Tiene la grandeza de reconocer que ha sido una persona privilegiada en la vida, en lo personal y en lo profesional. Heredera de una prestigiosa familia de médicos, ha sido por sí misma como ha logrado colocarse al frente del considerado tercer mejor servicio de Hematología de España y, además, ser referente en la investigación sobre terapia celular. Adelantada a su tiempo, tiene siempre los pies en la tierra, y ahora muestra su preocupación por una provincia, Salamanca, que se ensombrece por la falta de ilusión.Y así lo refleja.
Tengo que reconocer que he sido muy afortunada en mi vida; no puedo tener quejas, tuve una familia estupenda desde que nací, con mis padres y mis hermanos, y luego con mi marido, que me ha apoyado siempre, y después con mis hijas y mis nietos. Desde el punto de vista profesional, he tenido la suerte de encontrarme con personas buenísimas, en lo profesional y en lo humano, y hetenido la capacidad de intentar aprender de todo el mundo: de unos lo que tengo que hacer y de otros lo que no tengo que hacer. He intentado trabajar estando contenta conmigo misma, que creo que es lo más importante.
¿Cómo se pasa de ser la jefa de un servicio puntero como Hematología a ser una jubilada?
De momento, muy bien, porque llega un momento en la vida en el que se necesita un descanso. Es verdad que a mí me apasionaba mi trabajo, me gustaba muchísimo la Medicina, pero necesitas desconectar y dedicarte a otras cosas que habías pensando hacer toda tu vida y para las que nunca encontrabas tiempo.
Justo un año desde su jubilación… ¿Qué actividades ha rescatado?
Me he dedicado a descansar. Tenemos una casa en Ayamonte y allí he podido pasear, leer y he intentado hacer algo que siempre quise y que por razones obvias no había podido: pintar. Siempre he hecho cosas relacionadas con las manualidades, cosas que llevaban menos tiempo que la pintura, pero yo siempre quise pintar y dedicarme a ello. No creo que llegara a ser una artista, pero una de mis frustraciones pasadas es no haber podido ser restauradora de arte, que es lo que a posteriori he visto que realmente me hubiera gustado ser.
Con todo su bagaje profesional, seguro que con investigaciones pendientes, ¿se puede uno desvincular de todo?
Mi intención siempre fue desvincularme del todo con la jubilación. Recuerdo siempre una frase que me dijo el profesor Ríos: “Más vale que te echen de menos a que te echen de más”. Con el hecho de intentar ir allí, al final parece que quieres fiscalizar lo que están haciendo, y hay que dejarles hacer a su manera; hay profesionales muy buenos en el servicio.
Llevaba la vocación de médico en la sangre, nunca mejor dicho en su caso…
No recuerdo ningún momento en que no quisiera ser otra cosa, desde que tengo uso de razón quise ser médico.
Abuelo, padre, tío, hermano, marido….
Cuando eres niña tienes ansias de hacer cosas maravillosas por cambiar el mundo; luego la vida ya te pone en tu sitio, pero siempre admiré, sobre todo en mi padre, su capacidad de entrega a la profesión, y eso influyó mucho en mí.
Quiso ser médica desde que tuvo uso de razón, y todavía hoy, tras un año de jubilación, habla con pasión de su trabajo. Pero está claro que es una mujer de retos, porque ahora ha retomado otra de sus vocaciones, la pintura, y le brillan los ojos si se ve como restauradora de obras de arte, “algo que a posteriori he visto que me hubiera gustado ser”. Por fortuna para la Medicina, siguió la saga familiar, desde su abuelo, Agustín del Cañizo García, amigo de Unamuno y catedrático de Medicina Interna a principios del siglo XX; a su padre, Agustín del Cañizo, afamado otorrinolaringólogo en Segovia; su hermano; su tío, el recordado Casimiro del Cañizo; y más tarde su marido, Juan Luis Gómez, que también se jubiló como jefe del Servicio de Otorrinolaringología en Salamanca, y con quien ha ido siempre de la mano. Con él muy cerca hizo ya la carrera de Medicina en Salamanca (1967-1973), con él viajó a París para aprender nuevas técnicas y con él ha formado una familia, dos hijas y dos nietos, que son su mayor tesoro.
Tras una breve residencia en el Provincial, tuvo la suerte de inaugurar el Hospital Clínico (1975) y estar desde el principio al lado de grandes hematólogos, como los doctores Agustín Ríos González y Antonio López Borrasca, que obtiene en Salamanca la primera cátedra de esta especialidad en España. En 1991, la cátedra y la jefatura pasan a manos de Jesús San Miguel y, tras su marcha a Navarra, en septiembre de 2013, es Consuelo del Cañizo quien toma el testigo. Nada menos que cuatro décadas contribuyendo a situar a Salamanca en el mapa mundial de la Hematología y, en su caso, de forma especial, a marcar el camino de la terapia celular.
¿Por qué Hematología?
Pensé en la Hematología desde muy jovencita, quizá porque tuve un tío que había muerto de leucemia. Ya cuando estaba terminando la carrera de Medicina en Salamanca, contacté con el profesor Ríos, que es el que realmente me inició en la Hematología, y a partir de ahí, me parecía que era una especialidad de retos.
¿Cómo recuerda aquella época? ¿Se están empobreciendo los estudios y la formación en Medicina?
Es muy difícil de explicar. Hay cosas que están mucho mejor y otras peor, evidentemente. Uno de los problemas reales es que la profesión médica, de alguna manera, se ha convertido en una profesión de prestigio social y es buscada por mucha gente porque asegura un puesto de trabajo; se ha perdido un poco la importancia de la vocación. También es cierto que hay muchas facultades de Medicina, y sería mejor concentrar los esfuerzos en que tuviésemos universidades de excelencia. En Salamanca se está persiguiendo, pero tiene sus problemas. Yo creo que la formación no es mala; en la propia Facultad de Medicina es mucho mejor que cuando yo estudié. Evidentemente, si hubiera menos alumnos por aula sería mejor. Respecto a la formación del MIR, creo que ha sido la transformación que se necesitaba para formar a gente de excelencia en todos los campos de la Medicina, ha sido fundamental para que tengamos el sistema sanitario que tenemos. Como concepto creo que se debe mantener; luego hay campos en los que se necesita más tiempo de formación, porque el progreso, tanto científico como técnico, está siendo tremendo.
Hay maestros que enseñan cosas que quedan para siempre. Aparte de su padre, también ha tenido la suerte de coincidir muchos años con los considerados mejores hematólogos de España y referentes mundiales.
Cuando empecé Hematología tuve la suerte que se juntaron aquí el profesor Ríos y el profesor López Borrasca. Para mí fue tremendo, porque eran dos figuras de las que aprendí cosas muy importantes. Del primero, la humildad y el saber que tenemos en nuestras manos muchas posibilidades pero que, aún así, no debemos olvidar la autocrítica; y del segundo, la pasión por la Hematología y saber que con la edad no se pierde la ilusión.
“La formación MIR ha sido fundamental para que tengamos este gran sistema sanitario”
Sus estancias en París también fueron relevantes. Ahora se habla mucho de la fuga de talentos, pero marcharse también tiene la parte positiva de aprender nuevas formas de hacer las cosas.
En aquel momento no había fuga de talentos. Nosotros teníamos que apostar y, de hecho, pedimos un crédito bancario para podernos ir. Aunque yo tuve la suerte de obtener una beca del Ministerio de Educación español y del Ministerio francés, no podíamos sobrevivir toda la familia. Y luego realmente tampoco se valoraba tanto ese esfuerzo por irse y aprender más cosas; había gente que sí, pero otros pensaban que era un capricho. Aunque nosotros éramos emigrantes de lujo, es duro, pero te permite ver las cosas buenas que tienes aquí y las malas, y eso marca una diferencia, el ver cómo se trabaja en otros sitios. Yo tuve la suerte de que a la vuelta estaba don Antonio, y desde luego no me puso ninguna traba, sino todo lo contrario, para implementar aquí lo que yo había aprendido fuera.
Seguro que algo trajo de París que marcó la diferencia en el servicio de Hematología.
Pues sí. Aparte de ver cómo trabajan allí, aprendí mucho de loscultivos celulares, y cuando volví aplicamos una serie de técnicas que tenían cierto impacto para el estudio de enfermedades como las leucemias, para ver la riqueza de progenitores en el trasplante, por ejemplo. Luego empezaron a decaer un poco sus aplicaciones y, sin embargo, en los últimos años han sido la base de la terapia celular, que ha sido a lo que posteriormente me he dedicado. Gracias a tener aquella buena base pudimos desarrollar la terapia celular aquí en Salamanca.
Y llega a dirigir uno de los mejores servicios de Hematología del país. No sé si es difícil asumir la jefatura del servicio cuando quien se va es todo un referente en España, el doctor Jesús San Miguel.
Nunca tuve ambición de ser jefe de servicio; vivía perfectamente, tenía mi plaza en la Universidad, mi trabajo, mi laboratorio de investigación… Todo lo que es mi ego lo tenía muy bien satisfecho. Cuando me lo propusieron, tuve momentos de miedo. Enfrentarte, no ya a dirigir, sino a coordinar un servicio que es considerado uno de los mejores de España, que ha sido creado y mejorado por Jesús San Miguel, era un reto increíble, y tuve miedo.
¿Cuál fue el balance cuatro años después, justo como una legislatura?
Para mí ha sido positivo, porque creo que he conseguido por lo menos mantener en cierta manera el nivel del servicio, que era algo que yo temía. Parece que puede haber un punto de soberbia, pero no quería que la gente pensara que funcionaba peor en el momento que se fue Jesús San Miguel, porque lo iban a unir a mi nombre. En ese aspecto, creo que se ha mantenido, y por lo demás, creo que es muy dura la gestión de las personas. Evidentemente, ha habido ratos mejores y peores; el resultado ahí está, y espero que no estén muy disgustados conmigo.
Bueno, el último Monitor de Reputación Sanitaria habla de que el hospital de Salamanca baja del Top 20, pero Hematología obtiene 8.981 puntos, sólo por detrás de los 10.000 del Clínic de Barcelona y los 9.065 del Politécnic La Fe de Valencia. ¿Cuáles son las cualidades del servicio para estar a ese nivel?
Son las personas, evidentemente. Ha habido una serie de profesionales que han hecho mucho para que esto se consiguiera, no sólo los médicos. Por ejemplo, Amelia León, que fue supervisora durante muchos años, inculcó a las enfermeras el orgullo de trabajar en Hematología. Llegó un momento en que había un grupo de enfermeras, médicos, auxiliares, celadores, en todos los niveles, que querían que el servicio fuera uno de los mejores, y para eso ponían mucha ilusión en la formación y mucho empeño en el trato a los pacientes. Esto es lo importante, unir a las personas. Fue un trabajo que realizaron desde el primer momento Ríos, López Borrasca, San Miguel, Amelia… todos. Y luego un grupo de médicos que han salido fuera han aprendido nuevas técnicas y las han traído.
¿Cómo vive este servicio la amenaza por la falta de médicos, también de hematólogos, tal y como ha constatado la SEHH? Muchos se están jubilando, y al final la excelencia es por la entrega del profesional, porque la gestión está ahí con muchas lagunas. ¿Realmente hay peligro de falta de profesionales?
Hasta ahora no hemos tenido falta de médicos, ni siquiera durante los peores años de déficit de personal sanitario, pero sí hay algo que puede ser muy grave, y es el problema para la sustitución de los médicos que se jubilan o los nuevos profesionales que llegan con el concurso de traslados. La Administración y los sindicatos se oponen a que se contrate a gente súper especializada, no quieren que se perfilen las plazas, y quieren que sólo cuente la antigüedad, y eso es gravísimo. Para mantener servicios superespecialiazados, como el de Hematología de Salamanca, o Cardiología, no podemos admitir que gente que ha trabajado durante 30 años en otros sitios, sólo por eso, pueda venir aquí. Yo respeto muchísimo su trabajo, y están haciendo una labor increíble en sus hospitales, pero no pueden sustituir a gente que lleva superespecializada años, aunque lleven menos en la profesión.
De hecho, es lo que ha pasado y está pasando en el hospital…
Y en Hematología puede pasar. Llevamos mucho tiempo de interinidades, y los profesionales se forman en hospitales donde no tienen plaza fija, pero se tienen que formar, si no es imposible llevar a cabo el trabajo. Y cuando ya están formados, aunque son jóvenes y están desarrollando una labor muy importante, tienen una especialidad no reconocida y alguien les puede quitar el puesto.
Hematología. Sangre. Uno puede pensar sólo en los cánceres de la sangre, pero hay muchas otras enfermedades asociadas, y también muchas soluciones, un mundo inmenso por descubrir. Por ejemplo, en su especialidad, la terapia celular, que tiene un pasado, un presente y mucho futuro.
Llega un gran descubrimiento en Medicina y pensamos que vale para todo, pero luego vemos la realidad. Lo mismo ocurre con la terapia celular, que en realidad lleva existiendo mucho tiempo, porque si piensas en la transfusión de sangre, es lo mismo, tratar con células. La transfusión, junto con los antibióticos, es lo quemás vidas ha salvado en el siglo XX. Lo que entendemos ahora por terapia celular, que es la utilización de células que tú has modificado mediante un cultivo y técnicas especiales, poniéndolas en unos transportadores que hacen que vayan donde tienen que ir, etc., evidentemente tiene mucho futuro, se está desarrollando muchísimo. ¿Hasta dónde vamos a llegar? No lo sé, pero no va a valer para todo.
¿Hasta donde llegó Consuelo del Cañizo? Ya se ha aplicado la terapia celular en el hospital de Salamanca…
Se ha hecho, pero hasta ahora solo en el contexto de ensayos clínicos. Hace años se apoyó mucho la terapia celular, se invirtió mucho esfuerzo y dinero. En España se consiguió que un grupo de Madrid fuera el primero en patentar células para tratar a pacientes a nivel europeo, y Salamanca se pudo sumar a este proyecto gracias a que teníamos ya una serie de técnicas muy desarrolladas, En corto periodo de tiempo, espero que algunas enfermedades ya puedan tratarse sin necesidad de ensayos clínicos.
¿Cuáles son las primeras enfermedades que se van a poder tratar?
La enfermedad inflamatoria intestinal es la indicada para estas células que ya tienen la patente. En Salamanca hemos hecho ensayos para este tipo de enfermedades, pero también para Traumatología, Cardiología y Cirugía Torácica. A corto y medio plazo va a tener una aplicación segura en Traumatología para la reconstrucción de tejidos, y tendrá un papel importante en las enfermedades autoinmunes, no sólo en la inflamatoria intestinal. Lo está teniendo ya en el contexto de complicaciones del trasplante hematopoyético, que para nosotros es muy importante, lógicamente, y eso ya se está utilizando con ensayos clínicos muy avanzados, y en corto o medio tiempo se podrá utilizar de forma más sistemática.
“Vamos a ser capaces de curar muchos cánceres de la sangre y de cronificar muchos otros”
Salamanca es también de referencia nacional en trasplantes de médula ósea, y en investigación contra los cánceres hematológicos, de los más frecuentes en niños. ¿Se van a llegar a curar?
Yo creo –y es una predicción de futuro– que vamos a curar muchos y vamos a ser capaces de cronificar muchos otros; vamos a conseguir que muchos de estos pacientes tengan una enfermedad inactiva, que estén con tratamiento durante mucho tiempo, pero con buena calidad de vida.
Casi la mitad de los cánceres se podrían curar con buenos hábitos, pero no es el caso…
No, porque no se conoce nada que realmente tenga un papel importante en el desarrollo de estas enfermedades, no se pueden prevenir, no se ha descubierto ningún marcador genético. Podría ser exposición ambiental, el tabaco… pero realmente en estos momentos no existe nada que explique que en estos o aquellos pacientes disminuiría el desarrollo de tal tipo del leucemia.
¿Cuál es el futuro para otros nuevos tratamientos, como las terapias con células CART?
Con las CART se ha demostrado que se pueden obtener grandes resultados en algunas complicaciones, pero no es una técnica de fácil manejo, tiene que ser en sitios especializados y con pacientes muy graves. Con la terapia personalizada se están descubriendo marcadores moleculares para tratamientos dirigidos, pero hay muchos problemas. Por ejemplo, la leucemia mieloide crónica tenía una mediana de 3 años; ahora la hemos cronificado, porque se descubrió una diana molecular y se diseñó un conjunto de medicamentos inhibidores que controlan esa alteración molecular. Están cronificados, no curados, muchos recaen si se les quita el tratamiento. ¿Qué pasa con los linfomas agresivos? Tienen muchas dianas moleculares, y es muy difícil encontrar una que inhiba esa célula maligna. Con una combinación de medicamentos, llegaremos a controlarla, pero no a curarla.
Salamanca es referente en muchos servicios, no sólo en Hematología, pero en un hospital que muchos califican de tercermundista. ¿Cómo hemos llegado a este punto?
No hay nada peor que tener un hospital viejo y que estén construyendo uno nuevo al lado, porque el viejo se va dejando y la cosa se deteriora. Empezó el nuevo, se pararon las obras, y en el viejo se han ido poniendo parches y nada más.
¿Es un hándicap para el trabajo del día a día? ¿Tendrá Salamanca el hospital que se merece?
Yo espero que sí, que el hospital esté a la altura de Salamanca, porque además el concepto de hospital está cambiando. Tenemos que ser conscientes de que estos hospitales con grandes tecnologías deben de estar orientados a pacientes agudos graves, y que la cirugía cada vez requiere menos ingresos. Cadavez hay más cirugía ambulatoria y los pacientes crónicos multimedicados, fundamentalmente pacientes geriátricos, cada vez hay mayor tendencia a que sean tratados en sus hogares, o en residencias adecuadas, y eso disminuye la estancia media en los hospitales. Por eso espero que nuestro hospital esté orientado al desarrollo tecnológico; los profesionales deben estar a la altura y que la Administración sea consciente de ello. Lógicamente, eso tiene que llevar mejor atención para el paciente, que sólo debe permanecer el tiempo imprescindible para solventar una cuestión aguda y grave.
Telemedicina, Sanidad y Servicios Sociales de la mano, súper especialización… ¿El futuro?
La Administración debe darse cuenta de que las mejoras en Sanidad no pueden hacerse a coste cero. Nosotros tenemos un proyecto para hacer trasplante ambulatorio: un paciente con trasplante autólogo sólo iría al hospital a ponerse su quimioterapia y luego estaría atendido en casa. Para esto se necesita personal que vaya a su casa y un coche para trasladar a ese personal, poco más. En un primer momento, les iba a costar contratar al personal, pero luego disminuiría mucho el coste del paciente. Tienen que darse cuenta de que este tipo de actuaciones a largo plazo van a redundar en la mejora del estado físico y psíquico de los pacientes y, en segundo lugar, en un ahorro. Deben tener visión a largo plazo.
Pero son cortoplacistas…
Eso se resolvería con una política de estado sanitaria.
¿Nos ocurre lo mismo con la investigación?
Todo es de boquiqui, pero no he visto todavía, o no me he enterado, que en alguna campaña electoral se haya hablado seriamente de potenciar la investigación, y sin investigación no hay progreso. Teóricamente son conscientes de ello, pero claro, el beneficio de la investigación es a largo plazo, no tiene resultados inmediatos, no hay beneficio político, y eso no les interesa. En el boom económico llegamos a tener cierto nivel, pero ahora da mucha pena. Está muy bien que se hable de la recuperación de cerebros, pero es muy difícil recuperar lo que se ha perdido: gente muy preparada, en la que el Estado español ha invertido más de diez años de formación y se ha marchado fuera. El que le va a sustituir va a tardar otros diez años en formarse, es así, nadie nace sabiendo. Los laboratorios van a tardar años en recuperar el nivel que tenían.
¿Cómo ve el futuro de Salamanca, en general, y el de la Sanidad y la Universidad en particular? Hay una sensación de que vamos perdiendo calidad y prestigio…
Totalmente, me preocupa mucho y me da mucha pena, porque es verdad que teníamos una Universidad que era referencia, que se conocía a nivel mundial y que está empezando a caer. Siempre hay personas que están intentado de alguna manera reflotarla, pero no es fácil competir ahora con las grandes universidades que tienen gente muy buena. Aquí tenemos un lastre de antigüedad, de provincianismo, de endogamia, de falta de retos… De falta de ilusión, sobre todo. En el hospital pasa lo mismo, y también lo tiene la ciudad. Salamanca adolece en la actualidad de falta de Ilusión, de vivir demasido del pasado, y no sé cómo se podría acabar con este conformismo global.
Un libro. Dos: ‘Memorias de Adriano’ (Marguerite
Yourcenar) y ‘Cien años de soledad’ (Gabriel García
Márquez)
Un disco. Dos: ‘Mediterráneo’ de Serrat, y ‘Ne me quittespas’ de Jacques Brel.
Una película. ‘Amarcord’, de Federico Fellini.
Un plato. Marisco.
Un defecto. La timidez.
Una virtud. La constancia.
Una cualidad de los amigos. La lealtad.
Qué detestaría en los enemigos. La envidia.
Una religión. Creo que es algo privado.
Un chiste. Cansado de las quejas, baja Jesucristo a
analizar cómo está la Sanidad en España y, vistiendose de médico, entra en un Servicio de Urgencias. Sala deespera llena. LLega un accidentado de moto con las dos piernas fracturadas. Le atiende Jesucristo y, tras ver la gravedad del paciente, le dice: “Levántate y anda”. El
paciente sale de Urgencias por su propio pie y, al salir, alguien le pregunta: “¿Qué tal el nuevo?”. Y él contesta: “¡Bah, como todos!. Te despacha en 10 minutos…”.
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