El número de profesionales atendidos en el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME) se duplicó después de la pandemia, registrándose más de 800 casos anuales en 2021 y 2022, frente a los 400 de media de años anteriores. El 60% de los facultativos acude, ha acudido o cree que necesitaría acudir a los servicios de salud mental. Casi la mitad de los profesionales sufre burnout, y el índice de suicidios duplica al de la población general, en el caso de los hombres, y casi lo cuatriplica en el caso de las mujeres. El 41% de los estudiantes de Medicina tiene síntomas de depresión media-grave, y los residentes tienen un riesgo que triplica al de otros jóvenes en el empeoramiento de su salud mental.
Cualquiera de estas estadísticas sería motivo suficiente de alarma para establecer el empeoramiento progresivo de la salud mental de los médicos como un problema crucial de salud pública prioritario en la agenda política. De momento, la Organización Médica Colegial y los colegios de médicos están poniendo en marcha diferentes iniciativas para abordar una cruda realidad que, no hay que olvidar, repercute directamente en la calidad de la asistencia sanitaria, y tiene mucho que ver con las precarias condiciones laborales de los sanitarios que se mantienen desde hace décadas en el sistema de salud español.
“Estamos en una situación preocupante. Desde el Consejo General de Médicos (CGCOM) estamos viendo un incremento significativo de problemas relacionados con el agotamiento, la ansiedad y la depresión. Hay más demanda de apoyo psicológico por parte de los profesionales y cada vez más se sienten desbordados y en riesgo de burnout. Especialmente alarmantes son los datos en los médicos jóvenes y en los estudiantes de Medicina, que muestran tasas elevadas de ansiedad grave o moderada y depresión”, asegura la coordinadora nacional del PAIME y vicepresidenta primera de la Organización Médica Colegial, la Dra. Isabel Moya.
En la misma línea, el secretario del Colegio Oficial de Médicos de Salamanca (COMSAL) y coordinador del PAIME en esta provincia, el Dr. Rubén García Sánchez, constata que “con mucha diferencia, estamos en la peor época de todas respecto a la salud mental de los médicos, debido, entre otros aspectos, a la sobrecarga del trabajo, las denuncias, la medicina defensiva o las agresiones”, e, igualmente, llama la atención sobre las señales preocupantes que se están percibiendo entre las nuevas generaciones.
Ambos profesionales forman parte del nuevo Consejo Rector del PAIME —junto al Dr. Serafín Romero y Nina Mielgo, de la Fundación para la Protección Social de la OMC, y Antoni Calvo, de la Fundación Galatea—, desde el que se van a intensificar las acciones para adecuar el programa a las necesidades actuales y a los cambios en la tipología de los casos y, al tiempo, incrementar la interlocución con el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas para incluir de forma específica a los médicos en las estrategias nacional y autonómicas de salud mental.
Porque la realidad es que las estadísticas no dejan lugar a dudas. Hasta donde se dispone de datos, que es 2022 —porque el balance del PAIME se actualiza cada dos años, y se espera un nuevo informe en este 2025—, el número de médicos atendidos no para de crecer. Si de 2010 a 2017 pedían ayuda unos 300 o 400 profesionales al año, a partir de 2019 la curva se eleva notablemente, y en pocos años se ha doblado el número de casos. En 2022, la cifra global fue de 925 usuarios. A este ritmo, es muy probable que ya se hayan superado los 10.000 facultativos tratados desde la creación del PAIME en 1998. La buena noticia es que más de un 90% se ha recuperado, reincorporándose al ejercicio de la Medicina, balance que demuestra que una intervención a tiempo puede facilitar que el médico afectado por patologías mentales o adicciones pueda recuperarse y reintegrarse en su vida laboral con todas las garantías.
En los dos últimos años analizados, 2021-2022, se atendieron 1.711 nuevos casos, un 40% más que en los dos años precedentes, según los datos recogidos por la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial (FPSOMC), desde donde se coordina el PAIME. El trastorno mental fue el principal motivo de ingreso, con un incremento de más de dos puntos (84,9%) en estos años, mientras que la patología Adictiva representó un 8,3%, un 5,6% por abuso de alcohol y el resto por otros tóxicos. Los casos por patología dual descendieron hasta un 6,5%. El último informe también pone de manifiesto un incremento de colegiados que acudieron al programa de forma espontánea, en concreto, el 78,6%.
El mayor número de casos estuvo relacionado con trastornos adaptativos y se produjo en el tramo de edad de 31 a 40 años (24,4% en 2021 y 22,2% en 2022). Además, la demanda de solicitud del PAIME superó lo esperado respecto a la proporción de colegiados entre las mujeres médicas, los menores de 30 años, con un 18% respecto al 12% de colegiación, y los médicos de Familia y Medicina General. Por ello, se considera esencial aplicar perspectiva de género a las nuevas estrategias, y considerar la vulnerabilidad de estos grupos por la precariedad, necesidades de conciliación de la vida personal, familiar y laboral y la sobrecarga de horario laboral.
En cuanto al sexo, el porcentaje de médicas afectadas por problemas de salud mental y/o adicciones y que pidieron ayuda al PAIME fue del 65%, y sigue la tendencia ascendente de los últimos años. La especialidad con mayor número de casos en el programa fue Medicina Familiar y Comunitaria y/o Medicina General, con un 44,5% de los casos en 2022. Pero con relación al porcentaje de colegiación, Pediatría y Psiquiatría fueron las especialidades que presentaron mayor incidencia
En el ámbito geográfico más cercano, ya se han publicado los datos del PAIME de Castilla y León de 2024, año en el que se ha atendido a 100 pacientes, de los que 30 corresponden a casos nuevos, es decir, médicos que se han acercado por primera vez al programa. El número total de usuarios en el PAIMECyl desde su inicio en 2007 ha sido de 362. Respecto a la edad media de los casos de 2024, en las mujeres (22 casos) fue de 44,68 años, y de 38,62 para los hombres (8). Por grupos de edad, 6 tenían menos de 31 años, 11 entre 31-40, 4 entre 41-50, 2 entre 51-60 y 7 más de 60 años.
La distribución de los enfermos por provincias durante el pasado año fue la siguiente: 2 en Ávila, 8 en Burgos, 5 en León, 2 en Palencia, 5 en Salamanca, 0 en Segovia, 0 en Soria, 7 en Valladolid y 1 en Zamora. Si nos fijamos en la especialidad de los pacientes, 11 son médicos de familia, 6 son residentes y 13 son de especialidades hospitalarias. El número total de consultas realizadas en los centros de tratamiento ambulatorio del PAIMECyL han sido 592, 410 de psiquiatría y 182 psicología, y un paciente ha estado ingresado en la clínica Galatea 54 días.
Casi la totalidad de los casos presentaban trastornos mentales, y solo uno de los 30 era por abuso de alcohol y adicción a sustancias. Destacan los trastornos adaptativos, con 18 casos, seguidos de ansiedad (8), depresión (1), trastorno de personalidad (1), dependencia al alcohol (1) y déficit de atención (1). En los 30 casos, el acceso al programa fue voluntario y espontáneo.
No cabe duda de que el mazazo que supuso la pandemia y el aumento de conciencia social para pedir ayuda ante una enfermedad mental están detrás de este llamativo incremento de profesionales que necesitan atención, pero lo cierto es que el problema venía de atrás, y la covid-19 fue la gota que colmó el vaso.
El Estudio sobre el impacto de la COVID-19 en la salud, estilos de vida y condiciones de trabajo de los médicos en España, realizado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial (FPSOMC), la Fundación Galatea y la Fundación Mutual Médica parte de una situación prepandemia y luego incluye una primera encuesta entre profesionales en octubre de 2020, en plena crisis sanitara, y un segundo sondeo realizado entre noviembre de 2022 y febrero de 2023. Las conclusiones son demoledoras.
Por un lado, antes de la covid-19 ya se veía que los sanitarios, frente a población general, siempre estaban por encima en cuanto a riesgo de salud mental. En concreto, por poner los ejemplos más graves, se detectaba ese riesgo en el 50% de los estudiantes de Medicina mujeres, en el 40% de los residentes de cuarto año o en el 20% de las doctoras entre 30 y 55 años.
En octubre del 2020, en medio de la pandemia, se constata que un 25% de los médicos estuvieron de baja por motivos relacionados con la covid-19, pero los porcentajes sobre su agotamiento físico y mental ya eran muy llamativos en aquellas fechas: un 33% de los profesionales tenían problemas para conciliar el sueño; más de un tercio había llegado a barajar la idea de abandonar la profesión; y la mitad se declaraban “sobrepasados” y menos preparados física y mentalmente.
Aunque entonces se sentían masivamente apoyados por sus compañeros y equipos en los peores momentos de la crisis (83 %) y por los pacientes (82 %), sus hábitos de vida estaban empeorando, con un aumento de la proporción de los que consumían bastante o mucho alcohol, del 4% al 7%, y una disminución del 50% al 28% respecto a la práctica habitual de actividad física. Uno de cada cuatro era usuario real o potencial de servicios de apoyo a la salud mental.
En el segundo estudio, tras comprobarse que un 52% de los médicos trabajaba más de 40 horas a la semana, un 29% confesaba que más de 50 horas y, en general, el 77% se veía con más carga de trabajo que antes de la pandemia, los porcentajes relacionados con la salud mental arrojaban una situación preocupante y compleja: el 26% de los médicos consideraba que su estado de salud había empeorado, y un 32% decía directamente que era malo; el 43% sufría burnout, y el 20%, estrés postraumático; la depresión y la ansiedad estaban presentes en el 19% de los residentes; el 15% de los facultativos tomaba tranquilizantes; y el 36% sufría de insomnio. Con todo, hasta un 30% había utilizado o utilizaba servicios de salud mental, pero el porcentaje de los que creían que lo acabarían necesitando era de un 60%, frente al 23,6% del año 2020.
No es consuelo, pero la situación no es exclusiva de España. Un repaso a más de 170 estudios observacionales con encuestas entre casi 240.000 médicos revela que las bajas laborales han aumentado un 247% desde la pandemia entre los médicos europeos, que el 50% de ellos sufre burnout y que el 33% presenta signos de estrés, y esto, indudablemente, se traduce en desmotivación profesional y reduce la calidad asistencial.
La Organización Médica Colegial, además de reforzar y seguir mejorando su programa PAIME, está haciendo un esfuerzo a nivel institucional para trabajar con todas las administraciones en la mejora del abordaje de la salud mental en nuestro país, “un reto que no se puede posponer y que requiere de políticas ambiciosas, de grandes consensos y de escucha constante a los profesionales sanitarios”, tal y como expresó su presidente, el Dr. Tomás Cobo, durante su comparecencia en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados el pasado mes de septiembre.
En este mes de marzo de 2025, esta problemática también se ha dado a conocer en el Senado. El presidente y la vicepresidenta primera de la Organización Médica Colegial (OMC), los doctores Tomás Cobo e Isabel Moya, trasladaron a los miembros de la Comisión de Sanidad la necesidad de generar consensos entre las principales fuerzas políticas en temas transversales y fundamentales para la profesión y para los pacientes y usuarios del Sistema Nacional de Salud en asuntos como el Plan Nacional de Salud Mental; promover un Plan Nacional contra las agresiones a sanitarios; impulsar el Real Decreto de Formación Médica Continuada y, por supuesto, un Estatuto Marco propio que recoja las especificidades de la profesión médica. Todos ellos aspectos cruciales que, sin duda, van a contribuir a una mejora general de las condiciones de la profesión médica, y, por tanto, a la protección de su salud mental.
En este aspecto en concreto, los doctores Cobo y Moya incidieron en la necesidad de que el Plan Nacional recoja las propuestas de la OMC a la Comisionada de Salud Mental del Ministerio de Sanidad, entre las que se incluía la implantación del modelo PAIME como herramienta fundamental para el cuidado de los profesionales.
Todo ello, sin olvidar que, como marca el Código Deontológico, es obligación del médico cuidar de su propia salud y estar en las mejores condiciones para tratar a los pacientes. Si es consciente de que no puede ejercer su profesión, debe comunicarlo, e incluso si alguien aprecia este problema en otro compañero, debe también dar un paso al frente. Cuidarse para poder cuidar es también una urgencia para los médicos.
√ El Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME) tiene como finalidad atender de manera integral (asistencia sanitaria, atención social, apoyo legal y asesoramiento laboral) e integrada a los médicos que sufren problemas psíquicos y/o conductas adictivas, asegurar que reciben el adecuado tratamiento y, en consecuencia, que puedan retornar con adecuadas garantías a ejercer su profesión. El PAIME, lanzado en 1998, es un programa único en España que ha atendido a 10.000 médicos a lo largo de su historia. En los últimos años, la labor del PAIME ha servido como referente para otros colectivos profesionales. La FPSOMC ha firmado acuerdos con el Consejo General de Enfermería, de Dentistas, el Consejo General de Farmacéuticos y el Consejo General de Veterinarios para implementar un Programa de Atención Integral al Profesional Sanitario Enfermo, basado en la experiencia y los éxitos del PAIME. Además, desde 2019, en colaboración con el Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (COPAC), existe el PAIPE (Programa de Atención Integral a Pilotos en España), una iniciativa que replica este modelo en el sector de la aviación.
√ Para los médicos en formación durante su residencia, la FPSOMC ofrece el Programa de Salud del MIR, enfocado en promover hábitos saludables y en la gestión del autocuidado, un aspecto clave para los profesionales que comienzan su carrera en un entorno de alta presión y responsabilidad. Este programa se realiza de forma conjunta con todos los colegios de médicos de España.
√ El Servicio Telemático de Apoyo Psicológico a Estudiantes de Medicina (SAPEM), en colaboración con la Fundación Mutual Médica y el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), es un ejemplo de cómo la Fundación promueve el bienestar mental al futuro de la profesión. ‘El autocuidado, la asignatura pendiente de tu formación. #EmpiezaPorTi’ es el lema del SAPEM para llegar a más estudiantes de Medicina y crear la necesaria conciencia del autocuidado desde los primeros pasos en la profesión médica. Casi un centenar de alumnos, el 81% mujeres, han sido atendidos por este servicio durante 2024.
√ Curso online PAIME en el campus virtual de la OMC con 3,7 créditos de Formación Continuada del Sistema Nacional de Salud.
√ Aumento de la formación a los tutores para detectar señales de alarma entre los residentes dentro del programa Formación Docente para Tutores MIR que ofrece la Fundación para la investigación, docencia, formación y competencia profesional de los médicos colegiados de España (FFOMC).
¿Realmente estamos en la peor época para la salud mental de los médicos o es que ahora se le da mayor visibilidad? ¿Por qué hemos llegado a esta situación?
Estamos en una situación preocupante. Los datos de los que disponemos reflejan un empeoramiento del estado de salud mental de los médicos respecto a los periodos con los que podemos comparar, aunque no podemos negar que ahora tenemos acceso a más estadísticas y hay más visibilidad de un problema que ha existido siempre. La realidad es que aumentan los usuarios que acuden al PAIME, se ven afectados predominantemente los médicos jóvenes y estudiantes de Medicina, y hay numerosos estudios que demuestran la mayor tasa de intentos de suicidio y suicidios en la profesión médica respecto a la población en general. La presión asistencial, la sobrecarga de trabajo, la precariedad laboral y la falta de conciliación son factores de riesgo conocidos. Dado el empeoramiento de las condiciones laborales en las que trabajamos y la crisis que atraviesa nuestro sistema sanitario, hay una mayor repercusión en la salud mental de los profesionales, tal y como se extrajo en el estudio Repercusiones de la COVID-19 sobre la salud y el ejercicio de la profesión de los médicos de España, realizado por la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial, la Fundación Galatea, y Fundación Mutual Médica, entre los meses de noviembre de 2022 y febrero de 2023. Del análisis de este estudio se llega a la conclusión de que el malestar y los problemas de salud de los médicos españoles en el momento actual son atribuibles, no tanto a la situación vivida en la pandemia, sino al clima laboral y a un problema estructural del sistema sanitario. Esto es una realidad, como también lo es que, a día de hoy, hay un mayor reconocimiento de la importancia de la salud mental en la sociedad y, por lo tanto, la visibilidad del problema, en cualquier caso, es un factor que ayuda a buscar soluciones de manera más efectiva.
¿En qué se está notando este agravamiento desde el Consejo?
Desde el Consejo General de Médicos estamos viendo un aumento de casos en el PAIME, con un incremento significativo de problemas relacionados con el agotamiento, la ansiedad y la depresión. También hemos detectado una mayor demanda de apoyo psicológico por parte de los profesionales, así como un aumento del número de médicos que se sienten desbordados y en riesgo de burnout. En el estudio mencionado, la tasa de este síndrome alcanza el 43% de los médicos encuestados. Además, en las encuestas que realizamos, se refleja una creciente preocupación por las condiciones laborales y la falta de tiempo para el autocuidado, lo que sin duda repercute en la salud mental de nuestros compañeros. Especialmente alarmantes son los datos en los médicos jóvenes y en los estudiantes de Medicina, que muestran tasas elevadas de ansiedad grave o moderada y depresión. Cabe mencionar que la mayoría de los estudios al respecto son limitados, y aunque proporcionan una visión inicial, se requieren investigaciones más amplias y robustas para conocer la verdadera dimensión del problema. Con esta intención, se está llevando a cabo una encuesta, la más grande de este tipo hasta la fecha en Europa, para detectar las necesidades y evaluar las acciones encaminadas a proteger la salud mental y el bienestar de los médicos y otras profesiones sanitarias en los 27 países de la UE, más Islandia y Noruega. Este proyecto está liderado por la OMS y por la Comisión Europea, y desde el CGCOM y los colegios de médicos hemos contribuido a difundirlo para promover la participación de los médicos españoles.
¿Qué se puede decir a nuestros colegiados para que aborden de la mejor forma un problema de este tipo?
Lo más importante es que los médicos entiendan que su salud mental es tan prioritaria como la de sus pacientes. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de responsabilidad. Es una obligación deontológica cuidar de nuestra salud para estar en las mejores condiciones físicas y psíquicas para tratar a nuestros pacientes. Debemos romper el estigma y normalizar el cuidado de la salud mental dentro de nuestra profesión. Además, es fundamental que los colegiados conozcan y utilicen los recursos de apoyo disponibles, como el PAIME, y que acudan a sus colegios de médicos cuando ellos o sus compañeros presenten trastornos mentales o de adicciones. También es clave promover hábitos de autocuidado, establecer límites en el trabajo y fomentar el apoyo mutuo dentro de los equipos, y para ello, es imprescindible dotarse de competencias transversales, de las llamadas soft skills a través de formación específica que, por cierto, suele ser prioritaria impartir desde la FFOMC.
¿La pandemia de covid-19 fue un punto de inflexión?
Sin duda. La pandemia fue un catalizador que expuso y agravó problemas que ya existían. Durante la crisis sanitaria, los médicos experimentaron una sobrecarga sin precedentes, con largas jornadas, incertidumbre, miedo al contagio y la pérdida de muchos compañeros. Además, la falta de recursos y el impacto emocional de enfrentarse a la muerte en condiciones tan difíciles dejó secuelas profundas. Tras la pandemia, hemos visto un aumento de trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático en la profesión, lo que nos obliga a reforzar los mecanismos de ayuda.
¿Cuáles son las claves del éxito del programa PAIME?
El PAIME es un programa pionero y un referente internacional porque ofrece un enfoque integral, confidencial y adaptado para los médicos que atraviesan problemas de salud mental o adicciones. Sus claves son la confidencialidad y confianza: los médicos pueden acceder al programa sin miedo a represalias o estigmatización mediante un flujo totalmente ajeno a los sistemas de salud. Los profesionales que intervienen en el PAIME comprenden las particularidades del ejercicio médico y ofrecen un tratamiento adaptado, con un enfoque integral, en el que no solo se trata la enfermedad, sino también se atiende la rehabilitación y la reinserción laboral, asegurando que el médico pueda volver a ejercer en condiciones óptimas. Con la colaboración de los colegios de médicos, es un programa de médicos para médicos, y esto permite que esté disponible en todo el territorio y que los médicos sepan que cuentan con el respaldo de su colegio profesional y con su tutela. Gracias a estas características, el PAIME es un modelo de éxito que ha demostrado ser una herramienta clave en la recuperación de los médicos afectados, con tasas de éxito muy altas y más del 90% de reintegración a sus puestos de trabajo.
¿Qué otras iniciativas se están poniendo en marcha desde el Consejo para abordar este grave problema profesional, que lo es también de salud pública?
Estamos en un proceso de revisión del programa PAIME para adecuarlo a las necesidades actuales y a los cambios en la tipología de los casos, con el objetivo de reforzarlo y ampliar su cartera de servicios. Por otra parte, hemos mantenido varias conversaciones con el Comisionado de Salud Mental para incorporar este programa, referente en la atención integral del médico enfermo, a las herramientas de protección de la salud laboral de los profesionales sanitarios dentro del Plan Nacional de Salud Mental. Desde el Consejo General de Médicos estamos impulsando diversas iniciativas de prevención y promoción del autocuidado. Estamos trabajando en campañas de sensibilización y formación para que los médicos aprendan a identificar los primeros signos de desgaste emocional y puedan actuar a tiempo, sobre todo dirigidas a los médicos jóvenes, médicos durante la formación especializada y estudiantes de medicina. Ya hemos dicho que estos grupos son especialmente vulnerables y es necesario ofrecer orientación y apoyo desde los inicios de sus carreras profesionales. En esta línea estratégica de prevención, hemos puesto en marcha el programa SAPEM, una herramienta de atención psicológica telemática para el estudiante de medicina de cualquier facultad del territorio español que presente dificultad para gestionar el estrés prolongado producido por su actividad formativa. La investigación y los datos son vitales para la toma de decisiones. Estamos promoviendo e intensificaremos estudios orientados a conocer en profundidad el impacto de la salud mental en la profesión médica y poder desarrollar estrategias basadas en la evidencia. Y, desde luego, abordar el origen del síndrome burnout y defender las mejoras en las condiciones laborales. La sobrecarga asistencial es uno de los principales factores que afectan a la salud mental de los médicos. Estamos insistiendo ante las administraciones en la necesidad de mejorar las condiciones de trabajo, garantizar tiempos de descanso adecuados y fomentar modelos organizativos más sostenibles.
¿Qué puede hacer un médico que se esté viendo con problemas de salud mental o adicciones?
Lo importante es que conozca el programa PAIME. Surgió en el año 98 en Cataluña, y dos años después ya se iba implantando progresivamente a nivel nacional. El ritmo de nuevos casos al año en España pasó de dos o tres a 15, 25, 35, 40… Y empezó a superar la centena hace 15 años, pero desde hace una década, cuando los colegios han hecho un esfuerzo de divulgación ya desde las facultades, los colegiados están más informados. Justo antes de la pandemia ya había 350 casos nuevos al año, y ahora, en los últimos dos postpandemia, casi 900, así que el PAIME ya ha atendido a unos 10.000 médicos. Lo cierto es que cada vez hace más falta, pero, afortunadamente, es cuando más se conoce el programa.
¿Y qué deben hacer?
Contactar con el Colegio de Médicos, en este caso, con el secretario, que es la figura que coordina el PAIME, o con el teléfono habilitado a nivel regional. Por supuesto, es voluntario y es totalmente confidencial, incluso se les cambia el nombre. Los afectados de Salamanca tienen la opción de ir al especialista psiquiatra en otra provincia de Castilla y León y, en los casos más graves, ingresan en una clínica de Barcelona.
La estigmatización de un médico con adicciones es difícil de asumir, pero ahora los ingresos son mucho más por salud mental.
Sí, por salud mental son casi el 80% de los casos y por alcohol, por ejemplo, no llegan al 5%. Incluso cuanto más joven es la población, que cada vez hay más, en casi el 90% de los casos hay depresión, ansiedad o trastorno adaptativo.
¿Estamos en la peor época para la salud mental de los médicos o es que se le está dando mayor visibilidad?
Las dos cosas, pero yo creo que, con mucha diferencia, es la peor época de la historia por la sobrecarga del trabajo, las denuncias, la medicina defensiva o las agresiones. A veces tenemos la sensación de ir con cuidado a trabajar por si te agreden. Antes de la pandemia, un 30% de los médicos tenían una percepción positiva de cómo les valoraba la sociedad. Luego llegó la covid-19 y la época de los aplausos, y hasta el 80% se veían respaldados por los ciudadanos, pero después ha ido cayendo, y estamos en los porcentajes más bajos. Hemos pasado de los aplausos a las agresiones, y las consecuencias son demoledoras. Por ejemplo, el 36% de los médicos toman algún medicamento para dormir o consideran que tienen trastornos del sueño.
La pandemia fue un mazazo social, pero supongo que los médicos arrastran experiencias difíciles de gestionar.
Veníamos ya de un histórico preocupante, porque 6.000 médicos habían pasado por el PAIME antes de la pandemia, pero ahora el ritmo anual se ha duplicado, y el paciente PAIME ha aumentado un 37%. Lo estamos viendo todos los coordinadores y, además, con muchísima gente joven afectada. Antes la edad media estaba en 47 años, pero baja cada año. Estamos pasando de un paciente tipo de más de 50 años muy quemado con su trabajo y con síntomas depresivos a jóvenes con graves problemas de adaptación a la profesión. De los últimos 7 casos que han pasado por el Colegio, todos son residentes menos uno.
Ya no es un problema de los médicos, sino de la sociedad y de la Administración. ¿Cómo lo afrontamos?
Tengo una visión pesimista y veo un futuro complicado, porque gran parte de esta situación se debe a lo que la sociedad ha generado, y ya es preocupante desde la Universidad. Según el último informe de Galatea, se aprecia un 11,9% de ideación suicida en encuestas realizadas a estudiantes de facultades de Medicina en Cataluña. Pero es que, en la Complutense, dos alumnos han hecho un TFG con encuestas entre compañeros y elevan ese porcentaje hasta el 33%. En los talleres sobre autocuidado que imparto en las facultades, yo me planteo “¿cuál es el estudiante de Medicina tipo actual?”, y vemos que tiene un potencial académico muy alto y es perfeccionista, pero con mala tolerancia a la frustración, porque nunca les han dicho “un no”. Algo también curioso es que están acostumbrados a verse como muy buenos intelectualmente, porque lo son, a ser el tiburón del acuario, y de repente llegan a una facultad donde son todos igual de buenos que ellos, o más. Pasan a ser un pececito del mar, y eso es difícil de gestionar. Y luego está la burbuja protectora de las familias para que los futuros médicos estudien y estudien, pero cuando ven lo qué es ejercer o la presión de la facultad, no saben gestionarlo.
Por fortuna, existe este programa PAIME para enfermedades psiquiátricas y conductas adictivas. ¿Cuáles son las claves para que tenga éxito? Porque las estadísticas dicen que el 90% se recupera y se reincorpora a la práctica profesional.
Sobre todo que se asienta en tres pilares fundamentales: gratuito para el colegiado, voluntario y confidencial. Y, como dice el eslogan del PAIME, Cuidando de ti, cuidando de todos, lo hacemos también para proteger a la sociedad. Hay tres vías de acceso. La idónea, y afortunadamente la más numerosa, el 70%, es espontánea, aquel médico que coge el teléfono, te llama y te cuenta su problema. Luego hay un porcentaje también alto, de algo más del 20%, que es voluntaria, pero inducida: vienen acompañados por un familiar o un compañero de trabajo. Y por último, está la transmisión confidencial de un colega que viene a pedir ayuda para alguien, y entonces lo contactamos. Lo menos deseable, y que afortunadamente es menos del 1%, son la denuncias, y durante todo el proceso judicial, se descubre que en el fondo había un problema mental o una adicción.
Este programa se está extendiendo a otros colectivos, lo que significa que no solo funciona, sino que, además, es exportable.
Esto es la joya de la corona de la OMC, junto con la Fundación para la Protección Social, y es importante concienciar sobre el programa y entender que no somos los únicos que jugamos con vidas humanas. Imagínate un policía que tiene un brote psicótico… Los primeros que lo pidieron fueron los pilotos y, de hecho, en el Congreso del PAIME de Mallorca, uno de los testimonios más interesantes fue el de un piloto comercial ya jubilado que se había dedicado también a peritajes de accidentes aéreos. No solo nos habló del siniestro del Germanwings, en el que todos estábamos pensando, sino de al menos otros seis accidentes con más de 200 muertos que fueron provocados por la idea suicida del piloto. Claramente, hay otras profesiones que lo necesitan y debería extenderse.
Los médicos son el colectivo que menos asistencia sanitaria recibe. En casa del herrero, cuchillo de palo… ¿Por qué se cuidan tan poco?
Ese es otro motivo por el que muchos llegan tarde al programa. Para empezar, somos muy malos pacientes. Tienes una lumbalgia y se lo cuentas de mala manera en el ascensor a un compañero, así que si para algo poco trascendente nos cuesta, imagínate en el caso de las adicciones. Hay muchísimo miedo a ser reconocido, a perder crédito en la sociedad y no poder volver a trabajar. También hay mucha sensación de invulnerabilidad del médico, como que casi no tenemos derecho a estar enfermos, e incluso las propias familias minimizan los síntomas. Pero la realidad es que, actualmente, el suicido supone el 1% de los médicos muertos varones y el 3% de las mujeres. Los hombres médicos se suicidan el doble que los no médicos, y las mujeres cuatro veces más, y entre otros motivos, está precisamente la automedicación, el consultar tarde y mal y el no tener el apoyo familiar, porque dan por supuesto que el médico tiene que saber cómo curarse.
“En las facultades deberían ofrecer más herramientas emocionales y abordar cómo dar malas noticias”
Autosuficiencia y negación de las propias enfermedades, en un ámbito de especial vulnerabilidad como es la medicina, es un caldo de cultivo para acabar desarrollando una enfermedad mental, que luego va acompañada de miedo, sentimiento de culpa, estigmatización social… ¿No habría que atajar este problema de raíz?
Hay muchos trabajos que han sido publicados en España y en el extranjero sobre las altas tasas de ansiedad, depresión e idea suicida de los estudiantes de Medicina, pero hay uno muy curioso que dice que antes de empezar estos estudios, los jóvenes tenían mejor salud mental que la media, con lo que vemos que el deterioro es incluso más acusado mientras estudian y, claramente, habría que intervenir cuanto antes.
Ahora los estudiantes de Medicina tienen que ser los más listos de su promoción para poder acceder al Grado, y quizá esto esté yendo en detrimento de una verdadera vocación.
Y esto es peligrosísimo. Lo veo cada día en los estudiantes que participan en los talleres de autocuidado, donde algunos admiten presión familiar para estudiar Medicina por sus notas tan altas. Está más que demostrado que la vocación es un factor protector para todas estas enfermedades. Un médico vocacional sabe que va a convivir con la enfermedad, con muerte, con frustración, que va a tratar a enfermos, personas que a veces incluso no tienen ninguna patología, pero precisan atención. En las facultades debían dar más formación y ofrecer más herramientas emocionales, incluir simulaciones de relación médico-paciente y de cómo dar malas noticias
Realmente llama mucho la atención que el 20% de los casos del PAIME ya sean de residentes.
La carrera profesional de un médico son unos 40 años, y la residencia son 4 o 5; es un periodo muy breve y con la ventaja de que llegas a ello con ilusión, pero es verdad que es una población de mucho riesgo, porque pasan de ser estudiantes sin ningún tipo de responsabilidad a hacer la residencia, y tienen mucho miedo a cometer errores, a tener denuncias, a que el paciente evolucione mal, a no dormir, a cambios vitales realmente importantes.
Para los MIR, también existe un programa de salud de la Fundación enfocado a los hábitos saludables y la gestión del autocuidado. ¿Cómo se desarrolla?
Hay intención de hacer uno de estos talleres formativos en Salamanca en breve. El autocuidado en el estudiante de Medicina y en el médico es un deber ético y deontológico. Y la realidad es que hay mucho trabajo que hacer en este ámbito, porque los estudios al respecto también son demoledores. Galatea sacó una encuesta anónima hace ya más de un lustro de Cataluña en la que se demostraba que los residentes de Medicina tenían peor salud mental y un riesgo que triplicaba al de los jóvenes de su misma edad. Entonces, los medios de comunicación titularon Un tercio de los residentes españoles, con depresión, y causó mucho revuelo, pero es que posteriormente han salido otros muchos estudios en la misma línea, incluso en revistas de alto impacto, como JAMA. Por ello, se está dando más formación a los tutores para saber detectar signos de alarma. Hay cuatro datos que nos pueden alertar: que un residente baje su rendimiento, faltas laborales no justificadas o justificadas con todo tipo de enfermedades comunes, que dejen de relacionarse con sus compañeros o cambios en el carácter.
La OMC tiene esta problemática entre sus prioridades. Además de los programas que hemos comentado, ¿qué otras acciones está llevando a cabo?
Se ha creado un nuevo Consejo Rector del PAIME de cinco miembros con la idea de hacerlo más efectivo e impulsar algunas acciones de refuerzo mediante la puesta en marcha de un plan estratégico. Una de las acciones es trasladar la situación al Ministerio de Sanidad, con la idea también de que los médicos sean una prioridad en la Estrategia Nacional de Salud Mental. También queremos mantener conversaciones con las consejerías de Sanidad para que se impliquen más en el programa PAIME: en alguna comunidad hay un apoyo económico, como en Castilla y León, con una aportación de 30.000 euros anuales, en otras financian el programa completo, y en otras, nada. Y tenemos que intentar más iniciativas en las facultades de Medicina enfocadas al autocuidado, aunque lo ideal es integrar más asignaturas de relación con el paciente y comunicación de malas noticias, etc. Otra batalla que espero ganar en el nuevo Consejo Rector es que se incluyan en el PAIME los trastornos de la conducta alimentaria, es la única enfermedad mental que no está contemplada, dadas sus peculiaridades, y hay muchísimos casos.
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