Mis primeros tres meses como residente de Medicina Familiar

Por Omar Arístides Hidalgo Thomas

Médico residente en Medicina Familiar en el Hospital Universitario de Salamanca

Iniciar mi residencia en Medicina Familiar en el Hospital Universitario de Salamanca ha sido una experiencia emocionante y desafiante a la vez. Aunque soy extranjero, llevo ocho años viviendo en Salamanca, lo que me ha permitido adaptarme bien a su cultura y estilo de vida. Además, haber trabajado previamente como médico antes de comenzar esta etapa me ha proporcionado una base sólida que ha facilitado mi transición al rol de residente.

Estos primeros tres meses han sido intensos, llenos de aprendizaje práctico y de oportunidades para consolidar los conocimientos adquiridos previamente. Desde el primer día, me sentí parte de un equipo comprometido con ofrecer atención integral y de calidad a los pacientes, un pilar fundamental de la Medicina Familiar. Aunque estoy familiarizado con el trato a los pacientes, cada interacción en esta nueva etapa ha sido una oportunidad para profundizar en la construcción de relaciones de confianza y para perfeccionar mi enfoque integral hacia su cuidado.

Uno de los retos iniciales ha sido equilibrar las responsabilidades de la residencia con la adaptación al ritmo y las expectativas del hospital. La residencia implica enfrentarse a situaciones clínicas complejas, asumir decisiones importantes y gestionar la presión del tiempo. Recuerdo especialmente un caso en el que tuve que evaluar a un paciente con múltiples comorbilidades en una consulta de urgencias. Aunque la experiencia previa me dio confianza, trabajar bajo la supervisión de mis tutores me permitió aprender enfoques diferentes y confirmar que el trabajo en equipo es clave para el éxito en esta profesión.

Un aspecto positivo de este inicio ha sido mi capacidad para conectar rápidamente con los pacientes. Al conocer bien la cultura local y el sistema sanitario, no me ha resultado difícil entender las preocupaciones de quienes acuden a la consulta. Salamanca tiene una población diversa, con pacientes que valoran tanto el trato cercano como la competencia profesional, y mi experiencia previa me ha ayudado a responder a estas expectativas de manera efectiva.

Además, he descubierto lo enriquecedor que es el aprendizaje continuo en esta especialidad. Las sesiones clínicas y las discusiones con mis compañeros y supervisores han sido momentos clave para ampliar mi perspectiva y afianzar conceptos. Desde el comienzo de la residencia he podido experimentar pequeños logros en mi formación como médico que me motivan a seguir adelante. Uno de los momentos más gratificantes es poder ver los resultados de ayudar a los pacientes, especialmente a los mayores y personas más vulnerables, a mejorar su situación de salud, gracias al trabajo de forma coordinada con el Equipo de Salud (médico, enfermero/a, trabajador social, etc). Ver sus progresos en las consultas subsecuentes me recuerdan por qué elegí esta especialidad: por su enfoque integral y su impacto directo en la calidad de vida.

Autocuidado

Por supuesto, no todo ha sido fácil. La residencia demanda largas horas y una alta carga emocional, especialmente al enfrentar casos complejos o al acompañar a pacientes en momentos críticos. Sin embargo, he aprendido a gestionar el estrés priorizando el autocuidado y buscando apoyo en mis compañeros y supervisores, quienes siempre están dispuestos a brindar orientación y respaldo.

En retrospectiva, estos primeros tres meses han sido una etapa de intenso aprendizaje, adaptación y crecimiento. A pesar de los retos, cada día confirma mi decisión de ser médico de familia. Esta especialidad no solo me permite atender a las personas de manera integral, sino también construir relaciones significativas y ser parte activa de su bienestar.

Estoy agradecido por la oportunidad de formarme en un entorno tan enriquecedor como el Hospital Universitario de Salamanca. Sé que este es solo el comienzo de un camino lleno de desafíos, pero también de grandes satisfacciones. Estoy emocionado por lo que el futuro de la residencia me depara y comprometido a seguir dando lo mejor de mí en cada paso de este recorrido.

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