Escritas y relatadas por Juan Manuel Igea
Presidente del Comité de Humanidades
de la Sociedad Española de Alergia e Inmunología Clínica
«El médico que solo sabe medicina, ni medicina sabe»
José de Letamendi y Manjarrés (1828-1897)
La alimentación humana es un problema de primer orden a nivel global, y la pesca forma una parte muy importante de ella en muchos países. Lamentablemente, muchas poblaciones de peces en todo el mundo están amenazadas por la sobrepesca o ya han colapsado, lo que amenaza nuestra alimentación. Una de las principales razones es que los responsables de formular políticas han ignorado a menudo los límites de captura calculados por los científicos, que estaban destinados a ser umbrales estrictos para proteger las poblaciones. Por ejemplo, en la Unión Europea, las explotaciones pesqueras se gestionan principalmente a través de límites de captura permitidos, conocidos como cuotas, que establece el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea en función del asesoramiento científico y de las recomendaciones de la Comisión Europea. Se hace entonces necesario ajustar al máximo los modelos científicos a este respecto.
El trabajo que presentamos aquí analiza la precisión de los modelos de evaluación de las poblaciones de peces y su repercusión en la gestión de las explotaciones pesqueras a nivel global. Los autores, encabezados por Graham J. Edgar y su equipo, estudian cómo los modelos de evaluación de existencias sobreestiman a menudo la sostenibilidad de las explotaciones pesqueras, lo que puede llevar a una percepción errónea de la recuperación de las poblaciones de peces.
La gestión efectiva de las explotaciones pesqueras depende de estimaciones precisas de la biomasa y las tendencias de las poblaciones de peces. Sin embargo, los supuestos en los modelos de evaluación generan niveles altos de incertidumbre y errores. El estudio analiza 230 explotaciones pesqueras en todo el mundo y compara las estimaciones de biomasa de las evaluaciones históricas con las estimaciones más recientes. Los resultados muestran que, en lo que respecta a las poblaciones sobreexplotadas, de bajo valor económico o situadas en regiones con aumento de la temperatura, las evaluaciones históricas tienden a sobreestimar la biomasa.
Además, el estudio revela que las tendencias ascendentes comunicadas para las poblaciones sobreexplotadas son a menudo inexactas, lo que lleva a un sesgo optimista en las evaluaciones. Este sesgo puede resultar en que muchas poblaciones de peces no sean reconocidas como colapsadas, es decir, con una biomasa por debajo del 10 % de su máximo histórico. Según los autores, hasta un 85 % más de las poblaciones de peces de las que se reconocen actualmente podrían haber colapsado.
El artículo subraya la alta incertidumbre y el sesgo en las estimaciones de existencias, lo que sugiere que los gestores de las explotaciones pesqueras deberían adoptar un enfoque mucho más precavido. Los modelos de evaluación suelen incluir más de 40 parámetros diferentes, lo que puede llevar a un sobreajuste del modelo y a acumular incertidumbre. La precisión de estos modelos es difícil de evaluar, ya que la biomasa real de los peces no se observa directamente.
El estudio también analiza factores que influyen en el sesgo de las estimaciones, como el valor económico de la población, la tendencia de la temperatura superficial del mar y la duración de las series temporales. Los resultados indican que las evaluaciones de poblaciones en zonas con temperaturas en aumento o con series temporales más cortas tienden a tener un mayor sesgo. Finalmente, los autores indican la necesidad de mejorar los modelos de evaluación de las explotaciones pesqueras y de adoptar medidas de precaución más estrictas. Proponen diez condiciones fundamentales para mejorar la precisión de los modelos y la sostenibilidad a largo plazo de las pesquerías. Entre ellas están la consideración de múltiples escenarios, el análisis retrospectivo de los sesgos, la apertura de los datos y la realización de encuestas independientes de la pesca.
En resumen, el artículo concluye que, aunque la falta de precaución puede generar beneficios a corto plazo en las capturas, a largo plazo socava los intereses sociales al provocar la pérdida de especies con gran valor económico, ambiental y cultural. Se hace urgente mejorar la gestión de las explotaciones pesqueras para garantizar la sostenibilidad de los recursos pesqueros globales.
Edgar GJ, Bates AE, Krueck NC, Baker SC, Stuart-Smith RD, Brown CJ. Stock assessment models overstate sustainability of the world’s fisheries. Science. 2024 Aug 23;385(6711):860-865. doi: 10.1126/science.adl6282. Epub 2024 Aug 22. PMID: 39172840
Tras un verano especialmente rico en picaduras de insectos y sus molestas reacciones, es oportuno resaltar este estudio sobre cómo los mosquitos, específicamente la especie Aedes aegypti, localizan a sus víctimas humanas. Esta especie no solo produce reacciones locales muy molestas, sino que es conocida por transmitir enfermedades graves como el dengue, la fiebre amarilla y el Zika, lo que la convierte en una de las más peligrosas del mundo.
Durante más de un siglo, los científicos han investigado cómo los mosquitos encuentran a sus víctimas. Lo hacen a través de diversas señales sensoriales, como el dióxido de carbono (CO₂) espirado, los olores corporales, la visión y el calor. Sin embargo, estos métodos tienen sus limitaciones. Por ejemplo, la visión de los mosquitos es deficiente, y factores como el viento fuerte o el movimiento rápido del anfitrión pueden desorientar a los insectos.
Un equipo de investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara ha añadido un nuevo sentido a la lista: la detección de radiación infrarroja (RI). En sus experimentos, los científicos expusieron a mosquitos hembra a CO₂, olores humanos y a una fuente de RI que imitaba la temperatura de la piel humana. Descubrieron que la presencia de RI duplicaba la actividad de búsqueda de anfitriones por parte de los mosquitos, lo que apunta a que este tipo de radiación es una señal poderosa para los mosquitos.
Este nuevo hallazgo es relevante porque, hasta ahora, los estudios no habían observado el efecto de la radiación infrarroja en el comportamiento de los mosquitos. Los investigadores también descubrieron cómo los mosquitos detectan la RI a nivel morfológico y bioquímico. Específicamente, se identificó que las antenas de los mosquitos contienen estructuras especializadas, como TRPA1, un canal activado por el calor, que les permite detectar la RI. Además, se halló que otras proteínas, como las rodopsinas, también intervienen en la detección de las temperaturas, lo que aumenta la sensibilidad del mosquito a la RI y extiende su capacidad para detectar a los seres humanos a distancias mayores, hasta aproximadamente 70 cm.
El descubrimiento tiene implicaciones importantes para el control de las poblaciones de mosquitos y, en última instancia, para la prevención de enfermedades transmitidas por estos insectos. Por ejemplo, las trampas para mosquitos podrían mejorarse incorporando fuentes de RI, lo que aumentaría su eficacia. Además, esto explica por qué la ropa suelta es especialmente eficaz para prevenir las picaduras, ya que permite que el IR se disipe antes de que los mosquitos puedan detectarlo.
En resumen, el estudio nos ayuda a entender los mecanismos precisos que utilizan los mosquitos para encontrar a los seres humanos, lo que abre nuevas posibilidades para el control y la reducción de enfermedades transmitidas por ellos. Como los mosquitos son responsables de más muertes humanas que cualquier otro animal, estos avances científicos son cruciales para la salud pública global.
Chandel, A., De Beaubien, N.A., Ganguly, A. et al. Thermal infrared directs host-seeking behaviour in Aedes aegypti mosquitoes. Nature (2024). https://doi.org/10.1038/s41586-024-07848-5
Este interesante artículo recién publicado tiene una relación directa con la medicina, lo que, en principio, le excluiría de nuestra selección habitual, pero su planteamiento es sumamente original y humano, por lo que nos parece muy apropiado para esta sección. Se trata de un estudio publicado en una revista neurocientífica dedicada exclusivamente a la corteza cerebral que aborda, en concreto, el tema del amor, algo que parecería más propio de una revista de humanidades o de una novela.
De manera específica, examina cómo diferentes tipos de amor activan diversas zonas del cerebro relacionadas con la recompensa y la cognición social. El estudio utiliza imágenes por resonancia magnética funcional (RMf) para observar la actividad cerebral mientras se inducen sentimientos de amor hacia seis objetos diferentes: la pareja romántica, los hijos, los amigos, extraños, las mascotas y la naturaleza.
El amor es una experiencia fundamental en la vida humana, ligada a la formación de vínculos, el cuidado parental y las relaciones interpersonales. Sin embargo, se conoce poco sobre los mecanismos neuronales del amor más allá de los tipos romántico y maternal. Este estudio se propuso caracterizar las zonas del cerebro involucradas en el amor hacia diferentes objetos y entender cómo varían en función de ellos.
Para inducir sentimientos de amor se utilizaron historias breves y pregrabadas, mientras se medía la actividad cerebral con RMf. Los participantes, 55 adultos finlandeses, escucharon narrativas que describían situaciones cotidianas que evocaban amor por uno de los seis objetos mencionados. Además, se incluyó una categoría de control neutro para comparar la actividad cerebral.
El amor hacia personas (parejas, hijos, amigos) activó las zonas del cerebro relacionadas con la cognición social, como la unión temporoparietal y las estructuras de la línea media, más que el amor hacia las mascotas o la naturaleza. El amor hacia personas cercanas activó zonas asociadas a la recompensa y la motivación de manera más fuerte y extendida que el amor hacia los extraños, las mascotas o la naturaleza. Los dueños de mascotas mostraron una mayor activación en las mismas regiones cerebrales relacionadas con el amor interpersonal que aquellos que no tenían mascotas. El amor por la naturaleza activó zonas diferentes en comparación con el amor interpersonal, y destacó la implicación de la circunvolución fusiforme y la circunvolución parahipocampal, regiones relacionadas con la percepción de paisajes.
En resumen, el artículo concluye que, aunque diferentes tipos de amor comparten mecanismos neuronales comunes, la naturaleza del objeto de amor modula la activación cerebral. El amor hacia vínculos más cercanos (parejas, hijos) involucra una activación más intensa de las zonas de recompensa y motivación, mientras que el amor hacia vínculos más distantes, como extraños, mascotas o la naturaleza, involucra menos estas zonas y activa otras regiones específicas dependiendo del objeto del amor. Esto proporciona una comprensión más matizada de cómo el cerebro procesa las diversas formas de amor, considerando tanto los aspectos biológicos como culturales. Y, por supuesto, le quita misterio y romanticismo al tema del amor, pero así es nuestra realidad fisiológica.
Pärttyli Rinne, Juha M Lahnakoski, Heini Saarimäki, Mikke Tavast, Mikko Sams, Linda Henriksson. Six types of loves differentially recruit reward and social cognition brain areas. Cerebral Cortex, Volume 34, Issue 8, August 2024, bhae331. https://doi.org/10.1093/cercor/bhae331.
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