Por Armando Oterino
Facultativo especialista en Cardiología con beca de
formación en el hospital de Salamanca
Tres letras definen buena parte de la vida de un médico en España: MIR. Tres letras que llevan aparejadas la persistencia de un esfuerzo que comienza 72 meses atrás en forma de carrera de Medicina y que se prolongarán, en la mayoría de los casos, con un número similar de meses como personal en formación, esto es, el MIR (Médico Interno Residente).
Tras un examen largo y complejo, en el que ponemos a prueba nuestros conocimientos (buena parte adquiridos en un apasionante verano), comienza una etapa ciertamente ilusionante y diferente. La residencia o MIR supone la adquisición tutorizada de una serie de conocimientos y aptitudes, médicas y humanas (siendo imposible la escisión una de la otra), tras lo cual se alcanzará un nuevo lugar en el organigrama sanitario, el del médico especialista.
Ciertamente, se trata de una época convulsa la que nos ha tocado vivir en todos los ámbitos de la vida, siendo la pandemia un golpe que ha tambaleado todos los estamentos de una sociedad y un país, que nos ha privado de seres queridos y que ha provocado una compleja alteración de nuestra formación; sin embargo, no puedo sentirme mas orgulloso, ya que hemos sido una parte fundamental dentro de este duro proceso.
No me gustaría olvidarme de mis compañeros, los cuales están defendiendo el derecho a poder elegir su plaza MIR con garantías y, por ende, las decisiones vitales que se derivan de ella, tal y como la hemos elegido muchos especialistas. ESTAMOS CON VOSOTROS.
Mi formación como especialista ha acontecido en el Hospital Universitario de Salamanca, en el servicio de Cardiología. Con una plantilla a la vanguardia de la técnica y, por encima de todo, de una calidad humana superlativa. He crecido como ser humano y como cardiólogo, pudiendo recibir una formación íntegra y de excelencia.
Tras estos cinco años, y con la ilusión de seguir perteneciendo a este gran grupo, comenzaré a subespecializarme en un campo apasionante, como es el de la electrofisiología y las arritmias, de la mano de unos compañeros que me enseñaron las bondades de esta parte de la cardiología, estando rodeado, por tanto, del mejor equipo que uno puede tener.
La electrofisiología estudia la fisiopatología que subyace a las taqui y bradi-arritmias, así como su diagnóstico y tratamiento, que se extiende desde el implante de dispositivos, tales como marcapasos o desfibriladores, a la ablación de entidades arrítmicas, tan frecuentes en la población actual como la fibrilación auricular. Durante una formación complementaria que durará dos años, siguiendo un itinerario organizado, aprenderé desde el estudio más básico y profundo de los mecanismos de formación de las arritmias, la localización anatómica de cada sustrato y las opciones terapéuticas inherentes a cada una de ellas, finalizando con el aprendizaje de sustratos arrítmicos más complejos.
La importancia de la súper-especialización radica en la necesidad de contar con profesionales altamente cualificados y formados en los diversos ámbitos, ya que si bien durante la formación sanitaria especializada se realiza la rotación correspondiente en la sección, siendo de enorme utilidad para la practica clínica diaria y las guardias de cardiología, no constituye suficiente tiempo para adquirir los conocimientos y destrezas necesarias para el abordaje con completo éxito.
Para concluir, esta reflexión va dedicada a los que empezáis este camino, tal y como yo lo empecé hace cinco años, sin nada más en la mochila que un puñado de conocimientos y un montón de ilusiones. El camino es largo y no está exento de obstáculos, pero si os apoyáis los unos en los otros y no perdéis la ilusión, consiguiendo mantener el tesón intacto, será una etapa inolvidable y ciertamente maravillosa.
Parafraseando a un compañero al que, como a nosotros, le gusta estar de guardia de madrugada y que dice: “la noche es justo más oscura antes del amanecer”, yo os digo, amigos míos, que el amanecer que está por venir y que os está aguardando es justa y merecida recompensa.
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