“Hoy la existencia es muy psicopática”

JOSÉ FERMÍN PRIETO AGUIRRE

Psiquiatra jubilado

Invitamos en este número a dar una lección de vida al doctor Prieto Aguirre. Lo hace con la amabilidad y el saber estar de alguien con mucha solera en el cara a cara. La conversación nos descubre a un hombre profundamente apasionado por la Medicina. Las continuas llamadas de enfermos durante la entrevista–les tiene que decir que ya no les puede atender-, nos indican que no lo debe haber hecho mal durante su dilatada trayectoria. Él prefiere que el juicio lo emitan otros en el futuro. Nosotros de momento nos quedamos con sus reflexiones en torno al camino andado, las metas logradas y el mundo que le rodea.

El contestador automático de su consulta anuncia el cierre de la misma por enfermedad, ¿qué tal se encuentra?

Tengo una enfermedad de parkinson que me diagnostiqué yo mismo y que me obligó a dejar la consulta a primeros de año. Aunque han tardado en ponerme el tratamiento, voy mucho mejor, a medida que va subiendo la medicación. Hay que decir que me tratan muy bien en el Clínico.

¿Haber sido médico ayuda a llevar la enfermedad?

Creo que es muy importante. Todos los problemas patológicos, aunque sean de la familia, influyen mucho. A mí, por ejemplo, la muerte de mi hijo me afectó tremendamente y no tuve más remedio que madurar.

Curioso. Usted que ha dedicado una vida entera a la mente, a las neuronas, etc., ahora comprueba en sus carnes los efectos del Parkinson.

Me lo diagnostiqué con la opinión contraria de muchas personas, hasta que por fin una neuróloga, la doctora Cacabelos, me lo confirmó. Hasta ahora estoy más orgulloso de haberme autodiagnosticado que del resultado del tratamiento, que va lento, aunque ya me sostengo de pie por lo menos.

¿Por qué ha estado viendo enfermos a su edad, hasta hace unos meses?

Porque disfruto. Siempre me ha pasado, incluso cuando fui catedrático, no acepté nunca la dedicación plena, a pesar de la diferencia de dinero, por la afición a mi vocación que era de médico.

¿A quién se enfrenta el lector en esta entrevista?

A un hombre que ha aspirado a ser un profesional competente y tener unos estudios lo más completos posibles. He estudiado y trabajado muchísimo, por eso he tenido siempre dedicación parcial, porque siempre he alternado consulta y enseñanza. Me costó mucho dinero esta broma, pero los veinte años que han seguido a la jubilación en la Universidad han sido compensados después con la práctica en mi consulta privada.

José Fermín Prieto Aguirre hombre, ¿cómo se define?

No tengo prejuicios, considero tener una ideología actual. No me escandalizo por la homofobia ni me cuesta trabajo aceptar puntos de vistas modernos. En ese sentido, no me considero viejo. Mi enfermedad está en las piernas no en la cabeza.

José Fermín Prieto Aguirre psiquiatra, ¿cómo ha sido?

No es una inmodestia, pero creo que bueno. He tenido muchos afectos, en general la gente, los pacientes, el personal, me han dado muestras de auténtico cariño. Conservo la amistad con todas las personas con las que he tratado y tengo pocos enemigos.

¿Qué balance hace de su trayectoria?

En general es positiva. Ha habido sufrimientos, pero estos han ocupado un lugar muy pequeño en relación con los triunfos y la felicidad que he obtenido en la vida. Yo estoy satisfecho de la vida.

¿Considera cumplido todo lo que se había propuesto?

Sinceramente sí.

¿Alguna espina clavada?

Muchas, pero son espinas merecidas o inevitables, las espinas propias de la vida. No ha sido una vida ingenua, pero ha tenido cosas agradables y desagradables también.

¿La mayor satisfacción de su vida?

Los éxitos de mis nietos. Es increíble, tengo un nieto de 14 años que es un fuera de serie, excesivamente inteligente. Tengo dos hijas y los hijos de mis dos hijas son la satisfacción mayor que tengo.

¿Por qué siempre tuvo claro que quería ser médico?

No sé, ya en el bachillerato quería ser no sólo médico, sino psiquiatra. Recuerdo que bajaba a La Alamedilla con libros de Medicina. Llegué a la conclusión de que lo que más me gustaba era la psiquiatría, que entonces era muy pobre, lo único que teníamos eran barbitúricos, no como hoy que hay un arsenal terapéutico que no podíamos soñar hace unos años.

¿Había algún antecedente familiar?

No. Recuerdo que mi madre tenía un hemiparkinson. Fui a todos los médicos con ellos, me estudié el sistema nervioso central para entender lo que era el parkinson, que curiosamente es lo que tengo yo ahora. No cabe duda que eso influye, pero bien bien no sabe uno qué factores son los que influyen.

Si no hubiera sido médico, ¿a qué se habría dedicado?

Marinero, pero no de barcos de lujo, sino pescador. Mi ilusión siempre han sido los barcos vascos de pesca, quizás por los orígenes vascos de mi madre.

Sus planes al terminar la carrera, ¿se parecían en algo a lo que luego ha sido su trayectoria?

Mi trayectoria ha sido calcada a lo que había soñado, con independencia de los disgustos. Mi vida es la que yo me hubiera marcado. Estoy satisfecho de la vida que he tenido y cómo la he vivido.

¿Comparte aquello del estigma del psiquiatra, según lo cual todos acaban igual o peor que los enfermos?

Lo acepto y lo menciono muchas veces. Lo pongo como ejemplo de trastorno de paciente mental. Además pienso que es cierto, por los comportamientos míos y de mis compañeros. Tenemos muchos rasgos que son patológicos y es cierto que por lo menos raros, sí somos.

¿La psiquiatría es una profesión de riesgo para quien la ejerce?

Sí, sobre todo hubo una época en la que no disponíamos de fármacos y yo por ejemplo he recibido hasta impactos fallidos de tirarme a la cabeza una máquina de escribir. Entonces era una actividad altamente peligrosa, después se ha teatralizado mucho, porque los enfermos mentales propiamente dichos ya no existen, están todos modificados por los medicamentos. De dramática y peligrosa, la asistencia psiquiátrica, ahora se ha teatralizado mucho, los casos agresivos sólo salen en los periódicos, antes eran cada día, teníamos peligro permanente.

“Mi trayectoria ha sido calcada a lo que había soñado, con independencia de los disgustos.

Mi vida es la que yo me hubiera marcado.

Estoy satisfecho de la vida que he tenido y cómo la he vivido”

¿Y tiene riesgo para la mente?

Pues creo que sí, además en muchos casos hay antecedentes familiares de trastornos psíquicos entre los psiquiatras.

¿Qué impacto ha tenido su profesión en su personalidad?

Ya cuando estudiaba en los salesianos sabía que quería ser psiquiatra. Hay muchos estudios que dicen que eso es un gran paso en la definición de las personas, tener precozmente una idea delo que uno va a ser. Esto me ha hecho centrarme desde muy joven en la Psiquiatría y la Medicina y tener una vocación muy definida.

¿El caso que más le ha impactado?

Los trastornos mentales y la muerte de los niños. Siempre he preferido no vera niños porque me causaban una gran impresión, y lo he pasado muy mal con las esquizofrenias que son enfermedades muy juveniles que exigen tratamiento de por vida, aunque ha mejorado mucho su abordaje.

¿Cómo ve la Psiquiatría en la actualidad?

Muy loca, porque todo se exagera excesivamente. Si vemos la televisión, que es un escaparate de la vida, nos damos cuenta de la problemática que hay, es una existencia muy psicopática. Trastornos de la personalidad, crímenes horrendos de personas que han tenido una vida normal…, la existencia de estas personas psicópatas está cargada de acontecimientos y además suelen ser repetitivos

“La mente humana es retorcida, pero muy repetitiva, muy previsible”

“Quisiera saber yo cuál han sido mis aportaciones. hay personas que nos juzgarán. Sobre todo he vivido la vida con ilusión y no ha sido corta”

“El cambio que ha sufrido la sociedad es tremendo, pero todo cambio es bonito. No lo aborrezco”

¿Qué cambiaría en la atención psiquiátrica actual?

La Psiquiatría ha progresado en 50 años lo que no se había visto nunca. Para mí es una satisfacción haber vivido ese cambio, esa edificación de la especialidad de Psiquiatría. Ha avanzado sorpresivamente. No había nada. Los primeros pasos de la Psiquiatría se empezaron a dar hace 50 años. Ahora hay medios que ni se sospechaban. Tengo una experiencia directa, por ejemplo, de los primeros medicamentos para el tratamiento de la esquizofrenia. Todo ha sido un progresivo perfeccionamiento hasta el punto de que hoy tiene tantos éxitos como cualquier otra especialidad. El camino que sigue la psiquiatría actuales de mucha investigación, pero falta mucho por hacer. Me gustaría que siguiera este avance, fruto de la investigación y trabajo de muchos miles de psiquiatras.

¿Las crisis son un buen momento para la Psiquiatría?

Sí, desgraciadamente. Es como si me pregunta si una epidemia es favorable para las funerarias. La Psiquiatría asume una parte de enfermedades genéticas y muchas otras producidas por la vida difícil y el estrés que hay hoy día.

¿La mente humana es tan retorcida cómo dicen?

Sí, es retorcida, sí, pero muy repetitiva, muy previsible. Se repiten las situaciones, depresiones, manías…

¿La locura es positiva en alguna circunstancia?

No, nunca, incluso ni en el caso de Van Gogh. Una oreja humana vale más que un cuadro.

¿Dónde está la frontera entre un “cometarros” y un psiquiatra?

En la formación. Hay personas que no responden ni en su preparación ni en su práctica, que no son responsables.

¿Algún profesor que dejara importante huella en usted?

Fundamentalmente el que más ha influido sobre mí, el profesor Sánchez Granjel.

Y en el ámbito de la Psiquiatría, ¿quién le ha marcado más?

He tratado con personas de distintas épocas. Vallejo Nágera tenía cosas adorables. Entonces la Psiquiatría era distinta, más dramática, peligrosa, con menos medios… También he tratado con López Ibor, padre, y fui muy amigo del hijo. No tenía nada que ver una Psiquiatría con otra. Me considero moderno, no anquilosado en ideas clásicas ni mucho menos.

¿Su maestro?

Tardé mucho en sacar las oposiciones porque me quedé sin maestro, precisamente por la muerte de Vallejo Nágera.  Después he estado muy ligado a Juan José López-Ibor Aliño, que me ayudó muchísimo.

Asistencia, docencia e investigación. ¿Qué orden de prioridad han tenido para usted?

La docencia y la asistencia. La investigación aunque he hecho, no es destacable frente a los otros. La docencia siempre me ha gustado mucho y sin ver enfermos tampoco podía estar.

La Cátedra siempre fue un objetivo para usted. ¿Cómo define el camino hacia la misma?

Sí, siempre fue un objetivo. El camino, muy complejo. La Cátedra era un ideal, como el súmmum donde yo podía llegar.

Como historiador de la medicina que fue en sus inicios, y con la visión que le permiten los años, ¿cómo ve a la medicina actual y al médico actual?

Han experimentado un avance increíble. Ahora es necesario continuar en este camino. Es increíble lo que se ha conseguido en 50 años.

¿El médico sigue teniendo el peso social que tenía entonces?

Hay mucha obesidad.

¿Qué quiere decir?

Que sí, pero hay un fenómeno que no lo conocía, excepto en mi especialidad, que es la hostilidad, los componentes agresivos de los enfermos hacia los profesionales sanitarios, no sólo médicos. Es un fenómeno nuevo, porque al médico siempre se le veía con respecto, lleno de sabiduría, experiencia y todo eso ha pasado un poco a la historia. Hablo de ello como un aspecto actual que no conocía.

Ha trabajado en las dos universidades de Salamanca, ¿qué significan para usted?

En la Pontificia la única relación que tuve fue la creación de la escuela de Psicología junto con otras personas, pero mi verdadera universidad ha sido la Universidad sin adjetivos de Salamanca.

¿Cómo ve ahora a la Universidad de Salamanca?

Estoy un poco desconectado de los últimos planes, de la integración en Europa, pero intuyo que todo está muy confuso, provisional, no se ponen de acuerdo. Las titulaciones y las materias en general creo que están en un periodo de crisis, en una situación dura, con pocos fondos para investigación.

El Decálogo

¿Y a Salamanca ciudad como la ve?

Preciosa. Ya le he dicho que nací en la Plaza Mayor y lo digo con mucho orgullo.

¿Nunca pensó en otra ciudad para triunfar?

No, nunca. Tuve oportunidades de trabajar en otros sitios como Madrid, pero no me apetecía la vida allí. Creo que Salamanca además de lo bonita que es, ofrece calidad de vida.

En el plano asistencial, ¿cuál ha sido su estilo a la hora de ejercer la psiquiatría?

Eso es muy difícil de valorar por mí. He sido muy luchador, he luchado por los pacientes y por conseguir resultados. A la clínica le he dedicado mucho trabajo y estudio. Quitando los primeros años que empecé con sociedades médicas y seguridad social, después he trabajado muchos años dedicado sólo a la práctica privada. No lo puedo calcular, pero habré visto entre 20.000 y 30.000 pacientes, no exagero nada.

¿Alguna vez ha utilizado el diván?

Tengo uno, pero no lo he utilizado nunca. Es más simbólico que otra cosa. No soy psicoanalista ni me gusta el psicoanálisis, soy fundamentalmente biologicista. Pienso que Freud influyó mucho en la cultura y en la vida de los ciudadanos, pero no tanto en la Medicina. Fue un revolucionario, pero para mí su mérito es más social que su teoría de la Medicina.

¿Cuál cree que han sido sus aportaciones en el plano profesional?

Quisiera saberlo yo, de verdad. Es sincera la contestación, en los tres planos profesionales. Hay personas que nos juzgarán. Nuestros amigos, hijos, en el futuro emitirán juicios que serán más exactos de lo que pueda uno decir. Sobre todo he vivido la vida con ilusión y no ha sido corta.

¿Qué discípulos destacaría?

Muchos. Ahora mismo me relaciono con varias personas científicamente, pero no quiero nombrarlos porque habría diferencias, celos…

Su vida en corto

Como hombre y psiquiatra con solera, ¿qué sensaciones le causa la sociedad actual?

Es distinta y ha cambiado por completo, la vida social, la vida familiar, la vida matrimonial. Estamos en otra era, en otro tiempo, en otro mundo. Ha cambiado todo. Decía mi madre que uno de los primeros coches de niños que hubo en Salamanca fue el mío. Entonces, se echaban las heces a la calle. Había cosas de un primitivismo enorme. El cambio es tremendo, pero todo cambio es bonito.

¿No lo aborrece?

No, pero volvería a hacer lo mismo que he hecho, seleccionando los frutos un poco más, pero volvería a seguir la misma línea maestra.

El tema de los mayores siempre le ha interesado, ¿cómo ve el trato a los mayores en la actualidad?

Muy deficiente. Ahora que tengo que tratar con personas mayores, veo en mi propia familia y fuera, la cantidad de problemas que tiene el ser mayor y que no se resuelven. Se habla mucho socialmente, pero son tópicos y no se resuelve. Hay residencias, pero en muchos casos no cumplen su función.

Su vida en el plano religioso, ¿cómo la define?

No la defino.

¿Por qué no la tiene?

(Piensa mucho) Silencio (esta palabra es su contestación)

Y en el plano político, ¿cuáles son sus ideas?

Si no me oye mi mujer, progresistas. Mi mujer es de derechas de toda la vida.

De izquierdas, pero ¿crítico con este Gobierno?

Sí, sencillamente pienso que lo llevan mal. No es la consecuencia de unas ideologías determinadas, sino de la improvisación. No estoy satisfecho con el Gobierno que tenemos.

¿Cómo le gustaría ser recordado?

Si en un hormiguero, matas mil hormigas… Esto lo mismo, no creo que yo tenga ninguna trascendencia, ni que tenga misión espectacular que cumplir o que aspire a ella.

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