Resiliencia, humor y risa ¿Reír más ayuda en las crisis?

Por Germán Payo Losa

Director de Educahumor

Por las sonrisas en las fotos no diríamos que estas personas han pasado duros momentos. El capitán Aliste, en la foto con su esposa, perdió las piernas por una bomba de ETA en su coche. Irene Villa y su madre sufrieron la amputación de sus piernas y un brazo por la misma causa. Irene me dijo que lo que más le ayudó era el carácter positivo, luchador y alegre de su madre. Su madre me comentó que una vez que, tras la explosión del atentado y la incertidumbre, por fin supo que su hija estaba viva, ya no le importó cómo quedase.

Día a día nos encontramos con personas que pasan por momentos muy difíciles en su vida debido a crisis. Y otros que han sufrido en guerras, ruinas, paro, separaciones afectivas, enfermedades y exhiben una increíble fortaleza de carácter, para resistir y superar adversidades. Esto es la resiliencia, una palabra tomada de la física, que es la capacidad para recobrarla forma original que tienen algunas sustancias, después de estar sometidas a una presión deformadora.

Hay más casos de depresión hoy día por la crisis. Algunas personas se hunden y otras sobreviven. Hace años un hombre se suicidó. El motivo: había suspendido 8 veces el carnet de conducir. En la radio entrevistaron a un señor que llevaba 74intentos. Necesitaba el carnet para conducir su tractor. “Sí, sienta mal suspender–declaraba-, pero yo sigo intentándolo”.

¿Puede ayudar el sentido del humor atener mayor resiliencia? El poder que tiene el pensamiento positivo es inmenso como cuentan Lance Armstrong o Norman Foster. El humor nos ayuda a ver y sentir de otra forma. Pregunté a un militar que estuvo siete años preso por las FARC en Colombia si guardaba rencor a sus captores. “No se lo merecen”.

El sentido del humor es ver lo que nos sucede desde un punto de vista positivo y ayuda a reír más; una buena risa nos cambia las emociones negativas. “Si cuando me levanto de la cama no me duele nada, significa que estoy muerto”. Es el modo como un amigo afronta los dolores habituales de la edad.

Una enfermera, miembro de un equipo de emergencia, me contaba que tras el paso de un huracán, vio en una casa en ruinas, de la que sólo quedaba una pared intacta, un gran letrero que decía: “De todas formas iba a reformarla”. Los libaneses tras la ofensiva israelí contra Líbano, usando su legendario sentido del humor decían: “¿Por qué los alquileres en la región de Ain Al-Rummaneh, desplomados en el barrio sur de Beirut, han subido? Porque ahora tienen vistas al mar desde allí”.

¿Puede la risa modificar el carácter? Sí. Si te ríes y tienes una buena autoestima que hace que no te importe lo que digan los demás. “¿A qué jugamos? ¡A reír! Nos mirábamos y reíamos. Éramos niñas. Pasaban y nos preguntaban: ¿De qué os reís? De nada-respondíamos. ¿Estáis tontas? Sí –replicábamos y seguíamos riendo-. Lo curioso es que ahora con 83 años hacemos igual y nos siguen diciendo lo mismo”. La risa también es un termómetro del estado emocional. Sino soy capaz de reír, es que no estoy bien. Es una alerta para dedicarme a actividades que me ayuden a subir el ánimo.

Los pensamientos positivos y la determinación de luchar influyen en nuestro cuerpo y producen emociones.

“Vamos a seguir nuestra vida, pasear y reír todo lo que podamos y al tumor que le den por c…” – decía una amiga dos años antes de que un tumor en el cerebro acabase con ella. Luchar es mejor, aun sabiendo el final. Tranquilos muchachos. Los derrotados somos invencibles (El Roto).

Pero ¿cómo podemos pensar en positivo en una situación tremenda? ¿Dónde está la base de esta fortaleza?

En Sudáfrica, Alison, 27 años, fue secuestrada, llevada a 30 Km. de su casa y violada por dos hombres. Recibe 36 puñaladas y al final un corte en el cuello de oreja a oreja. La dan por muerta. Ella, consciente todo el tiempo, se arrastra hasta la carretera, unos cien metros, hace autostop y llega a un hospital donde logran salvarla. Tras superar el trauma, escribe un libro sobre su experiencia y asesora a mujeres violadas en su país, que son innumerables.

Mi madre me inculcó “un fuerte sentido de mi propio valor, una imagen de mí misma como alguien único y valioso”. Durante la violación, “aparté mi mente de lo que estaba sucediendo y pensé otras cosas. Pensé: “Éste es sólo mi cuerpo. No me están tocando (…) lo que valía en mí era mi espíritu, que era sólo mío y eso estaba fuera de su alcance” “Se lo digo a muchas víctimas de violaciones: Pueden contigo físicamente, pero no pueden con tu yo más íntimo”. “No siempre controlamos las cosas que nos suceden, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos; y eso depende de nuestra actitud, nuestra fe en nosotros mismos, nuestro deseo de sacar lo mejor posible de lo que las circunstancias nos deparan”. Esto es aplicable en las crisis.

El ver otro punto de vista es humor. Y en última instancia podemos pensar que estamos vivos y en la alternativa. “Yo tenía diabetes, ácido úrico, colesterol, triglicéridos, tensión alta, … la incineración me lo ha curado todo” (Macià).

Alguno es capaz de reír hasta el último momento. Tomás Moro, al subir al cadalso donde le iban a cortar la cabeza, dice al verdugo: “Ayúdame a subir hijo, que para bajar, ya me apaño solo.”

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