Equipos de investigación de diferentes ámbitos sanitarios presentan a menudo sus avances; en especial, destacan los estudios relacionados con enfermedades con una importante prevalencia en la población. En Salamanca se investiga tanto desde Atención Primaria como desde Especializada, y en instituciones como el Centro de Investigación del Cáncer (CIC). En un repaso a los avances más destacados producidos en los últimos tres meses, y recogidos por la agencia Dicyt, se ha dado a conocer un estudio liderado por la Unidad de Investigación del centro de salud La Alamedilla, perteneciente al Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL), que muestra una clara relación entre dos parámetros que hasta ahora se habían vinculado con enfermedades cardiovasculares por separado: el índice glucémico, que mide la glucosa tras la ingesta de alimentos, y el índice de aumento periférico, que mide la rigidez arterial. Al tener más datos de este tipo, los investigadores esperan que se pueda actuar antes contra las enfermedades cardiovasculares.
El índice glucémico mide cómo se eleva la glucosa en el organismo después de la ingesta alimentos. Generalmente, se considera positiva para el organismo una absorción lenta de los azúcares, especialmente para las personas con diabetes, puesto que hay estudios que relacionan el índice glucémico alto o de absorción rápida con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Hasta ahora nunca se había buscado una relación directa entre el índice glucémico y el índice de aumento periférico, pero a esta Unidad de Investigación le pareció una buena hipótesis, porque “justo después de las comidas se produce una distensión en la pared arterial”, explica José Ignacio Recio, autor del trabajo, publicado en la revista ‘Nutrition, Metabolism & Cardiovascular Diseases’.
Por otro lado, la reunión de la Red Temática de Investigación Cooperativa en Cáncer (RTICC) sirvió para presentar los últimos resultados del proyecto español incluido en el Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer (ICGC), la secuenciación del genoma de la leucemia linfática crónica. El trabajo ha dado como resultado el hallazgo de más de 20 nuevos genes implicados en esta enfermedad, de los que se han seleccionado los más frecuentes para estudiar sus funciones y su impacto clínico, un primer paso para mejorar los pronósticos y los tratamientos.
En este proyecto participan hospitales y centros de investigación y el papel de Salamanca ha sido importante a través del grupo de investigación de Marcos González, científico del Hospital Universitario, así como del Centro de Investigación del Cáncer (CIC). “Salamanca es uno de los pilares más sólidos de este consorcio”, afirma, no sólo por sus aportaciones científicas, sino porque “un gran número de los pacientes que se han incluido en este proyecto proviene del hospital”. Esta enfermedad es la leucemia más frecuente en personas de edad avanzada en el mundo occidental, ya que afecta a entre siete y 10 personas por cada 100.000 habitantes y año.
Mientras, un equipo de investigadores internacionales, entre los que se encuentra un grupo del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca, ha publicado en la revista ‘Cell’ el mapa de interacciones entre proteínas humanas más avanzado que existe, un 30% mayor con respecto a estudios publicados en las últimas décadas.
Descifrar esta red de interacciones físicas es esencial para describir el papel que desempeñan las proteínas en las células humanas. Gracias a las nuevas tecnologías basadas en el manejo del genoma humano completo, se han podido testar en el laboratorio millones de pares de proteínas para comprobar cuáles interaccionan molecularmente entre sí. Los mapas de redes de interactoma serán fundamentales para comprender plenamente las relaciones genotipo-fenotipo (para comparar la información contenida en los cromosomas con su manifestación y relación con el medio). Es decir, los científicos están trabajando para identificar las interacciones de las proteínas dentro de un organismo.
Por último, recordar que científicos de Salamanca y de San Petersburgo han desarrollado una herramienta SIG (Sistema de Información Geográfica) para predecir la expansión de la dirofilariosis, una enfermedad parasitaria que afecta a perros, gatos y humanos, tanto en España como en países europeos y asiáticos que formaban parte de la antigua Unión Soviética. Los datos demuestran que el modelo es acertado, y la situación prevista para 2030 ya se empieza a cumplir, debido a que el cambio climático propicia que el mosquito que transmite esta parasitosis está colonizando territorios que hasta ahora le resultaban demasiado fríos.
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