Por Germán Payo Losa
Director de Educahumor
Hay una diferencia entre los españoles y los extranjeros, según los visitantes: una cierta actitud lúdica. Los españoles aprovechan cada momento del día para reír, divertirse, pasarlo bien. Parece que están a la caza de la fiesta. Si paseas por las ciudades, en las terrazas, los bares, los sitios de ocio, la gente es sociable, habla, discute, se ríe.
Y se aprecia mucho el humor, no tanto de decir chistes como de ver ocurrencias, historias. Ves niños salir del centro escolar saltando, gritando, cantando, corriendo por las aceras felices, y creo que eso se contagia. Hay gente que busca un modo de tomarse a chufla lo que sucede y reírse a pesar de todo. Recuerdo en una de esas olas de calor donde leías reacciones como éstas: “Estábamos sudando más que un testigo falso en un juicio contra la mafia. En Sevilla hay que encender el termo para que salga el agua más fresquita. Aquí las golondrinas le dijeron a Bécquer que iba a volver su hermana mayo”.
Aun en contextos normales: “Cuando estoy en un apuro me pregunto: ¿Qué haría la General Motors en mi situación? Y hago lo contrario” (Cary Grant).
Nikita Kruschov golpeó con un zapato su estrado en la ONU en 1960 para protestar. Alguien gritó: “¡Que traduzcan!”.
El Roto es un maestro en la visión alternativa a la oficial. “Tomad democracia”, dicen desde aviones, mientras sueltan bombas. Y en otro dibujo: “Nosotros matamos blancos igual que negros, para que no nos acusen de racistas”.
En la Sociedad de la nieve, un grupo sobrevive, en los Andes, tras estrellarse su avión. La situación es desesperada, pero hay rasgos de humor:
—Sal —le llaman a uno—. Está aquí tu novia.
—En bikini —añade su amigo.
Descubren parte del avión y tienen algunas galletas que reparten.
—No te comas el papel —advierte a su amigo.
—Después de lo que hemos pasado, me vas a decir qué comer y qué no.
Me eduqué en un colegio Salesiano. No recuerdo que nos hablasen mucho de Dios, o de Jesucristo. El contexto era el de las bodas de Caná. Los novios se quedan sin vino y Jesús se niega a solucionar el problema.
Interviene María, su madre, y Jesús hace el milagro de convertir el agua en vino. “Nosotros conseguimos más si rezamos a María que a Jesús”, era el mensaje. Yuval Noha Harari escribe que el catolicismo no es una religión monoteísta, por la cantidad de santos, santas, patronas, vírgenes que la gente tiene como preferidas a Dios. San Cristóbal, San Expedito, de quien yo jamás había oído hablar, el patrono de los imposibles. San Antonio, Santiago, San José. A cada pueblo, ciudad o país le corresponde una fiesta por todo lo alto. El día de la patrona era la mejor excusa para la fiesta, la música, la comida, las vaquillas…
“Todo el mundo intenta arreglar la vida de los demás. La sociedad es un infierno de salvadores”
Eso que nosotros estamos en Castilla, donde tenemos fama de ser más serios que en otras regiones. Viví dos años en Inglaterra y te empapabas del humor inglés, peculiar, genial, pero el estilo de vida y un carácter muy distinto, más frío.
En fin, las ganas de buscar algo divertido en lo que ocurre, el ingenio que fructifica en los chistes diarios de prensa, los comentarios, constituyen una fauna ibérica en la cual solo las noticias desentonan. Se quedaron encerrados por una falla en el tren en dirección a Valencia; un pasajero se propuso alegrar la espera y su idea se hizo viral. Sacó su trompeta y les dio un concierto.
Las ventajas de estar a aprovechar la ocasión de reír tienen beneficios.
Mara Dierssen, neurobióloga santanderina, no deja de cumplir la máxima clásica de enseñar deleitando. “Cuando uno aprende, se producen pequeños cambios bioquímicos en las células que se traducen en plasticidad a nivel estructural”. (El País, 11-12-2022). Y el aprendizaje del humor, el plantearse cómo ver algo de un modo divertido, entraría en la estimulación neuronal.
Luego están los refranes: “No hay cuento soso como el que lo cuente sea gracioso”. “Siembra un árbol, haz feliz a un perro”. “El que siembra vientos… está mal del estómago”. En pueblos aún hay personas que los lanzan con destreza.
También hay fanáticos que quieren convencer, como describía Cioran: “Un ser humano poseído por una creencia y que no esté ansioso por comunicársela a los demás es un fenómeno ajeno a nuestra tierra… mire a su alrededor. Todo el mundo intenta arreglar la vida de los demás. La sociedad es un infierno de salvadores”. No se pueden cambiar, pero se puede variar la perspectiva, como hace de Miguel Agustín Príncipe en El lavatorio del cerdo:
En agua de colonia
bañaba a su marrano doña Antonia
con empeño ya tal, que daba en terco;
pero, a pesar de afán tan obstinado,
no consiguió jamás verlo aseado,
y el marrano en cuestión fue siempre puerco.
Es luchar contra el sino
con que vienen al mundo ciertas gentes
querer hacerlas pulcras y decentes:
el que nace lechón, muere cochino.
Aceptar que “Hay gente pá tó”, y echarle humor e ingenio puede ser una salida.
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