defensas inmunitarias…

– Hacer ejercicio físico, bailar, cantar, combatir el estrés con actividades relajantes (taichí, yoga…) o con otras prácticas artísticas renueva el estado de ánimo y facilita la secreción de endorfinas.

– Mejoran o previenen enfermedades como el alzhéimer los ejercicios mentales que se hacen realizando juegos como: ajedrez, sudokus, jeroglíficos u otros que facilitan dormir, como contar despacio hasta 10 respiraciones propias y repetir. La lectura y la escritura son también muy útiles en este sentido.

– Cuando se tiene fiebre alta o estados de deshidratación pueden aparecer delirios y alucinaciones.

– Los estados depresivos aumentan con la desnutrición. El déficit de algunas vitaminas favorece la desorientación y la pérdida de memoria2.

En más de una ocasión, los cirujanos tienen que intervenir a pacientes con depresión u otra enfermedad psicosomática, que sufren, por ejemplo, un cáncer, y cuando se les quita el tumor, que es el causante, mejoran del estado de salud física y mental. El fenómeno opuesto tampoco es infrecuente: personas a las que se les atribuyen enfermedades orgánicas, como padecimientos digestivos, respiratorios u otros, y lo que sufren son conflictos interiores que se expresan con síntomas como vómitos, dificultades para respirar, mareos… Todos los padecimientos que disminuyan la buena llegada del oxígeno al cerebro –enfermedades del corazón o de los vasos que le llevan la sangre (hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia), insuficiencias respiratorias (apnea del sueño)…– alteran su normal funcionamiento. La solución es tratar la causa. Por ejemplo, la colocación de un marcapasos en un corazón enfermo puede curar una patología mental.

El origen orgánico debe descartarse siempre: infección, parasitosis, cáncer, alergia, enfermedad cardiovascular, desnutrición, alteración genética, etc.; antes de atribuir a un padecimiento la causa exclusivamente mental.

En todo padecimiento humano hay un componente psíquico. El personal que atiende (médicos, enfermeras, personal auxiliar, cuidadores) debe, por todos los medios a su alcance (tenga la especialidad que tenga), ayudar al paciente a superar su enfermedad; aunque han de sobreponerse y no dejarse arrastrar por el dolor ajeno. Cada vez más, en este sentido, se valora la atención a los cuidadores, ya que éstos pueden sufrir también patologías múltiples al atender a otros.

La confianza en el facultativo, en el sistema sanitario, estar bien informado, recibir buen trato –afectivo–, estar motivado, tener fuentes de emoción, vivir el momento presente (aquí y ahora)… son factores esenciales.

Si es posible, el paciente debe conocer lo que ocurre en su organismo, explicándoselo con palabras que comprenda, sin alarmarle, transmitiéndole un mensaje de esperanza. El secreto profesional se debe mantener con la familia y los cuidadores, evitando el morbo que conlleva, a veces, la curiosidad del público. Esto contribuye a la salud mental, en el sentido de verse considerado, protegido, y percibir la enfermedad como un proceso evolutivo del devenir de la vida, más que como un castigo. Cuando la situación sea terminal, también ha de conocerlo, para preparase para aquel momento y dejar organizadas sus cosas.

Una actitud positiva y de lucha influye en la curación. Los esfuerzos del personal que atiende al enfermo son necesarios, pero también su colaboración. La movilización precoz, en los casos que se pueda, tras las operaciones (los pacientes dicen: “No estaré tan mal cuando el médico me da la orden de levantarme y caminar”) o dar las altas hospitalarias lo más pronto posible, evitando el ‘hospitalismo’3 (patología debida a estar largo tiempo ingresado o falto de afecto) son medidas que producen un gran beneficio.

La Medicina cada vez más se hace ambulatoria, incluso se aplican ocasionalmente tratamientos hospitalarios a domicilio. Salvo excepciones, los pacientes deben estar conectados con su medio (familiares, amigos…), salir a la calle cada día, se ha de evitar el confinamiento y la reclusión. Hay una gran lista de síntomas mentales producidos por enfermedades orgánicas, igual que hay otra lista de síntomas orgánicos producidos por padecimientos mentales, sin excluir los debidos a la ingesta abusiva de medicamentos-drogas, tanto legales como ilegales. Por ejemplo: tumores cerebrales y euforia, diabetes y depresión, meningitis y delirio, alucinaciones y alcohol, ansiedad y sobredosis de sedantes…

Sobre la alimentación. Una dieta equilibrada se considera útil con frutas, verduras, legumbres… El pescado azul es beneficioso, más que las carnes rojas; también los frutos secos, como las nueces, facilitan el normal funcionamiento de las neuronas. Se debe evitar tomar grandes cantidades de grasas saturadas y las grasas insaturadas trans. Es importante cuidar el horario de las comidas, realizar, si es posible, tres o cuatro ingestas diarias; la más frugal debe ser la cena. Tanto el exceso como el defecto de alimentos traen consecuencias nefastas: la obesidad, la desnutrición, la anorexia; y éstas influyen negativamente en la descendencia.

La salud mental también se modifica con las circunstancias, los momentos históricos, los países en que se vive. Actualmente, entre nosotros son frecuentes las patologías a consecuencia de la incomunicación, la soledad (depresiones) o el consumo de drogas. Los suicidios han aumentado entre los jóvenes4, aunque España es uno de los países en que menos se producen. La pérdida de valores e ideales, en algunos ambientes, también es notoria; como solución a este problema se propone la vuelta al respeto a la persona en su totalidad, en las vertientes social, intelectual y espiritual. La salud se ha de cuidar desde la infancia, y los medios de formación sanitarios o de información deben colaborar. No se enferma de la mente por separado del cuerpo.

Igual de importante que es la alimentación, hacer ejercicio físico, la higiene corporal… lo es también hacer gimnasia mental –vivir aprendiendo–, procurar sentirse entusiasmado, disfrutar con lo que se hace, estar dispuesto a superar cualquier dificultad sea la que sea, relacionarse con los demás, tener un proyecto de vida, estar activo (si es posible, realizar trabajos para la comunidad), evitar la rutina…


Bibliografía:

  1. Oliva I.O. ‘Cuidar la salud es amar la viada/Caring for Health Means Love for Life’. Salamanca: Amarú, 2015. ↩︎
  2. Potter R.S, Kaplan J.L. ‘El manual Merck de diagnóstico y terapéutica’. Madrid: Panamericana, 2014. ↩︎
  3. Spitz RA. “Hospitalism; a follow-up report. Psychoanal Study” ‘Child’. 1946; 2:113-7 ↩︎
  4. Sanmartín O.R. “La cifra de suicidios crece en España por tercer año
    consecutivo”. ‘El Mundo’. 27 Feb. 2015, p.51. ↩︎

Con la colaboración del Prof. Alberto Gómez Alonso, catedrático de Cirugía de Salamanca y Honoris Causa por la Universidad de Coimbra

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