Traductor médico, Cabrerizos (Salamanca)
El apellido alemán Merck hace pensar inmediatamente en los laboratorios farmacéuticos más antiguos del mundo. Todo comenzó cuando, en 1668, Friedrich Jacob Merck (1621-1678) adquirió la Engel-Apotheke (Botica del Ángel) en la ciudad alemana de Darmstadt. A su muerte, la oficina de farmacia pasó a su sobrino y, como es costumbre en la profesión, siguió pasando de padres a hijos durante seis generaciones, hasta llegar al emprendedor Heinrich Emanuel Merck (1794-1855). Tras estudiar farmacia en las prestigiosas universidades de Berlín y Viena, asumió la farmacia familiar en 1816, y once años después inició en Darmstadt la fabricación industrial de alcaloides, extractos vegetales y otros productos químicos.
En 1887, su nieto Georg Merck cruza el Atlántico como representante de la empresa familiar en Nueva York, donde funda en 1891 la filial estadounidense Merck & Co. En 1917, tras la entrada de los EE.UU. en la I Guerra Mundial, el Tío Sam confisca de forma inmediata todos los bienes, instalaciones y patentes de propiedad alemana en territorio estadounidense. De resultas, la filial norteamericana de Merck pasa a ser una empresa totalmente independiente de la casa matriz alemana. Esta sigue existiendo en la actualidad, conserva su sede en Darmstadt y es uno de los grandes laboratorios farmacéuticos europeos: Merck KGaA, con cerca de 33.000 empleados y un volumen anual de ventas en torno a los 8.000 millones de euros. Pero hace ya tiempo que se vio superada en tamaño por su antigua filial estadounidense Merck & Co., hoy con unos 100.000 empleados y una cifra de negocios que supera los 16.000 millones de euros.
Independientes desde 1917, en la actualidad solo tienen en común el nombre, fuente constante de confusión y no pocos litigios legales. Porque Merck & Co. tiene los derechos de propiedad sobre el nombre Merck en los EE.UU. y Canadá, mientras que Merck KgaA los conserva para el resto del mundo. Por eso, la estadounidense Merck & Co. es MSD (de Merck Sharp & Dohme) fuera de Norteamérica; mientras que la alemana Merck KgaA es EMD (a partir de las iniciales de Emanuel Merck, Darmstadt) en Norteamérica.
Pero volvamos a finales del siglo XIX, cuando ambas empresas eran aún una sola, y el nieto de Emanuel Merck, Georg, trataba de abrirse paso en el mercado estadounidense al frente de la flamante filial norteamericana de la empresa familiar. En 1899, decidió patrocinar un pequeño manual destinado a los médicos, que, con el título Merck’s Manual of the Materia Medica, alcanzó un éxito inmediato. Desde entonces, el libro ha seguido agotando tirada tras tirada, en una docena de lenguas, hasta convertirse en el manual médico más vendido. A diferencia de los laboratorios, el manual sí ha conservado el nombre Merck en todo el mundo: dieciocho ediciones después, sigue siendo The Merck Manual of Diagnosis and Therapy (si bien entre médicos es habitual referirse a él como «el manual Merck» o, más frecuentemente, «el Merck» a secas). Y, por cierto, puede consultarse gratuitamente en línea: www.merck.com/pubs/.
Las siglas, tan sumamente prevalentes ellas en el lenguaje médico actual, se han convertido en un recurso neológico de primer orden para la generación de tecnicismos. A partir de la sigla inglesa DOPA (dihydroxyphenylalanine), por ejemplo, hemos acuñado términos como dopamina, levodopa y dopaminérgico.
En el ámbito del sida, la introducción de los primeros antirretrovíricos dio paso rápidamente a la aplicación de pautas politerápicas que asociaban tres o cuatro fármacos en un intento de lograr mayor eficacia a largo plazo y reducir el porcentaje de aparición de resistencias. En inglés las llamaron highly active antiretroviral therapy, rápidamente siglado a HAART; en español, por calco directo, tratamiento antirretrovírico de gran actividad (o terapia antirretroviral de gran actividad), igualmente siglado con prontitud a TARGA (sin relación ninguna, para los nostálgicos, con el Porsche 911 Targa presentado en 1968).
Un paso más allá de esta TARGA, y mediante acuñación neológica por lexicalización de la sigla, se sitúan las nuevas megatargas, que buscan combinar el mayor número de fármacos posibles (en ocasiones, hasta ocho antirretrovíricos en la fase de inducción y de cuatro a seis para la etapa de mantenimiento) como tratamiento de rescate en enfermos con varios fracasos terapéuticos previos, viremia plasmática elevada, cepas víricas multirresistentes y en situación de fracaso virológico.
Es muy llamativa la diferencia existente entre el modo de referirse a los médicos en las lenguas germánicas y en las lenguas romances. En alemán, por ejemplo, rara vez encontraremos los nombres griegos o latinos de las distintas especialidades. Incluso entre médicos y en textos especializados, pocos germanohablantes usarán los helenismos Dermatologe, Pädiater u Odontologe, pues optarán de preferencia por Hautarzt (literalmente, «médico de la piel»), Kinderarzt (literalmente, «médico de los niños») o Zahnarzt (literalmente, «médico de los dientes»).
En inglés, lengua a caballo entre las familias germánica y latina, vemos ya con más frecuencia los nombres grecolatinos de especialidad, pero tampoco es raro encontrar aún formas coloquiales como allergy doctor (para el alergólogo), cancer specialist (para el oncólogo), eye physician (para el oftalmólogo), kidney doctor (para el nefrólogo) o skin doctor (para el dermatólogo).
Y en las lenguas neolatinas, como el español, lo más normal es encontrar los tecnicismos griegos o latinos incluso en el registro coloquial. Entre nosotros, no es raro que hasta los analfabetos utilicen con toda naturalidad vocablos como «pediatra», «ginecólogo», «oculista», «otorrino» o «dermatólogo».
Así sucede, en efecto, salvo algunas excepciones. Porque no recuerdo haber oído nunca el nombre griego para aludir a un «médico general» ni a un «médico especialista». ¿Acaso porque no lo tienen? Lo tienen, claro que lo tienen; pero muy pocos lo conocen —y menos aún lo utilizan—: pantiatra es el nombre griego del médico general (médico de todo), y meriatra el del médico especialista (médico solo de una parte o de una rama de la medicina).
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