Por Germán Payo Losa
Director de Educahumor
“Te voy a encender, pero, por favor, no me asustes. Te lo pido por Dios”, comenta un hombre que apunta el mando a distancia a la tele en un chiste grafico de Elrich.
Cuando en los cursos y talleres tratamos el tema de las dificultades para tener mejor sentido del humor, son muchas las personas que comentan que tras un telediario les queda el cuerpo como si una apisonadora de ánimo les hubiese pasado varias veces por encima. Algunos, encima, tienen la tele puesta durante la comida, lo que hace que imágenes refuercen el impacto emocional. Forges lo expresa cuando una mujer ve al marido sentado delante del televisor apagado. “¿Por qué no lo enciendes?”, pregunta. “Es que salen”.
“¡Mira este imbécil! Antes decía lo contrario. Claro, se cambia de chaqueta cuando le viene bien. Anda que este capullo… Fíjate con lo que sale ahora que le pillan con fajos de billetes en bolsas de basura. Es más falso…”. Tenía un colega que comentaba las noticias, periódico en mano, pasando hojas con pasión e insultando a los protagonistas de los titulares. Era fantástico. Todo estaba mal. Todo era criticable. La lectura de la prensa era un ejercicio práctico del arte de amargarse la vida al contemplar cómo es y qué pasa en el mundo. La cuestión es que una emoción de enfado o tristeza influye en mi bienestar y en mi salud. ¿Puedo ver las noticias sin que me afecten, vacunarme para que mi estado de ánimo no quede afectado? (Teniendo claro que manipulan la información y, como decía El Roto: “Cuando escucho a alguien miro a ver quién paga el micrófono”).
Dando vueltas a esta pregunta recordé un truco que hace muchos años me comentó un amigo y que practicamos en los talleres con una eficacia tremendamente positiva y divertida. Lo hacemos por parejas; uno echa una tremenda bronca al otro, por lo que sea, tratando de hacerle sentir mal, y éste presta atención, mira tranquilamente a su oponente y encoge y relaja los glúteos.
El foco donde se concentra uno no es en las palabras o sentimientos que le están cayendo encima, sino en tensar y destensar los glúteos. Entra dentro de las técnicas de relajación la contracción y relajación de los músculos. Se puede utilizar en momentos de estrés, y se potencia más combinada con una respiración ventral. Se aplica cuando tienes un plasta que te está dando la turra y al que no puedes enviar a la porra, porque es tu jefe, un cliente, un paciente o alguien digno de alcanzar el nobel de la estupidez. Es la proclamación, con toda nuestra fuerza, de que cualquier cosa que salga de esa boca me la refanfinfla, no me va a quitar el bienestar. Y podemos decidir hacer lo mismo frente al televisor, la radio, el periódico, la tableta o el móvil. Dominada esta técnica, y si el plasta en cuestión está frente a nosotros, de pie, no hay peligro, pero si estamos sentados nuestro cuerpo se puede elevar ligeramente, lo que sugiere que estamos haciendo algo raro.
“Se aplica cuando tienes un plasta que te está dando la turra y al que no puedes mandar a la porra”
Aquí tenemos dos opciones, una ‘notable’: encoger una nalga solo, luego la otra. Tendrás unos músculos más firmes y no pasará lo que una mujer le dice a su marido: “Es que tienes el culo caído” (se caerá de todas formas, pero más tarde).
Otra ‘sobresaliente’, y que es prácticamente invisible a las personas que estén contigo: tensar y destensar los músculos del suelo pélvico. ¿Y cómo? Hace años los oí en un taller de risa, y ahora, indagando en internet, he resumido los beneficios físicos de esta gimnasia:
“El músculo pubocoxígeo es el que forma el piso de la cavidad pélvica y se extiende como una hamaca desde el pubis hasta la espina dorsal. Imagina que estás orinando y luego intenta detener la orina contrayendo rápidamente el músculo. Ese músculo que acabas de utilizar para detener la orina es el músculo pubocoxígeo. Fortalecerlo puede ayudar a las personas de ambos sexos a tratar los problemas de control de esfínteres, pero también puede ayudar a los hombres a superar las disfunciones eréctiles y la eyaculación precoz. Ejercitar la zona pélvica en mujeres es sumamente beneficioso. Se obtiene control sobre los músculos vaginales, lo cual facilita la relajación de los mismos para obtener orgasmos más placenteros y duraderos. Asimismo, ejercitar la zona pélvica en mujeres ayuda a prevenir la incontinencia urinaria”.
Tenso y destenso, tenso y destenso, tenso y destenso (ejercicios de Kegel). Y así distraigo la atención hacia otro tema, mi gimnasia, que es invisible a los demás.
Reír también nos sitúa en otra onda ante las noticias. Mi cuerpo segrega serotonina y endorfinas cuando río, y así me relaja y hace sentir bien. Es también una estrategia frente el estrés, al producir efectos opuestos a la adrenalina y el cortisol. O sea, la risa me ayuda a afrontar contratiempos, entre otros, las malas noticias, y a buscar interpretaciones jocosas, divertidas, con ingenio.
Pero también con sentido común. En una catástrofe o un atentado es normal sentirse triste; pero que nos venga un soplagaitas a vendernos que él es el mejor -“Llegar a los 50 tiene sus ventajas y desventajas. No ves las letras de cerca, pero ves a los idiotas de lejos”- ya es para ejercitar el pubocoxígeo y reír. Esto es el humor y la risa como armas de defensa, como el médico que colocó un aviso para los pacientes a la puerta del consultorio: “Aquellos que ya obtuvieron su diagnóstico solitos a través de Google y buscan una segunda opinión, por favor, consulten en Yahoo.”
A veces no queda otra que aguantar, por ejemplo en reuniones, con deportividad: “Es mi vida y hago lo que me da la gana; que quiero jamón, como jamón; que quiero vino, bebo vino, que quiero sexo… como jamón”.
Y no todo son malas noticias, las hay buenas en estas fechas que se aproximan:
“La Virgen María, San José, el Niño Jesús y el buey les desean Feliz Navidad; el burro se ha independizado”.
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