Por Germán Payo Losa
Director de Educahumor
¿Por qué tantas mediciones, Felipe?”, le pregunta Miguelito (personajes de Quino). “Porque quiero que este avión (de papel) me salga bien”, responde. “Yo lo que quiero que me salga bien es la vida”. Felipe mira al avión y, todo triste, con cara de inútil, lo tira.
“¿Y tú qué quieres ser de mayor?”, se pregunta a los niños. Planeamos qué hacer con la vida, y la vida parece que juega con nosotros en muchas ocasiones, por medio de cambios de rumbo y contratiempos.
Uno de ellos es que ahora tengo que improvisar un artículo. Cuando la cabeza se bloquea, es curioso, no salen ideas, pensamientos, sentimientos, nada. Las neuronas se niegan a currar. Por más vueltas que das a la cabeza, hasta que se te queda cara de peonza, no pares nada. Y viene el nerviosismo, porque tienes que entregar el artículo y sigues mirando a las estrellas a ver si cae una, te abre la cabeza y te la llena de historias. Ya puestos, si pueden ser divertidas, mejor.
Sería deseable aprender a improvisar. En la vida, un tratamiento que produce efectos secundarios indeseados, en una operación surge algo imprevisto, te diagnostican una enfermedad degenerativa, un cáncer, tienes un infarto, un accidente, te roban, pierdes las llaves, el ordenador se en-virus-a.
Inés (en la foto) quedó en silla de ruedas tras un accidente. Toca en una batucada de música afrobrasileña con su perenne sonrisa. Un modo de defendernos en estas situaciones es tratar de verlas con humor y reír. No se solucionan así, posiblemente, pero te afectan menos el ánimo.
“Cuando la cabeza se bloquea, es curioso, no salen ideas, pensamientos, sentimientos, nada”
Las relaciones, día a día, hay que cuidarlas. Reír une, si vives en pareja, con los amigos, con la gente que conoces o trabajas. No hay guion. “Ana y yo somos totalmente diferentes”. / “¿Entonces por qué seguís juntos?” / “Para coincidir al menos en algo” (Quatrinomia). Y claro, cuando se interfiere un amor, o se pierde la cabeza, ahí los planes se tambalean y acabas en Chile, en España, en Japón o en el otro lado del planeta.
El humor acostumbra a preguntar y buscar el lado gracioso de lo que sucede a tu alrededor. Y a hacer preguntas.
La tierra tiene 4.500 millones de años. Nuestra raza, 300.000. 70.000 los asentamientos en la meseta persa y 6.000 años unos huesos que se han encontrado en una cueva en Girona, que están rotos y parecen haber sido consecuencia de violencia o de guerra, dicen los expertos. Y si ya desde entonces se liaban a porrazos, ¿vamos a pretender que dejen de hacerlo ahora?
Pensaba en esto por el cirio que tienen montado en busca de un acuerdo en Cataluña. Es como una novela de intriga en la que el regateo, la astucia y la improvisación tras darse de bruces con muros, es esencial. Y lo mismo entre Israel y Palestina, Rusia y Ucrania y tantas y tantas guerras. Para proclamar nuestras verdades inamovibles todos valemos, pero para construir una relación sana y duradera, con acuerdos, que rompa muros, hacen falta mediadores e improvisadores de primera, y, claro, menos bombas, misiles y negocios con eso. ¿Quién tiene el ingenio y la resistencia para llevar a los contendientes a la paz? Si hasta ahora no ha funcionado, ¿se pueden generar otros tipos de acuerdo? Entiendo que todo es complejo, pero la creatividad es esencial.
Aprender a planear, hacer proyectos es fantástico, pero enseñar a improvisar también. Cuando algo no funciona de un modo, es bueno buscar otros caminos.
Una mujer llega a la consulta.
—Doctor, he estado con cuatro médicos. Usted es mi última esperanza. Tengo un dolor de estómago que nadie es capaz de quitarme. Aquí le traigo todos los informes de lo que me han hecho. Todos dicen que estoy bien.
El médico toma los informes, los mira. Todo parece estar correcto.
—Si nada de lo que le han hecho funciona, podríamos intentar una aproximación diferente, si a usted no le importa. » Salud, Humor y Risa
—Dígame —responde ella—. Lo que haga falta con tal de quitarme este dolor.
—¿Tiene usted algún problema en su vida que le esté preocupando? —Oiga, ya soy mayorcita y capaz de resolver mis propios problemas.
—O quizá algo en el trabajo que le moleste. —Mi jefe. Es imbécil. Lo veo y me pongo negra.
—¿Por qué no hacemos una cosa? Cada vez que usted vea a su jefe, sonríale.
—Pero ¿qué idiotez es esa? ¿Cómo se pone a jugar conmigo de ese modo? Váyase a la porra.
Se puso de pie. Dio un portazo y se fue. Al cabo de unos días, apareció por la consulta.
—Doctor, deseo presentarle mis disculpas por lo grosera que fui con usted. Reflexioné sobre lo que me dijo y pensé que podía probar, pues no había nada que perder. Quería decirle tres cosas. Una: empecé a sonreír a mi jefe. Me costó mucho al principio, pero lo hice. Dos: mi jefe me empezó a sonreír a mí. Ahora sonreímos los dos. Tres: el dolor de estómago ha desaparecido.
Di un taller a personas que trabajan en cuidados paliativos: lo importante es ayudar a vivir hasta el último momento. Una persona con humor lo hace mejor.
“El humor acostumbra a preguntar y buscar el lado gracioso de lo que sucede a tu alrededor”
Un amigo falleció por cáncer. Tuvimos reuniones de amigos hasta el final. Reíamos mucho. Él era merengue, y le habría gustado esta foto del papa Francisco con este texto: “No voy de blanco por casualidad. ¡Hala Madrid!”, comentaba tras ganar el equipo la copa número 15 en la Liga de Campeones.
¿Sería mucho soñar que las religiones no utilizasen la coartada de tener a Yahvé, Alá o a Dios como coartada para matar, robar, esclavizar y humillar a las personas, antes de matarlas? El humor improvisa a diario y denuncia también. Riki pinta un chiste en el que Netanyahu dice a Abascal: “El aborto es un asesinato. Hay que dejarlos salir…”.
“Nada es más útil al hombre que aquellas artes que no tienen ninguna utilidad” (Ovidio). Entre ellas, propongo el humor, que aprovecha cualquier oportunidad para retorcer un asunto y escurrir risas:
—¿Sabéis? El Gobierno ha quitado el IVA al aceite…
—Entonces, ¿cómo queda?
—Aceite de ol.
—Graciosillos que son.
Tratar de ver de un modo divertido lo que nos sucede, ejercita las neuronas y la capacidad de improvisar deportivamente; de rebote, albergamos pensamientos más saludables.
¡Y por fin salió el artículo!
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