Por Germán Payo Losa
Director de Educahumor
Saltan la valla y son devueltos al sur de Marruecos 116 subsaharianos. “Pero ¿y los del ‘Aquarius’?”, se preguntarán. El Gobierno un día acoge y al siguiente expulsa. A nosotros nos acostumbró rápido a estos virajes, pero ellos deben estar desconcertados. Leo la aventura de un camerunés devuelto en caliente seis veces, tiene 50 cicatrices y tras el séptimo salto de la valla, está en espera. ¿Estoy a favor o en contra de la migración?
Vamos a tomar perspectiva. En un breve vídeo, ‘Pobreza mundial, inmigración y bolas de chicle’ (World Poverty and Immigration & Gumballs), que recomiendo ver, Roy Beck presenta de un modo originalísimo el problema de los migrantes y de la pobreza. En resumen: de 7.600 millones de personas, hay 5.600 millones en el mundo que viven, según el Banco Mundial, por debajo del umbral de la pobreza, con 2 dólares al día. EEUU acoge cada año a 1 millón, pero cada año la cantidad total de pobres aumenta en 80 millones. Aunque acojan el doble, 2 millones, los pobres seguirán incrementándose en 80 millones anuales.
Por comparar, España, de los 17.387 refugiados que se comprometió a acoger en 2015, sólo tenía a 1.212 en marzo de 2017. Bangladesh ha acogido desde el pasado 25 de agosto a 582.000 refugiados rohinyás. Además, son los más emprendedores los que emigran. Sólo hay una solución al problema de la pobreza: ayudarlos a progresar donde viven. Lo demás es un parche.
Claro, añado yo, ayudaría no montar guerras para vender más armas, no esquilmar los grandes recursos naturales que tiene, por ejemplo, África, sin que su población se beneficie, no destruir con barcos de arrastre la pesca de la que viven y que la avaricia y el hacer cada día más dinero no sea el motor del mundo.
Con este panorama parece que D. Trump, tiene una receta: más armas, hasta en la escuela, y más muro. En España somos especiales: vendemos bombas de “precisión”. Falta que nos digan que sólo matan a los malos. Increíble, pero está claro.
‘Nosotros también fuimos extranjeros’. La primera foto se utilizó en carteles editados por el Gobierno de Canarias en 2001 con esta leyenda. Algunos gobiernos autonómicos también son conscientes de esta realidad, para refrescar la memoria. Aporto tres datos.
Según Alicia Alted en ‘La voz de los vencidos: el exilio republicano de 1939’, unos 465.000 españoles huyeron del conflicto cruzando la frontera con Francia.
En 1939, el capitán del carguero ‘Standbrook’ A. Dickson había atracado en Alicante para cargar naranjas y azafrán, cuatro días antes de acabar la guerra. El puerto estaba abarrotado de gente que huía del destino que les esperaba tras perder la guerra. Él decidió cambiar sus órdenes. Embarcó a 2.368 pasajeros y los llevó a Orán. Fue la última carga civil que salió de España antes de acabar la guerra. La elección de este hombre devuelve la fe en la humanidad.
La ‘Elvira’, un velero destartalado, llegó desde Fuerteventura a Venezuela con 106 inmigrantes ilegale que, tras 36 días de penalidades en el mar, fueron acogidos allí. A la salida, los interceptó la Guardia Civil. Les querían detener “¡En nombre de España!”, a lo que uno contestó: “Que se entregue tu madre”, y un golpe de viento favorable les ayudó a escapar, cuenta T. Barbulo. Y se calcula que sólo en los años 40 emigraron 128.000 canarios.
El panorama de mi barrio ha cambiado. Hace muchos años, sólo veías españoles. Ahora hay de diversas razas y culturas: africanos, asiáticos, americanos… ¿Enriquece o es un peligro la gente de fuera?
Para mí es una riqueza. Nos contagian con su música de jazz, ritmos brasileños, sudamericanos, percusión africana, su cocina, en restaurantes chinos, indios, marroquíes… Pienso en Les Luthiers y su humor, en el fútbol y sus estrellas, en el colorido de los trajes y las danzas en el Día de la Hispanidad.
Un amigo ha participado en un proyecto de cooperación en Mozambique. “¿Qué es los que más te ha llamado la atención?”, le pregunto. “Que no tienen nada, pero nada de nada, y todo el rato sonríen, son amables, felices. Es un contraste tremendo el llegar y ver a todo el mundo despotricando, cabreado”.
Nos pueden contagiar amabilidad, vitalidad, humor y humanidad, que parece vamos perdiendo, y otro punto de vista, tan necesitado a veces. Cáritas publica algunas leyendas sobre la migración, como que “la población de los países pobres emigra a los ricos, o que los migrantes viven de las prestaciones sociales y roban, o que el cierre de fronteras frenará la marea de emigrantes y refugiados”. Con cifras y datos. Os invito a ‘visitarlas’.
Soy optimista, aunque a veces también imagino que en lugar del pasaporte, en un futuro tendremos que mostrar el saldo de la cuenta bancaria. No es que no queramos emigrantes, no queremos pobres. Si son millonarios, mejor.
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