Por Yolimar Almenara Morales
Médico residente de primer año
de Medicina de Familia y Comunitaria
Tras conseguir mi plaza como MIR, la emoción me llenó por completo. Había logrado mi objetivo profesional, comenzar mi especialidad; y sin saber que esa emoción sería aún mayor cuando me enteré de que estaba embarazada. No voy a mentir, al principio me dio un poco de miedo por la incertidumbre de qué pasaría con la residencia, cómo se organizaría, qué debería hacer en mi plan formativo; pero una vez comunicada la noticia de mi embarazo, conté con el apoyo de mis adjuntos, mis compañeros de residencia y, en especial, de mi tutora.
Las dificultades durante el período de gestación fueron las propias del embarazo: cansancio, inflamación y náuseas, entre otras. Los días de jornadas prolongadas por coincidir con guardias de 17 o 24 horas fueron los más duros, porque más allá del agotamiento físico, también se suma la preocupación por exponer al bebé a una situación de disconfort.
Inicié la baja del embarazo por incapacidad para adaptar mi puesto de trabajo sobre las 25 semanas de gestación, y al incorporarme a la residencia después de completar la baja maternal, retomé el plan docente que tenía previamente, es decir, que no se pierde formación, sino que se prolonga el periodo como residente, situación que se agradece, ya que era uno de mis principales miedos.
Conciliar la formación como médico residente y la maternidad no es tarea fácil, pero tampoco imposible si se tiene apoyo familiar. Mi marido también es médico, e intentamos organizar nuestros calendarios para no coincidir en guardias/consultas y Médico residente de primer año de Medicina de Familia y Comunitaria Por Yolimar Almenara Morales que así siempre pueda estar uno disponible para el cuidado de la niña. Utilizamos recursos, como madrugadores o tardones en la guardería, para cubrir los cuidados durante las horas laborales ordinarias.
Una de las principales barreras que he experimentado ha sido continuar con lactancia materna tras mi incorporación, ya que, según el servicio donde se esté rotando y la dinámica de trabajo, puede ser incluso incompatible.
En mi caso, durante las guardias de Urgencias, por varios motivos que se fueron sumando, entre ellos, el volumen de pacientes por atender; la frecuencia con la que hay que usar el extractor (cada 4 horas, aproximadamente); el tener que hacer uso de uno de los servicios del área de Urgencias para realizar las extracciones y no abandonar por mucho tiempo la zona de trabajo y las medidas de conservación necesarias para la leche; fueron motivos suficientes para tomar la decisión de abandonar la lactancia.
Noches de desvelo, preocupación por llegar a tiempo al hospital o al centro de salud sin interferir en los horarios establecidos por la guardería, pasar tiempo de calidad con mi hija y satisfacer sus necesidades básicas, sin olvidar dedicar el tiempo necesario para mi formación especializada, como cursos, comunicaciones, estudio diario, hace que mi dinámica diaria sea extenuante y que incluso me falten horas para cumplir todas las tareas programadas.
Sin embargo, y a pesar de todo, sin duda alguna es el mejor momento de mi vida.
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