Dirigir con sentido del humor

Por Germán Payo Losa

Director de Educahumor

Un estilo nuevo, saludable y eficaz

Julián, en la foto, es, entre otras muchas cosas, jardinero. Quiere a las plantas, las cuida, las mima, disfruta con ellas. Una persona que dirige bien un grupo humano tiene mucho en común con un jardinero.

“Tu NRP” –me pidieron en un formulario para dar un curso-. “No tengo”. “Ah. Se me olvidaba que para la administración nosotros somos un número”, -me comentaban-. Lo decían en broma y en serio, pero el sentimiento estaba allí.

Richard E. Boyatzis, doctor por la Universidad de Harvard y profesor de conducta organizacional dice que muchos líderes están desconectados. Los buenos líderes son “personas capaces de sintonizar con los demás, crear una esperanza alrededor de un objetivo común, crean compasión, no sólo propician un equipo que se entiende sino que se cuida, son muy respetuosos y tienen optimismo, humor y capacidad de juego” Lula dice que cuando uno es candidato choca manos, está cerca de la gente; cuando es presidente le llevan en coche oficial, blindado, le aíslan y pierde el contacto.

Un directivo con humor es más feliz, yeso desborda, crea mejor ambiente, comunica y conecta mejor. Uno con mala uva, pesimista y cabreado influye, para peor. Oigo en mis cursos de humor con frecuencia esta frase: “Mi jefe tenía que hacer este curso”. Y contesto.: “Si sacas esta conclusión es que no has aprendido nada”. Lo digo con la boca pequeña. Es básico entender que mi felicidad y mi humor dependen de mí, no de los demás. Pero un jefe tóxico, poseído de sí mismo, incapaz, con pocos conocimientos, baja autoestima, autoritario, que culpa a los demás siempre puede hundir un grupo humano, como expresa el libro Trabajar contigo me está matando. K. Crowley y K. Ester dan pautas para afrontar no sólo jefes tóxicos sino trabajadores o colegas que se escaquean, o hacen mal las cosas por desidia, ponen zancadillas, roban ideas…

Dirigir implica conocimientos, cualidades personales y profesionales, habilidades sociales, estrategias empresariales y trabajo en equipo. El sentido del humor puede cubrir todas ellas con una brisa fresca y una sonrisa amable y engrasar la maquinaria humana para que haya menos roces. Y dirigir con humor es ver que entre la seriedad puede colarse la alegría, el ingenio, la sonrisa y la risa, que son compatibles con el trabajo bien hecho. “En lugar de indicaros qué hacer os voy a contar todas las equivocaciones que he cometido personalmente, para que las evitéis.” decía un director. 

Un directivo con humor es más feliz y eso desborda

“ Yo soy muy exigente y muy serio”, oía  a un empresario. “Al final sólo hay una forma de decir a alguien: quedas despedido”, explicaba la directora de una empresa. Y no es así. En muchos campos parece que la seriedad es algo opuesto al humor. Parece que si alguien en el trabajo se ríe está perdiendo el tiempo o autoridad y es lo contrario. Un profesor de nuestra universidad me comentaba que le habían reñido por usar el humor en clase. No volvió a hacerlo. Pensamos que poner cara de palo, expresión tiesa, mentón hacía arriba nos da más autoridad. Es lo contrario y causa más estrés.

Además, “los profesionales que sufren estrés tienen un 35% más de probabilidades de padecer alguna enfermedad del corazón. Sufrir presión laboral aumenta considerablemente el riesgo de sufrir un ataque al corazón como un infarto o una angina de pecho. Este dato ha sido confirmado tras un estudio publicado en Occupational and Environmental Medicine. Para estudiar el impacto del trabajo en nuestra salud, investigadores del Hospital de Glostrup (Dinamarca) estudiaron a 12.116 mujeres durante 15 años”. (20minutos.es. 06.05.2010)

La risa con ganas, alivia el estrés. Ver nuestras calamidades, las crisis y los recortes presupuestarios y poder hacer una comedia de ello es saludable. “Tengo que recortar dos millones y medio de euros este año y no logro cuadrar las cuentas. Me pasé un mes sin dormir. Ahora ya soy capaz de ver esto y reír diciendo: “¿En dónde me he metido? Pero ya me río. Estoy mejor” –me confesaba un nuevo alto cargo-. Ayuda reírse de uno mismo. Colin Powell, secretario de Estado con Bush y primer general negro en su país. “Me di cuenta de que era general cuando empezaron a reírse de mis chistes”.

Coincidí en un congreso con la vicepresidenta de   Airlines, una de las compañías aéreas de más éxito, que pide, como requisito a quien entra, sentido del humor. “Entré como azafata. En la prueba de admisión éramos 10 y había dos plazas-nos contaba-. Fuimos a una habitación decorada como un avión. Había sentadas nueve personas. Quien presidía se puso en pie y nos dijo: “Nos vais a hablar de vosotras y qué aportaríais a la compañía. Como estáis un poco nerviosas y conocéis una técnica de relajación que es imaginara la persona de enfrente con los pantalones bajados, os vamos a facilitar las cosas”. Acto seguido se pusieron todos de pie y bajaron sus pantalones o faldas y exhibieron su ropa interior de flores y dibujos chillones… Nos partíamos de risa. Yo me dije: “Quiero trabajar con esta gente, sea como sea”. El humor atrae, cohesiona, motiva y enriquece. Tener un jefe con humor y que cuide a su gente, es el mejor tesoro de una empresa.

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