Maltrato infantil y resiliencia / Consumismo / Expertos / Quisicosas

Por Luis JIMÉNEZ DÍAZ
Catedrático emérito de Psicopatología

Nuevos enfoques sobre el papel del sanitario de atención primaria en el maltrato infantil

A la vista de recientes estadísticas, tanto nacionales como internacionales, que hablan de la presencia en población infantojuvenil de 1 cada mil menores en España o de 8,4 cada mil en EEUU en situaciones de maltrato infantil, y teniendo ello carácter progresivo, deberíamos pensar que cuantos medios se apliquen en el intento del control de estos desdichados estados van a resultar ineficaces e inútiles si nos basamos solamente en nuestros clásicos criterios clínicos de valoración sintomática. De esta forma, cuando se quieran aplicar las medidas oportunas de prevención, detección e intervención, se va a llegar tarde.

Y esto es cierto si se pretende aplicar el modelo tradicional clínico, que actúa, en la mayoría de los casos tardíamente, basándose en síntomas ya francamente ostensibles, como en el caso del maltrato físico, aún más tardíamente en los de abandono, negligencia e incluso en los de abuso sexual, y no digamos en los casos de abandono o maltrato psicológico/emocional, que tienden a ocultarse. Máxime siel médico de familia, el pediatra de Atención Primaria o su equipo no están especialmente avisados derivando de inmediato el caso, cuando se ha detectado tardíamente hacia otros estamentos sanitarios ( Unidades de Salud Mental, Hospital, etc.), lo que hace perder eficacia al papel inmediato que estos profesionales deben tener en estos casos.

Últimamente, ante la gravedad de estas situaciones se ha planteado la necesidad de recuperar el papel protagonista que tanto el pedíatra, el médico de Familia, como el resto del equipo de Atención Primaria (enfermera, trabajador/a social) deben tener, como profesionales con el privilegio y la responsabilidad de, al estar en inmediato contacto con el entorno de sus pacientes, conocer las circunstancias fundamentales que tanto a nivel individual como del entorno (familiar, social, etc.) se dan en cada caso. Con lo que, sobre este tipo de situaciones problemáticas, el papel que cada día se le atribuye más es el de adquirir un protagonismo total sobre las medidas de prevención y detección precoces necesarias, haciéndose cargo de su orientación y recuperación. Nadie como estos profesionales deberá conocer las condiciones personales de riesgo y vulnerabilidad, así como de capacidad superadora ante las contingencias adversas que sus clientes infantojuveniles o la propia familia tienen. Y si no es así, debería serlo porque se ha demostrado que con la utilización de esos conocimientos adecuadamente pueden asumir plenamente la capacidad de recuperación de estos estados de maltrato/abuso infantojuvenil, salvo circunstancias especiales que hagan aconsejable otra orientación.

En la década de los 70-80 y a lo largo de dos décadas una psiquiatría americana, la Dra. Werner, estuvo haciendo en Hawai el seguimiento de una población de 700 niños cuyas condiciones vitales  (salud, económicas, bajo nivel educativo, marginación, etc.) eran adversas sospechando razonablemente que el desarrollo de las mismas sería negativo, tanto en el campo de la conducta, aprendizaje, promoción social, etc. Se encontró con la sorpresa de que a pesar de las expectativas negativas, un porcentaje elevado, aproximadamente un tercio, no sólo no quedaban marcados por la adversidad temprana sino que superaron todas las expectativas previstas en el curso de su vida.

De ahí, junto a la Dra. Werner que otros autores, Rutter, Vanistendael, Barudy, Cyrulnik, empezaran a aplicar un concepto físico, el de “resiliencia” –flexibilidad, elasticidad del acero o cuerpos sólidos- al del comportamiento humano, considerándolo, en este caso, como la capacidad que tiene el sujeto, en este caso niños, en condiciones adversas e incluso límites, no solamente de enfrentamiento a dichas circunstancias sino de superación de las mismas y acceso a cotas vitales altas, en el plano personal, profesional, social, etc.

A partir de ahí se empezó a buscar la respuesta del porqué ciertos sujetos sometidos a la misma situación traumática (estrés, grandes accidentes, guerras, genocidios, inmigración, maltrato, etc.) son capaces de superar estas situaciones, en ocasiones límites, y otros no. De donde surgió el concepto de sujeto RESILIENTE, luego aplicado a la familia o a la propia comunidad.

El sujeto resiliente está adornado de una serie de capacidades, no necesariamente innatas, entre las que podemos destacar la autorregulación y/o el autocontrol, la capacidad de asumir responsabilidades, la capacidad de relacionarse con los demás, la de construir su futuro, y un conjunto de actitudes como la visión positiva de la vida, la aceptación de uno mismo tal cual es de imperfecto y de la realidad de la vida, una clara postura a la búsqueda de soluciones y finalmente algo que es fundamental a los efectos de su recuperación como es el encuentro de un apoyo social suficiente, sobre el que sustentar dichas capacidades y actitudes.

Y se me preguntará ¿y todo esto a qué viene?, lo que tiene sencilla respuesta. Cada día se pide más en los medios científicos que se ocupan de aspectos de prevención y detección de las situaciones traumáticas vitales, como puede ser el maltrato infantojuvenil, del profesional de Atención Primaria y su equipo que se hagan responsables no sólo de la labor de identificación sintomática y remisión a otros servicios, si no que, a la vista de esa capacidad de conocimiento inmediato de todas las circunstancias individuales y familiares del caso, que asuma el protagonismo de su orientación y recuperación. Para lo cual es imprescindible tengan en cuenta que en cuantos casos puedan llegar a sus manos de sospecha o certeza de maltrato infantil, tanto en el individuo como en la propia familia pueden existir cualidades de resiliencia – o sea de recuperación al trauma- fáciles de obtener por el equipo (entrevistas, observación, etc.), y de desarrollar a través de programas que estimulen dichas capacidades y actitudes propias de la personalidad o familia resiliente. En este momento habrá adquirido el equipo de Atención Primaria el protagonismo que en ningún momento debería haber perdido.

La importancia del tema es tal que el Colegio de Médicos con la Asociación de Psicopatología Infantojuvenil han organizado una Jornada de Actualización Médica sobre el Maltrato Infantil, para el día24 de Marzo, miércoles, en la que participarán los especialistas más documentados que sobre el tema hemos localizado existen en nuestro país (Dr. Martín Álvarez, Dr. F. Malmierca, Dr. Pedreira Massa, Dra. Sonsóles Castro, Dr. Jesús García Pérez) a la que se invita a cuantos interesados estén en el tema.


¡A gastar tocan!

Por Mª Dolores PÉREZ LUCAS

Escritora

Hemos terminado de rebasar la cuesta de enero y nuestros bolsillos están vacíos; mucha culpa de ello la tienen las rebajas. Es una especie de fiebre, que nos lleva a querer comprar esto, aquello, todo lo que vemos. Y si se nos acaba el dinero, ¡no importa!, para eso están las tarjetas de crédito. Hay que reconocer que son unas tarjetas muy cómodas: las metes en el cajero de un banco, le das a unos botones y, por una ranura, apa￾ recen, como por arte de magia, los billetes. ¿Hay algo más sencillo? Ya tenemos dinero, ahora, ¡a gastar tocan! Llega freberillo el loco, por algo le llamarán así, y con él nuevas rebajas, quizá hasta más apetitosas esas segundas que las primeras. Y otra vez ¡a gastar tocan! Habrá que parar de gastar en marzo. Aunque, tal vez, no podamos. ¿Cómo no celebrar San José y el Día del Padre?… Estaría feo. Así que, de nuevo, ¡a gastar tocan!


La habilidad de los expertos

Por Saturnino GARCÍA LORENZO
Doctor en Medicina

En España, que nosotros sepamos, existen cuatro instituciones que disfrutan de los beneficios más acreditados del anonimato. A saber, los tres primeros, el legislador, la opinión pública y los que escriben los discursos de los presidentes. Desde 1965 y hasta poco tiempo antes del escándalo del Watergate, el columnista William Safire, recientemente fallecido en Nueva York, escribió los discursos de Richard Nixon. Y finalmente los “expertos”, que son un grupo de personas que, aún dando en ocasiones la cara, poseen un nombre que por motivos hartos misteriosos son siempre fácilmente olvidables.

Los que hemos vivido, durante años, sin saber nada, nos quedamos perplejos escuchando sus palabras, sorprendidos de lo bien que hablan estos señores y de lo que saben.

El otro día, sin ir más lejos, uno de estos expertos de una Universidad a Distancia aseguraba que el aceite de oliva era nefasta para el corazón y que producía hipertensión e hiperglucemia, por no sé qué historia de los ácidos grasos Omega-9.

Nosotros creíamos de buena fe que el aceite de oliva era beneficioso para el colesterol, el hígado, el corazón, etc. Ahora que está tan de moda el “crimen organizado”, han salido unos expertos que, con estimable aparato estadístico, nos han venido a demostrar que existe una predisposición genética a la violencia más acusada en las personas más altas que en las de escasa estatura.

Hasta ahora, los grandes villanos de la historia, habían sido más bajitos, pero por lo visto no eran más que una excepción o un error dela naturaleza. No faltará el día en que haya un experto que asegure que llevar barba y mostacho es un indicio claro de crueldad hereditaria.

Los expertos han encontrado también un campo abonado a la sociología y en la psicología. Desde que Freud descubrió que los hombres éramos en verdad un conglomerado de problemas y traumas que nos determinan desde nuestra más tierna infancia, los seguidores y expertos de su secta nos han machacado con normas de conducta que en muchas ocasiones han sido determinantes en el devenir del siglo XX.

Nadie puede escapar ya a su influencia: si vemos a un niño con una pistola de juguete o a una niña peinando a su muñeca, miramos con recelo a sus padres, porque en su desprecio por los conocimientos de los expertos, están haciendo de esos niños futuros terroristas o futuros abortistas.

Hay una gran cantidad de veces en que se utiliza en los noticieros la expresión “según los expertos”. Desde su torre de marfil, con la sabiduría que les otorgan sus artilugios teóricos, los expertos se escudan en una jerga incomprensible y de difícil contraste para una persona corriente. Es ni más ni menos que el argumento de autoridad clásico que se esgrimía siempre para evitar toda crítica, toda opinión discrepante.

Si después de emitir sus dictámenes, la experiencia o la realidad desmienten los vaticinios de los expertos, la culpa no es de ellos, sino del resto de los humanos que no han sabido escuchar sus sabios consejos.

Esto está ocurriendo sobre todo en educación, donde la influencia de los expertos ha sido definitiva. Gracias a ellos y a otros muchos, la escuela se ha convertido en una maraña de problemas e intereses enfrentados donde los que menos tienen que decir son los alumnos y los profesores.

Pero no hay que desanimarse: sigan escuchando a esos expertos que, como diría Pope, nunca aprenden nada, porque lo comprenden todo demasiado pronto. A lo mejor un día sale uno de esos expertos que asegura que no hay que hacer caso a los expertos.


Quisicosas

Durante mucho tiempo me ha obsesionado (dada mi afición a las ciencias matemáticas, al menos en su grado elemental, si bien mi camino profesional derivó por otros derroteros) ciertas operaciones matemáticos conocidas como PROGRESIONES: las aritméticas y las geométricas. Si bien las primeras eran fácilmente compresibles consistían en ir aumentando un número por la simple y única adición de una cantidad fija; no así las segundas, que obtenían una evolución sorprendente, ya que el incremento, también de una cantidad fija, pero por multiplicación.

De ello nos citaban un ejemplo, digno de ser tenido en cuenta. Allá por el siglo VI d.C, en la cuenca del Indo, cierto “joven”, así lo califican en algunas leyendas, o un bramán (en otras) llamado Susa o Sissa (Susa Ben Dahir el Hidi, según los más informados) presentó (para consolara su rey de la reciente pérdida de un hijo) un juego “de las guerras”, cuyo nombre inicial “Chaturanga“ no se ha conservado, y, que le pareció al rey tan digno de ser premiado, que ofreció a su inventor una compensación por él. Humildemente, Susa, pidió le fuera cubierta la primera de las casillas con un grano de trigo, con dos granos la segunda, cuatro la tercera y así sucesivamente, doblando el contenido de la casilla anterior, hasta cubrir las 64 de que constaba el tablero.

¿Alguno de Vds. ha intentado hacer el cálculo? Yo, al menos lo intenté, pero al llegar a la casilla 38, la cifra tenía ya 14 dígitos, intenté reducir éstos, con un tosco truco: si 10 granos de trigo pesan un gramo (era una apreciación gratuita), podremos reducir el número en 8 dígitos y, al menos, aparentemente, simplificar la operación. Pero la sorpresa fue que al llegar a la casilla 58, nuevamente teníamos 10 dígitos, pero, ahora de ¡¡TONELADAS MÉTRICAS!!

En un cálculo más pausado y lento logré llegar a la cifra real, mi trabajo y horas me costó. Me pareció tan disparatado que no pude menos de confirmarlo (“Ajedrez, Ajedrecistas y la vida”, Raúl Alvarado Díaz-Arenas) la cifra real era: 18.446.744.073.709.551.615 de granos de trigo1 (diez y ocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince), el equivalente a las cosechas de toda la superficie cultivable, conocida hasta el día de hoy2, durante más de diez años.

Ante la imposibilidad le nombró su consejero en su corte. Pero creo que al rey le faltaron reflejos, le debió dar un cacharro de barro o similar y decirle: cóbrate ¡toma comienza a contar! Este apasionado juego se difundió rápidamente por Persia, el imperio bizantino y posteriormente por toda Asia. Así llegó a España, al ser conquistada ésta por el Islam entre los años 700 y 900, importado por los cruzados o por los mismos vikingos, al resto de Europa.

Dando un salto de años, no puedo por menos que recordar a nuestro Antonio Pomar, que llegó a cotizarse muy alto, después de su precoz inicio en el juego, lo que me sirve para recordar a Susan Polgar, que fue la primera mujer campeona mundial de ajedrez. Su curriculum no es envidiable. Desde muy niña, su padre, olvidando la instrucción elemental, la enseñó a jugar, a desarrollar una gran habilidad para reconocer patrones y estrategias, y así, conseguir su CAMPEONATO.

¿Esto último no nos parece una aberración?


Notas:

  1. Mi insaciable curiosidad me llevó a pesar unos granos de trigo para ver cuantos se contenían en un gramo, en la variedad facilitada por mi amigo Antonio (Sarraceno) eran 30 (es una media acomodaticia entre 26 y 32 para facilitar el cálculo) en un gramo. Una sencilla operación me llevó a concluir que la cantidad de cereal correspondía a 61.489.046.912.365 (sesenta y un billones cuatrocientos ochenta y nueve mil cuarenta y seis millones novecientos doce mil trescientos sesenta y cinco q. m. (medida empleada habitualmente es este cereal) ↩︎
  2. De esta cifra, que corresponde a 180 millones dedicadas a este cultivo con una cosecha de 3000 millones de q.m., habría que excluir, en aquel tiempo, las cosechas correspondientes a EE.UU. , Canadá (2º y 3º en producción) y los países sudamericanos. ↩︎

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