Dr. MANUEL HERRERO BENITO

“No he vivido más que para la medicina y la familia”

En esta ocasión nos visita Manuel Herrero Benito, un urólogo con casi 50 años de ejercicio a sus espaldas. La aparente seriedad se va desmoronando entre cigarrillo y cigarrillo, a medida que avanza una sentida conversación en la que el entrevistado adereza de sinceridad y transparencia el repaso a una trayectoria que quiere que sea recordada como la de un hombre que cumplió con su profesión de la manera más honesta posible. “No quiero más”, señala. La reflexión nos acerca además a su parecer sobre cuestiones no médicas de gran actualidad en torno al hombre y sus circunstancias.

Camino de los 76, ¿cómo va la vida? Fenomenal desde que me jubilé, aunque es cierto que estoy semi jubilado, porque sigo trabajando con mi hijo. Estoy haciendo las actividades normales, pero con una libertad impresionante, porque puedo permitirme el lujo de los fines de semana e irme de vez en cuando a Alicante para ver a mi hijo y mis nietos, que es para lo que queda uno.

Sigue ejerciendo a nivel privado, ¿por qué?

Pues porque no sé hacer otra cosa, porque ha sido mi vida y porque tengo un montón de gente aquí en el ordenador de la consulta y me sabe mal dejarlo drásticamente y dejar desatendidos a los pacientes. Es la única razón. Sencillamente, no sé hacer otra cosa. Y mejor así, porque de otra manera creo que la jubilación no me hubiera sentado bien.

“He hecho la Urología que se hacía en mi época, siempre con un concepto honesto de la especialidad y nunca he tenido reparos en aconsejar al paciente si un problema se salía de mis posibilidades”

Su vida en corto

¿Hasta cuándo seguirá?

Hasta que las fuerzas me lo permitan físicamente, aunque lo iré dejando paulatinamente, por ejemplo, la cirugía ya está en manos de mi hijo, al que echo una mano, y en la consulta estaré algún tiempo más, pero no mucho más.

Supongo que hay tiempo para más, ¿cómo es su día de jubilado?

Estar jubilado significa que me levanto más tarde, me tomo mi café con algunos compañeros, me paso un rato por el despacho para poner en orden lo de la consulta de la tarde, paseo con mi mujer, una caña, comida, cabezada y a las cuatro consulta. Al terminar, un paseo y una charleta con un grupo de amigos. Los fines de semana generalmente los paso en Madrid, y cada poco tiempo me da el ansión y me voy a comer un arroz a Alicante y a ver al otro hijo urólogo que tengo allí.

No creo que le esté afectando mucho, pero ¿cómo ve la crisis?

La veo francamente mal, se nota incluso en la consulta, en el trabajo diario. A mí, la verdad, es que no me preocupa mucho, pero sí tengo temor por la situación que va a quedar y por mis nietos, creo que lo van a pasar en algunos momentos mal.

¿Y cómo afectará a los médicos?

Los médicos, en el sentido profesional, creo seguirán siendo una clase privilegiada, porque por mucho que la política sea de un color u otro, la próstata no tiene colores. No creo que nos afecte demasiado en el sentido exclusivamente profesional. La medicina privada sin embargo creo que sí se va a resentir mucho en el futuro, porque los médicos jóvenes tienen unos sueldos que antes no sospechábamos y la medicina privada es una profesión muy esclava que necesita mucho sacrificio. Ahora se vive la vida más al día. Antes había que trabajar para tener unos ahorrillos para el futuro. Ahora estamos acostumbrados a vivir cada vez mejor.

¿Alguna idea para salir de la crisis?

No tengo ninguna idea. La conocida de todos, hay demasiados gastos, no hay puestos de trabajo y los políticos creo que todos van a su beneficio particular ya permanecer sentados en el sillón, y a la sociedad, salvo en muy raras ocasiones, le importa un comino.

¿A quién se enfrenta el lector en esta entrevista?

A una persona que se ha entregado a la Medicina, que no ha vivido más que para la Medicina y la familia, y que ha procurado que su familia pueda presumir de un padre trabajador, que ha intentado ser lo más honrado posible, que no ha tenido ningún enfrentamiento con nadie, y que quiere quedar para el futuro como persona honesta y trabajadora. He sido normal en mi profesión en la época que me ha tocado vivir. El vuelco que ha dado la Medicina me dice que está bien retirarse no sólo por la edad, sino también por la tecnología. 

Manuel Herrero hombre, ¿cómo se define? ¿Cuál ha sido su filosofía de vida?

No he vivido más que para la Medicina.

Y Manuel Herrero médico urólogo, ¿cómo ha sido?

Creo que un urólogo del tiempo. He hecho la Urología que se hacía en mi época, siempre con un concepto honesto de la especialidad y nunca he tenido reparos en aconsejar al paciente dónde tenía que ir si algún problema se salía de mis posibilidades. Y al fin y al cabo un urólogo que tiene más gente que hable bien de él que mal.

¿Alguna experiencia como profesor?

Como alumno interno de Anatomía fui profesor de los primeros cursos de la Escuela de Enfermería, después ya fui nombrado profesor ayudante de clases prácticas.

¿Cómo surge su opción por la Medicina?¿Tenía algún antecedente familiar?

Desciendo de familia del campo, sin ningún antecedente familiar de médicos y en principio mi vocación se inclinaba hacia la Ingeniería, pero dio la casualidad que en el examen de reválida de acceso a la Universidad me suspendieron en la convocatoria de junio y entré en septiembre. De ahí surgió. Fue totalmente casual lo de la Medicina.

¿Y por qué la Urología?

Fue a raíz de la enfermedad de un familiar. Al empezar Anatomía entré en la Cátedra del profesor Morujo, al que tengo un gran aprecio. Allí estaba como adjunto Peláez Redondo, y la coincidencia de un familiar enfermo atendido por este doctor, es por lo que elijo la especialidad de Urología. Fue el doctor Peláez el que me lo insinuó y desde entonces me dediqué a la Urología y lo que he hecho ha sido trabajar. Me costó sacrificio, en un tiempo en el que era difícil ejercer, sobre todo en Salamanca, porque aquí había urólogos de prestigio. Hubo que esforzarse mucho, pero al final he encontrado una gran compensación.

¿Pudo quedarse en Barcelona?

Hice la especialidad allí, y aunque tuve la ocasión de quedarme, me vine voluntariamente a Salamanca porque era de aquí.

¿Cómo valora que dos sus hijos hayan seguido sus pasos en la especialidad?

Para mí ha sido una gran satisfacción. Manolo, el mayor, vivió conmigo la Urología porque desde pequeño me acompañaba a la Trinidad a pasar consulta hasta que se fue a Barcelona a hacer el MIR, y el segundo, cuando fue a pedir plaza tras el MIR, me dijo que había pedido Urología y me preguntó si me parecía mal. Le dije que no sólo no me parecía mal, si no que era una gran satisfacción y alegría para mí.

Una familia de médicos.

Pues sí, de no tener ningún antecedente médico pasé a casarme con la doctora Fe Polo, tengo dos hijos urólogos, uno de ellos está casado con una médico radiólogo y el otro con una farmacéutica. Espero que ahora alguno de los nietos, tengo cuatro, continúe la saga familiar.

¿Cree que ha sido buen urólogo?

Creo que sí. Repito, un urólogo de mis tiempos.

¿Alguna aportación a la especialidad?

Al venirme a Salamanca, perdí una oportunidad… es una pequeña espina que tengo clavada, porque me he dedicado fundamentalmente a la asistencia. Si me hubiera quedado en otra parte, desde el punto de vista científico hubiera contribuido más al desarrollo, a la investigación, pero mi reconocimiento siempre ha sido como buen urólogo asistencial. Posiblemente podría haber llegado a más renombre científicamente en otras circunstancias. No obstante, en mi carrera he aportado varios trabajos y fundé la Sociedad Castellanoleonesa de Urología.

También ha sido jefe en alguna etapa.

He sido Jefe de Sección. En un principio pude acceder a la plaza de jefe de servicio, pero entendía que estando en activo el doctor Peláez, consideraba que por experiencia debía ser él. A mí me respetaron el nombramiento como Jefe de Sección. Luego a mediados de los 70 falleció Peláez y me quedé regentando el Servicio del Virgen de la Vega, hasta el concurso. Concursé y la plaza de Jefe de Servicio la ganó otro compañero. Después pasé algunas temporadas como Jefe de Servicio en funciones y los últimos cinco años trabajé en el Hospital Clínico como Jefe de Sección.

¿Y su estrecha vinculación al Hospital de la Santísima Trinidad?

Ha sido prácticamente mi casa. Al terminar la especialidad me nombraron urólogo de beneficencia y desde 1964 he estado toda la vida trabajando en este hospital. Allí también me casé, allí se bautizaron mis hijos, allí celebré las bodas de plata y he estado toda la vida ligado a este centro.

¿Y lo ve como un centro con posibilidades en la actualidad?

Sí. Es un hospital que no puede desaparecer, porque está muy bien ubicado. Funciona muy bien y se han modernizado todos los servicios.

¿Qué balance hace de su vida profesional?

Muy bueno, porque he trabajado muchos años, casi 50, y tengo más gente que habla bien de mí que mal. No sé si estará bien decirlo, pero en Salamanca por el nombre Manuel Herrero Benito me conoce mucha gente, aunque a lo mejor mucha gente no sabe quién soy, porque no me he prodigado mucho. Soy serio, a lo mejor no demasiado simpático y en esto de la Medicina creo que no me he sabido vender muy bien. Lo que quiero es que mi familia, que es lo que más me interesa, me recuerde como un buen profesional y con eso tengo bastante. Esta misma entrevista, este detalle, me ha hecho mucha ilusión, es para mí un gran honor.

¿Satisfecho entonces?

Sí.

¿De lo que más satisfecho está?

De haber cumplido con mi obligación.

El Decálogo

¿Alguna espina clavada?

Hay varias, pero no es el momento de sacar a relucir cosas que no merecen la pena. Lo bueno es eso, la satisfacción del deber cumplido. ¿Quién no tiene espinas en la vida? Además, mi maestro siempre me decía: procura que hablen de ti, mejor bien que mal, pero que hablen.

¿Arrepentido de algo?

Tal vez debía haber ampliado mis conocimientos en plan científico. Tuve ocasión de haber sido algo más desde el punto de vista científico.

¿Qué le ha dado esta profesión?

Muchas amistades, poder económico, la posibilidad de sacar una familia adelante, de lo cual estoy orgulloso. Es una profesión que me ha abierto la puerta en muchos casos y que me ha permitido grandes amistades.

“Ahora el médico es un funcionario más. Ya no va a haber las figuras de aquellos tiempos. Habrá grandes servicios, pero la Medicina personalizada no la habrá”

¿Le ha quitado algo?

Muchas horas de sueño y no haber podido cumplir con la familia como hubiera sido mi menester, sobre todo en los comienzos. Ha sido un sacrificio grande, porque la Medicina de entonces no erala de ahora, había que estar mañana, tarde y noche.

Si volviera para atrás, ¿qué cambiaría en su vida?

Creo que nada, porque he hecho lo que me ha gustado. Me he sentido satisfecho, no soy una persona de grandes aspiraciones. Simplemente, la satisfacción de haber hecho las cosas bien, sobre todo honestamente. Por encima de todo, la honestidad.

¿Volvería a ser médico?

Sí.

“Los políticos son necesarios, pero como no cuiden un poco el asunto, se van a quedar sin clientela, porque unos y otros no trabajan más que por conservar el sillón”

Sus planes al terminar la carrera, ¿se parecían en algo a lo que luego ha sido su trayectoria?

Creo que no. Me han compensado con creces, porque comencé con unas oposiciones de asistencia pública domiciliaria (APD) y luego decidí especializarme en Urología y aquí estoy.

¿Su principal maestro?

Tengo que agradecer mis comienzos al doctor Peláez Redondo, pero mi verdadero maestro es el doctor Antonio Puigvert, jefe de Urología del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona, que posteriormente creó la Fundación Puigvert. Esta figura de la Urología se cruzó en mi vida porque haciendo las prácticas de milicias en Burgos acudí a una conferencia que daba en esa ciudad. A la salida me presenté como un joven médico de Salamanca que quería hacer la especialidad y me dijo: aproveche usted un dinero que yo he dejado en Salamanca para una beca de 2.000 pesetas para venirse a Barcelona. Esto unido a 6.000 pesetas que gané por la sustitución de un médico de pueblo, me permitieron irme a Barcelona y allí comenzó mi peregrinaje. Cuando se acabó el dinero, le dije: “o me quedo o me marcho”. Me dieron una plaza de interno y permanecí allí seis años. En ese tiempo conocí a algunos de los personajes más famosos del momento, Perito Chicote, Juan March, Carmen Amaya… anécdotas agradables para un joven médico de Salamanca.

¿Por qué decidió regresar?

Primero porque soy salmantino y me tiraba la tierra y después porque socialmente y en el ambiente médico había cosas que no me gustaban, a pesar del excelente nivel científico y profesional que allí había.

¿Algún discípulo?

Mis hijos y algún colaborador.

Con la visión que permiten los años, ¿cómo ve a la Medicina actual y al médico de hoy?

Es un cambio brutal el que se ha producido y la Urología es una de las especialidades que más ha avanzado. Se están consiguiendo cosas maravillosas desde que salieron las técnicas endoscópicas. Creo que dentro poco no se va a parecer en nada a la Medicina que hemos hecho anteriormente.

¿Qué cambiaría?

El trato con el enfermo. No es una crítica, pero el trato de hoy no es el trato de entonces. Hoy es una Medicina más tecnocrática, de gran calidad, pero sin aquel contacto familiar, amistoso, por el que te pedían consejo…, ahora falta la confianza y confidencialidad entre el médico y el paciente.

¿Los médicos de hoy lo tienen más fácil?

En un sentido creo que sí. Hay más salidas, además hay más seguridad. Va a haber un déficit de médicos. Sin embargo, en el ejercicio diario tienen más responsabilidad. Antes había confianza, lo que decía el médico iba a misa. Ahora hay que firmar demasiados papeles y hacer una Medicina más defensiva y eso no es bueno.

¿El médico sigue teniendo el peso social que tenía entonces?

Creo que no. Ahora es un funcionario más, aunque existan sus excepciones. Ya no va a haber las figuras de aquellos tiempos. Habrá grandes servicios, pero la Medicina personalizada creo que ya no lava a haber.

¿Y a la Urología cómo la ve?

Fantástica.

¿Cómo valora los avances que se han producido en la especialidad?

Las técnicas endoscópicas han sido el principio de un gran desarrollo.

El hecho de que esta especialidad se centre en el aparato urinario y reproductor masculino, ¿supone alguna particularidad?

Que dentro de la Urología han surgido distintas subespecialidades. A nivel social nos hemos vuelto materialistas y el sexo y el dinero tienen mucha primacía y se les da hoy mucha importancia.

A los jóvenes que se inician en esta profesión, ¿le da algún consejo?

Que sean honestos, que vayan siempre con la verdad y no se extralimiten y aconsejen lo que crean más conveniente, pero sobre todo, honestidad y compañerismo.

En un plano ya más social, ¿qué sensaciones le causa la sociedad actual?

Que creo que hay mucho materialismo, mucha presunción, y sobre todo mucha envidia. Hay que ser más solidarios y más honestos. Odio la mentira. Pero no me negará que se ha progresado muchísimo. Por descontado, pero es momento para la seriedad, honestidad y que no haya envidia.

¿Cómo ve a Salamanca?

Fantástica, la mejor ciudad del mundo. Afortunadamente he recorrido parte del mundo y recuerdo que al regresar de uno de los viajes, bajé hasta la Plaza y dijimos pero por qué admiramos esto y lo otro, si tenemos una ciudad fantástica, que la puedes andar de arriba abajo sin coche, con buen comercio, buenos bares, buen hospital… una delicia para vivir. Eso sí, hay poco dinero y poco trabajo. Si lo que yo he trabajado en esta ciudad lo hubiera hecho en otra, en Alicante, por ejemplo, habría venido en yate por el Tormes.

De política, ¿cómo andamos?

No soy dudoso, no estoy afiliado a ningún partido. No supe de política nunca, ahora más, porque tengo más tiempo para informarme. Lo que entiendo es que los políticos son necesarios, pero como no cuiden un poco el asunto se van a quedar sin clientela, porque su obligación es trabajar por el bien de la sociedad, y unos y otros no trabajan más que por conservar el sillón.

A mí, hace muchos años me incluyeron en una lista al Ayuntamiento, pero no salí y encantado. Después nunca he querido saber nada.

¿Conservador? ¿Progresista?

Conservador. El progreso me gusta, pero no trago con lo que está pasando. Soy de derechas, sí.

¿Y en el plano religioso?

Católico, apostólico y romano. Profundamente religioso y creyente.

¿Cómo le gustaría que le recordaran?

Como un urólogo de su tiempo, que ha dedicado toda la vida a trabajar y que ha procurado hacerlo con honestidad. Que consideren que he cumplido con mi profesión de la manera más honesta posible, y nada más, no quiero más.

Para terminar, y cumpliendo la tradición, le pregunto por el Colegio de Médicos de Salamanca, ¿cómo lo ve?

Siempre he sido un defensor del Colegio de Médicos. Fui tesorero y vocal de asistencia colectiva. Creo que ha progresado muchísimo de mis tiempos a ahora. Creo que es fundamental y que está haciendo una gran labor. Ahora estoy un poco más desconectado, pero es fundamental y necesario, a pesar de las críticas, para mantener el tipo como profesión.

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