Por Adrián Guerra González
Residente de cuarto año en el Servicio de Cirugía Ortopédica
y Traumatología del Hospital Universitario de Salamanca
Como es tradición en el Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital de Salamanca, en el último año de formación MIR se nos da la oportunidad de viajar al extranjero y realizar una rotación internacional en un centro puntero en relación con nuestra especialidad. En mi caso, desde hace tiempo me empezó a interesar la Traumatología Deportiva, un campo que no es muy frecuente en el sistema público de salud en España. Por ello, una rotación en un centro como el de mi elección se puede considerar muy enriquecedora para la formación del especialista en Traumatología y Ortopedia.
El hospital que elegí fue el Centro de Excelencia Médica de la FIFA (Schön Klinik München Harlaching), en Múnich. Este centro, vinculado al F. C. Bayern de Múnich y al TSV 1860 Múnich, es un complejo hospitalario situado en la periferia de esta ciudad alemana, justo entre las ciudades deportivas de ambos clubes y que solo se dedica a la Traumatología y Ortopedia. Además de ser considerado uno de los mejores centros alemanes en este campo, es el hospital de referencia para deportistas olímpicos de Alemania y centro médico oficial del equipo nacional alemán de esquí.
Una rotación en un lugar así resulta excelente para complementar la formación del residente de Traumatología y, posteriormente, poder aplicar los conocimientos aprendidos en nuestro entorno, y así brindar una mejor calidad asistencial a la población. Un año antes de mi rotación, me puse en contacto con ellos por correo y me ofrecieron la posibilidad de realizar un fellow de cuatro semanas en el departamento que yo quisiera.
El organigrama del centro no difería mucho del que puede haber en cualquier hospital español con cierto volumen de pacientes. Estaba dividido en diferentes unidades, con un responsable máximo en cada una de ellas y varios facultativos que conformaban su equipo de trabajo. En mi caso, la elección fue la Unidad de Rodilla, Hombro y Cadera.
La experiencia de trabajar en un centro privado y dedicado casi exclusivamente a deportistas fue completamente diferente a lo que vivimos en el sistema español. La primera diferencia, y la más notoria, es que el paciente no tenía que esperar para ser atendido. El mismo día o al día siguiente de la lesión se realizaba la batería de pruebas correspondientes y, una vez se había diagnosticado, se procedía inmediatamente a la valoración y el tratamiento. Había un manejo muy individualizado y multidisciplinar de cada paciente. Se les aplicaban las últimas técnicas de rehabilitación y recuperación, que eran diseñadas a medida, y si en un breve periodo de tiempo el paciente no mejoraba, se indicaba la cirugía. Esto es así, dado que, a un nivel profesional, el deportista tiene que estar apto para la competición en el menor tiempo posible y, para ello, se debía ser muy agresivo con los pacientes.
La actividad diaria se iniciaba a las 7:00 horas con una reunión por cada departamento. Allí se analizaban los resultados de las cirugías del día anterior y se presentaban los casos de los nuevos pacientes. El campo donde yo pasé la mayor parte del tiempo fue en el área quirúrgica, que es la que más interesa como traumatólogo. La actividad asistencial comenzaba a las 8:00, ya fuese en consulta o en quirófano, y finalizaba en la mayor parte de los casos pasadas las 18:00 horas.
Las lesiones más frecuentes tratadas en el centro son las propias de cada tipo de deporte. Las más típicas son las roturas de menisco y del ligamento cruzado anterior en esquiadores y futbolistas, así como lesiones de hombro en los atletas, sobre todo lanzadores. Además, a este centro se derivan multitud de lesiones complejas de rodilla desde otros puntos de Baviera.
En el centro, además, se realiza cirugía de preservación articular, utilizando técnicas sobre el cartílago articular, como el injerto autólogo osteocondral y el trasplante de condrocitos autólogo. Son pioneros en la cirugía de trasplante meniscal. Una vez realizada la cirugía, el paciente se ponía en manos de los recuperadores y fisioterapeutas de su club o de su federación para continuar la recuperación y realizaban visitas periódicas de control. La experiencia de rotar en un centro extranjero es muy enriquecedora, y se la recomiendo a todo el mundo que goce de esta posibilidad. No solo por los conocimientos técnicos que aprendes, algo importante, sino por conocer otros ambientes y estilos de trabajo. Se profundiza también en cómo funciona la Medicina en otros países y, en este caso, en cómo se tratan pacientes excepcionales, como los deportistas de elite, en los que cada día cuenta para la vuelta a la práctica deportiva.
En mi experiencia, tuve además la posibilidad de ver cómo funcionaba un centro privado de estas características. Me sorprendió que no había demasiado personal especializado, sino que la mayor parte de los trabajadores del centro eran “técnicos de ortopedia”, figura que en España no existe. Por ello, entre unos pocos especialistas, desarrollaban todo el trabajo. Me acogieron con los brazos abiertos, me sentía importante y me trataron como a un miembro más de su equipo.
Además de desarrollarte en el ámbito laboral e iniciarte en una sub-especialización en un campo que te gusta, una rotación como esta te permite conocer y vivir otras ciudades.
Múnich fue perfecta para vivir esta experiencia. Esta ciudad del sur de Alemania, considerada la capital de Baviera y situada en las faldas de los Alpes, está marcada por su tremenda importancia en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, y en cada esquina hay recuerdos del paso de la guerra. También cobra mucha importancia en el día a día la villa olímpica, ya que fue sede de los Juegos Olímpicos en 1972, y su famosísimo estadio olímpico fue candidato a ser una de las siete maravillas del mundo moderno.
Uno de los eventos que más vida da a la ciudad, y que tuve la suerte de vivir, es la Oktoberfest, uno de los festivales más conocidos a nivel mundial, que se celebró justo al finalizar mi rotación, donde los muniqueses se visten de gala con sus trajes típicos (Dirndl y Lederhosen) y acuden a las gigantes carpas del Theresienwiese, para cantar, bailar y degustar cerveza, Pretzels o dulces típicos bávaros. Además, el hecho de encontrarse relativamente cerca de España me dió la oportunidad de recibir varias visitas y hacer turismo. Por su cercanía, fueron de obligada parada las ciudades de Salzburgo y Dachau, así como visitar el impresionante Castillo de Neuschwanstein.
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