por Aurelio FUERTES MARTÍN
de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública
Las comidas de las guardias del Hospital tienen una virtud, quizás la única, nos invitan a la reunión y a la charla, casi siempre distendida, a los profesionales que realizan las Urgencias. Siempre fue, espero que siga siéndolo, un buen momento para “cotillear” un poco y hablar de los problemas del Hospital. A veces surgen temas de otro calado, desde la política a la religión, y, por supuesto, la Sanidad. Hace bien poco, coincidimos algunos de los “históricos”, de los que conocemos el Hospital desde su apertura, y se abrió el debate. Decía uno de mis amigos, que además es un excelente profesional, que no era tan importante la diferencia entre medicina privada y pública, que para él sólo había dos tipos de medicina, la buena y la mala. C. y yo, defendíamos lo contrario. No es cierto que haya sólo dos tipos de medicina, también hay medicina para ricos, medicina para pobres y medicina para todos; medicina eficiente y medicina no eficiente; medicina integral (preventiva, curativa y rehabilitadora) o solo curativa… La discusión no llegó mucho más allá, no era el momento; sin embargo, pienso que este debate es fundamental, especialmente para las nuevas generaciones de médicos, que de forma atropellada están entrando en nuestra Sanidad Pública.
La inmensa mayoría de los jóvenes licenciados quieren trabajar en la Sanidad Pública, ello puede ser debido a que es la única que conocen, ya que el MIR es necesario y se hace en Hospitales y Centros de Salud públicos; pero también a que les da una seguridad en el empleo, con el que no tener dificultades económicas(no confundir con una posibilidad de hacerse ricos) y además algo que para ellos es muy importante, en la Sanidad Pública y sólo en ella, puede hacerse docencia y puede hacerse investigación. A mí me gustaría que estos nuevos médicos prefiriesen la pública también por otras razones.
Prefiriesen la pública, porque sólo si esta opción existe y es fuerte, puede haber equidad, igualdad de acceso para todos a los servicios sanitarios, que sólo es posible si la Sanidad Pública constituye la base del sistema sanitario, si la pagamos todos según nuestra capacidad y acudimos a ella si la necesitamos. Una sanidad de ricos y otra de pobres (beneficencia) no resuelve el problema de la equidad, la beneficencia sería sólo una medicina de mínimos, una medicina de caridad, muy alejada de las premisas e inversiones que hoy requiere una medicina de calidad.
Prefiriesen la pública porque es la única medicina integral, que atiende no sólo a los aspectos curativos, sino también a los de promoción de la salud, prevención de la enfermedad y rehabilitación. La sanidad pública es superior a la privada, porque aquella cuida y promociona la salud de la población y la segunda sólo atiende a los aspectos curativos. La única que contempla una racionalidad asistencial basada en dos niveles de atención, con una base en la Atención Primaria y un complemento en la Especializada.
Prefiriesen la pública porque es más barata para la sociedad, es decir para todos. La sanidad consume un 15,3 % del PIB en los EE. UU. (sanidad predominantemente privada) con muchos millones de personas fuera del sistema; la sanidad española consume un 7,6 % del PIB y tiene una cobertura pública del 99% de la población. La sanidad pública es más eficiente y a pesar de la publicidad en contra de los neoliberales de acá y del otro lado del “charco”, nadie ha demostrado con datos científicos, lo contrario.
Prefiriesen la pública, porque también oferta la mayor calidad. Nadie duda de que los mejores profesionales están en la Sanidad Pública, aunque es cierto que algunos comparten los dos tipos de medicina (siempre en perjuicio de la primera), y es evidente que la alta tecnología y la medicina más compleja está solamente en los hospitales públicos.
Pero no todo es positivo en nuestro sistema. La sanidad pública tiene muchos defectos y es muy mejorable, muchos de los defectos serían corregibles con una buena gestión, casi siempre en manos de personas poco cualificadas, y que claramente ha empeorado con los procesos de transferencias, al menos en nuestra comunidad. Falta planificación, organización en los servicios para incrementar la productividad y la calidad, y hay que resolver problemas de acceso (listas de espera impresentables y solucionables) y problemas de confort, hoy día imprescindibles; la política de personal es en demasiadas ocasiones caótica, excesivo el gasto farmacéutico…Son muchos los problemas por resolver. Por otra parte son muy fuertes las presiones, desde sectores políticos y económicos, para privatizar aunque sólo sea una parte del sistema, han llegado al convencimiento de que eligiendo parcelas de la asistencia ésta puede ser muy rentable y ello puede ser el comienzo del fin, si logran desestructurar el sistema.
Es por ello que necesitamos una nueva promoción de jóvenes médicos, verdaderos militantes por la salud de la sociedad, que apoyen sin reservas nuestra sanidad pública y luchen día adía, desde su puesto de trabajo y también fuera de él (los médicos son, queramos o no, líderes de opinión), por una sanidad pública mejor. Su lucha será en beneficio de todos, pero también de ellos mismos. En nuestra Asociación les brindamos un sitio y toda la ayuda necesaria.
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