Aunque la vocación por la Medicina no le vino de familia, la Dra. María Isidoro García creció en un ambiente de estudio y de ciencia, así que no es de extrañar que tuviera claro desde bien temprano, no sólo que se dedicaría a investigar, sino que su ilusión sería hacerlo para profundizar en el ser humano en busca de avances que contribuyeran a mejorar la vida del mayor número posible de pacientes. La unidad que dirige, la de Farmacogenética y Medicina de Precisión, es ahora una de las más punteras del país y suma reconocimientos, aunque uno de los más satisfactorios es el de las familias que conviven con una enfermedad rara en Castilla y León, que poco a poco pueden ir poniendo nombre a lo que les ocurre gracias al trabajo coordinado de un gran equipo multidisciplinar capitaneado por la Dra. Isidoro. Ella siente cada vez con más fuerza que está “en el camino” de cumplir su sueño, porque es consciente de que lo que hacen –indagar en los secretos de los genes– tiene una indudable aplicación en los pacientes.
¿Cómo han vivido la crisis sanitaria en su Unidad? ¿En qué medida ha alterado la labor habitual del equipo?
Evidentemente, esta crisis sanitaria ha supuesto un impacto enorme a todos los niveles. En la Unidad hemos colaborado en la atención de los pacientes proporcionando protocolos, reactivos y los estudios que nos han solicitado. Además, hemos tenido que adaptar la actividad cotidiana a las medidas de seguridad, trabajando por turnos, alternando la actividad presencial con el teletrabajo.
¿Qué efectos ha tenido la pandemia y la necesidad de dirigir gran parte de los recursos hospitalarios a los pacientes COVID sobre el trabajo que realiza la Unidad de Diagnóstico Avanzado en Enfermedades Raras? ¿Se ha interrumpido en algún momento la atención que se presta a estas familias?
Hemos realizado un esfuerzo extraordinario, tanto en el laboratorio como en Pediatría, para conseguir que la situación derivada de la pandemia no afectase a la atención sanitaria que se presta a las familias, porque éramos conscientes de que a su situación se sumaban las complicaciones derivadas de las medidas de confinamiento. Por ello, hemos trabajado con gran intensidad, para seguir proporcionando los diagnósticos de estos pacientes, si bien la inevitable reducción del número de consultas ha podido repercutir en la trasmisión de la información generada en la Unidad.
¿Qué papel juega o puede jugar la Medicina de Precisión (MP) en un escenario epidémico como el actual?
En este escenario, adquiere una relevancia fundamental, ya que se observan distintos cursos clínicos en los pacientes afectados por la enfermedad, y la MP puede ayudar a entender qué factores pueden influir en la evolución y el pronóstico y, sobre todo, en la elección de un mejor tratamiento. Por ello, resulta esencial impulsar la investigación en MP para conocer y controlar la enfermedad.
¿Su unidad participa de alguna forma en la respuesta que se da a los pacientes COVID del hospital de Salamanca?
Nos han solicitado la realización de análisis dirigidos a identificar potenciales efectos adversos relacionados con los tratamientos. Nos hemos tenido que enfrentar a una nueva enfermedad para la que se han empleado fármacos ampliamente conocidos combinados con otros más recientes, y es importante conocer la metabolización individual de los distintos compuestos y sus interacciones farmacológicas potenciales. Es decir, si existen interacciones que puedan desencadenar efectos adversos que agraven la ya de por sí complicada situación clínica de los pacientes infectados por SARSCov- 2 o puedan disminuir la eficacia de los tratamientos.
En el campo de la Farmacogenética se hacía un trabajo callado, desconocido para la mayoría de la población, y ahora es uno de los ámbitos más punteros y reconocidos gracias a la Medicina de Precisión…
Efectivamente. En el hospital de Salamanca llevamos casi 12 años trabajando en Medicina de Precisión (MP), que puede estar orientada al diagnóstico o al tratamiento. En la orientada al diagnóstico, comenzamos con la Unidad de Enfermedades Raras, porque estos pacientes son el paradigma de la MP. Aunque llevamos varios años trabajando en este ámbito, la unidad comenzó a funcionar como tal en enero de 2018. Respecto a la Farmacogenética orientada a los tratamientos, llevamos muchos años intentando conjugarla con el ajuste personalizado de los tratamientos, y hemos diseñado un modelo específico de aplicación de la Medicina de Precisión a la prescripción terapéutica, el modelo 5SPM.
Reconoce que lo que más le quita el sueño es ver cómo el avance de la validación biológica parece no alcanzar nunca el vertiginoso ritmo de la innovación tecnológica. “Si actualmente podemos secuenciar el exoma completo, y de las 100.000 variantes genéticas nos podemos encontrar con que no se sabe nada de un 80% o 90%, imagina el siguiente paso, el genoma completo, que son millones de variantes…”, lamenta. Para María Isidoro García los genes son ese misterio –ya cotidiano para ella– en el que supo que quería adentrarse desde que presenció por primera vez la precipitación del DNA durante un curso de Biología Molecular y quedó “totalmente emocionada”. Se licenció en Medicina en 1989 e hizo la especialidad de Bioquímica Clínica en Salamanca. Tras defender su tesis doctoral con Premio Extraordinario, se marchó a Dinamarca para investigar en el seno de la Sociedad Danesa contra el Cáncer. Al regresar, desarrolló durante un tiempo su labor investigadora en el Hospital Universitario de Salamanca, y posteriormente en la Universidad de Salamanca, donde es profesora asociada desde 1998. Realizó investigación básica durante varios años en los que también fue experta europea para la evaluación y supervisión de proyectos internacionales. En 2005 obtuvo plaza en el Complejo Asistencial, donde dirige la Unidad de Farmacogenética y Medicina de Precisión. Es auditora de la ENAC, ha dirigido más de 20 tesis doctorales y acumula publicaciones, actividad académica y cargos de representación en diversas sociedades científicas. Es vocal de la Comisión Nacional de la Especialidad de Bioquímica y ha sido propuesta por el CGCOM para la Unidad de Enfermedades Raras de la Comisión Europea. En su tiempo libre, le gusta leer, el cine y la cocina especializada, pero de lo que más disfruta es de estar con su familia, con la que le encanta viajar.
Un modelo innovador por el que su equipo recibió hace unos meses el Premio Rafael Hervada, cuyo comité evaluador calificó el trabajo como “excelente”…
Llevamos ya tres reconocimientos por este modelo: el de la I Jornada de Buenas Prácticas del hospital de Salamanca, un accésit de los Premios Profesor Barea en el Congreso de los Diputados y el Premio Nacional Rafael Hervada, en el que hemos ‘competido’ con la Universidad de Harvard; la verdad es que estamos muy contentos por este reconocimiento. El modelo se denomina 5SPM porque establece cinco pasos en Medicina de Precisión. Lo que hacemos es recoger todos los datos clínicos posibles relacionados con la respuesta al tratamiento del paciente; a partir de ahí, realizamos un análisis específico de las posibles interacciones entre los fármacos que toma y un estudio farmacogenético, es decir, estudiamos aquellos genes que codifican proteínas que puedan estar implicadas en la respuesta a los tratamientos. Con ese resultado, hablamos con los clínicos y se hace un reajuste terapéutico, y después se reevalúa el modelo. Lo hemos aplicado ya en casi 2.000 pacientes y los resultados son muy satisfactorios; primero, en el ámbito asistencial, porque permiten disminuir los efectos adversos y aumentar la seguridad. En guías de práctica clínica que hemos publicado, se han constatado mejoras significativas en la respuesta terapéutica, y hemos observado también otro tipo de respuestas relacionadas con la identificación de nuevas variantes que no estaban descritas. Por supuesto, también disminuye el gasto farmacéutico, pero los resultados más importantes y más satisfactorios tienen que ver con la mejora de los pacientes.
Los cinco pasos de los que consta el modelo exigen realizar estudios clínicos y genéticos, lo que sugiere que se requiere un tiempo importante por cada paciente. ¿Es posible protocolizarlo para que pueda ser utilizado habitualmente en la práctica clínica?
Es complicado, porque el hecho de que la Medicina Personalizada de Precisión esté tan dirigida al paciente exige mucho esfuerzo. Sin embargo, ya tenemos estandarizado el modelo a nivel asistencial. Lo que requiere más tiempo es la fase en la cual el clínico debe interiorizar todo el mecanismo e interpretar los resultados; es un proceso en el que le acompañamos, porque uno de los problemas fundamentales de esta aplicación de la Farmacogenética es el académico: no se imparte en las facultades, los profesionales no lo han estudiado previamente, existen pocas actividades formativas, e incluso a quienes nos dedicamos a ella nos ha costado mucho acceder al conocimiento. Sin embargo, en el momento en el que conocen el sistema y lo aplican, van adquiriendo mayor ‘independencia’, y entonces llegamos a la situación ideal, por lo que el modelo ya está bastante protocolizado.
La Medicina de Precisión suele asociarse a la Oncología, pero su aplicación puede llegar a todas las especialidades. ¿En qué tipo de pacientes está teniendo más impacto este innovador modelo?
Hasta el momento hemos trabajado con unas 14 especialidades. Tiene mucho impacto en el campo de la Psiquiatría, pero también hemos aplicado nuestro modelo en Dermatología, Enfermedades Infecciosas, Medicina Interna, Digestivo o Atención Primaria (AP), que es el ámbito ideal para su aplicación. Tenemos un proyecto para aplicar desde AP el modelo 5SPM de Medicina de Precisión, porque sus facultativos son los que mejor conocen a sus pacientes y es el nivel asistencial en el que se hace seguimiento de todos sus tratamientos. La idea es que desde los centros de salud se conozca bien el modelo para que, cuando el paciente llegue con la medicación prescrita por muchos especialistas, el médico sea capaz de darse cuenta de qué problemas de interacciones pueden producirse. Desde nuestra unidad les podemos indicar el estudio genético y, a partir de ahí, ajustar la medicación desde AP.
¿En qué momento está el desarrollo de este proyecto?
Hacer un abordaje desde AP es complicado, porque requiere que el modelo esté muy institucionalizado, y hay muchos agentes implicados. Es necesario empezar con proyectos piloto y es muy importante que sea un trabajo multidisciplinar. Creemos que la clave es integrar a todos los profesionales que puedan estar implicados en su desarrollo, incluidos los clínicos, porque los ajustes de dosis y la aplicación final está en sus manos. La verdad es que va despacio, porque ahora mismo nuestra Unidad de Farmacogenética y Medicina de Precisión es unidad de referencia nacional en Cardiopatías Familiares y regional en Enfermedades Raras, y eso supone un esfuerzo importante para conseguir ‘velocidad de crucero’ y que todo esté bien engranado. Por eso no podemos desarrollar el resto de proyectos con la celeridad que nos gustaría.
Si la labor de la Unidad puede implicar a todos los servicios del hospital, e incluso a Atención Primaria, el campo que puede abarcar es inmenso… ¿No da vértigo esa sensación, teniendo en cuenta que los recursos son limitados?
El hecho de que sea una nueva forma de abordar la Medicina hace que todavía no exista una conciencia clara de la importancia que tiene. Muchos clínicos aún no conocen muy bien la herramienta, o incluso desconocen su existencia. A medida que empiezan a necesitarla, nos la van solicitando, y eso permite que la demanda se vaya abordando de forma paulatina. El problema es que no solo nos la piden desde Salamanca; tenemos solicitudes de toda España. Por eso es preciso ir integrándolas poco a poco, porque si se intentan abordar de golpe sería imposible poder alcanzar resultados óptimos, que es lo que queremos. La clave es ir desarrollando poco a poco el modelo, en la medida en que podemos. Tenemos una ventaja, y es que tenemos años de experiencia y la última tecnología que existe, la espectrometría de masas, un modelo que no había en Europa, por lo que nos ha costado mucho implementarla y ponerla a punto. Una vez conseguido, permite incluir a muchos más pacientes y estudiar muchos más marcadores y variables.
¿Existen en el país otros servicios similares a la Unidad de Farmacogenética y Medicina de Precisión de Salamanca?
Como esta unidad no hay ninguna. En otras CCAA existen iniciativas muy importantes con las que mantenemos contacto a través de las comisiones de las sociedades científicas. Lo que ocurre es que estos proyectos no han tenido hasta ahora una clara aplicación clínica, excepto en el ámbito de la Oncología. Hay que tener en cuenta que, en ese campo, lo que busca la Farmacogenética son aquellos marcadores que se observan en el tumor y que pueden hacer que haya una mejor respuesta a los fármacos. Mientras, la Farmacogenética que nosotros planteamos busca aquellos marcadores que tiene el individuo que pueden indicar cómo va a responder a ciertos tratamientos, es decir, el individuo, no el tumor. En otras CCAA hay científicos de gran relevancia y reconocimiento nacional e internacional en el ámbito de la Farmacogenética, pero existe una distancia muy grande entre lo que se investiga y lo que finalmente tiene aplicación clínica. La ventaja que tenemos en Castilla y León es que acumulamos doce años de experiencia en la aplicación clínica de este tipo de Farmacogenética. Eso no quiere decir que en otras zonas no se hayan aplicado marcadores individuales para estudiar la respuesta a determinados fármacos, muchos en el campo oncológico, pero no existe un enfoque como el nuestro, dirigido a la polimedicación.
Hablaba antes de los reconocimientos que ha obtenido el modelo 5SPM, pero quizás el más satisfactorio sea saber que gracias al trabajo de su equipo nuestra Comunidad se sitúa a la cabeza de todo el país en cuanto a desarrollo de la Medicina personalizada…
Estamos muy satisfechos. Además, en el Senado se ha desarrollado una ponencia para tomar conciencia, dentro de la Administración, de la importancia de la Medicina de Precisión. A partir de ahí, la idea es conseguir que se apruebe un Plan Estratégico Nacional. Para ello, hace dos años comenzaron a realizar una ‘foto’ sobre la situación de las distintas CCAA en este campo. En Castilla y León, contestamos a una serie de ítems, y justo cuando estaba finalizando ese estudio inicial nos volvieron a preguntar sobre lo que había variado o lo que podía haber mejorado. Y nos dimos cuenta de que Castilla y León, que había comenzado en una velocidad de implantación media, habíamos conseguido entrar en velocidad alta de implantación de la MP gracias al desa-rrollo de este tipo de unidades, como la de Diagnóstico Avanzado en Enfermedades Raras, y de una cartera de servicios ampliada en este ámbito. Evidentemente, no es un logro solo nuestro, hay otros centros e iniciativas en Castilla y León, y también en Salamanca, pero estamos muy satisfechos, porque consideramos que la contribución de nuestra Unidad es muy importante.
Imaginamos que con la crisis sanitaria el proceso habrá sufrido un ‘parón’…
La lucha contra esta emergencia sanitaria ha monopolizado en gran medida los recursos sanitarios, y muchas iniciativas han sido retrasadas, pero debo comentar con satisfacción que nuestra Comunidad mantiene una continuidad en los esfuerzos de implementación de la estrategia de Medicina de Precisión.
¿De dónde le llegó la vocación para elegir una especialidad médica como la Bioquímica Clínica?
Tengo una enorme vocación investigadora desde muy pequeña; tenía muy claro que lo que quería era investigar en el ser humano, y me parecía que la mejor vía para lograrlo era estudiar Medicina, porque pensaba que es donde se puede integrar mejor el conocimiento del ser humano. A partir de ahí, me decidí por la Bioquímica porque era la especialidad más básica que me permitiría dedicarme a esa investigación. Cuando empecé la especialidad, asistí lo antes que pude a un curso de Biología Molecular, que por aquel entonces, en 1991, eran muy escasos en España. En ese curso vi la precipitación del DNA y quedé totalmente emocionada. Decidí entonces que, dentro de la Medicina, en lo que realmente yo quería investigar era en Biología Molecular, porque me parecía un campo muy nuevo cuyo desarrollo podía ayudar mucho a los pacientes. De hecho, mi vocación investigadora viene en gran parte de pensar en qué queda aún por hacer o cuánto camino hay que recorrer todavía para aliviar el sufrimiento de los pacientes.
“Desde hace cierto tiempo siento que estoy en el camino de cumplir mi sueño, que estoy en ello”
¿Cuándo fue consciente de esa vocación tan temprana por la investigación?
No sé cuál fue el momento exacto, pero mi padre es científico (es el Prof. José Rodrigues Isidoro) y ha dedicado toda su vida a estudiar en el campo de la Psicología. Aunque es un ámbito totalmente distinto al mío, es verdad que, cuando vives en un ambiente de estudio, eso te impregna, y a mí siempre me llamó la atención estudiar, investigar. La Medicina no era lo que me rodeaba, pero tampoco era tan ajeno, e incluso pienso que esa conjugación entre la Psicología, la Psiquiatría y la Medicina me puede haber impulsado a desarrollar la Farmacogenética aplicada al paciente psiquiátrico.
¿Qué pasos la llevaron hasta una especialidad relativamente nueva, como es la Farmacogenética?
Ir tomando poco a poco conciencia de la importancia que tiene valorar al paciente de forma individual. Hace tiempo, desde el servicio de Psiquiatría nos solicitaron unos estudios farmacogenéticos concretos, y nos dimos cuenta de que el paciente no viene con un solo fármaco al que se asocie un solo marcador y con eso la persona iba a estar mejor. Empezamos a pensar que estas situaciones no se podían abordar de forma individual. Vimos que el abordaje debía ser para toda la polimedicación y que habría que proporcionar todos los marcadores genéticos disponibles sobre los que hubiera evidencia de su impacto. Eso es lo que nos llevó a pensar en diseñar un modelo que tuviera en cuenta toda la medicación de cada paciente y todos los marcadores genéticos que realmente puedan estar implicados en la respuesta a los tratamientos.
Por lo general, un médico elige su profesión porque quiere ayudar a sus pacientes desde la asistencia. ¿Usted no sintió esa inquietud por la clínica?
En mi caso, lo que me movía no era tanto atender a un paciente en concreto, sino la idea de poder ayudar a más pacientes de los que un médico puede abordar en el día a día; intentar proporcionar una ayuda, un alivio, que pudiera ser aplicable a más pacientes. Por eso para nosotros es muy importante que aquellos resultados que supongan un avance puedan ser implementados en otros sitios y llegar a más personas. Ahora tenemos una lista de espera de cuatro años de facultativos, residentes y estudiantes que vienen a aprender nuestro modelo.
¿El hecho de que la Farmacogenética fuera una disciplina relativamente nueva y desconocida le resultó motivador?
Pensaba que quedaba mucho por hacer en ese campo y, por tanto, sería ideal todo lo que se pudiera abrir y aportar. En este sentido, cuando comencé a hacerme cargo de una sección decidí que lo más importante era intentar acreditarla –lo está por la ENAC– para darle un marco de calidad y asegurar que los errores fueran los mínimos. Hasta ese momento no había ningún equipo acreditado en Genética Molecular, pero a partir de ahí se desarrolló mucho la acreditación de unidades. Ahora soy auditora de la ENAC, y animamos encarecidamente a los equipos a que intenten acreditarse, no tanto para conseguir el título, sino para implantar un sistema de calidad en el laboratorio clínico que permita tener todos los procesos protocolizados y minimizar el riesgo de error en la medida de lo posible, porque eso será beneficioso para el paciente.
¿En algún momento ha sentido que ha debido enfrentarse a obstáculos adicionales en su profesión por el hecho de ser mujer?
He conjugado el ámbito hospitalario y el universitario y he desarrollado labores asistenciales, docentes y de investigación, y sí he percibido que en algunos momentos determinados puede que tengas que hacer un esfuerzo extra como mujer; a veces por el entorno y otras, por las circunstancias personales, porque también influye el hecho de tener otras responsabilidades familiares. En una visión de conjunto, creo que sí es un poco más complicado para nosotras.
Algunas investigadoras aseguran que a menudo se debe a un problema de autoexigencia, de creerse ‘obligadas’ a demostrar que lo saben hacer bien en todas las facetas de su vida…
Igual ese es el problema, que consideras que la implicación tiene que ser al 100% en todos los ámbitos de tu vida, y a veces conjugar todo eso es complicado. Es cierto que en ocasiones notas diferencias, porque las trayectorias son distintas, pero también pienso que en la vida te puedes encontrar barreras o situaciones complejas por diferentes condicionantes, y que lo importante es cómo los afrontas, no pensar que tienes más que otras personas.
Echando la vista atrás, ¿volvería a elegir el mismo camino?
Sin duda. Ha habido momentos en mi trayectoria en los que he tenido dudas, no porque no consiguiera los objetivos, sino por pensar que el camino quizás no podría llegar a proporcionar aquello que yo había planteado en un principio. Pero nunca me ha desalentado. No me arrepiento lo más mínimo de mi elección.
“Paso las tardes enteras trabajando en casa, porque si no sería imposible llegar a todo”
¿Recuerda algún momento de especial felicidad profesional?
Uno de los más importantes fue el primer diagnóstico de enfermedad rara que se consiguió en la Unidad. Han sido muchos años dedicados a poner a punto el modelo, implicar a muchas personas, elegir la mejor tecnología, integrar todo… Y existían tantas expectativas… Cuando descubrí el primer diagnóstico estaba en mi casa; llevaba muchas horas dedicadas a ese paciente y me emocioné, se me saltaron las lágrimas. Primero, por el paciente y su familia, por sentir que por fin les podías decir algo; después, por pensar que había merecido la pena todo el esfuerzo que habíamos realizado y la implicación de tantas personas. Después hemos tenido muchos éxitos diagnósticos más, muy satisfactorios, aunque también nos enfrentamos a situaciones muy complicadas de pacientes que todavía no hemos sido capaces de diagnosticar. Es una de las cosas que a mí más me frustran, porque no estoy muy acostumbrada a no poder proporcionar toda la información que se solicita al laboratorio. Pero es otra de las cosas que es necesario aprender.
¿Lleva mal eso de asimilar la frustración?
Creo que es muy importante poder afrontar bien estas situaciones, y cuando algo no sale como uno espera, tener la capacidad de intentar hacer el análisis de por qué ha sido así y perseverar. Cierta frustración siempre existe, pero es esencial no cegarte en cómo te sientes ante el problema, porque aquí estás para resolver problemas de los demás.
Por lo que cuenta de ese primer diagnóstico en enfermedades raras, también se lleva el trabajo a casa…
¡Por supuesto, horas y horas de trabajo en casa! Me paso las tardes enteras trabajando, porque si no sería imposible llegar a todo. La labor de mañana en el hospital te permite concentrarte sólo en cierta medida, porque incluye muchos aspectos de gestión, y para los diagnósticos necesitas tiempo, así que hay que hacerlo en casa.
¿Y qué tal lleva eso la familia?
Creo que lo más importante es que en el momento que le dediques tiempo a la familia se lo dediques realmente de calidad. Yo respeto totalmente los momentos familiares. De una u otra manera, todos tenemos actividades, así que ahí se trabaja. Sin embargo, cuando termina la actividad de mis hijas y la de mi marido y hay que hacer vida familiar, para mí es una prioridad.
Desde la Unidad que dirige han llegado a diagnósticos importantes y muy esperados, algunos de enfermedades ultra-raras de las que hay poquísimos casos y a las que se ha puesto nombre y apellidos…
Llevamos ya 50 enfermedades ultra-raras diagnosticadas, y eso nos llevó a preguntarnos por qué había tantas sólo en Castilla y León. Por un lado, pensamos que puede deberse a que durante muchos años no ha existido una Unidad de Diagnóstico Avanzado, por lo que los pacientes han ido buscando sus soluciones y, mientras las enfermedades raras se han ido diagnosticando con un poco más de frecuencia, las ultra-raras se han ido quedando sin diagnosticar, por lo que puede existir cierto sesgo. Sin embargo, creemos que más importante que eso es el factor del desconocimiento, porque cuando hemos diagnosticado alguna patología ultra-rara ha habido facultativos que se han dado cuenta de que atendían a otros niños con características que podían responder a la misma causa. Eso podría explicar por qué en Castilla y León hay dos casos de enfermedades en las que solo se han descrito 50 casos en el mundo. Creemos que es porque están infradiagnosticadas y, a medida que los médicos las conozcan y en los laboratorios se centre ese estudio, se visibilizarán más y quizás no sean tan ultra-raras.
Desde el punto de vista humano, ¿no les hace un poco vulnerables manejar tanto conocimiento sobre los genes y los potenciales problemas de salud que sus anomalías pueden generar?
Cuando abordas el estudio de un paciente, ves que pueden existir 100.000 variantes genéticas y que en ellas tienes que buscar la causa de su patología, pero también sabes que puede haber muchos otros factores causantes de enfermedad. Inicialmente piensas que como persona tienes una situación de riesgo potencial, pero la naturaleza es muy sabia, y hay que pensar que si bien hay conjugaciones de aspectos genéticos y ambientales que pueden generar algún problema, el organismo también tiene mecanismos para evitarlo, por lo que debemos ser optimistas. Lo contrario sería una angustia. Por eso hay que tener cuidado cuando la gente se plantea la posibilidad de solicitar por internet estudios genéticos, porque puedes llegar a disponer de un montón de información sin saber gestionarla. La información que realmente necesita un paciente es la que puede ayudarle a sanar o a prevenir. Si no tienes disponible ningún abordaje diagnóstico ni terapéutico, ¿para qué quieres conocer información sobre una probabilidad de algo que no sabes? Eso no va a aportarle nada, sólo mucha preocupación.
En su equipo también esperan la puesta en marcha del nuevo hospital para crecer. ¿Cree que el retraso pudiera hacer que el complejo asistencial se quede atrás como centro de referencia?
Es verdad que no disponer de un hospital nuevo con espacio suficiente limita, pero creo que uno de los motivos fundamentales por los que Salamanca es puntera en muchos aspectos es porque, a pesar de que ha tenido siempre unas circunstancias complicadas, cuenta con unos profesionales que se han sobrepuesto a ellas y han sido capaces de llevar adelante su labor y sus proyectos. Ese potencial está ahí, de modo que seguirán adelante cuando pueda haber unos medios más apropiados. A veces, el hecho de no disponer de recursos estimula a la gente que realmente persevera. Nosotros queremos desarrollar mucho más nuestras unidades y nuestro proyecto farmacogenético, y eso depende de que tengamos más espacio, pero también más tiempo y más recursos. Es un conjunto de factores, pero la puesta en marcha del nuevo hospital puede ser esencial para ello.
¿Sienten que su unidad es ‘mimada’ por los gestores del hospital?
Debo reconocer que siempre he sentido el apoyo de las distintas gerencias a los proyectos que hemos presentado. Otra cosa diferente es que se hayan podido materializar. No lo achaco a una falta de voluntad; considero que es más bien una cuestión de dificultad en los tiempos de crisis, pero siempre han sido receptivas con nuestras iniciativas. Lo que pasa es que nosotros siempre pedimos más, porque los pacientes necesitan más.
“La pandemia ha puesto de manifiesto la enorme capacidad de solidaridad del ser humano”
Las familias que conviven con alguna enfermedad rara tienen en ustedes un gran aliado. ¿Recuerda algún caso que le haya ‘tocado’ especialmente?
Más que los casos individuales –que siempre te ‘mueven’, porque conoces a las familias–, lo más importante de la colaboración que mantenemos con la asociación de Castilla y León es su lucha incansable, que hace que se les escuche. Y si es verdad que en nosotros tienen un aliado, nosotros también lo tenemos en ellos, porque esto no podría entenderse sin el esfuerzo que han realizado las familias, el de llamar a las puertas, concienciar… Por eso, quiero dejar claro que cuando los proyectos que he presentado han sido bien recibidos es porque también ha existido un movimiento social que ha hecho que todos nos diéramos cuenta de que el problema era real. Eso humaniza mucho los proyectos y se reciben mejor.
¿Personalmente cómo ha vivido los peores meses de la pandemia y qué piensa sobre la manera en que la población y los responsables sanitarios están afrontando la segunda ola?
Lógicamente, ha supuesto un tremendo impacto personal y profesional. La pandemia ha provocado un gran sufrimiento, pérdida de vidas, situaciones de obligado abandono, separaciones dramáticas… Lo que humanamente obliga a la reflexión. Ha puesto de manifiesto la enorme capacidad de solidaridad del ser humano, con ejemplos sobrecogedores de generosidad por parte de muchos colectivos y de personas anónimas. Sin embargo, los contextos personales son diferentes, y los niveles de implicación también. En ese sentido, considero fundamental un ejercicio de responsabilidad, tanto a escala individual, para un mejor cumplimiento de las medidas que puedan minimizar el riesgo de contagio, como por parte de las autoridades, especialmente en aquellos casos en los que no se antepone la salud de los ciudadanos a otros intereses. Como todo en la vida, en última instancia, depende de las personas y de su nivel de compromiso con los demás.
A pesar de todas las dificultades que entraña la carrera científica y la incertidumbre que siempre ‘pende’ sobre los investigadores, ¿diría a los jóvenes que merece la pena elegir este camino?
Considero que sí merece mucho la pena. Siempre pienso que, en esta vida, si haces lo que verdaderamente te gusta puedes sobrellevar mejor los obstáculos. En este sentido, primero les animaría a que se pregunten muy sinceramente si es lo que realmente quieren, y si lo tienen claro, que luchen. Es verdad que es difícil, yo tardé diez años en entrar en el hospital, y si quieres desarrollar investigación básica tienes que estar dispuesto a sacrificarte para irte al extranjero. Pero estar convencido es lo que te ayuda a perseverar. Y también hay algo importante: que cuando te plantees tus objetivos y lo que quieres aportar tengas siempre en cuenta a tu entorno, a los compañeros, a otros profesionales… Porque hacerlos extensivos al equipo es lo que te permitirá avanzar.
Un libro. ‘Pedro Páramo’.
Un disco. Adagio de Albinoni.
Una película. ‘Ciudadano Kane’.
Un plato. Escargots.
Un defecto. La impaciencia.
Una virtud. La empatía.
Una cualidad de los amigos. La generosidad.
Qué detestaría en los enemigos. El rencor.
Una religión. La que te dicta el corazón.
Un chiste. Saben aquel en el que una impresora le dice a otra: “¿Esta hoja es tuya o es impresión mía?”.
Desde el punto de vista profesional, ¿tiene algún sueño que le gustaría ver cumplido?
Es curioso, porque desde hace cierto tiempo siento que estoy en ello, que estoy en el camino. Cada vez siento más que lo que estamos haciendo tiene aplicación en los pacientes.
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