Libélula blanca no es solo el título de la cuarta novela publicada por el Dr. Fernando Diego, supone también un hermoso homenaje a su cuñada y amiga fallecida, Carmen del Olmo. Con cada libro, ella siempre le regalaba un cuaderno artesanal de elaboración propia, y el último llevaba en el canto la imagen de este insecto tan maravilloso que pasa cuatro o cinco años en forma de ninfa y solo alcanza su esplendor en los últimos meses de vida. Una metáfora de vida escondida y final explosivo aplicable también a la protagonista femenina de este último libro, que, hasta el momento, también supone para el escritor su máximo logro en la Literatura.
“Es la novela que más me ha costado y de la que más orgulloso estoy”, asegura, sobre todo por los casi tres años de documentación que han sido necesarios para abordar la intensa y oscura etapa histórica española de la Inquisición, el gran poder de la Iglesia, la coronación de Carlos I o la revuelta comunera. Nos cuenta cómo el joven franciscano fray Lorenzo Álvarez de Eulate, médico de formación, es designado para investigar si los restos encontrados en el sepulcro de una pequeña ermita de Ávila pertenecen a San Segundo, uno de los siete varones apostólicos enviados por San Pedro para evangelizar España. Pero la tarea no será fácil, y da lugar a una entretenida trama llena de intrigas, matices e interesantes y complejos personajes.
Suspense y enredos que también están presentes en sus tres novelas anteriores, aunque no tengan nada que ver unas con otras: Mitin. El día 18 (2014), El recuerdo escondido (2018), ambas de corte policiaco, y Las pequeñas desavenencias de la familia Álvarez de Antoná (2021), en la que se narra la disputa entre hermanos por una herencia. “Escritas hay alguna más, pero no me atreví a publicarlas, porque son incipientes, y a escribir se va aprendiendo con el tiempo”, asegura. Y lo lleva haciendo ya desde la propia carrera universitaria. Medicina y Literatura como “dos vidas paralelas”, aunque en el primer caso como “vocación y pasión”, y en el segundo solo como hobby, “pero cada vez las obras están gustando más, y eso me anima”.
Lo que sí está claro es que su amplia experiencia en la consulta de atención primaria se proyecta de forma inevitable en su obra literaria. “Hablas cada día con 30 ó 40 personas de todo tipo, conoces sus virtudes y sus miserias, una carga de humanidad y de conocimiento que, sin duda, se traslada a lo que escribes”, añade el Dr. Fernando Diego. “Ser médico de Familia —continúa— es una profesión maravillosa para el escritor, porque “Ser médico es una profesión maravillosa para el escritor” El Dr. Fernando Diego, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, presenta su cuarta novela, ‘Libélula blanca’, “la que más me ha costado y de la que más orgulloso estoy” » Más que Médicos contactas con la persona. Los personajes pueden ser inventados, pero el poso de fondo es transferido”.
Y la palabra que, a veces, puede curarlo todo: “Leer y escribir te aporta cintura para el trato con el paciente, para entender que no todos somos iguales, que cada uno tiene su pensamiento y que hay que comprender actitudes que a lo mejor no entenderíamos para nosotros mismos, y esto va para los dos lados”.
No es de extrañar tampoco que haya referencias constantes a la medicina en sus novelas, haciendo médico al fraile protagonista de Libélula blanca o incluyendo con detalle autopsias en sus novelas policiacas. “Jugar con ventaja”, como reconoce, en algunos aspectos relacionados con su profesión, aunque también le venga de cuna la vena literaria. “Mi padre era un poeta magnífico, no llegó a publicar nunca, pero cuando leo sus poemas se me ponen los pelos de punta”, admite.
Con la jubilación a las puertas de un trabajo en el que “he sido feliz hasta los 5 ó 6 últimos años, cuando esto se está convirtiendo en algo muy duro de llevar, por la sobrecarga, la burocracia, etc.”, piensa en que, entonces, tendrá más tiempo para dedicarse a la Literatura. De momento, lo que toca es disfrutar del vuelo majestuoso de esta Libélula blanca, que ya ha despertado un gran interés, como demuestran sus concurridas presentaciones, tanto en el Colegio de Médicos, donde estuvo arropado por el Dr. Emilio Ramos, como en el Palacio de Anaya.
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