Dr. José manuel Polo: “Los profesionales de Atención Primaria en los pueblos intentamos hacer lomejor posible con poquitos medios”

José Manuel Polo ejerce la Medicina de Familia en el medio rural, en la Sierra de Francia, donde no cuenta con las mismas técnicas que en la ciudad, pero está volcado en los pacientes de los tres municipios en los que pasa consulta

Lo tiene claro, su vida ha estado marcada en todos los sentidos por los años que lleva ejerciendo como médico de Familia en el medio rural, en concreto, en la zona de la Sierra salmantina. Se nota en su carácter abierto y a la hora de reconocer que el trato con los pacientes es lo más importante. Y aunque él y sus compañeros no cuentan con todos los medios técnicos de los que se dispone en un centro de salud de la ciudad, ponen su empeño para ofrecer la mejor asistencia posible. De trabajar en los pueblos ha aprendido, además de a ejercer la Medicina de la forma más cercana posible al ser humano, valores como la bondad y el agradecimiento de las personas mayores. En esta entrevista de la Atención Primaria en el medio rural y de las anécdotas que ha vivido y que le han marcado.

Cuando se licenció, ¿tenía claro que quería ejercer la Medicina de Familia?

Al principio, cuando era muy joven, me gustaba la Biología, y me metí para hacerlo; me encantaban la naturaleza, las plantas, los animales, e incluso las piedras. Pero un amigo me dijo que no me iba a ‘colocar’, y como la Medicina tampoco me desagradaba… Mi abuela, que era de Garcihernández, era la matrona, la partera; la llamaban a las tres o cuatro de la mañana y lo hacía todo, y nunca cobraba. Mi abuela era una santa, la quería mucho el médico del pueblo. Y lo tenía claro, me gustaba la Medicina de Familia, por la labor humanitaria que hay detrás; estás en contacto muy personal con los pacientes, sobre todo en los pueblos. Tengo una plaza en la capital, pero no me he venido nunca porque me gustan más los pueblos. Tengo la plaza de estatutario de Salamanca y la del funcionario del pueblo, pero nunca he pedido concurso de traslado por eso.

¿Qué destaca de esa labor como médico en el medio rural?

Es una maravilla. Nada más que entra la gente a la consulta, sobre todo las personas mayores, llegan y te quieren dar un beso. Te llaman de usted. Ya no es la Medicina, sino que te tienen aprecio, aunque cuando estuve en el hospital también fue así. El trato con la gente es especial, difícil de definir.

Dicen que la Atención Primaria es la puerta de entrada a la asistencia sanitaria; en su caso, ¿cómo la define?

Es diferente. La Medicina de Familia es la puerta de entrada para que tú luego puedas derivar a un especialista. Es el primer contacto que tienes con un paciente. Si puedes, tratarle o curarle, o intentar ayudarle. Muchas veces no hace falta mandarlo al especialista, lo podemos arreglar nosotros. Esa puerta de entrada es muy bonita, y los médicos de Familia les quitamos mucha demanda a los especialistas

¿Cuáles son los puntos más fuertes y los más débiles de este nivel asistencial?

Destaca el funcionamiento debido a los profesionales, que ponemos mucho empeño, porque carecemos de muchísimas cosas. Carencias tenemos muchas, pero los profesionales de Atención Primaria somos personas que intentamos hacer lo mejor posible con poquitos medios. En los pueblos no tenemos esa placa para ver una fractura, o una analítica para ver si esa persona sufre anemia. Muchas veces, sin saber lo que tiene una persona, diagnosticas con los ojos, porque no tienes nada más que el fonendo y el tensiómetro. No tienes absolutamente nada más. Ahora podemos mirar la saturación de oxígeno, pero poco más. Tenemos pocas cosas. Me gustaría que la Gerencia de Atención Primaria nos diera más medios. Yo apuesto por la formación continuada, porque en nuestro centro tuviésemos un proyector.

Curriculum Vitae

José Manuel Polo

Para su presentación cabe decir que es un médico de Familia que nunca cambiaría su consultorio rural por uno en la ciudad. Le gusta la cercanía con los pacientes en cada pueblo que tiene a su cargo para la atención en este primer nivel asistencial. Se licenció en Medicina en 1982. Unos años después, se fue a Granada para diplomarse en Nutrición, con una beca que le concedió la Junta de Castilla y León para financiar la matrícula; todavía se acuerda de la cantidad: 250.000 pesetas. La interinidad la consiguió en el municipio de Herguijuela de la Sierra, donde estuvo 17 años. Eran aquellos tiempos en los que el médico vivía en el pueblo y las guardias eran las 24 horas del día, en cualquier momento que le necesitaran. Recuerda que dejaba un papel en la puerta de su casa cada vez que se ausentaba para que los pacientes supiesen dónde estaba. No había teléfonos móviles.

Un experto en lípidos

Su tarea asistencial en el consultorio la ha compatibilizado con su pasión por los lípidos. Desde charlas sobre desayunos cardiosaludables en colegios o institutos, participación en congresos como ponente, cursos de actualización a compañeros… También formó parte de un programa de investigación en lípidos en el hospital de Salamanca, sobre la nutrición, los triglicéridos, los omega 3… Y su interés por ello ha ido creciendo. Cuando sus hijos eran pequeños, hizo un Máster en Nutrición en Valladolid, los fines de semana, durante dos años. De Herguijuela de la Sierra pasó al centro de salud de La Alberca, donde ejerce como coordinador del mismo desde hace diez años. En su caso, es el médico titular que lleva tres pueblos de la zona: San Martín del Castañar, Nava de Francia y San Miguel de Robledo. En Herguijuela de la Sierra tiene una casa, en la montaña, donde su tiempo libre lo dedica a su huerto, en el que se ha convertido en un experto en injertos.

Pero como somos cuatro titulares y es un centro pequeño, es verdad que igual es más caro, pero podía ser también para los centros de al lado, como Tamames o Miranda; que mandasen un proyector para hacer una reunión cada 15 días y que cada uno de los compañeros preparase un tema, y así nos actualizaríamos. Nos vendría muy bien.

“La Medicina de Familia es el primer contacto que tienes con el paciente, le intentas ayudar”

¿En su zona les ha afectado la última reestructuración de Atención Primaria?

Esta última no. Se fue una compañera, pero ha venido otra. Somos cuatro titulares y hemos seguido los mismos. Cuando llegué hace diez años había seis, pero en aquella reestructuración la cifra se redujo a cuatro. Y tuve que hablar con el alcalde de la Nava para decirle que iría dos veces, al igual que en San Miguel de Robledo; y a San Martín, todos los días. A nuestra zona no ha afectado, y tenemos otros cuatro médicos de Área, que nos hacen guardias y nos ayudan, cubren vacaciones, o libranzas de guardia. Casi siempre lo hacemos nosotros, pero cuando no podemos, lo hacen ellos.

¿Y cómo ha sido la evolución a la hora de ejercer la Medicina de Familia, desde sus inicios en Herguijuela de la Sierra, hasta la actualidad?

Era muy diferente. Yo vivía allí en una casa, y cuando me iba de paseo tenía que poner en la puerta: “Estoy de paseo por la pista de Rebollosa”, por ejemplo. Tenía que dejar todo escrito en la puerta por si surgía una urgencia, para que me pudiesen localizar, porque no iba a estar encerrado todo el día en casa. En aquel entonces no teníamos enfermera. No te podías ir a ningún sitio. Mi mujer venía conmigo a veces a hacer avisos. Lo hacía yo todo. Nosotros teníamos el maletín con el fonendo y el aparato para medir la tensión y poco más. Yo llevaba mis inyecciones para poner. Las guardias ahora son mucho más cómodas; estás en el centro de salud, y nosotros tenemos un equipo de Soporte Vital en La Alberca, y lo podemos mandar con un paciente; tiene un técnico y un conductor. Hemos mejorado en bastantes cosas. La zona está alejada de Salamanca y a veces hemos tenido que llamar al helicóptero. De ir todo a mano, ahora al ordenador, aunque el ‘Medora’ funciona muy mal.

“Me ha gustado el cambio al ordenador, y como no trabajo ‘on line’ con ‘Medora’, no da problemas”

Y hablando del actual sistema informático de Atención Primaria, ¿está generando fallos también en el medio rural?

Da muchos quebraderos de cabeza. Pero como yo no tengo internet, sigo con el ordenador, un portátil, y cada seis o siete días lo tengo que actualizar con el sistema. Los que trabajan ‘on line’ tienen más problemas, pero a mí no se me ‘cuelga’ también por eso, porque no estoy conectado a diario. Lo que tengo que hacer es sincronizarlo. Ya me he acostumbrado al ordenador y no hago ninguna receta a mano. Es todo más rápido y, además, mi letra a mano no hay Dios que la entienda. A mí me encanta el cambio.

En los centros de salud se han producido muchos cambios a la hora de desarrollar la labor asistencial. ¿Los pacientes también han cambiado?

En los pueblos no. Siguen siendo de la misma manera, muy bondadosos y cariñosos, y si te hace falta alguna cosa, ahí están. Me acuerdo de cuando llegué a San Martín, que me dijeron que me podía quedar a dormir allí con ellos. La gente, encantadora, se vuelca con nosotros de una manera increíble.

¿Influye también en sus consultas el hecho de que los pacientes consulten previamente sobre su patología en internet?

En los pueblos también pasa. Llegan y me dicen que han estado viendo y que tienen no sé qué, que lo han mirado por internet. Lo miran todo por internet. La gente mayor no, pero los más jóvenes sí. Les digo que a eso que han visto hay que darle un diagnóstico y tratarlo, o que hay que hacer pruebas; siempre tienes salida para esas cosas.

Y en sus años de ejercicio, ¿cuáles podrían ser las patologías más frecuentes que ha visto?

Lo que más ves son catarros y mucha patología respiratoria, en invierno y en otoño. Además, como son gente mayor, es lo que más ves. Si que vemos también problemas de corazón, como infartos o anginas; con eso te pones más nervioso, porque son cosas graves y se te puede morir el paciente. He visto muertes delante de mí. Vemos de todo, también problemas de hipertensión, diabetes, las patologías de los ancianos, que son enfermedades crónicas, colesterol, los lípidos, que están en boga… Como tengo pacientes con mucha edad, es lo más habitual. Ahora en primavera ves muchas alergias.

En sus municipios, la presión asistencial llega sobre todo en verano, ¿verdad? ¿Cómo se viven esos días?

En San Martín, por ejemplo, que es un pueblo muy bonito, en verano tengo siete u ocho veces más pacientes que ahora. Llego a tener 4.000 o 5.000 personas en San Martín. Y campamentos, con 500 niños. Tengo muchísimo trabajo, no paro un segundo con los tres pueblos que tengo. Y tienes que seguir haciendo guardias. En julio, y hasta mediados de septiembre, se nota, hay mucho trabajo. No tenemos refuerzo, aunque he pedido que nos pongan un sustituto del 15 de julio hasta el 30 de agosto para cubrir las vacaciones.

“Mis pacientes de los pueblos me enseñan muchas cosas, sobre todo las personas mayores”

Y a la hora de prescribir, ¿qué cambios ha ido notando estos años?

Yo sigo prescribiendo igual. Al principio nos pusimos con el tema de los genéricos, pero ahora he hablado con la Gerencia y los precios son casi similares, así que prescribo lo que yo creo que conviene al paciente. Por ejemplo, una cosa en la que estoy ‘frenando’ a la gente es a la hora de tomar tanto antinflamatorio, porque producen problemas gástricos y hepáticos. Y mucha insuficiencia renal también.

Y como la mayoría de sus pacientes son personas mayores, estarán polimedicados, ¿no?

Tienen mucha medicación, porque padecen muchas patologías. Siempre decimos que tendría que salir una pastilla para la diabetes, el colesterol y la hipertensión, porque son enfermedades de prevención cardiovascular. Si hubiera una sola… Ha salido alguna combinada, pero no hay nada para las tres cosas. Si existiese, se quitarían medicación. Es que son muchas pastillas. Algunos tienen que tomarse hasta ocho o diez.

¿Y qué se aprende de esta labor y del trato con los pacientes a lo largo de tantos años?

Te enseñan muchas cosas, sobre todo las personas mayores, como la humildad, la bondad, el respeto, el cariño… Todas esas cosas tan bonitas que teníamos que tener todos. Y te lo enseñan las personas mayores. Parece ser que con la edad te vas haciendo de esa manera, te enseña tantas cosas la vida… De mayor, ellos mismos tienen una bondad y un agradecimiento… Estar con la gente mayor es muy bonito. Cuando trabajaba en Herguijuela me iba por la mañana a ver los enfermos, y luego, por la tarde, me daba otra vuelta para ver cómo estaban. Me invitan a merendar si quería, hablaba con ellos, miraba a ver qué comían.

¿Qué les diría a los jóvenes que todavía no se han decidido por una especialidad para que se decanten por la Medicina de Familia y, más en concreto, por el medio rural?

Creo que a la gente joven no le gusta tanto, va más a las especialidades. Tiene otros valores ejercer allí. Igual no aprenden tanta Medicina como pueden hacer en la ciudad, porque el hospital lo bueno que tiene es que allí están en contacto con otros compañeros y pueden consultar ante una duda, pero nosotros estamos solos y no podemos preguntar. Y en una guardia también estamos solos. Pueden dar más miedo situaciones de estar solo ante el peligro, pero luego recibes un agradecimiento inmenso de personas con las que estás conviviendo, a las que ayudas en otros temas, porque te consultan de todo. Es muy bonita la Medicina de Familia y, claro que sí, les animo a ello. Aunque tiene también sus cosas, como el hecho de hacer muchos kilómetros, unos 200 al día. En invierno a veces me he quedado ‘colgado’, porque había nieve y no podía pasar, o con hielo patinando. En una ocasión se me fue el coche a la cuneta en San Martín del Castañar. El que está en el hospital o en un centro de salud urbano igual no coge el coche, porque está al lado y va andando. Nosotros estamos todo el día en carretera, pero no me importa, vas pensando en lo que tienes que hacer en cada sitio. No lo llevo bien, lo llevo muy bien. A San Martín voy todos los días, y dos días a Nava y a San Miguel de Robledo. Y tengo tiempo, es en verano cuando andamos más ‘pillados’, por tener más población y campamentos.

“Todo lo que se come engorda, pero lo que tienes que hacer es comer cinco veces al día”

También está especializado en el tema de la nutrición, algo de lo que se habla en la calle porque, como suele decirse, “somos lo que comemos” …

La gente te escucha, pero en la alimentación a veces es complicado. Los pacientes sí que hacen caso, y les recomiendas que tomen lo que estamos hablando, lo que es la dieta mediterránea, las frutas, las verduras, las legumbres… En todo eso te hace caso la gente. Ha habido estudios de cómo comía la gente en la década de los años 50 y se ha visto que ha aumentado el consumo de verduras, frutas y pescado. Es verdad que se está comiendo más carne y menos pan que antes; la gente piensa que engorda, y es mentira. Todo lo que se come engorda, pero en la alimentación yo le digo a la gente que de lo que deben tener cuidado es de comer cinco veces al día. Desayunar es un 25% de lo que comemos en el día, porque lo gastamos, y a media mañana, tomar algo de fruta o lo que sea; luego la comida, y la merienda. Cuando hay que comer menos es por la noche, porque la alimentación es como un banco, y si tú dejas ingresado ese dinero, esa cena no se gasta, y por el día se está gastando. Esas calorías que vas ingresando por la noche y no gastas las vas a tener, te va a dejar ahí una renta. En la cena, menos. Como suele decirse: “De grandes cenas están las sepulturas llenas”.

¿Y qué piensa de la moda de las dietas? ¿Cuál es la mejor dieta que puede seguir una persona?

Una alimentación variada es lo más importante. Las dietas a veces son hiperproteicas, y luego el riñón no te funciona. Las dietas no valen para nada, sino hablar con la gente y decirle lo que deben o no comer. Por ejemplo, yo siempre recomiendo que se coman frutos secos, porque son muy buenos, por muchas razones, por las vitaminas y por los ácidos grasos, como el aceite de oliva. Es explicar un poquito dónde están las grasas buenas, las regulares y las malas; es la diferencia que existe a veces en la alimentación.

El decálogo

Un libro. ‘El pie de Jaipur’.
Un disco. ‘Caminemos’, de María Dolores Pradera.
Una película. ‘Perdiendo el Norte’.
Un plato. Un buen cocido.
Un defecto. Tengo muchos; quizá, que sea poco
ahorrativo.
Una virtud. No lo tengo claro, pero creo que tengo
bastante paciencia.
Una cualidad de los amigos. Son buena gente y puedo contar con ellos, que es lo mas importante.
Qué detestaría en los enemigos. Creo que no tengo,
pero si alguno se considera enemigo, preferiría que
hablara conmigo y quizás nos hiciéramos amigos.
Una religión. Católico, pero apenas practico, solo en
acontecimientos: bodas, bautizos, comuniones, etc.
Un chiste. Me cuentan muchos, pero se me olvidan. Medice mi hija el otro dia: “Papá, mañana comerás comida latina,” y le pregunto: “¿Qué me dices?”. “Sí, que te abrirás una lata de conserva.”

  • Doctor. ¿Qué tal la operación?
  • ¿Pero qué doctor, ni qué ocho cuartos? Yo soy San Pedro.
  • ¿Qué le pasa a Papá Noel si le falta un reno
  • Pues que tiene insuficiencia renal.
  • ¿Qué pasa en el quirófano si se acaba la anestesia?
  • Que se acabó lo que sedaba.

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