Por Saturnino GARCÍA LORENZO
Doctor en Medicina
Los ancianos de hoy en España son más de 7 millones según del “ 53 Congreso Nacional de Geriatría y Gerontología” celebrado el 27-IX-2011 en Málaga y presidido por el salmantino Juan Florencio García, constituyen la vanguardia de una revolución extraordinaria en cuanto a la longevidad que está cambiando de manera radical la estructura de la sociedad y modificando nuestra percepción de la vida y la muerte. De hecho el número de octogenarios se ha multiplicado por 13 en el último siglo. Los adelantos en los campos de la higiene, la atención sanitaria, el alojamiento y la educación han dado como resultado un enorme incremento en la esperanza de vida. El cardiólogo Joseph Maria Caralps ha dicho: “Hay que empezar a considerar donantes a los 70 años, porque un corazón sano puede durar 30 años mas”.
La ciencia del Envejecimiento de los seres humanos es uno de los grandes misterios del mundo que vivimos. Preguntas como “¿Por que envejecemos?” “¿Por qué unas especies viven más tiempo que otras?” “¿ por que las mujeres viven más que los hombres?”. Ya vivimos más tiempo de los que jamás se haya vivido antes. Lo que necesitamos con urgencia es encontrar formulas que retarden o eliminen males como el Alzheimer, la arteriosclerosis, el ictus, el infarto, la sordera…
Las esperanzas de los científicos están puestas en prolongar en el tiempo unas condiciones aceptables de salud superando el fatalista concepto de que estamos, pura y llanamente programados para morir cuando nos llegue la hora. Hace unas cuantas fechas, un columnista de un periódico local, con motivo de su 50 cumpleaños, comentaba que antes siempre se había quitado años, y añadía que lo de cumplir años, y por ende envejecer le parecía siniestro, vulgar y un estropicio genético. Me pareció una sandez.
Quisiera recordar a susodicho señor lo que le sucedió a aquel personaje de la novela: “ El lenguaje de la pasión” de M. Vargas Llosa, llamado Gabriel. Dicen que siempre dijo que era inmoral cumplir los 50 años y que esa coquetería fue la razón de su suicidio.
A los que no son viejos todavía, les recuerdo que la vejez llegará a la chita callando. Escribió León Trosky en su diario “ El exilio”: llegar a ser viejo es una de las cosas más inesperadas que le pueden suceder a un hombre. Cuando esto ocurra, a todos nos gustaría “ ser” y “no estar”. Durante mucho tiempo se ha considerado que la longevidad tiende a ser cosa de familia, y parece ser que este saber tradicional es absolutamente cierto.
Merece la pena tener presente que la ciencia subraya el hecho de que cada uno de nosotros envejece de acuerdo con sus propias características personales y biológicas. Esto puede ayudarnos a combatir los estereotipos negativos acerca de la longevidad que constituyen la verdadera esencia de los perjuicios en contra de los ancianos, es hacer de menos a una persona exclusivamente por la edad que tiene.
Nos parece una estupidez y una injusticia porque, al menospreciar a los ancianos de hoy, estamos practicando la discriminación contra nosotros mismos en el futuro. Los prejuicios en contra de los ancianos constituyen una deformación, equiparable al sexismo y al racismo en cuanto a su generalización social. El resto consiste en llegar a ancianos en un estado óptimo de salud física y mental, una cuestión de capital importancia que incide en todos los aspectos de la vida incluidos el social, el económico, el médico y el espiritual.
Leonard Cohen dijo cuando se preparaba para recibir el P.P. de Asturias: la voz parecía decirme “ Eres un hombre viejo y no has dado las gracias a los amigos, a la tierra, al cielo, a Dios…
Hay un poema muy bello de Chesterton que dice lo siguiente: “ Voy a envejecer para todo. Par el amor. Para la mentira. Pero nunca envejeceré par el asombro; siempre me seguirán asombrando las cosas fundamentales”.
La vejez no se mide hoy ( ahora) por su propio rasero, sino por el rasero juvenil. Es un deterioro. No nos extraña que se haya radicalizado. En un mundo vertiginoso y competitivo como el que nos ha tocado vivir, los ancianos son los restos de un naufragio. Es la condena que la sociedad impone a los proyectos derrotados y a aquellos que los protagonizaron. Es el final de los “ ríos que van a dar a la mar que es el morir”, como cantaba el poeta hace más de cinco siglos.
Recuerdo una estupenda novela de Miguel Delibes, titulada “ La hoja roja”, donde se habla de este asunto. El titulo se refiere a una hoja de papel de color rojo que aparecía en los librillos de papel de fumar para advertir que se estaban acabando.
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